miércoles, 18 de abril de 2018

La Naturaleza Humana


Cuando la especie humana fue considerada como tal por Linneo y le dio el nombre de Homo sapiens, los seres humanos volvieron a formar parte de la naturaleza en la cultura humana. Durante siglos, los seres humanos habían estado considerados como formando un mundo aparte. 

Reflejo de ello son expresiones tales como "el hombre, rey de la creación". Todo el mundo estaba a su servicio y él no debía rendir cuentas a la naturaleza. La consideración de los seres humanos como seres naturales formando un solo mundo con todos los demás seres está impregnando la cultura de nuestro tiempo, a causa, quizá, de la preocupación generada por los abusos que los humanos han perpetrado y perpetran en su propio perjuicio y en el de la naturaleza no humana.
Esto explica la proliferación de grupos y partidos que se aglutinan en torno al llamado o ecologismo. 

Por su parte, muchas naciones han tomado partido al respecto y, sin adherirse a militancias concretas, se preocupan de que el desarrollo de la sociedad sea sostenible. En este sentido, la Unesco ha patrocinado el UNDP o Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, con el subtítulo perfectamente claro de Sustainable Human Development.

Sin embargo, a pesar de la clara evidencia de que los seres humanos son seres naturales, y tanto su modo de vivir como de actuar es perfectamente natural, se está desarrollando una opinión que vuelve a distanciar al hombre de la naturaleza. 

Está opinión, curiosamente, se halla sobre todo presente en personas que parecen tener una gran preocupación por una naturaleza unitaria. Así se vuelve a enfatizar lo natural como opuesto a lo humano, como si fuera más natural que las aves construyan un nido que no que los humanos se construyan una vivienda.

Este hecho no pasaría de ser o una inercia del pasado o una manera de distinguir el natural humano del natural no humano, al que llamaríamos redundantemente natural en oposición a artificial, que sería lo natural manipulado por el Homo habilis, si no fuera que se hace una valoración de uno y otro en términos tan simplistas como que lo natural no humano siempre es bueno y lo artificial siempre es objeto de sospecha. Ciertamente, las hongos venenosos son perfectamente naturales y, con todo, no son demasiado buenas para comer, y, en general, la naturaleza actúa ciegamente, produciendo frecuentemente lamentables catástrofes destructoras tanto de objetos naturales no humanos como de seres humanos. 

Esto no obsta para que muchas personas consideren altamente peligroso, o por lo menos digno de ser examinado muy atentamente y con lupa, cualquier producto químico o cualquier actuación del hombre sobre la naturaleza viva o no viva, mientras miran a otro lado cuando se produce algún perjuicio a los seres humanos por causas naturales, considerándolo como una fatalidad perfectamente aceptable.


Este hecho, que podría ser considerado grotesco, está llegando a impregnar amplias capas de la población, y en determinados campos, por ejemplo, los referentes a la salud humana, está propiciando conductas altamente peligrosas para los propios humanos. Es urgente que tanto los muy sensibilizados por los daños producidos por ciertas actuaciones humanas como los expertos en el conocimiento de la naturaleza unan sus esfuerzos a fin de que una consideración tan ajustada a la realidad como que los seres humanos son seres naturales y forman parte de la naturaleza no se convierta en un instrumento a favor de la afirmación contraria.

Defraudar Expectativas


Defraudar es:
"Frustrar y no responder a la confianza o expectativas que se tenían puestas en algo"

Las personas siempre tienen unas expectativas sobre otras personas o sobre situaciones. Es natural proyectar nuestras opiniones y nuestros deseos al futuro y tratar de imaginar y anticipar cómo serán las cosas.

Una expectativa es:
"Lo que se considera lo más probable que suceda"

Muchas veces, esta expectativa se ve defraudada, no satisfecha, frustrada.
Las causas pueden ser:
Unas expectativas irreales, debidas al desconocimiento, a la desinformación o al autoengaño. Autoengaño es negarse a reconocer las evidencias que indican que estamos equivocados. 

