domingo, 16 de enero de 2011

Escritos De Un Caminante



Una mañana, caminando por la playa, mis pies, la arena y el mar, de pronto, percibí la inmensidad, la percepción y yo éramos uno y juntos, el universo.
Una mañana, caminando por la playa, mis pies, la arena y el mar.

Relato que trata del origen de los llamados “hijos de Dios” desde su condición  de Inteligencias Eternas.

Nuestros  Padres Celestiales organizaron nuestros cuerpos espirituales tal como nosotros, padres terrenales, organizamos los cuerpos físicos de aquellos que son enviados a nuestro mundo llamado Tierra con la finalidad de que puedan continuar con su progreso mediante   el descubrimiento y desarrollo de sus atributos divinos.

Ahora, cómo ha sido el principio?, el comienzo de nuestra historia como seres conscientes de su individualidad? las escrituras nos hablan de un concilio en los cielos dónde todos fuimos consultados, de la aceptación de un Plan de Salvación y de las consecuencias de la rebelión de Lucifer, la gran batalla de los cielos y la posterior expulsión de un tercio de los hijos de Dios.

Nada se nos dice en cuánto a nuestras primeras experiencias como seres organizados, sabemos que nos distinguíamos por nuestra inteligencia y nobleza, en el Libro de Abraham, capítulo 3, leemos lo siguiente:

“Y el Señor me dijo: Estos dos hechos existen: hay dos espíritus, y uno es más inteligente que el otro; habrá otro más inteligente que ellos; yo soy el Señor tu Dios, soy más inteligente que todos ellos” (3:19)

“Yo habito en medio de todos ellos; por tanto, he descendido ahora para darte a conocer las obras que mis manos han hecho, por lo que mi sabiduría los sobrepuja a todos ellos, pues reino arriba en los cielos y abajo en la tierra, con toda sabiduría  y prudencia, sobre todas las inteligencias que tus ojos han visto desde el principio; yo descendí en el principio en medio de todas las inteligencias que has visto.

Y el Señor me había mostrado a mí, Abraham, las inteligencias que fueron organizadas antes que existiera el  mundo; y entre todas éstas había muchas de las nobles y grandes;

y vio Dios que estas almas eran buenas, y estaba en medio de ellas, y dijo: A éstos haré mis gobernantes; pues estaba entre aquellos que eran espíritus, y vio que eran buenos; y me dijo: Abraham, tú eres uno de ellos; fuiste escogido antes de nacer .” (3: 21 – 23)

De la lectura de éstos versículos aprendemos que para llegar a ser reconocidos como Hijos de Dios, debemos pasar por algunas etapas, como ocurre en la naturaleza con
la transformación del simple gusano en una hermosa mariposa, primero se nos dice que éramos inteligencias que existíamos sin organización y que fuimos organizadas por nuestro Padre Celestial – seguramente con la colaboración de una ayuda idónea e indispensable, una Madre Celestial, para dar forma a nuestro cuerpo espiritual a imagen y semejanza de nuestros padres eternos.

Se nos dice que vivíamos en la presencia del Padre, que gozábamos de su amor e influencia, si consideramos la gran multitud que nosotros sus hijos constituimos es evidente que formábamos una sociedad de dioses en la cual cada uno de nosotros desempañaba algún tipo de mayordomía en armonía con la perfecta organización que el Padre había dispuesto para nuestro bienestar y desarrollo.

Cómo podemos avanzar en el descubrimiento de éstos, nuestros primeros pasos?, veamos:
En Apocalipsis capítulo 2 versículo 17, el apóstol Juan nos revela;
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe. ”

Si alguna vez hemos caminado por la playa quizás hayamos podido encontrar alguna piedrecita blanca, negra, o de algún  otro color la cual por la acción del mar y la arena, al ser golpeada una y mil veces ha adquirido una suavidad y brillo que la hacen verdaderamente hermosa y sumamente agradable de sentir entre nuestros dedos.

De la misma manera que el canto rodado es pulido por medio de la acción de los elementos los cuales van limando su primitiva aspereza , nuestro ser va adquiriendo la sensibilidad necesaria mediante la guía del espíritu dejando que el divino maestro vaya dándole la forma adecuada para que pueda alcanzar algún día la perfección.

