domingo, 22 de diciembre de 2019

Las Genialidades


Si apareciese en mi Vida el Genio de la lámpara dispuesto a concederme tres deseos, creo que tan solo le pediría uno: poder cambiar lo que me dé la gana. Teniendo ése todos los demás sobran. Todo sería más fácil. Dejaría de sufrir por situaciones que no puedo resolver y también por las que me hieren y desconozco cómo dejar a un lado, pasaría a soltar la frustración, la ira o el duelo; ya no tendría por qué sentirme confuso ante situaciones que experimento por primera vez y tampoco estaría harto de pasar por otras que me repatean. Se acabaría todo mi malestar, erradicaría de mi Vida y de la de los demás cualquier sufrimiento. Todos felices y contentos.

En cierto modo, me alegro de que el Genio exista solo en el cuento. Puede que la Vida perdiese gracia si me dejasen a mí pilotarla. Andá tú a saber qué tropelías me daría por hacer amparándome en que un Genio me dio el poder de cambiar lo que me de la gana.

Una de las cosas que me tocaría cambiar es esa tontería de que los demás piensen que lo suyo es más importante que lo mío. No me apetece discutir más, así que dejaría de tener que hacerlo para convencerlos de que no. Ya sé todo el rollo ese de que tenemos derecho a pensar distinto, que mis ideas son mías y las tuyas son las tuyas, que no hay por qué atacarlas, que hay que respetarlas y bla, bla, bla… pero hay que reconocer que mis ideas tienen más peso que las que otros puedan tener, son más lógicas y, por supuesto, están mejor razonadas. Puede que las suyas también lo estén, no voy a decirte que no, pero su razonamiento tiene un montón de peros que ellos no ven y que hacen que, para mí, lo de ellos valga menos.

Lo que acabas de leer es una situación mucho más habitual de lo que parece: dos personas tratando de convencer a quien tienen enfrente de que lo suyo es lo bueno, lo que vale. Lo del otro no. En este tipo de discusiones cualquier motivo se da por bueno…  el lugar al que ir en las próximas vacaciones, la política o el partido del martes. ¡Hagan juego, señores! Todo cabe, todo vale.

Cada uno defiende su opinión y llega a pelearla por algo tan inverosímil como que se cree que la suya es la buena, y no por nada en concreto, tan solo porque es la conclusión a la que llega después de pasar lo que esté ocurriendo por el tamiz de lo que piensa. Y aquí, la gran mayoría de las veces, también tamizamos por inercia, sin pararnos a ser conscientes de qué nos hace pensar y sentir como lo estamos haciendo.

Tratar de convencer al otro de que nuestra forma de pensar es la buena conlleva conflicto. Además, no solo “tratamos” de hacerlo, es que, en lo más profundo de nosotros, sentimos la necesidad de conseguirlo. Podemos cejar en nuestro empeño si la terquedad de nuestro “contrincante” es demasiado grande, pero no conseguir que el otro entienda por qué tiene que cambiar su forma de pensar y, por tanto, de actuar, nos hace sufrir al creer que las cosas no son como deberían estar siendo.

¿Y si lo que tenemos delante no es nadie a quien podamos convencer de nada?, ¿y si no existiese la posibilidad de explicar por qué deberían cambiar todas esas cosas que no nos gustan?, ¿qué pasaría entonces? La respuesta a estas preguntas la puedes encontrar experimentando cualquiera de tus días. 

Cualquiera de esos en los que te repatee lo que ves en las noticias, o las facturas que no llegas a pagar, o tu jefe explotador, o no tener jefe porque no tienes curro, o cualquier otra cosa que te duela y desees que cambie. En esos casos, lo que tienes delante no es una persona a la que que puedas convencer para que deje de hacer lo que hace, no. Eres tú frente a la Vida y de ti depende tu forma de relacionarte con lo que te pone delante. En momentos así, el conflicto pasa a denominarse batalla campal, y lo vemos mucho más grave porque dejamos de tener la sensación de que pueda ser otro el que cambie.

En momentos así es fácil sucumbir a los encantos de cualquier Aladín que llegue sonriente con su lámpara maravillosa  prometiendo que, si la frotas, aparecerá el Genio y hará que dejes de sentir el dolor que estás sintiendo.

Imaginemos la situación: Tú andas fastidiado, ya estás harto de que se repitan situaciones que te hacen estar triste o preocupado; tu atención se la llevan los problemas, lo que no funciona, lo que debería cambiar y no cambia… Y, de repente, aparece por arte de magia el Genio de la lámpara dispuesto a regalarte lo que tanto deseas… que todo cambie y dejar de sentir lo que sientes. Fuera problemas. Fuera preocupaciones.

