domingo, 12 de julio de 2020

Hazlo Tu Mismo


Todo comienza con uno mismo. Desde la infancia empezamos a tener una imagen propia de quiénes somos, cómo lucimos físicamente, para qué tenemos capacidades, talentos y cuáles son nuestras debilidades.

Nos formamos esa autoimagen mental desde niños y le vamos dando forma gracias a todas las experiencias que vivimos y en gran medida “gracias” a la convivencia con los demás. Y digo gracias entre comillas porque lamentablemente le solemos dar demasiada importancia a lo que los demás dicen sobre ellos, sobre nosotros o sobre lo que se supone debería de ser, por lo que es muy frecuente que el concepto que tenemos de nosotros mismos lo dejamos en manos de otros, dándole valor a la opinión de los demás. Es entonces cuando auto saboteamos nuestra propia imagen y dudamos o dejamos de creer en nuestras capacidades, esas que nos hacen únicos y son la herramienta para lograr metas o deseos.

Gracias a lo que dicen los demás, dudamos de nuestras capacidades, actitudes, de nuestro comportamiento y perdemos la motivación. Por ende, nuestra autoestima baja y no encontramos motivos para actuar, seguir adelante persiguiendo nuestros sueños. Y bueno, como bien dicen, si no crees en ti mismo, entonces nadie tendrá una razón para hacerlo... si no crees en ti mismo, cualquier esfuerzo que hagas por superarte es inútil....

Esto sucede porque olvidamos que somos piezas maestras, porque te recuerdo -por si acaso lo has olvidado— que tú no eres parte del montón, no fuiste producido en serie, eres único, original, diferente, y si no me crees, mira que cada quien tiene su propio sello, nadie repite las huellas digitales. Todos hemos sido equipados con la personalidad apropiada, los regalos adecuados, los talentos adecuados y las conexiones adecuadas para hacer exactamente lo que sea nuestro propósito durante esta presencia humana en la tierra. La pregunta es: ¿reconoces ese tesoro que posees?

Todo en ti es único e importa cada detalle de ti, pero es posible que, al compararte con los demás, quisieras tener más dinero, una mejor casa, un auto del año, tener más estatura, verte mejor, tener tu ojos azules o verdes, tener más cabello o de otro color y un sin fin de tópicos que simplemente te pueden agobiar; por lo que te digo, es mejor que dejes de compararte, que dejes de mirar las realidades ajenas porque no son las tuyas y que, reconociendo tus bondades, bendiciones, habilidades, posibilidades, empieces a enfocarte en lograr todo lo que puedes, agradeciendo lo que tienes y sabiendo que eres perfectamente imperfecto, que eres una obra maestra.

Cuando reconoces esto, en primer lugar, por simple que parezca, abres tus caminos a nuevas posibilidades, nuevas puertas empiezan a ponerse en frente a ti y comienzan a abrirte. Como tú te ves y te amas, así te verán los demás y te amarán. Si tu te ves como poca cosa, que no vales, que nadie dará cinco centavos por ti y que ni al caso entender porque estás en esta vida, así te verán los demás. Pero si tú, en buen plan, empiezas a reconocer, asumir y por ende creerte todo lo que eres y con lo que vienes equipado y por lo cual nadie en este mundo puede competir contigo porque eres único, entonces crees en ti y los demás creerán en ti.

Debes sentir orgullo de la persona que eres, ya que, te repito, como bien dicen y es una verdad absoluta: de la forma que tú quieres que te vea el mundo así te observarán.

Cuando te amas, te aceptas, sabes que mereces lo mejor, lo asumes, lo crees y lo proyectas y es entonces cuando la vida, Dios, el universo, la fuente, trae hacia ti nuevas oportunidades y los sueños dejan de ser efímeros y se tornan realidades.

Si bien es cierto, no siempre nuestros días brindan lo que esperamos y a veces nuestra vida toma rumbos imprevisibles, más que preguntarte constantemente por qué tu vida se ha tornado como es ahora o por qué no es como la de tu semejante - llámese mejor amigo, conocido, familiar, compañero de trabajo— acepta el camino abierto que tienes por delante con todas tus capacidades para lograr lo que deseas.

Recuerda aquellos momentos atrás en los que superaste grandes dudas, conflictos, retos, en los que muchas de tus ahora realidades eran sueños, planes, proyectos, metas. Recuerda cuando triunfaste en algo que creías imposible. Tú eres esa misma persona, con esas mismas cualidades y dones, y continuarás venciendo e imponiéndote. No lo olvides, no lo cambies, no dejes de creer.

