Una mañana, caminando por la playa, mis pies, la arena y
el mar, de pronto, percibí la inmensidad, la percepción y yo éramos uno y
juntos, el universo.
Una mañana, caminando por la playa, mis pies, la arena y
el mar.
Relato que trata del origen de los llamados “hijos de Dios”
desde su condición de Inteligencias
Eternas.
Nuestros Padres
Celestiales organizaron nuestros cuerpos espirituales tal como nosotros, padres
terrenales, organizamos los cuerpos físicos de aquellos que son enviados a nuestro
mundo llamado Tierra con la finalidad de que puedan continuar con su progreso
mediante el descubrimiento y desarrollo
de sus atributos divinos.
Ahora, cómo ha sido el principio?, el comienzo de nuestra
historia como seres conscientes de su individualidad? las escrituras nos hablan
de un concilio en los cielos dónde todos fuimos consultados, de la aceptación
de un Plan de Salvación y de las consecuencias de la rebelión de Lucifer, la
gran batalla de los cielos y la posterior expulsión de un tercio de los hijos
de Dios.
Nada se nos dice en cuánto a nuestras primeras
experiencias como seres organizados, sabemos que nos distinguíamos por nuestra
inteligencia y nobleza, en el Libro de Abraham, capítulo 3, leemos lo
siguiente:
“Y el Señor me dijo: Estos dos hechos existen: hay dos
espíritus, y uno es más inteligente que el otro; habrá otro más inteligente que
ellos; yo soy el Señor tu Dios, soy más inteligente que todos ellos” (3:19)
“Yo habito en medio de todos ellos; por tanto, he
descendido ahora para darte a conocer las obras que mis manos han hecho, por lo
que mi sabiduría los sobrepuja a todos ellos, pues reino arriba en los cielos y
abajo en la tierra, con toda sabiduría y
prudencia, sobre todas las inteligencias que tus ojos han visto desde el principio;
yo descendí en el principio en medio de todas las inteligencias que has visto.
Y el Señor me había mostrado a mí, Abraham, las
inteligencias que fueron organizadas antes que existiera el mundo; y entre todas éstas había muchas de
las nobles y grandes;
y vio Dios que estas almas eran buenas, y estaba en medio
de ellas, y dijo: A éstos haré mis gobernantes; pues estaba entre aquellos que
eran espíritus, y vio que eran buenos; y me dijo: Abraham, tú eres uno de
ellos; fuiste escogido antes de nacer .” (3: 21 – 23)
De la lectura de éstos versículos aprendemos que para
llegar a ser reconocidos como Hijos de Dios, debemos pasar por algunas etapas,
como ocurre en la naturaleza con
la transformación del simple gusano en una hermosa
mariposa, primero se nos dice que éramos inteligencias que existíamos sin
organización y que fuimos organizadas por nuestro Padre Celestial – seguramente
con la colaboración de una ayuda idónea e indispensable, una Madre Celestial,
para dar forma a nuestro cuerpo espiritual a imagen y semejanza de nuestros
padres eternos.
Se nos dice que vivíamos en la presencia del Padre, que
gozábamos de su amor e influencia, si consideramos la gran multitud que
nosotros sus hijos constituimos es evidente que formábamos una sociedad de dioses
en la cual cada uno de nosotros desempañaba algún tipo de mayordomía en armonía
con la perfecta organización que el Padre había dispuesto para nuestro
bienestar y desarrollo.
Cómo podemos avanzar en el descubrimiento de éstos,
nuestros primeros pasos?, veamos:
En Apocalipsis capítulo 2 versículo 17, el apóstol Juan
nos revela;
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una
piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno
conoce sino aquel que lo recibe. ”
Si alguna vez hemos caminado por la playa quizás hayamos
podido encontrar alguna piedrecita blanca, negra, o de algún otro color la cual por la acción del mar y la
arena, al ser golpeada una y mil veces ha adquirido una suavidad y brillo que
la hacen verdaderamente hermosa y sumamente agradable de sentir entre nuestros
dedos.
De la misma manera que el canto rodado es pulido por
medio de la acción de los elementos los cuales van limando su primitiva
aspereza , nuestro ser va adquiriendo la sensibilidad necesaria mediante la
guía del espíritu dejando que el divino maestro vaya dándole la forma adecuada
para que pueda alcanzar algún día la perfección.