Muerto el perro, se acabó la rabia. O eso quieres creer.

Podría parecer que rechazar semejante propuesta de un Genio arreglador de todo lo que nos hace sentir mal pueda resultar de género tonto o incluso que parezca que, al hacerlo, vayamos a Vivir abocados al sufrimiento de sentir lo que tengamos que sentir -aunque no nos guste- por y para siempre, pero hay algo que pasamos por alto y tiene vital importancia: el Aprendizaje que hay detrás de todo cuanto sentimos y las puertas que se abren para conocernos gracias a ello.

No es sencillo plantearse Aprender de algo que te está doliendo, te aseguro que lo sé. La forma natural de enfocarlo es buscar cómo cambiarlo, cómo dejar de sentir cualquier cosa que no queramos o que creamos no merecer. Buscamos que cambie lo de fuera porque nos parece imposible ser capaces de sentir felicidad estando las cosas como están. Sin embargo, nos creemos capaces de aplazar nuestra Vida: “Cuando las cosas cambien y sean como tienen que ser… Entonces yo ya seré…”

Y mientras tanto, dejamos de plantearnos algo tan sencillo como que el “entonces” que tanto buscamos lo llevemos encima y que los únicos Genios capaces de hacer realidad nuestros deseos llevan escrito un nombre… el nuestro.

Reacción Y Emoción


Como hemos hablado en otras oportunidades, las emociones son reacciones que surgen ante eventos externos o internos. Pero esta emoción será diferente de acuerdo al pensamiento que experimentamos frente el respectivo evento. Si pienso que me quieren hacer daño, me asusto, me entristezco o me enfado y mi comportamiento puede ir desde paralizarme, cargarme de resentimientos o actuar agresivamente en nuestra defensa. Si con mi mejor intención quiero ayudar a un familiar y éste, como suele suceder y desde mi juicio, no reacciona como yo quisiera o no hace nada por si mismo, entonces siento rabia o frustración.

Muy a menudo entramos en conflicto con otras personas tratando de defender nuestro "punto de vista” sin darnos cuenta que vivimos en un mundo de juicios, donde prevalece lo subjetivo y que cuando hablamos de algo bueno o malo; agradable o desagradable; si algo es mejor o peor, etc. estamos ante la opinión de alguien o de muchos, pero no por ello se puede afirmar que esa opinión sea una verdad irrebatible, ya que su mismo carácter deja claro que dista de ser una verdad absoluta.

Muchos de estos pensamientos o posiciones están basados precisamente en la manera como estructuramos nuestro modelo del mundo, en los “debería ser o hacer” o en los “no debería ser o hacer”, en lo que consideramos correcto o incorrecto, sin detenernos a pensar que tales mandatos responden a creencias y patrones aprendidos que, si bien en algunos casos son una guía muy positiva, muchas veces pueden constituirse en grandes barreras que van a afectar negativamente nuestras relaciones interpersonales y otras áreas de nuestra vida.

La Programación Neurolingüística

Desde que conocí los postulados de la Programación Neurolingüística PNL, quedé enganchado con dos de ellos, que desde mi juicio, su interpretación y aceptación pueden ser dos pilares fundamentales para un establecimiento más sano de toda relación interpersonal, bien sea de pareja, de amistad, familiar, laboral o simplemente de cualquier necesidad o roce social. Me refiero al supuesto que reza “el mapa no es el territorio” y al supuesto que hace referencia a que “todo comportamiento tiene una intención positiva”

Si hacemos una revisión de la cantidad de veces que discutimos, que nos llenamos de sentimientos que alteran negativamente nuestro estado emocional y que reaccionamos emocionalmente fuerte ante otras personas, podemos con toda seguridad darnos cuenta que entre las “razones” más comunes a estas reacciones está el hecho de no poder demostrar lo que de acuerdo a nuestro razonamiento es evidente, o al hecho de sentir que de una u otra manera nos quieren hacer daño. 

Lo triste y paradójico de este sentir es que en la mayoría de los casos estas reacciones son más comunes y frecuentes ante personas muy allegadas, como la pareja, hijos, hermanos o padres, por quienes sentimos una mayor relación afectiva y a quienes queremos cambiar para que vean, oigan, sientan y en consecuencia se comporten como consideramos es la manera correcta.


sábado, 21 de diciembre de 2019

El Ubicómetro Personal


A nadie le importa que tengas dos carreras y un máster.
A nadie le importa que te encante la historia del arte, la geografía o las matemáticas y que “sigas tu pasión”.
A nadie le importa lo guapo o lo listo que te creas que eres.
Repite conmigo: “no le importo a nadie”.
Lo que realmente le importa a la gente es que les resuelvas SUS problemas. Que les des una pomada cuando les salga un grano.
¿Quieres hacerte millonario? Soluciona un problema que afecte a millones de personas.
¿Quieres un empleo con un buen sueldo? Demuéstrale al dueño de la empresa que puedes hacerle ganar 10 veces más de lo que le va a costar contratarte.
Es tan simple como eso.