Cree en ti mismo y entiende que hay algo dentro de ti mayor que cualquier obstáculo. Todos tenemos adentro una brújula que nos conduce a donde anhelamos. No olvides confiar en tu brújula, consúltala a menudo, porque el conocer su presencia te dará fortaleza para lo que la vida te depare. No elijas permitir que te desvíen. Pídele la verdad a tu corazón, y te dará la respuesta y el discernimiento para tomar las decisiones que son para ti. Como bien dicen Wayne W. Dyer: “si crees totalmente en ti mismo, no habrá nada que esté fuera de tus posibilidades”. O bien, como ha dicho Cynthia Kersey: “cree en ti mismo y llegará un día en que otros no tendrán más remedio que creer en ti”.

Si tú crees en ti, no importa lo que diga el resto. Estas aquí para hacerlo, no para escuchar opiniones o mejor dicho: críticas. Si crees en ti mismo no necesitas q nadie apruebe tus decisiones y planes. La confianza en ti mismo es suficiente para emprender vuelo. No olvides que todo esfuerzo es inútil si no crees en ti. Intenta decir algo tan sencillo como: “Yo creo en mí mismo”. No siempre es fácil pero, si tú no crees en ti mismo, ¿quién lo hará?

Puedes tener éxito aun cuando nadie crea en ti, pero nunca lo tendrás si no crees en ti. Persigue tus sueños y siempre cree en ti. Pon tus ojos en las estrellas y la esperanza en tu corazón. Ocúpate de tu persona, sé tu propio maestro, cree en ti.


Nuestros Talentos

¿Crees que no tienes ningún talento? Estás muy equivocado. Sin conocernos, puedo asegurarte, insisto, que si piensas que no tienes ningún talento estás muy equivocado. No hay nadie, escúchame bien, nadie en el mundo que no tenga ninguna virtud. ¿Conoces a alguien que no la tenga?


Cualquier persona que podamos imaginar, por muy desagradable que nos parezca, desde el indigente más holgazán hasta el dirigente más engreído, desde el asesino más perverso hasta el ermitaño más huraño, todos tienen alguna virtud. 
Quizás tenga paciencia, quizás tenga don de palabra, quizás tenga inteligencia, quizás sea un superviviente nato. Todos tienen su virtud. ¿Por qué ibas a ser tú diferente? ¿Crees que lo eres?

No, no eres diferente. Tú también tienes tus virtudes. Igual que yo. Igual que todos. Todo el mundo tiene virtudes, todas las personas tienen talentos. Si tú crees que no los tienes, entonces es que no has buscado lo suficiente. ¿Has mirado dentro de tí? ¿Has mirado a tu alrededor? ¿Has preguntado a los que te rodean?

Debes analizar todas las cosas que haces a lo largo del día. ¿Qué haces bien? ¿En qué eres bueno? ¿Qué se te da bien? No lo dudes, puedes encontrar tus virtudes en tu interior. Aprende a sacar lo mejor de ti mismo, encuentra tus virtudes, se consciente de tus talentos.

Cada persona somos una fuente inagotable de ideas. Sólo tenemos que aprender a sacar esas ideas. No digas que tú no las tienes. No digas qué no tienes ninguna virtud, te estarías engañando. No digas que no tienes ninguna virtud, te estarías ocultando la realidad. No dejes que el pesimismo te lleve.

Repítete a ti mismo: "Yo soy bueno esto", "Se me da bien aquello", "Soy el mejor en lo otro". Repasa a menudo tus virtudes. Encuéntralas y repásalas.

Una vez que tengas claro en que eres bueno, escríbelo, repásalo, métetelo en la cabeza. Deja notas por todas partes recordándotelo. No tengas miedo de repetírtelo. "Soy bueno en tal cosa o en este aspecto".

Y por supuesto creértelo, cree en ti.

Recuerda: todos tenemos virtudes, todos tenemos cosas que mostrar al mundo, todos somos buenos en algo.

Descubre haciendo que cosas eres bueno. 


La Realidad Al Desnudo

Uno de los atributos de los grandes pensadores y filósofos que lograron describir la realidad conforme ella es, fue la toma de conciencia (que es el darse cuenta) de la realidad interna y externa. Y lo contrario, la incapacidad de darse cuenta (de dictadores, dogmáticos, intelectualoides, etc.) provocó que se viviera dentro la irrealidad y por esto la humanidad estuvo sumida en la oscuridad de la ignorancia.


 Hoy en día la necesidad de tomar conciencia de la realidad y tener un sentido crítico de ella se hace imprescindible, puesto que, a cada día que pasa, la desinformación emerge como un fantasma que va devorando las mentes de muchos hombres y mujeres que viven todavía dentro de la irrealidad. Y si viven en la irrealidad serán más susceptibles de ser engañados.