Por ejemplo, lo que se conoce como "pensamiento deseoso" (en inglés, "wishful thinking"), que es el autoengaño que comete quien piensa que las cosas son o serán de una determinada manera sólo porque él mismo desea que sean así.

Por esperar que los agentes involucrados se comporten en el futuro igual que lo han hecho en el pasado (por el sesgo cognitivo debido a la ilusión de control).
O el engaño deliberado por la otra parte:

Estimulando la formación de esas expectativas irreales.

Dando un sucedáneo (sustituto de mala calidad) de lo que promete o se espera recibir de él.

Dando mucho menos de lo prometido. En el refranero español se habla de "Montañas pariendo ratones".

Prometiendo cambios favorables en el futuro (el clásico "cariño, en adelante voy a ser diferente").

Dando largas, postergando decisiones "hasta un momento más favorable”...etc. 
Comprar tiempo mientras se exigen nuevas contrapartidas y sacrificios.

En general, mediante lo que los anglosajones llaman "deceitful speech", es decir, discurso fraudulento, que no va a la raíz de las cosas ni es honesto a la hora de exponer los motivos de las partes, la situación real ni la evolución más probable.

Muchos casos de expectativas defraudadas son una conjunción de ambos fenómenos:
Mucha gente es engañada porque en el fondo necesita creer lo que le dicen. 
Y hay gente experta en manejar y utilizar las expectativas de los demás a su favor.

Sobre todo si están deseosos de recibir un mensaje tranquilizador y reconfortante sobre un futuro mejor.

Hay mucho conocimiento de la psicología humana detrás de muchas mentiras.

Casi nada se dice por casualidad.

La mayor parte de la población es de carácter primario, tiende a confiar rápidamente y a creer en los demás. No suele poner distancia para analizar lo que ocurre de verdad ni detectar las segundas intenciones.

"La resonancia es la repercusión que las impresiones tienen sobre el ánimo de cada persona. Si las impresiones tienen efecto sobre la conducta en el momento de la gran emoción, la resonancia es primaria. En cambio, si las impresiones influyen en un momento posterior a la emoción, la resonancia es secundaria."

El problema de defraudar expectativas es que se convierte fácilmente en una huida hacia adelante ("extend and pretend" en inglés, que podría traducirse por "continuar y seguir fingiendo").

Una mentira sólo se tapa con otra mentira mayor.


martes, 17 de abril de 2018

Diferencias De Criterio

Yo tengo razón, tú estás equivocado

Somos adictos a "tener razón", pero quedar cautivos de nuestras opiniones es un trampa.

Escuchar a los demás es prueba de empatía y respeto, claves para crecer y estar en paz.

La mayoría de nosotros creemos que podemos cambiar lo que los demás piensan; de otro modo, no pasaríamos tanto tiempo en la vida dándole vueltas a “qué opinan los demás de nosotros” y tratando de mejorar su juicio sobre nuestra persona. Eleanor Roosevelt dijo: “Nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no lo permites”. Esta afirmación pone el foco de atención hacia nosotros mismos y no en los demás; por ello, quizá el único pensamiento que precisa ser cambiado es la creencia de que “los demás deberían pensar diferente”.

Querer tener razón es la enfermedad crónica de la humanidad, seguramente una de las causas que han enfrentado más a las personas, las naciones y las religiones organizadas del planeta. La posesión de las personas por sus propias ideas es siempre una causa de sufrimiento. 

El problema, al consistir las creencias en “posesiones mentales” no visibles, ha sido buscar la solución a nuestras diferencias tratando de cambiar a los demás antes que examinar la causa real de los conflictos (la necesidad de tener razón).

En demasiadas ocasiones comprobamos cómo querer imponer nuestras razones y opiniones a los demás nos cuesta caro. Tal vez logremos desautorizar las ideas de alguien, pero al final acabamos con una razón más y un amigo menos. ¿Vale la pena? Seguramente no. 