“Si estudias, si trabajas duro, si te esfuerzas, si luchas duro por lo que quieres” –te prometieron– “serás recompensado al final del camino.”
Tengo malas noticias: te han mentido.
Al final del camino lo único que te espera es la cola del paro o, si eres afortunado, un sueldo a cambio de entregar 5 días de tu vida cada semana.
Y cuando después de sudar tanto te topas con la dura realidad –que no había recompensa y que todo era una farsa– te cabreas. Te cabreas mucho.
“¡Me merezco un trabajo digno de lo mío!” –reclamas desde el sofá.
“¡Nadie me da ha dado una oportunidad de demostrar lo que valgo!” –gritas con el puño en alto.
Pero por mucho que patalees, nadie va a venir a salvarte… porque nadie te debe nada.
Te mereces lo que te has ganado con tus acciones, ni más ni menos, tu trabajo vale exactamente lo que los demás están dispuestos a pagar por él y ahora mismo estás donde deberías estar.
¿Y oportunidades? ¿Te quejas de oportunidades cuando has podido ir al colegio, al instituto y a la universidad? ¿Cuando tienes acceso a sanidad pública gratuita, bibliotecas e Internet? ¿Cuando estás leyendo estas palabras desde tu iPhone? No me hagas reír.
Si quieres conocer a gente que de verdad no ha tenido oportunidades en la vida, vete a las calles de la India o a los mercados de Camboya y luego me cuentas. Ahí podrás comprobar de verdad que tu último problema es sentirte mal cuando a nadie le importas.

Las oportunidades no las regalan: hay que ganárselas. Nadie te va a dar nada por tu cara bonita. Primero vas a tener de demostrar lo que vales.
Deja de ser una víctima. De echarle la culpa a los demás repitiendo frases como “es que me despidieron” o “es que me subieron la tasa de interés.”
¿Acaso alguien te obligo a entrar en esa empresa?
¿Acaso no sabías que te podían despedir en cualquier momento?
¿Acaso no firmaste un contrato en el que ponía bien clarito que aceptabas una tasa de interés variable?
El responsable eres tú, y han sido tus decisiones las que te han llevado hasta el punto en el que te encuentras.
Para cambiar tu situación, empieza por dejar de cargar tus problemas en la espalda de los demás. Asume de una vez que tú tienes el control de tu vida, que tú eres el único responsable de donde estás ahora y que tú eres el único que puede solucionarlo.

No tienes trabajo? ¿Te pagan una miseria? Seguramente haya un buen motivo para ello.
Mira, hay miles de personas y empresas deseosas de contratarte, deseosas de colaborar contigo, deseosas de echarte un cable, pero eso será después que hayas producido algo de calidad y hayas demostrado lo que vales, no antes.
El nombre del juego es demostrar. ¿Qué puedes demostrar tú?
Una carrera de periodismo demuestra que has sido capaz de aprobar una serie de exámenes en la universidad. Pero… ¿Sabes escribir? ¿Cuántos artículos has publicado? ¿Cuántos libros? ¿Cuántos lectores fieles te siguen?
Una carrera de ingeniería informática demuestra que has hecho una serie de prácticas que tu profesor ha evaluado de forma positiva. Pero… ¿En cuántos proyectos de software libre has colaborado? ¿Cuántas opiniones positivas tienen tus aplicaciones para iPhone y Android? ¿Qué pinta tiene tu repositorio de GitHub?
Una idea en tu cabeza de que te mereces más de lo que tienes demuestra que no has entendido nada.
Las palabras se las lleva el viento, así que menos hablar y más demostrar.
Porque nadie va a venir a salvarte; vas a tener que ser tú el que se gane la salvación. 
Recuerda, ¡a nadie le importa tu vida!, Todo esto es responsabilidad exclusivamente tuya, Tuya.


Respirar Creatividad


A nuestra generación le hace falta respirar más creatividad

Si buscamos en el diccionario, y por diccionario me refiero a Wikipedia, podremos encontrar una definición puntual de lo que es la creatividad, pero, ¿realmente podemos tener un significado universal para este concepto?

La creatividad es algo personal y diferente en cada quien, no es algo que podamos comprar o rentar por algunas horas, sino más bien es una parte de ti que vas nutriendo a base de experiencias y diferentes fuentes de inspiración. Es una forma de ver la vida.