 La toma de conciencia no es una capacidad que se adquiere desde el nacimiento, sino que es una habilidad que se va desarrollando en la medida que se interactúa en los ámbitos interno y externo. 

 En un primer momento, esta toma de conciencia conduce al sujeto a tener un sentido común depurado, o sea, un buen “olfato”.  La persona con sentido común desarrollado, podrá darse cuenta de la realidad externa con una mayor facilidad. En la vida cotidiana emergen individuos con una alta capacidad de sentido común quienes interpretan la realidad de forma rápida y reaccionan ante ella con los comportamientos adecuados a la situación.

 En un segundo instante, la toma de conciencia conlleva elementos afectivo-mentales, donde a partir de una vivencia o vivencias, el individuo se da cuenta de su realidad interna o de la realidad externa. En la medida que el individuo a traviesa por el camino de la vida, el proceso experiencial le permite darse cuenta de lo que sucede en el entorno (intra o extra ambiental).

En un tercer momento, la toma de conciencia involucra elementos intuitivos, tomando la intuición, desde la fenomenología, como la capacidad de captar la realidad tal cual ella es. 

El individuo a partir de un proceso de crecimiento personal y espiritual tiene la habilidad de darse cuenta de lo que realmente sucede en su entorno. Sin embargo, en la sociedad abigarrada en la cual vivimos, no todos tienen la capacidad de darse cuenta de la realidad y viven inmersos en la irrealidad, y refuerzan este hecho como parte de su vida y creen que los otros deben estar también inmersos en esa ficción. 

Entonces, en este contexto, si no hay toma de conciencia, la transformación de la sociedad es más difícil.

Nuestras Expectativas


Siempre que en algo que realizamos o en una persona que conocemos ponemos grandes expectativas y no se producen las mismas, el desengaño es muy grande, mucho más que la satisfacción que se produce si las expectativas se cumpliesen.

Esto es debido a que siempre ponderamos en mayor medida el fracaso o desengaño que el éxito o acierto. Principalmente porque cometemos un grave error: el considerar que las expectativas positivas es algo normal y lo lógico es que se cumplan.

Lógicamente siempre debemos de tener expectativas positivas sobre algo o alguien porque si no es tontería el depositarlas. Pero lo que no nos damos cuenta en muchas ocasiones es de la dificultad de conseguir que estas expectativas se cumplan. Si no se alcanzan en su totalidad consideramos que es un fracaso, cuando puede que entre la consecución y el fracaso total haya una gran variedad de situaciones.

Pero siempre solemos adoptar la postura de que o bien se consiguen todas nuestras expectativas o el fracaso es completo. No solemos tener un término medio.

Me gusta mucho un proverbio que dice que ‘quien nada espera, nada pierde’, porque si ponemos la situación inversa, ‘quién todo espera, todo gana’, es cuando menos irreal porque todos sabemos que cumplir todas las expectativas es algo bastante difícil en ocasiones.

Nuestra forma de actuar debe ser la de saber ponderar las expectativas y el grado de consecución de las mismas ya que la consecución del total de las mismas no implica que se haya fracasado ya que, muy probablemente, lo que ocurrió es que no supimos marcarnos las expectativas de forma adecuada.

Vivimos en un mundo altamente cuantificable y en el cual es la ‘foto de la cifra’ conseguida lo que marca el éxito, con lo cual la no consecución de todo lo planificado se confunde con la mediocridad y eso es un gran error que se ha extendido por muchas de nuestras organizaciones. Nunca pensamos que hayamos cometido un error a la hora de determinar nuestras expectativas, siempre pensamos que estas son las correctas y que por culpa de imponderables no se han conseguido, y esto no tiene por qué ser siempre de esa manera.

Cambiar nuestras expectativas iniciales ante los cambios que nos rodean por otras más ajustadas a lo que ocurre en realidad, es una de las cualidades que marcan a los líderes en todo momento. 

Adaptarse al cambio, aceptar el mismo y conseguir verlo como una oportunidad de mejora, es lo fundamental a la hora de trabajar con nuestras expectativas y evitar el que se produzcan grandes desengaños que probablemente no sean.


Tomar El Timón


Admiro a la gente que es dueña de sí misma y que hace gala de su carácter. 

Alguien así sabe sobrellevar tanto sus fracasos como sus éxitos, sus debilidades y fortalezas y, por supuesto, tiene claro cuáles son sus capacidades y también sus limitaciones. Mejor dicho: tiene el control de su vida y sabe darle la debida dirección.
Todos deberíamos ser así.

Sin embargo, algunos todavía vivimos con el ‘piloto automático’ encendido y, por ende, vamos a la deriva sin saber en dónde aterrizar. No tenemos ni idea de cómo tomar el volante, y como no sabemos dirigirlo dejamos que otros sean quienes nos conduzcan.