El resultado es que querer estar siempre en posesión de la verdad consume una gran cantidad de energía y tiempo que nos impide disfrutar de los demás y de la paz mental de saber que en el fondo todos tenemos nuestra propia lógica.

¿Es mejor tener razón a toda costa antes que ser feliz? Que cada uno responda esta pregunta con sinceridad.

Una creencia es algo a lo que te aferras
Porque crees que es verdad”
Deepak Chopra

La perspectiva materialista o newtoniana del universo nos conduce a cosificar todo con lo que entramos en contacto, ya sea algo material o inmaterial. Incluso lo no material, como un pensamiento, acaba tomando forma y se convierte en objeto de conflicto. Así, una idea o una creencia se acaban convirtiendo en una posesión, una propiedad, algo que debe ser defendido para que no perezca.

Todo pensamiento consciente, repetido durante un tiempo, se convierte en un programa mental invisible. Con el tiempo acumulamos opiniones, creencias, que pasan a conformar lo que llamamos identidad construida o ego. 

Si alguien agrede esas posesiones mentales, en realidad es como si lanzara un ataque personal, porque confundimos pensamiento e identidad. 

No parece sensato confundir lo que somos con lo que pensamos, pero esto no lo tienen tan claro quienes se aferran a sus creencias con desesperación.

Tener opiniones es normal, también tener gustos y preferencias… pero que esas ideas y predilecciones le tengan a uno cautivo o secuestrado es una trampa. El libre pensamiento es una conquista humana, pero la libertad de opinión se convierte en una desventaja cuando las posiciones mentales impiden abrirse a nuevas perspectivas o puntos de vista que no concuerdan con las propias
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La pregunta ¿somos nuestras creencias? se responde con un rotundo no. 

Desde luego, tenemos convicciones, pero en esencia no somos lo que pensamos; a un nivel profundo y esencial, nuestras opiniones no pueden definirnos. Pero llegar a esta claridad no es sencillo ni rápido. De hecho, los conflictos del mundo son tanto disputas por pertenencias materiales (cosas) como por posesiones inmateriales (ideales). 

Cuando entendemos que tenemos una mente y la usamos, pero que no somos esta, nos liberamos de su contenido y nos autoexcluimos de cualquier conflicto y, por tanto, sufrimiento.

Cuando una creencia nos domina, llegamos a pensar que todo el mundo piensa, o debería pensar, lo mismo. Pero hay opiniones para todos los gustos, la diversidad construye el mundo, y aunque parezca extraño, hay personas que creen cosas muy diferentes a las que nos parecen normales. Ver las cosas desde distintas perspectivas no es fruto de un lavado de cerebro, sino de preferencias, cultura, contextos… Sin duda, aquellos que no esperan que todo el mundo esté de acuerdo con ellos gozan de una mayor tranquilidad mental, que es de lo que va la vida.



Suplantados

El hombre y la tecnología

"La fisiología humana, no cambia al ritmo vertiginoso del desarrollo tecnológico".

La computadora más antigua, pero más moderna (el cerebro), le ha permitido al hombre imponerse, al menos en el planeta Tierra, a todas las demás especies. 

El hombre, con la capacidad de pensar, ha logrado cambios impresionantes que maravillan no sólo a los abuelos, sino también a las nuevas generaciones, y que fundamentalmente, han traído comodidad y seguridad.

La comodidad y la comunicación de los tiempos actuales, van modelando un hombre distinto, que es capaz de mantenerse informado instantáneamente de lo que ocurre en cualquier parte del mundo. Es apenas a principios del siglo que ahora finaliza, que empezaron a rodar automóviles, a la "impresionante" velocidad de 40 a 60 kilómetros por hora. Son ganancias también de este siglo, el teléfono, la televisión, la conquista del espacio, las computadoras y la comunicación electrónica, entre otras, de tal manera que descansan en paz, en gran medida, como apoyo al trabajo, el caballo, el correo, el telégrafo, y una larga lista, que ha sido atropellada por el desarrollo tecnológico.