Hoy en día como generación tenemos la ventaja y la mala suerte al mismo tiempo de tener cada vez más fácil el camino. La tecnología y los medios de comunicación han evolucionado de tal manera que hemos dejado de tener la necesidad de usar la creatividad para aspectos triviales de nuestra vida.

¿Hace cuanto tiempo no escribes una carta? Y me refiero a una de esas good old fashioned cartas escritas a mano, de esas que tenías que volver a empezar si te equivocabas y no querías tacharla; hoy podemos mandar un mensaje en segundos a través de un mail o de WhatsApp, o ¿qué tal imaginarnos llegar a una dirección desconocida en la Ciudad de México sin ayuda de Waze o Siri?

Ojo, no estoy para nada en contra de los avances tecnológicos, en realidad soy el más fan de todo lo que nos ayuda a hacer la vida más fácil, pero sí creo que como generación esto nos ha hecho dejar de ejercitar en ocasiones nuestra mente, para fortalecer ese lado creativo que tenemos.

Lo mismo pasa en el marketing y la publicidad actual, tenemos cada vez más herramientas tecnológicas y digitales que nos ayudan a generar procesos robustos que permiten entregar resultados cada vez más medibles, algo que creo que es la mejor ventaja que tenemos hoy en día quienes nos dedicamos a esto, pero es nuestra responsabilidad como generación no dejar nunca morir a la creatividad. Nos tocó la maravilla de vivir en una época en la que podemos entregar campañas que resulten de la combinación perfecta entre creatividad y resultados.


Todos los días tenemos a nuestro alrededor fuentes de inspiración que nutren nuestra creatividad, encuentra las tuyas, en la música, en libros, en escribirle una carta a alguien, en tus compañeros de trabajo, hazlo sin presión, diviértete en el proceso, disfruta ese momento de dejar volar tu imaginación a nuevas posibilidades, y una vez que lo hagas, sal y comparte tu lado creativo con el mundo, que de eso se trata todo esto.


Demuestra Tu Fulgor


Aislamiento

A menudo en el monte, bajo algún viejo roble,
viendo el sol que se pone tristemente me siento;
dejo que todo el llano mis miradas abarquen,
el cambiante paisaje que se extiende a mis pies.

Aquí el río con olas espumosas murmura,
serpentea y se pierde en oscuros confines;
allí inmóvil el lago es un agua dormida,
con la estrella de Venus adornando su azul.

En la cima, que bosques muy sombríos coronan,
el crepúsculo pone su fulgor postrimero;
y el brumoso carruaje que conduce las sombras
emblanquece, elevándose todo el amplio horizonte.

De la gótica flecha surge entonces un son
religioso que invade todo el aire; el viajero
se detiene y escucha la campana que mezcla
a los últimos ruidos de aquel día su canto.

Pero halagos así no conmueven mi alma,
que parece insensible, incapaz de emoción;
y contemplo la tierra como un vago fantasma:
no calienta a los muertos este sol de los vivos.

De colina en colina pongo en vano mis ojos,
desde el norte hasta el sur, de la aurora al poniente,
y me digo: «No existe ni un lugar en el mundo
donde pueda pensar que me espera la dicha».

¿Qué me importan los valles, los palacios, las chozas?
Sus encantos son vanos, para mí nada cuentan.
Ríos, montes y bosques, soledades amadas,
sólo un ser está ausente y todo es un desierto.

Miraré indiferente los caminos del sol,
qué más da si en su inicio o en su parte final;
si se pone o si nace entre nubes o azul,
¿a mí el sol qué me importa? Nada espero del día.

Si pudiera seguirle en su larga carrera
por doquier yo vería el vacío y el páramo.
Nada quiero de todo lo que el sol ilumina,
nada quiero tener del inmenso universo.

Mas tal vez más allá de su curva celeste,
donde el sol verdadero otros cielos alumbra,
si pudiera dejar mis despojos aquí
lo que tanto he soñado se mostrara a mis ojos.

Allí me embriagaría en la fuente deseada
y volviera a encontrar esperanza y amor,
ese bien ideal al que aspiran las almas
y que no tienen nombre aquí abajo en la tierra.

¡Si pudiera en el carro de la Aurora elevarme
vago fin de mis ansias, en el cielo hasta ti!
¿Por qué aún sigo atado a esta tierra de exilio?
Entre la tierra y yo nada existe en común.

Cuando la hoja del bosque cae sobre los prados,
cuando el viento nocturno la arrebata a los valles,
yo quisiera también ser esa hoja caída:
¡Arrastradme como ella, aquilones, borrascas!

Poema de Alphonse de Lamartine



Vivir La Cultura


¿Qué es la cultura?