No debemos perder el control de nuestros actos. Esto no implica llevar una vida aburrida. ¡Todo lo contrario! Es tener una mente abierta, estar dispuesto a asumir retos, realizar los cambios que sean necesarios y emprender los caminos que nos corresponda atravesar.

Menciono este tema porque a nuestro corazón le hacen falta nuevos estímulos para sentirse realmente satisfecho. Esa es la razón del por qué tantas inquietudes y arrebatos de insatisfacción que asaltan a nuestra cotidianidad.

¡Echémosle cabeza y pensemos qué anhelamos ser!

Quisiera que tomáramos el tiempo que sea necesario para analizar las emociones que nos embargan y descubrir qué es lo que realmente necesitamos para sentirnos a gusto con lo que somos o con lo que nos rodea.

Mientras más fuerte sea nuestra voluntad, más unificadas y dirigidas serán las emociones y los pensamientos de nuestra vida interior y viceversa.

¿Cómo lograr esto?
Para que la voluntad se desarrolle y mantenga su papel apropiado como directora de nuestra personalidad, debemos actuar vigorosamente tanto en la vida interior de los pensamientos, emociones y decisiones, como en la vida exterior.

La función de la voluntad es deliberar, decidir y actuar. Cuando fallamos en llevar a cabo estas tres funciones durante algún tiempo, nuestra voluntad se debilita y se paraliza.

No tomar decisiones o no actuar es destructivo para la ‘salud de la personalidad’ y es un arma letal para nuestros proyectos.

También es importante cristalizar nuestras ideas. Si hemos estudiado con cuidado todas las alternativas es importante no demorar, de manera indefinida, los pasos que debemos dar.

Pese a los obstáculos que se nos presenten, la voluntad siempre triunfa sobre las circunstancias externas.

Las cosas del amor, los asuntos laborales, la vida en familia, los problemas que nos agobian o nuestras relaciones con quienes nos rodean no se deben dejar al vaivén de las apetencias y las motivaciones del momento.

¡Es indispensable tomar el timón de nuestra vida!



las Cosas Como Son

En el nuevo milenio mucha gente se preocupa por el mundo y nuestro  lugar en él. Nos hacemos muchas preguntas acerca de cómo conseguir la felicidad. Tan a menudo en nuestros días tenemos todo tipo de cosas que se supone son para hacernos más felices: Títulos, buen trabajo, casa, familia… pero  dentro de nosotros hay una voz apagada que nos continúa preguntando: ¿Es eso  todo? ¿Eso es todo lo que hay? …¡No puede ser! ¡Tiene que haber algo más! Algo  falta… pero ¿qué es? 


La respuesta de lo que nos falta es ‘claridad de propósito’. El poder saber responder a las siguientes preguntas: ¿Tiene sentido la vida?, ¿quién  soy?, ¿qué deseo?, ¿qué siento?, ¿cómo me satisfago?, ¿qué he venido a hacer aquí?, ¿qué pasa tras la muerte?... Para  la mayoría de nosotros, lo que la sociedad nos ha enseñado para poder responder  a estas preguntas nos lleva a callejones sin salida. Nos deja todas  esas preguntas sin respuesta. 

Podemos saber cómo encontrar sentido a nuestra vida a corto plazo con metas y logros, pero a largo plazo continuamos luchando con la misma profunda pregunta: ¿Cuál es el sentido de mi vida? La respuesta a esta pregunta es una de las más importantes en nuestra vida. Conocer  la respuesta nos pone los fundamentos para la real y plena satisfacción. 

Podría ser que tú fueras una de esas personas que podría llenar fácilmente una página hablando sobre lo que tiene sentido para ti en la vida. Pero si lo comparas con la vida que realmente estás viviendo, ves que hay algo más que una pequeña diferencia. Pues aunque la gente pueda llegar a definir lo que es una vida con sentido, la vida que vive nada tiene que ver con su ideal. 

Ésta  falta de propósito se manifiesta en nosotros como una perpetua angustia. Pues  aunque tengamos una vida con comodidades, podemos detectar una tristeza interior  que ha estado allí desde hace tiempo, una pena que no es fácil de identificar,  un vacío en lo profundo de nuestro ser… 

Continuamente pensamos que si solo tuviera  algo más, entonces sí que sería feliz. Solemos decir: cuando termine mis  estudios…, cuando encuentre un trabajo…, cuando tenga un salario más elevado…, cuando tenga pareja…, cuando tenga hijos…, cuando mis hijos sean mayores…, cuando tenga una casa más grande…, cuando tenga un coche…, cuando tenga un coche  mejor…, cuando tenga una pareja mejor…, cuando me jubile… Y sin  darnos cuenta se nos ha escapado la vida. Pues aunque vayamos consiguiendo cada una de  esas cosas continúa  persistiendo el sentimiento de que algo nos falta, de que no sabemos exactamente  qué es lo que queremos hacer con nuestras vidas.

