Me preguntan si tengo alguna fobia o alguna cábala en
particular, si tengo algún día preferido en la semana, e incluso, si tengo
algún amuleto con el cual protegerme cada vez que me siento ante mi pc para
intentar escribir algún artículo en cuestión.
Lo que resulta evidente es que se hace un tanto complicado
hilvanar una respuesta ante tales preguntas, pienso que solamente alguien que
en algún momento de su vida ha sentido en su ser interior el impulso de
transitar por el relato de sus vivencias, es quien podría estar acreditado como
para que, de alguna manera, realizar, o mejor dicho, intentar, satisfacer con sus respuestas, la curiosidad de todo
aquel que manifieste su inclinación por dilucidar el “instante preciso” en el cual “el genio de la inspiración
creativa” se apodera de dedos, manos y teclado para plasmar en contenido
visible y entendible el fruto de su creación intelectual.
No es posible para quien escribe proveer a sus lectores de un
“manual para principiantes” si bien no
deja de ser cierto que existe la técnica del relato y que es factible la
transmisión de ciertas habilidades propias de una buena comunicación y que
tales habilidades se adquieren y desarrollan en la práctica constante de esta
disciplina, llegando, incluso, a dotarle a quien se interese, de la consecuente
experiencia en la elaboración de un relato convincente, no menos cierto resulta
que quien escribe no solamente utiliza la técnica del aprendizaje, sino que,
además, debe tener muy en cuenta “el contenido” del relato en cuestión, y este,
el contenido, suele manifestarse a través de la inspiración del autor, algo muy
íntimo, imposible de delegar al mero entendimiento del interesado, es allí , en esa comunión entre autor y
lector donde se conjugan los sentimientos , único nexo que hace posible una
comunicación creativa.
Es por eso que pienso que quién escribe, no lo haga
impulsado por otro motivo que no fuese el deseo de transmitir ciertas vivencias
que hacen a su fuero íntimo, algo muy cercano al estado espiritual de su
condición humana, esencialmente solidaria con el exterior inteligible que
percibe.
Hugo W. Arostegui
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