El cálculo matricial y la comunicación electrónica, han dado vida a la maravilla de las computadoras, que hoy se encuentran presentes en todo. Hasta las amas de casa, menos afectas al manejo de la computación, hoy se internan en la red electrónica, hasta para averiguar los precios de lo que quisieran comprar. Con una computadora, y una línea telefónica, se tiene acceso a la red electrónica que no tiene fronteras físicas para comunicarse con cualquiera que decida hacerlo también
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Todas aquellas cosas de las que nos servimos, van siendo ajustadas al sistema computarizado, desde los minúsculos relojes, hasta los más grandes aparatos como refrigeradores y automóviles.

En pocas palabras, o se ajusta el hombre al desarrollo, o se aísla de la vida cotidiana. También es cierto que el actual desarrollo nos ha hecho demasiado dependientes, hasta de grandes errores involuntarios, como es el caso de que muchas computadoras no fueron diseñadas originalmente para reconocer el año dos mil, corriéndose el riesgo de perderse registros o simplemente mal funcionamiento, lo que ha obligado a poner en práctica costosísimos programas que deben subsanar el problema. Pero hay quienes tienen sus dudas al respecto y han preferido tomar sus propias y personales precauciones, como proveerse de alimentos adicionales, o cancelar sus vacaciones, situación esta última, que se está resintiendo en una entidad turística como Quintana Roo
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Pero, por otra parte, sin atender a las razones que le han dado origen, el desarrollo no ha sido correctamente enfocado, ya que el hombre ha afectado el medio ambiente de manera irreversible, y además, el mismo desarrollo va conformando una sociedad aparentemente progresiva, pero realmente lastimada por el propio adelanto tecnológico, en razones de que el hombre no puede cambiar al ritmo de la tecnología.

La comodidad y los cambios tecnológicos, han deteriorado el instinto de supervivencia, que va empezando a ser falta en una sociedad cada día más insegura, en razón de que la tecnología ha generado también una excesiva concentración de la riqueza, con su contraparte, la proliferación de la pobreza.

Todas las especies vivas han tenido que ajustarse a los cambios o desaparecer, pero antes las modificaciones eran impuestas por la naturaleza, pero el hombre, ese monstruo pensante, empezó, en aras del desarrollo a hacer las cosas a su manera, y hoy tenemos que la especie humana, no puede cambiar a la velocidad de la tecnología actual, provocándose una descompensación, que representa seguramente la problemática más importante para el siglo XXI.

Esa descompensación entre los cambios fisiológicos y los tecnológicos, tienen puesto de cabeza al mundo, con incidencia de enfermedades raras y una vida muy desajustada.

No cabe duda, que el desarrollo debe ser reorientado o la especie humana va a reventar. .



Todo Es Posible


Existen momentos de incertidumbre en la vida, esos instantes en los cuales no sabemos a ciencia cierta cómo saldrán las cosas, nos llenamos de expectativas, de dudas, de temores y de ansiedad. En una constante espera de los resultados, de alguna manera nos toca asumir riesgos y lo hacemos, a lo largo de toda nuestra vida, indudablemente, cuando no hay seguridad de nada, cualquier cosa puede ocurrir.

Asumir riesgos es parte del aprendizaje de la vida, los errores hacen la historia y los éxitos las grandes victorias, actuar frente a situaciones en las cuales no hay seguridad, nos alerta sobre el hecho de que cualquier cosa puede pasar, esto no debe ser necesariamente causal de temores infundados, simplemente nos debe preparar para accionar frente a cosas inesperadas.