En el libro de Malaquías, capítulo 3 versículos 2 y 3,
leemos lo siguiente:
“¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿ o
quién podrá estar en pie cuando él se manifieste ?Porque él es como fuego
purificador, y como jabón de lavadores.
Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará
a los hijos de Leví, los afinara como a oro y como a plata, y traerán a Jehová
ofrenda en justicia.”
La promesa dada en Apocalipsis de poder comer el maná escondido,
es decir, la posibilidad de alimentar diariamente nuestro cuerpo espiritual es
dada solamente a aquellos que han logrado vencer las limitaciones propias de
nuestra condición mortal y romper las barreras físicas que nos mantiene
atrapados a lo temporal, como si fuese una imaginaria ley de gravedad que nos
impide elevarnos y salir de su influencia.
Ahora bien, es posible romper esta barrera?, en el Libro
de Doctrina y Convenios en la sección 130, versículos 20 y 21 leemos lo
siguiente:
“Hay una Ley, irrevocablemente decretada en el cielo
antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se
basan;
y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se
obedece aquella ley sobre la cual se basa.”
En la sección 131 versículos 5 al 8, ampliamos:
“La palabra profética más segura significa que un hombre
sepa, por revelación y el espíritu de profecía, que está sellado para vida
eterna, mediante el poder del Santo Sacerdocio, el cual es en el varón al igual
que en la mujer.
Es imposible que el hombre se salve en la ignorancia.”
“No hay tal cosa como materia inmaterial. Todo espíritu
es materia, pero es más refinado o puro, y sólo los ojos más puros pueden
discernirlo;
No lo podemos ver; pero cuando nuestros cuerpos sean
purificados, veremos que todo es materia.”
De manera que cumpliendo con la ley sobre la cual se basa
es posible acceder al conocimiento, esto significa comprender la ley , salir de
la ignorancia y por el espíritu de profecía obtener la comunicación con Dios el
Padre, es decir lograr la revelación personal el cual es el único medio de obtener
conocimiento.
El Padre conoce a cada una de sus creaciones y en cuánto
a nosotros, sus hijos, nos ha transferido sus atributos divinos, pero de tal
manera, que cada uno, es un ser único,
un individuo irrepetible, poseedores de un potencial divino que le es propio,
rasgos esenciales por los cuales el Padre les reconoce en medio de la multitud
de sus creaciones, somos portadores de una señal que sólo nosotros podemos
transmitir, nadie más puede hacerlo, es única exclusiva de cada uno de sus
hijos y es por eso que les reconoce y les escucha llamándolos por su nombre.
Esa individualidad es complementada por la posesión más
importante que todos Los Dioses poseen, el libre albedrío, la capacidad de
escoger entre todas las opciones posibles aquella a la cual consideramos como
la mejor, de acuerdo con los dictados de nuestra propia conciencia.
El camino que conduce a la exaltación, es decir, el largo
proceso que transforma a los hijos espirituales de Dios en poseedores de su
herencia eterna es iniciado en el hogar celestial bajo la influencia y
orientación de nuestros padres eternos , es decir padre y madre perfectos, cuya
obra y gloria nos es otra que la de llevar a cabo la inmortalidad y vida eterna
de cada uno de sus hijos, ver Moisés 1, versículo 39, tal como aquellos que en
la tierra, en su condición de padres terrenales, aspiran a que sus hijos puedan
alcanzar los mayores niveles de desarrollo y, de ser posible, alcanzar niveles
superiores a los conquistados por sus progenitores.
Es en lo que llamamos la preexistencia donde comienza nuestra vida y ha sido allí
donde hemos tomado nuestras primeras decisiones, algunas de las cuales han sido
de tremenda relevancia para nuestro progreso eterno...
... Hago un alto en el camino para después continuar,
buscando un poco aquí, otro poco mas allá, armando un puzzle sin forma que todo
puede abarcar.
La verdad no es un terreno que se pueda alambrar, los
ojos miran sin ver, los oídos oyen sin escuchar, no puede ser poseída, no tiene
título de propiedad, como el aire, se inhala y se exhala, vivifica por dentro,
su esencia es la libertad y no hay libertad sin diversidad, la diversidad es la
que nos une, como une los sonidos de cada instrumento la mano del Divino
Maestro, convirtiendo en sublime sinfonía la obra de sus creaciones, fuera de
eso reina el caos, la materia prima sin organizar que es puesta en nuestras
manos para que podamos jugar a crear.
Hugo W.
Arostegui
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