En el libro de Malaquías, capítulo 3 versículos 2 y 3, leemos lo siguiente:

“¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿ o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste ?Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.

Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinara como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia.”

La promesa dada en Apocalipsis de poder comer el maná escondido, es decir, la posibilidad de alimentar diariamente nuestro cuerpo espiritual es dada solamente a aquellos que han logrado vencer las limitaciones propias de nuestra condición mortal y romper las barreras físicas que nos mantiene atrapados a lo temporal, como si fuese una imaginaria ley de gravedad que nos impide elevarnos y salir de su influencia.

Ahora bien, es posible romper esta barrera?, en el Libro de Doctrina y Convenios en la sección 130, versículos 20 y 21 leemos lo siguiente:

“Hay una Ley, irrevocablemente decretada en el cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se basan;

y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa.”

En la sección 131 versículos 5 al 8, ampliamos:

“La palabra profética más segura significa que un hombre sepa, por revelación y el espíritu de profecía, que está sellado para vida eterna, mediante el poder del Santo Sacerdocio, el cual es en el varón al igual que en la mujer.
Es imposible que el hombre se salve en la ignorancia.”

“No hay tal cosa como materia inmaterial. Todo espíritu es materia, pero es más refinado o puro, y sólo los ojos más puros pueden discernirlo;

No lo podemos ver; pero cuando nuestros cuerpos sean purificados, veremos que todo es materia.”

De manera que cumpliendo con la ley sobre la cual se basa es posible acceder al conocimiento, esto significa comprender la ley , salir de la ignorancia y por el espíritu de profecía obtener la comunicación con Dios el Padre, es decir lograr la revelación personal   el cual es el único medio de obtener conocimiento.

El Padre conoce a cada una de sus creaciones y en cuánto a nosotros, sus hijos, nos ha transferido sus atributos divinos, pero de tal manera,  que cada uno, es un ser único, un individuo irrepetible, poseedores de un potencial divino que le es propio, rasgos esenciales por los cuales el Padre les reconoce en medio de la multitud de sus creaciones, somos portadores de una señal que sólo nosotros podemos transmitir, nadie más puede hacerlo, es única exclusiva de cada uno de sus hijos y es por eso que les reconoce y les escucha llamándolos por su nombre.

Esa individualidad es complementada por la posesión más importante que todos Los Dioses poseen, el libre albedrío, la capacidad de escoger entre todas las opciones posibles aquella a la cual consideramos como la mejor, de acuerdo con los dictados de nuestra propia conciencia.

El camino que conduce a la exaltación, es decir, el largo proceso que transforma a los hijos espirituales de Dios en poseedores de su herencia eterna es iniciado en el hogar celestial bajo la influencia y orientación de nuestros padres eternos , es decir padre y madre perfectos, cuya obra y gloria nos es otra que la de llevar a cabo la inmortalidad y vida eterna de cada uno de sus hijos, ver Moisés 1, versículo 39, tal como aquellos que en la tierra, en su condición de padres terrenales, aspiran a que sus hijos puedan alcanzar los mayores niveles de desarrollo y, de ser posible, alcanzar niveles superiores a los conquistados por sus progenitores.

Es en lo que llamamos la preexistencia  donde comienza nuestra vida y ha sido allí donde hemos tomado nuestras primeras decisiones, algunas de las cuales han sido de tremenda relevancia para nuestro progreso eterno...

... Hago un alto en el camino para después continuar, buscando un poco aquí, otro poco mas allá, armando un puzzle sin forma que todo puede abarcar.

La verdad no es un terreno que se pueda alambrar, los ojos miran sin ver, los oídos oyen sin escuchar, no puede ser poseída, no tiene título de propiedad, como el aire, se inhala y se exhala, vivifica por dentro, su esencia es la libertad y no hay libertad sin diversidad, la diversidad es la que nos une, como une los sonidos de cada instrumento la mano del Divino Maestro, convirtiendo en sublime sinfonía la obra de sus creaciones, fuera de eso reina el caos, la materia prima sin organizar que es puesta en nuestras manos para que podamos  jugar a crear.
Hugo W. Arostegui

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