Podemos esperar pacientemente hasta que nos jubilemos… o hasta que llegue nuestra muerte, si es que ya nos hemos conformado con ‘lo que nos ha tocado vivir’. Pero también podemos elegir encontrar el sentido de nuestra vida ahora, en este momento de nuestras vidas. Podemos elegir dejar atrás nuestras enfermedades y sentimientos limitativos y empezar a disfrutar de la vida en su máxima expresión.

Para  ello habrá que dejar atrás años de condicionamiento, décadas de falsedad, y  enfrentarse a la verdad. La verdad que nos permitirá vivir en completa libertad.  La verdad que nos permitirá ‘ver la  vida tal como es’ y no  ‘tal como nosotros la vemos’, la  verdad que nos permitirá crear una gran diferencia en nuestras vidas y en la de  los demás. 

La Motivación


La palabra motivación viene de "motif", que significa motor o algo que genera movimiento. Por lo tanto, estar motivados es tener una razón o deseo que nos lleva a actuar.

Ese deseo es tu punto de partida.

Pero es importante que lo desees con intensidad, con la mente y el corazón.
Por lo tanto, tiene que ser importante para ti.
No para otras personas.

Sólo así, vas a estar dispuesto a hacer el esfuerzo necesario.

Tenemos dos fuentes básicas de motivación:

1) La que nace de nuestro interior, de nuestras metas, sentido de vida, propósitos y esperanzas.

2) La que surge del medio ambiente. De los posibles "premios" que nos da la sociedad: dinero, fama, atención, reconocimiento y aprobación de los demás, etc.

Esta motivación externa es la más común y mucha gente cree que es la mejor o la única que existe.

La motivación externa es importante, pero la interna es determinante.
En ocasiones empezamos un proyecto o nos planteamos una meta y de repente perdemos el interés.

Entre las principales causas de este desinterés, encontramos que:
a) Tomamos como propias las metas de gente que es importante para nosotros, sin darnos cuenta que no es lo que nosotros deseamos.

b) Vamos en pos de un objetivo, sólo porque es lo que la sociedad o la familia espera de nosotros.

c) La situación que estamos viviendo nos genera una angustia que no queremos o que creemos que no podemos enfrentar y tolerar.

d) Nos ponemos metas inalcanzables.

e) No sabemos cómo lograrlas.

¿Qué puedes hacer?


Pregúntate que tipo de motivación es más importante para ti y por qué.


Cuando sólo dependemos de la motivación externa, perdemos parte del control de nuestras vidas y del contacto con nosotros mismos.

Les damos el poder a los demás.
Cuando te sientas desmotivado, enfócate en ti.
En lo que tiene significado para ti.
Porqué sólo así, puedes hacer las elecciones que necesitas.

Si te enfocas en los demás, en lo que ellos quieren o consideran importante, estás buscando en el lugar equivocado. 

Recuerda que el deseo o motivación es sólo el primer paso.
El segundo, es tomar la decisión para actuar y estar dispuesto a pagar un precio por ello.

Si no estás decidido a hacer el esfuerzo, examina la razón.
¿Qué piensas o sientes al respecto?
La clave del éxito es el compromiso y la fe.

Estar dispuesto a continuar a pesar de las dificultades y estar convencido de que  se pueden alcanzar las metas propuestas.

Tú tienes ambas cosas, aunque quizás necesitas fortalecerlas o redescubrirlas.


Compartamos

Siempre es bueno aprender en la vida, pero no solo se trata de aprender sino que también aplicar todo ese conocimiento en la vida ya sea una preparación académica como toda la experiencia que se vaya aprendiendo en el camino, todo ese aprendizaje te ayudaran en la vida ya sea para hacer bien tu labor como profesional como para la vida cotidiana. 


Ahora bien, a veces somos mezquinos con ese conocimiento pues solemos decir que “me costó mucho como para que venga otro y lo aprenda así tan fácil” y que también por temor a que aquella persona que le enseñes algo lo aprenda e inclusive lo haga mejor que tú, eso se entiende pero no debemos pensar de forma egoísta para muchas cosas porque de seguro en algún momento de la vida querremos que alguien nos enseñe o explique algo que no dominemos bien.