Evidentemente todo en la vida depende del cristal con el que se mire y las actitudes que elegimos en la vida hacen la diferencia. Podemos vivir atemorizados evitando correr riesgos para no cometer errores, o podemos aventurarnos a desafiar nuestros propios límites e ir siempre más allá.
Las sorpresas de la vida también suelen llegar cuando menos se espera, no sólo las adversidades, debemos imprimir buenas energías a lo que hacemos, procurar vivir sin alimentar las expectativas, más bien estar en disposición de recibir lo bueno que nos llega y de tener la fortaleza y valentía para superar las adversidades.
El caso es que no importa qué tanta seguridad se pueda tener de algo, las probabilidades de que las cosas cambien siempre están presentes, todo puede ocurrir, todo puede salir muy bien o cambiar repentinamente, lo ideal es realmente no esperar nada, simplemente observar, estar atentos y alerta para poder actuar de manera óptima ante cualquier escenario.
En cuestión de relaciones amorosas, quizás esto nos pueda parecer aún más riesgoso, pero es sabido que aquel que se involucra en relaciones, debe esperar cualquier cosa, así que tomar la decisión de vivir intensamente o prudentemente, o ambas, es cuestión de cada quién.

No te dejes envolver por los temores, ni embargar de dudas, vive con la mente clara y el corazón esperanzado, porque nada está deparado en tu camino que no puedas enfrentar.

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lunes, 16 de abril de 2018

La Nación Catalana





La nación catalana empezó a existir entre 1892, cuando se fijaron las Bases para la Constitución Regional Catalana, también llamadas Bases de Manresa, y 1906, año en el que Enric Prat de la Riba, que había participado en el acto anterior, publicó su manifiesto «La Nacionalitat Catalana». 

Antes de eso había habido una conciencia de identidad cultural, basada en tradiciones propias y sobre todo, en una lengua de gran tradición literaria y política. También había habido una conciencia intensa de particularidad política, que llevó a los catalanes a manifestarse una y otra vez en defensa de sus fueros. 

Lo primero se había manifestado a todo lo largo del siglo XIX en la Renaixença y el catalanismo, movimientos culturales, también políticos, de recuperación de la lengua, la historia y las costumbres y el derecho propios. Lo segundo llevó a buena parte de Cataluña, en particular la más rural, a alinearse con el carlismo en contra de la Monarquía constitucional. Esta Cataluña carlista es hoy el bastión del independentismo nacionalista.

La reivindicación de la «nación catalana», inédita hasta 1906, sorprendió a todo el mundo, en particular a los catalanistas, que no veían contradicción entre la cultura propia y España. Y es a partir de ahí cuando empieza la historia no ya de la nación catalana, sino de la construcción de la nación catalana. Porque los fundadores del nacionalismo catalán tenían claro que la nación catalana no existía y que lo que habían iniciado ellos mismos era la construcción de esa nación. En un futuro que preveían muy lejano, con mucho trabajo y mucha prudencia, podría acabar siendo una nación en el sentido moderno, político, del término: un territorio con fronteras precisas y reconocidas, una población con conciencia de formar una unidad (un «pueblo») y un Estado soberano. 

Aquello iba a requerir también personajes de un temple muy especial: con una visión estratégica fuera de serie y una tenacidad y una paciencia extraordinarias.

Evidentemente, los nacionalistas tendían a afirmar que esa nación ya existía, a ser posible desde tiempos inmemoriales y con características propias y repetidas en el tiempo. La afirmación de una cultura catalana propia era así recuperada para la construcción de la nación. 

El nacionalismo se postulaba por tanto como el liberador y emancipador de esos pueblos o esas culturas sin plasmación política, lo que le otorgaba una legitimidad histórica y sentimental propia. 

Ahora bien, el nacionalismo político, en sí, era una idea política muy reciente, nacida en Francia pocos años antes y copiada a partir de ahí por muy diversos movimientos en toda Europa. Superioridad racial, desconfianza ante el trabajo disolvente del liberalismo, miedo a lo que entonces se llama «desenraizamiento»... Las obsesiones identitarias se resumían entonces en la advocación de «la tierra y los muertos», con el añadido de la sangre por aquello de la pureza. Lo que hoy es cultura era entonces raza. Cambia el nombre, no el contenido.