En el sentido lato del término cultura significa: “cultivo”, en la cuarta acepción implica “el resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio de las facultades intelectuales del hombre” (Diccionario de la Real Academia de la Lengua); en este sentido, cultura coincide con la educación intelectual y moral; es decir el hombre culto es el que participa de los más altos valores conservados por esta tradición de la sociedad; en este sentido, la cultura se asocia a la educación intelectual y moral, el concepto de cultura ha oscilado como en un péndulo, entre dos concepciones diametralmente opuestas. Por un lado, la formación de la personalidad, lo que los griegos llamaron Paideia y los latinos Cultus Anima (cultivar el alma); y por otro, lo que el hombre realiza para dominar la naturaleza, modificar el ambiente natural y adaptarlo a sus necesidades, fines, intereses y valores.

La cultura en la antigüedad y su relación con la naturaleza
Como mencionábamos anteriormente para los griegos y latinos “ el sentido de la cultura es armonizarse o cultivar una naturaleza dada de antemano” Martinell, Alfons; Roselló, David: "Diseño y elaboración de proyectos culturales" 

La cultura en la modernidad
Para la modernidad el concepto predominante fue independizarnos de “la naturaleza animal para configurar lo verdaderamente humano.

Para estos autores, en el siglo el siglo XI dos corrientes circularon en el mundo, La tradición ilustrada y la tradición romántica, la primera “insiste en la noción de universalidad y con ella la de razón y naturaleza iguales para todos los hombres”; la segunda discute el universalismo y valora la diversidad de culturas”. La primera concepción nos independiza y separa de la naturaleza, la segunda intenta incluirnos, a pesar de nuestros instintos, formas de vida, valores y costumbres.

En síntesis, en la concepción ilustrada la civilización europea propicia la oposición entre naturaleza y cultura, pueblos cultos e "incultos", por lo tanto el viejo continente era la cuna de la cultura y de la civilización, considerando algunos pueblos más desarrollados que otros, en tanto que los otros pueblos con catalogados y etiquetas como atrasados e inclusive como bárbaros o salvajes. La tradición romántica, inspirada en Rousseau supone por el contrario una comprensión exhaustiva de los procesos históricos de cada cultura y civilización y cuestionando la idea de progreso como máxima bandera para el desarrollo de los pueblos, “mostrando cómo cada cultura es autónoma y no puede ser juzgada con los parámetros con los cuales se juzgan otras culturas.

En América Latina es la lucha de la civilización contra la barbarie tantas veces difundida en toda la literatura del siglo XIX y mitad del siglo XX . Dicho con otras palabras, “Se trata de ver que, gracias a la cultura, se supere el "animalitas" para llegar al "humanitas"; es decir; “la cultura en la modernidad es el camino hacia la humanización”. Martinell, Alfons; Roselló, David (cit. ant.)., donde el hombre apeló por la azada para dominar la naturaleza; sin embargo en el contexto contemporáneo, para la primera mitad del siglo XX la noción cambió.

Contexto contemporáneo
En la primera mitad del siglo XX esta concepción fue cambiando paulatinamente, caracterizándose por “ el debate filosófico y antropológico occidental por el sinnúmero de esfuerzos para consolidar un concepto extenso y amplio de cultura que, incluyendo las artes y las ciencias, no se limite a ellas” en Diseño y Elaboración de Proyectos culturales (cit. ant.)

Hacia el tránsito de una sociedad moderna a una sociedad postmoderna

Al analizar los fenómenos que impactan a los seres humanos, se pueden establecer distintas clases de relaciones. Estas relaciones se pueden dividir en cinco: relaciones con las cosas, los lugares, la gente, las organizaciones y las ideas, los cuales constituyen los componentes básicos de las situaciones.

viernes, 20 de diciembre de 2019

La Mejor Actitud



¿Qué es la actitud? ¿Mejorar la actitud puede ayudarnos ante las cosas importantes de la vida? ¿Por qué es tan importante tener buena actitud o tener una actitud positiva?

La actitud se desarrolla a partir de los propios sentimientos y pensamientos internos, y se inherente al comportamiento de cada uno. De esta manera, las actitudes pueden ser un resultado de la experiencia, tanto personal como de la se ha observado en los otros, y pueden estar influenciadas por las normas y los roles sociales. Las conclusiones que sacamos de esa experiencia influyen en nuestras creencias y comportamientos.

Pero las actitudes se pueden cambiar y mejorar. Todo el mundo se siente muy bien cuando es elogiado por su actitud ante las circunstancias cuando esta es positiva, optimista o implica la puesta en marcha de habilidades sociales que ayudan a otros o a uno mismo. Para llegar a esto es necesario analizarse a uno mismo para saber qué cambios es necesario hacer.