Yo estoy consciente que siempre habrán personas que se aprovechan de eso para sacar ventaja pero no todos son así, sin embargo existen su par por allí; pero más allá de eso ponte a pensar por unos instantes ¿Por qué guardarte todo ese conocimiento solo para ti? ¿Qué ganas? Eso solo lo sabrán aquellas personas que tengan su argumento.  

En lo personal me gusta siempre compartir lo que aprendo y bueno si las personas quieren tomarlo para aprender está bien y si no bueno ellos sabrán porque, pero en lo personal eso no me molesta ya que así como aprendo de los demás también me gusta que aquellos que no conocen aprendan algo que yo sabía y que también lo aprendí, nada pierdo sino más bien gano porque contribuyo de alguna forma a que otros alimenten de conocimiento su vida, porque nunca está de más aprender no importa a que edad.


Ideales Morales

Los valores son ideales morales, son como ideas platónicas, conceptos eternos, perfectos, que encarnan participante de su contexto, pero que nunca se acaban realizando plenamente. Por eso son deseables, porque, como decía el mismo Platón, deseamos lo que no tenemos o aquello de lo que tememos por su pérdida. 

Es por este motivo que, con frecuencia, descubrimos el valor de las cosas cuando las estamos perdiendo o, como dice el filósofo H. Jonas: descubrimos que está en juego cuando sabemos que está en juego.

Los valores no se inventan, pero tampoco están ahí sin más: se descubren como tales valores cuando entendemos la importancia de llevar a cabo acciones (o abstenerse) para preservar o realizar aquella cualidad que hemos comprendido era importante para la vida buena y justa. Estamos hablando de valores morales y de una vida digna, pues no venimos como humanos a sobrevivir, ni a vivir sin más, sino a vivir justa y gozosamente.


Por este descubrimiento se requieren tres factores: un determinado nivel de conciencia moral determinada, un proyecto de vida personal y comunitaria, y compromiso responsable para llevarlo a cabo.

La conciencia moral es la capacidad de darse cuenta de lo que se hace, de las consecuencias de lo que uno hace, en otros y en uno mismo, y del porqué último (convicciones fundamentales) se hace. Al tomar conciencia de la carga moral de los actos, descubrimos los valores que hay detrás de aquellos inspirándoles.

Resulta que la moral inculca hábitos y costumbres, a partir de la repetición y la vivencia cotidiana, y muchas veces estos valores permanecen inconscientes. Es posible así que haya quien se adhiera a los valores sin juzgarlos (pre-juicio) porque no es consciente de aquellos ni de lo que implican.

Para salir de este estado de inconsciencia hay un progreso de la conciencia moral, pasar los niveles de niñez y adolescencia (pre convencional y convencional en los estadios de Kohlberg y Gilligan) y alcanzar un nivel de conciencia pos convencional.

Sólo este nivel pos convencional, maduro, nos permite hacer autocrítica y reflexionar sobre la razón de ser de aquellos hábitos y de las adhesión a unos valores. Siempre a la luz de las respuestas que damos a la realidad, siempre desde los impactos que los actos provocan en uno mismo y en otros.

Así nacen los valores morales, cuando se despierta la conciencia: cuando uno se da cuenta de lo que está en juego, pone en juego su capacidad de valorar y, desde ella, se dispone y pone a vivir de una determinada manera (por eso la importancia del proyecto y el compromiso responsable).

Necesitamos así los valores para que desde ellos tomemos decisiones.

Nacen los valores cuando descubrimos su importancia para nuestra vida, única, irrepetible, intransferible. Los valores vienen al mundo gracias al sujeto que quiere encarnarse en su proyecto de vida, regenerándose, o mueren.

Por eso no es extraño la correlación que existe entre valores y problemas: dime qué problema tienes y te diré tus valores. Los problemas hacen priorizar, y cuando priorizamos tomamos decisiones sobre qué es importante, valioso, y qué no lo es tanto.

Así, hoy, descubrimos el valor del agua (no sólo su precio), cuando consideramos que es un bien indispensable, algo sin el cual no podemos vivir. Y la hemos descubierto como valor cuando la estamos perdiendo, y cuando nos damos cuenta de que no sólo la queremos individual y privadamente, sino que tenemos que garantizarla a todos.


Tus Preguntas


Pregunta usted si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Antes ha preguntado a otros. Lo envía usted a revistas. Los compara con otros poemas, y se intranquiliza cuando ciertas redacciones rechazan sus intentos. Ahora bien (puesto que usted me ha permitido aconsejarle), le ruego que abandone todo eso.

Mire usted hacia fuera, y eso, sobre todo, no debería hacerlo ahora. Nadie puede aconsejarle ni ayudarle, nadie. Hay sólo un único medio. Entre en usted. 