Los nacionalistas catalanes son, en esto, perfectamente homologables a los que por entonces surgieron en todas partes, desde Alemania a Italia, pasando por el nacionalismo vasco y el español. De hecho, el nacionalismo es una ideología muy práctica y adaptable: basta con cambiar los adjetivos nacionales. 

Los nacionalistas son excelentes traductores, de los que afirman con gran convicción que la traducción es imposible
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También resultaron muy convincentes a la hora de propagar la idea de que esa nación que ellos querían construir era algo real. Tanto que incluso los nacionalistas se lo han tomado en serio. En dos ocasiones, en 1934 y ahora, en estos años de reivindicación independentista desde 2012, han planteado un desafío frontal al Estado español, en la actualidad también a la Unión Europea. En el primer caso, el intento resultó fracasado porque prematuro. De hecho, los nacionalistas más conscientes vieron que aquello haría retroceder el movimiento, necesitado de muchísimo tiempo y enfrentado a adversarios muy poderosos, en particular el Estado. 

Ahora el impulso lleva el mismo camino. Eso sí, por el momento no se escuchan voces, dentro del campo nacionalista catalán, que hagan la crítica del acelerón irresponsable –irresponsable desde el punto de vista de la construcción nacional– de estos años, como sí ocurrió el año 34 y como sí se han escuchado en el nacionalismo vasco.

La causa de esta unanimidad viene probablemente del avance de la propaganda y la educación nacionalista en Cataluña, que ha llevado a extender la convicción nacionalista a una parte muy importante de la población catalana, como nunca había ocurrido. También procede de la crisis económica. Cuando estábamos a punto se ser intervenidos por la UE, la crisis pareció respaldar otra de las afirmaciones clásicas del nacionalismo catalán, la de que si bien Cataluña sí es una nación, España no lo es, o lo es fallida, sin soldar, sin verdadera cohesión: el rescate sería la rúbrica de este fracaso histórico, que se remontaba muy lejos, en particular al fracaso de la nación constitucional, que es otra de las grandes obsesiones de los nacionalistas de todas las nacionalidades.

Aquí el nacionalismo catalán ha contado con grandes aliados más allá de su territorio natural, en particular todos aquellos que afirman lo mismo, continuando una tradición española que se remonta a los mismos años en los que surgió el nacionalismo catalán, es decir en torno al 98. La falacia de la afirmación de la existencia de la nación catalana se ha apoyado por tanto en otra falacia, la de que la nación española no existe, repetida una y otra vez desde los institucionistas, los regeneracionistas, los noventayochistas o los republicanos, con Azaña a la cabeza de la demolición del liberalismo español. Esta idea tiene todavía muchos herederos, desde la España plurinacional de los socialistas a los entusiastas intentos de deconstrucción nacional (española) realizados en la Universidad y que han contado con el respaldo sistemático del Estado español, con independencia del color político de los gobiernos.



Compartamos La Cultura


Hablando con un amigo esta tarde me ha explicado cómo los alumnos le llegan cada vez con menos conocimientos en general. Pero, peor aún, con menos sangre en las venas, más pasivos, menos resistentes a la frustración y más proclives a refugiarse en su teléfono o en su portátil para huir de una explicación compleja. 

Lo preocupante es que me ha citado un par de ejemplos en que son las autoridades educativas en distintos países europeos las que están exigiendo a los profesores que “hablen más sencillo”, que utilicen un lenguaje menos complicado, a la par que reducen las horas lectivas destinadas a los programas de las humanidades. El resultado son alumnos que simplemente no saben, recuerdan mal algunas cosas y salen completamente mal preparados en su campo, derechos a no ser capaces siquiera de empezar a hacer nada.

En parte, creo que estos alumnos son víctimas de haber crecido con Internet. 