En el fondo, cambiar de actitud significa buscar un cambio en la perspectiva de la vida. La actitud positiva conlleva sentimientos positivos y energía  para vivir y, por lo tanto, te hace feliz. Sin embargo, las actitudes negativas fomentan los sentimientos de tristeza. La actitud se puede cambiar experimentando la belleza de la vida y siguiendo algunos sencillos pasos.

Empieza bien el día
Madrugar y salir a dar un paseo es una excelente forma de empezar bien el día. Si no tienes costumbre, es fácil que te cueste un poco de esfuerzo, pero merece la pena.

– Mira dentro de ti mismo
Autoanalizarse es la mejor manera de encontrar lo mejor de uno mismo y de pensar en las cosas positivas que hay en el interior. Es necesario, además, pensar por qué los aspectos negativos afectan tanto, intentando destacar todo lo positivo.

 – Mañana será otro día
No todas las cosas pueden ser siempre como tú quieres, pero eso no quiere decir que las cosas sean siempre así. Por eso, cuando las cosas no salgan como esperabas o surja algún contratiempo, piensa que mañana será otro día que te brindará una nueva oportunidad.

– Recárgate
En la actitud influyen los factores externos, tanto para lo bueno como para lo malo. Por eso es muy conveniente buscar formas de obtener influencias positivas, escuchando charlas de motivación, películas que hablen sobre superación y actitud positiva y pasando tiempo con personas que muestren buena actitud.

 – Sé optimista
La vida no es un camino de rosas. Todo el mundo pasa por dificultades. Centrarnos en los puntos negativos supone una actitud pesimista y negativa. Para ser optimista, piensa en los positivo, en las nuevas oportunidades que se presentan, y afronta las dificultades como nuevos retos que te permitirán mejorar como persona.

 – Selecciona las compañías
Para tener una buena actitud es necesario obtener energía positiva del entorno. Por lo tanto, busca estar acompañado de gente positiva y procura evitar a todas esas personas tóxicas que esparcen su negatividad y su mal humor. Si tú sacas la basura fuera de casa no permitas que nadie deje la suya en tu puerta.

– Sueña
Solo las personas con grandes sueños pueden lograr grandes cosas en la vida. Cuando sueñas, tus esfuerzos se enfocan en lograr eso que deseas. No importa lo grande o pequeño que sea tu sueño, ni lo extraño que parezca. Tener un sueño es el primer paso para una gran actitud, que se reflejará en todos los aspectos de tu vida.

– Dedícate tiempo a ti mismo
Busca una afición que te guste y reserva un tiempo para ti. Eso te ayudará a aliviar la tensión y liberar estrés. Además, te sentirás realizado.

– Aprende de todo, constantemente
Todo lo que sucede a tu alrededor te da una oportunidad para aprender y mejorar, tanto las cosas positivas como las negativas. Además, es importante ser proactivo a la hora de aprender cosas nuevas que nos hagan ser mejores cada día. Aprender te hace sentir feliz y más confiado en ti mismo, lo que te permitirá desarrollar tu actitud en la dirección correcta.

– Toma un descanso
Cuando estés estresado y  sientas que n o puedes más, que los esfuerzos no dan sus fruto, entonces tómate un descanso. Al tomar un descanso, revitalizas el ánimo tanto física como mentalmente. Descansar bien, dormir bien y comer bien son factores ayudan en tu bienestar general y pueden colaborar en el desarrollo de  una buena actitud y comportamiento. Después de un descanso, sentirás la diferencia.


Pienso Que Tu Piensas

Teoría de la Mente: la capacidad de pensar que yo pienso que tú piensas...

Cuando pensamos en todas aquellas facultades mentales que son propias del ser humano y de ninguna otra especie, resulta muy fácil pensar en el lenguaje, la capacidad de aprender todo tipo de cosas o la posibilidad de resolver problemas matemáticos complejos

Se trata de características humanas fácilmente observables, pero no son las únicas que disfrutamos en exclusiva. Existe otra, mucho más discreta, gracias a la cual nuestras relaciones sociales son más ricas. Esta capacidad ha sido llamada Teoría de la Mente.

¿Qué es la Teoría de la Mente?
Definida de manera general, la Teoría de la Mente es la capacidad de tener consciencia de las diferencias que existen entre el punto de vista de uno mismo y el de los demás. 

Dicho de otra forma, esta facultad hace posible que tengamos en cuenta los estados mentales de otros sujetos sin suponer que estas ideas o pensamientos son como los de uno mismo. Una persona que ha desarrollado Teoría de la Mente puede atribuir ideas, deseos y creencias al resto de agentes con los que interactúa. Y todo esto de manera automática, casi inconsciente.