Examine ese fundamento que usted llama escribir; ponga a prueba si extiende sus raíces hasta el lugar más profundo de su corazón; reconozca si se moriría usted si se le privara de escribir. Esto, sobre todo: pregúntese en la hora más silenciosa de su noche: ¿debo escribir? Excave en sí mismo, en busca de una respuesta profunda. Y si ésta hubiera de ser de asentimiento, si hubiera usted de enfrentarse a esta grave pregunta con un enérgico y sencillo debo, entonces construya su vida según esa necesidad: su vida, entrando hasta su hora más indiferente y pequeña, debe ser un signo y un testimonio de ese impulso.

Entonces, aproxímese a la naturaleza. Entonces, intente, como el primer hombre, decir lo que ve y lo que experimenta y ama y pierde. 

No escriba poesías de amor; apártese ante todo de esas formas que son demasiado corrientes y habituales: son las más difíciles, porque hace falta una gran fuerza madura para dar algo propio donde se establecen en la multitud tradiciones buenas y, en parte, brillantes. Por eso, sálvese de los temas generales y vuélvase a los que le ofrece su propia vida cotidiana: describa sus melancolías y deseos, los pensamientos fugaces y la fe en alguna belleza; descríbalo todo con sinceridad interior, tranquila, humilde, y use, para expresarlo, las cosas de su ambiente, las imágenes de sus sueños y los objetos de su recuerdo.

Si su vida cotidiana le parece pobre, no se queje de ella; quéjese de usted mismo, dígase que no es bastante poeta como para conjurar sus riquezas: pues para lo creadores no hay pobreza ni lugar pobre e indiferente. 

Y aunque estuviera usted en una cárcel cuyas paredes no dejaran llegar a su sentido ninguno de los rumores del mundo, ¿no seguiría teniendo siempre su infancia, esa riqueza preciosa, regia, el tesoro de los recuerdos? Vuelva ahí su atención.

Intente hacer emerger las sumergidas sensaciones de ese ancho pasado; su personalidad se consolidará, su soledad se ensanchara y se hará una estancia en penumbra, en que se oye pasar de largo, a lo lejos, el estrépito de los demás. Y si de ese giro hacia dentro, de esa sumersión en el mundo propio, brotan versos, no se le ocurrirá a usted preguntar a nadie si son buenos versos. Tampoco hará intentos de interesar a las revistas por esos trabajos, pues verá en ellos su amada propiedad natural, un trozo y una voz de su vida. Una obra de arte es buena cuando brota de la necesidad. En esa índole de su origen está su juicio: no hay otro.


Por eso, mi distinguido amigo, no sabía darle más consejo que éste: entrar en sí mismo y examinar las profundidades de que brota su vida: en ese manantial encontrará usted la respuesta a la pregunta de si debe crear. Tómela como suene, sin interpretaciones. 

Quizá se haga evidente que usted está llamado a ser artista. Entonces, acepte sobre sí ese destino, y sopórtelo, con su carga y su grandeza, sin preguntar por la recompensa que pudiera venir de fuera. Pues el creador debe ser un mundo para sí mismo, y encontrarlo todo en sí y en la naturaleza a que se ha adherido.



sábado, 11 de julio de 2020

Perseverantes


Tener un propósito definido proporciona energía incalculable en la vida; pero concentrar en ese propósito todas las fuerzas es, ni más ni menos, hacerse invencible. Si tenemos un gran objetivo, una meta trascendente por la que valga la pena sacrificarlo todo, incluso la vida si fuere necesario, nuestra motivación será tan poderosa que seremos capaces de vencer todos los temores y ningún obstáculo nos parecerá imposible de superar.

Haz planes concretos para alcanzar tus objetivos

Tu éxito puede comenzar con una pluma y un papel; es decir, con la acción de fijar claramente tus metas, definir de modo preciso tus ideales y trazar un plan para alcanzarlos. Los logros humanos no son fruto de la casualidad. El azar lo único que lleva es al desorden y el caos. El azar jamás puede ser creativo. Si dejamos las cosas al azar, cuanto más tiempo pase, mayor será el desorden y más pronto el fracaso.

El trabajo debe hacerse bien, no solo para conseguir un salario honradamente, sino por nuestra propia dignidad. Si cumplimos bien con nuestras tareas, estamos fortaleciendo nuestro carácter y nuestra seguridad en nuestra capacidad para realizar el trabajo forma eficaz y eficiente. La edificación de nuestro carácter tiene que ser la primera y la mayor obra de nuestra vida. Y para formar un carácter firme y equilibrado, fundamento de una personalidad triunfadora, es necesario trabajar con esfuerzo y perseverancia para ser personas útiles...porque como bien dice el refrán "La ociosidad es la madre de todos los vicios"

Persevera hasta convertir en realidad tus sueños

Si quieres triunfar, inténtalo de nuevo...hasta que lo consigas. Es el secreto de las personas que triunfan. Quienes alcanzan la cumbre del éxito, no son personas que supuestamente nunca fallan, sino las que están dispuestas a aprender de sus propios errores. 

