“Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está
Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”
(Génesis 4:9.)
Durante el transcurso de nuestra
vida es dónde encontraremos las oportunidades de desarrollar nuestras
potenciales habilidades para el logro de nuestras metas, las cuales, nuestras
metas, no pueden considerarse como tales, sino las relacionamos con nuestra
condición de identificarnos como “seres humanos” vale decir esencialmente
interdependientes los unos de los otros, centrados en el logro de alcanzar “la convivencia
social” en igualdad de oportunidades sin exclusión ni excluidos.
A medida en que vayamos alcanzando ciertos grados de autosuficiencia
iremos descubriendo el grado de interrelación que rigen a nuestras experiencias
de vida con la coparticipación de aquellos que de una forma u otra han ejercido,
y aún ejercen, ciertos grados de influencia en nuestras decisiones, ya sea esta
influencia la vinculada con el entorno familiar, afectivo, maestros, colegas de
estudio, ámbito laboral, etc.
Cuando “descubrimos” que no estamos solos en este esfuerzo colectivo que
denominamos “convivencia social” nos estaremos acercando cada vez más a la
identificación del verdadero rol que nos compete como integrantes maduros y
plenos en el quehacer social, ya podemos asir las herramientas para dedicarnos de
pleno al cultivo de los valores que germinarán en nuestro huerto en la medida
en que estemos dispuestos a aceptar voluntariamente el esfuerzo y el sacrificio
que seguramente nos demandará.
Se dice que en la vida del hombre evolucionado los milagros no se piden,
los milagros se provocan, el éxito de nuestra tarea está íntimamente ligado al
sacrificio “sacro oficio” entendido éste, el sacrificio, como el único medio valedero que disponemos para alcanzar, el
dominio primero y posteriormente la perfección de cualesquiera que fuese la
disciplina que pretendamos desarrollar, sean éstas intelectuales, artísticas,
deportivas, etc.
Una sentencia tan antigua como el hombre mismo nos dice: “Existen los
hombres para que tengan gozo” A
diferencia del Placer, que muchas veces se confunde, el gozo solamente se
experimenta a través del esfuerzo y el sacrificio, cuánto mayor sea el esfuerzo
que realicemos mayor será la satisfacción que obtengamos, todo lo que nos pueda
costar y mucho más será el valor de lo que obtengamos.
Agregamos:
La empatía es la capacidad para ponerse en el lugar
del otro y saber lo que siente o incluso lo que puede estar pensando.
Las personas con una mayor capacidad de empatía son las que mejor saben
"leer" a los demás. Son capaces de captar una gran cantidad de
información sobre la otra persona a partir de su lenguaje no verbal, sus
palabras, el tono de su voz, su postura, su expresión facial, etc. Y en base a
esa información, pueden saber lo que está pasando dentro de ellas, lo que están
sintiendo.
Además, dado que los sentimientos y emociones son a menudo un reflejo
del pensamiento, son capaces de deducir también lo que esa persona puede estar
pensando.
Cómo desarrollar la empatía
Una persona puede aumentar su capacidad de empatía observando con más
detalle a los demás mientras habla con ellos, prestándoles toda su atención y observando todos los
mensajes que esa persona transmite, esforzándose por ponerse en su lugar y
"leer" lo que siente. Si mientras hablas con alguien, estás más
pendiente de tus propias palabras, de lo que dirás después, de lo que hay a tu
alrededor o de ciertas preocupaciones que rondan tu mente, tu capacidad para
"leer" a la otra persona no será muy alta.
La falta de empatía
La falta de empatía puede verse a menudo al observar las reacciones de
los demás. Cuando una persona está principalmente centrada en sí misma, en
satisfacer sus deseos y en su propia comodidad, no se preocupa por lo que los
demás puedan estar sintiendo y no tiene una respuesta empática ante ellos. Es
la madre o padre que responde con un "mmm" indiferente, cuando su hija
pequeña le enseña con entusiasmo su último dibujo, sin percibir la decepción de
la niña al ser ignorada. Es el marido que llega a casa cansado del trabajo y se
sienta a ver la tele mientras espera que su esposa, que también llega cansada
del trabajo, se ocupe de hacer la cena y de bañar a los niños. O es la persona
que dice no importarle si hay calentamiento global o si estamos contaminando el
ambiente porque considera que ya habrá muerto cuando todo eso sea un verdadero
problema.
Tal vez vivamos en una sociedad donde la gente es cada vez menos
empática (según estudio de la Universidad de Michigan, los niveles de empatía
de estudiantes universitarios cayeron un 40% entre el año 2000 y el 2010). No
obstante, el único modo de hacer que el mundo sea cada vez más empático y no al
revés, consiste en que cada persona se esfuerce por ser más empática, prestando
más atención a los demás, a sus emociones, a lo que pueden estar sintiendo o
pensando, o cómo les afecta lo que dices o haces.
Hugo W. Arostegui
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