Una jerarquía de estados mentales
Con mucha frecuencia somos expuestos a situaciones en las que tenemos que imaginar lo que está pensando alguna otra persona. A su vez, esta persona puede suponer, a partir de la información que tiene acerca de nosotros, lo que nosotros pensamos que está pensando, y todo esto puede ser también inferido por nosotros y por la otra persona en un bucle teóricamente infinito. Una jerarquía de estados mentales que se contienen los unos a los otros: yo creo que tú crees que yo creo…

La Teoría de la Mente se sitúa en el segundo lugar en esta jerarquía (yo creo que tú crees esto), y es la semilla de la que nace la capacidad para ir progresando hacia el resto de categorías más complejas.
Los seres humanos somos, probablemente, la única especie en la que sus integrantes pueden pensar en los demás como agentes intencionales, es decir, seres con unos intereses propios. Esto significa que desde una edad muy temprana, la gran mayoría de los humanos somos capaces de distinguir entre una acción y el objetivo al que está orientado esa acción, aunque lo último no se haya revelado claramente. Además, a los pocos meses de vida todas las personas aprenden a tener en cuenta hacia dónde están centrando su atención los demás, y por lo tanto pueden reclamar esa atención para uno mismo o hacia algo que se encuentra cerca.

Estos cambios en el desarrollo cognitivo de los bebés empiezan hacia el final del primer año de edad y forman parte de lo que se conoce como la revolución de los nueve meses, de la que emanan habilidades que se van construyendo unas sobre otras y potencian la creación de conductas sociales complejas, como el juego simulado, que requiere entender que el otro está actuando al usar un plátano como si fuese un teléfono, o la imitación, en la que el niño aprende de las acciones del adulto y es capaz de figurarse el objetivo de cada uno de los movimientos que está viendo.

La Teoría de la Mente aparece hacia los 4 años de edad y se construye sobre los fundamentos de todas estas capacidades derivadas de la revolución de los nueve meses, pero interviene en procesos mentales más abstractos y refinados. Así, todas aquellas personas que desarrollan Teoría de la Mente piensan en los demás no solo como agentes intencionales, sino también como agentes mentales, con toda una serie de estados psicológicos complejos que les son propios. Entre estos nuevos estados mentales que se atribuye a los demás se encuentran, por ejemplo, los deseos y las creencias.

El método clásico para averiguar si un niño o niña ha desarrollado Teoría de la Mente es el test de la falsa creencia. Esta es una prueba que sólo puede ser solucionada de manera correcta si se es capaz de diferenciar los propios conocimientos sobre el entorno de lo que otra persona cree acerca de este. Además, es un ejercicio que puede ser utilizado para ayudar a detectar casos de  Trastornos del Espectro Autista, ya que las personas que manifiestan síntomas asociados al autismo tienden a mostrar una Teoría de la Mente poco o nada desarrollada.

En un ejemplo de esta prueba, el psicólogo manipula dos muñecos para formar una pequeña narración en la que todo ocurre ante la mirada atenta del niño o niña puesta a prueba. En primer lugar, el primer muñeco enseña un juguete y luego muestra cómo lo guarda en un baúl cercano. Luego, el muñeco desaparece de la escena y aparece el segundo muñeco, que saca el juguete del baúl y lo mete en, por ejemplo, una mochila apoyada en el suelo. En ese momento, se le pregunta al niño o niña: "cuando el primer muñeco vuelva a entrar en la habitación, ¿cuál es el primer lugar en el que buscará el juguete?".

Normalmente, los niños y niñas de menos de cuatro años fallarán al dar una respuesta, porque creerán que el primer muñeco tiene la misma información que ellos e irá a buscar en primer lugar a la mochila. Sin embargo, con cuatro años la mayoría ya dan una respuesta correcta, prueba de que han hecho la transición hacia la Teoría de la Mente y de que han abandonado una percepción de la realidad más bien egocentrista.


Aptitud Ante Lo Adverso

"Si luchas, puedes perder. Si no luchas, estás perdido" A veces vale la pena arriesgarlo todo: Puedes ganar o perder. En tus manos está el resultado. Lucha por lo que quieres. Persigue tus sueños... Nunca te rindas.


“El que se pone de puntillas, no está firme.
El que avanza a grandes pasos, no puede tener paz.
El que alardea, no está iluminado.
El que presume de santo, no es respetado.
El que se jacta de las cosas, no consigue nada.
El que se envanece, dura poco.”

Siente más, piensa menos.
Hay veces que te tienen que guiar, y hacerte ver determinada serie de cosas que haces, que son contraproducentes para ti mismo. 

Lo único que quiero es CRECIMIENTO personal. Y como tal, sólo lo puedo ejercer yo, desde dentro hacia afuera, pero en mi persona. Nadie tiene porqué enterarse, ya que no busco fama, prestigio, ni reconocimiento social de ningún tipo.