Equivocarse no es fracasar. El fracaso consiste en no saber rectificar. Si en tu vida tienes un objetivo claro y realmente valioso, siempre merece la pena intentarlo una vez más. 

La perseverancia a toda prueba en la lucha por alcanzar tu ideal es la clave del éxito.


El Costo De La Ignorancia



“Si cree usted que la educación es cara, pruebe con la ignorancia”. Esto lo dijo la escritora sueca Derek Curiatis y no puede tener más razón. 

Pero hay más.
 “Enseñar a quien no tiene curiosidad por aprender es sembrar un campo sin ararlo”. Richard Whately.

 “Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos”, Séneca.

 “La única educación posible es ésta: estar lo bastante seguro de una cosa para atreverse a decírsela a un niño”, G.K.Chesterton.

 “Los niños son como cemento fresco, cualquier cosa que caiga sobre ellos deja una huella”. Haim Cinott.

 “El hombre comienza, en realidad, a ser viejo cuando deja de ser educable”. Arturo Graf.

 “Enseñar a niños es bueno, pero enseñarles lo que realmente cuenta es mejor”, Bob Talbert.

 “Enseñar es aprender dos veces”, Joseph Joubert.

 “Aprender es como remar contra corriente; en cuanto se deja, se retrocede”, Edward Benjamín Britten.

 “El maestro no es engreído, solo demuestra a sus alumnos que el saber no es cuestión de presumir sino de conocer que no por lucir somos sabios”.

 “Un ingeniero no es una copia, es original y se atreve a cambiar una realidad, no importa el tiempo o el espacio, todo es posible mientras crea que es así”.

 “Enseña más la necesidad, que la universidad”.

 “Un pueblo puede tener piedras, garrotes, pistolas o cañones; aun así, si no tiene libros está completamente desarmado”.

“La mejor manera de decir, es hacer”.

Sin Preguntarnos

Nuestra sociedad se rige por tradiciones muy asentadas que, a menudo, parecen obligarnos a seguir el mismo sendero a todos y todas los que optamos por llevar a cabo una de ellas. Además, existe una tendencia benigna a la intromisión en diversos aspectos de la vida de los demás.


Esto ocurre mucho en parejas que toman la decisión de contraer matrimonio o bien optan por una convivencia sin otro papel de por medio. Los familiares y amigos/as, al ver esta situación, sienten una fuerza interior que les insta a preguntar: ¿y el niño pa’ cuándo?

Es cierto que es una cuestión muy habitual y que, por supuesto, el último objetivo de ésta es ofender a la pareja o a la mujer que se le expone. Sin embargo, la inercia no nos permite pararnos a pensar en la repercusión que esta simple pregunta puede llegar a tener.

Por un lado, hay hombres y mujeres que sencillamente no quieren ser madres o padres; les gusta su vida tal y como es y no sienten la necesidad de modificarla hacia ese rumbo. Y es completamente legítimo y respetable. ¿Quién dice que tengas que vivir sistemáticamente la vida que otros han escogido? En nuestro mundo hay cabida para diferentes opciones y cada uno/a es libre de elegir la más adecuada a su persona o momento vital.

Por otro lado, están las personas que sí sienten ese deseo de tener un/a hijo/a, pero no les resulta tan fácil conseguirlo. Por los motivos que sean, cada vez nos encontramos con más mujeres que tienen dificultades para quedarse embarazadas (independientemente del origen de las complicaciones). Muchas parejas lo intentan durante varios meses de la manera convencional, sin éxito. Y ese deseo, unido a la desilusión mensual, puede llegar a vivirse de manera frustrante a medida que el tiempo avanza. Afortunadamente, en la actualidad disponemos de métodos muy efectivos que pueden devolver la esperanza y la sonrisa a madres y padres innatos
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Si, además, a todo esto le sumamos la reiteración constante de este tipo de mensajes, no hay que tener muchas células espejo para deducir el efecto que llegaría a causar en esa persona.

Puede que, si eres de esos/as amigos/as o familiares que (con la mejor intención) tienden a preguntar sobre esa faceta de la vida de los demás, consideres replantearte no volver a hacerlo. 

Ahora que eres capaz de empatizar con ese hombre o esa mujer (a quien supones madre o padre a estas alturas de la vida) y de imaginar la magnitud de su sufrimiento, podrás ver con más claridad que hay expresiones que a veces sobran.