Digo víctimas porque han nacido en el momento en que sus propios padres descubrían una nueva tecnología completamente revolucionaria y, por tanto, no han sido capaces de guiarles en su uso. Pienso que, a medida que nos hemos habituado a la red, hemos aprendido también a regular nuestro comportamiento hacia ella, entendiendo mejor sus ventajas y sus peligros. 

Pero hacerlo nos ha tomado varios años. Como padre no tengo del todo claro qué hacer exactamente y por qué, pero sí que la red y las pantallas en general serán algo a lo que introduzca a mis hijos poco a poco y sólo de una forma que no le impida conocer mejor el mundo tangible, que estas herramientas han de ser tales y no un fin en sí mismas. 

De lo contrario, la inmensidad del internet feral coloniza nuestras mentes y, en el proceso, las diluye, dañando nuestra personalidad y capacidad para pensar y crear. Algo parecido pasó con la televisión hasta que entendimos que demasiadas horas eran perjudiciales (aunque no todos lo han hecho, claro).

Hay quien argumenta que las generaciones que crecen con Internet tienen una forma de pensar “más visual”, y que vienen cargadas de herramientas y habilidades para utilizar los ordenadores y crear todo tipo de montajes audiovisuales. Me parece fantástico, pero no si es a costa de una buena utilización del lenguaje, que, por muy visual que sea, el pensamiento sirve de poco si no somos capaces de comunicárselo a otros (empezando por nosotros mismos). 

Y, para ello, necesitamos de un dominio del lenguaje lo más preciso posible.

Todo lo demás se construye sobre una base lingüística, pero es esta base la que nos permite llegar a otros en primer lugar e intercambiar ideas con ellos.
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Trataba de entender la realidad humana lo mejor posible, y de cerrar las lagunas que me dejó sobre mi país (y otras cosas) una educación incompleta y deficiente en lo que a entender se refiere. Pero, dadas las barreras lingüísticas a las que me enfrento aquí, este conocimiento se ha quedado sin uso. Sigo pensando y construyendo, pero anhelo profundamente comunicarlo.

Pero esa es otra frustración: qué poco importa el conocimiento riguroso a la hora de trabajar. Es una pregunta filosófica: cómo podemos vivir en un mundo en que las mayores retribuciones no vayan a un uso lo más correcto y complejo del conocimiento cultural, sino a usos mediocres e incompletos de éste que tienden a empobrecer cuanto tenemos en común. ¿Cuánto aguantarán la lengua y lo que llamamos cultura su mercantilización y rebajado para hacerlas agradables (que no atractivas) a un público mayor? 

Quejarse de esto no es ser elitista. Al contrario: es clamar porque todos tengamos acceso a un conocimiento de calidad, para que podamos conocernos mejor a nosotros mismos y cuanto nos rodea. Soy consciente de lo carca que suena esto, e igual es la paternidad que se acerca. O igual siempre he sido así.

En definitiva, me he dado cuenta de que no escribir, no contar cuanto sepa o crea saber es un error. Desde ahora trataré de compartir pequeños detalles (libros, ideas o canciones) en el blog; o, cuando tenga fuerzas, ideas y textos más trabajados. Probablemente cometeré bastantes errores, y las explicaciones que dé serán incompletas o directamente erróneas. Pero confío en que alguien las corrija o, en cualquier caso, pueda sacar provecho de ellas. Confío en que, tal vez, llegue a entablar algún diálogo que pueda enriquecer a varios de nosotros.

Se da la paradoja de que esta gran tecnología de la comunicación está creando individuos más pasivos, tal vez más conectados, pero también más aislados de sus semejantes de forma íntima. Sólo el contacto con la lengua en acción (la lectura, la escritura, el diálogo, el reportaje, el discurso, el teatro…) para transmitir ideas y pedazos de realidad tal y como la perciben otros, nos puede mantener vivos mentalmente y nos puede contagiar de pensamiento.