Quiero estar en paz conmigo mismo, con las personas que me rodean, las personas que me quieren, o que me quisieron alguna vez y por diversas causas, ya no están "tan cerca" de mí como antes. Puede que fuese yo quien la alejase de mí, puede que no. Pensar no va a solucionar nada, pues, yo no tengo la respuesta.

Sólo me demuestro a mí mismo que soy fuerte en los momentos más delicados. El guerrero que hay en mí, en los momentos de luz, se encuentra tranquilo, sosegado, en paz...

 Busco la paz mental, y la fortaleza, en equilibro. No paz cuando hay luz, y en oscuridad, fortaleza.
He de lograr un perfecto equilibrio.

La vida es una constante lucha.
Amar la lucha, pues la lucha es el camino. Como la felicidad, no es una meta, sino una forma de vida Si haces que la lucha se encarnice de odio, al final, acabarás odiando la lucha.


Deja que el amor fluya por todo.


Evitar Mezquindades

Mezquino es un adjetivo que define la actitud de una persona ruin o hipócrita que comete acciones que pueden perjudicar a los demás sin hacerse responsable de sus actos. Una actitud mezquina está marcada por la arrogancia de vivir muy centrada en sí misma y no mirar con la misma actitud a los demás. Está llena de ego y de un yo muy inflado.

Una persona mezquina no tiene una autoestima alta sino inflada a partir de una imagen totalmente distorsionada de sí misma. Una persona mezquina puede ser muy creída en situaciones concretas, por ejemplo, en el éxito. En ese caso, puede colocarse en un rol de superioridad frente a los demás.
Un hombre o una mujer que miente con frecuencia a su pareja y juega con sus sentimientos, actúa con mezquindad. Conviene puntualizar que una persona puede ser mezquina en momentos puntuales cuando se comporta de un modo innoble, pero también puede serlo de un modo habitual por una vanidad del carácter.

La persona mezquina puede ser tacaña y egocéntrica no solo en el plano material sino también, en el ámbito emocional. Por ejemplo, a nivel anímico, una persona que se comporta de este modo no elogia fácilmente a sus compañeros de trabajo cuando han alcanzado un éxito ya que siente envidia por los triunfos ajenos. Este tipo de comportamiento produce infelicidad al propio mezquino que termina encerrado en sí mismo. Una persona mezquina es individualista y poco generosa al compartir su conocimiento con los demás porque teme que los demás brillen por encima de su propio ego.

Una persona también puede ser mezquina a nivel económico al gastar menos de lo que puede permitirse. La obsesión por el plano material puede llevar a gestos de mezquindad en ciertos momentos. Todo lo desea y lo anhela para sí mismo, por esta razón, sufre cuando da porque siente que con aquello que puede perder, puede hacerse pequeño y diminuto.

Por ejemplo, una persona miserable que pudiendo ayudar con su colaboración a una buena causa da una aportación mínima. Por ejemplo, también es posible utilizar este concepto para afirmar que una persona ofreció una propuesta mezquina por un piso que quería comprar.


Sociedad Y Bienestar

En términos generales, la palabra bienestar permite designa aquel estado que atraviesa un individuo y que se caracteriza por la satisfacción y la felicidad.

También es habitual que se use el concepto de bienestar para referirse a la situación económica cómoda y holgada que dispone una persona y que por caso le permite mantenerse sin problemas y además por ejemplo realizar viajes, compras de bienes, entre otros.

Ahora bien, en este sentido es importante destacar que en la percepción del bienestar tendrá mucho que ver la subjetividad, es decir, no todos disponemos de los mismos gustos e inclinaciones y por tanto lo que a alguien le reporte bienestar a otro puede no significarle lo mismo.

Por Bienestar Social se designa al conjunto de factores o elementos que participan a la hora de determinar la calidad de vida de una persona y que en definitivas cuentas son también los que le permitirán a esta gozar y mantener una existencia tranquila, sin privaciones y con un constante en el tiempo estado de satisfacción.

Entre estos factores se incluyen, e incidirán casi de la misma manera, aspectos económicos, sociales y culturales. Si bien es cierto que lo que se entiende por bienestar posee una importante carga subjetiva que le imprimirá cada individuo con su propia y singular experiencia, porque es claro, lo que para uno es bienestar para otro puede no serlo, existen factores objetivos para determinarlo y que son los que nos permitirán hablar y distinguir cuando hay o no hay una situación de bienestar.

Entonces, básicamente, en la concepción del bienestar social se incluyen todas aquellas cosas que inciden de manera positiva para que un sujeto, una familia, una comunidad, puedan alcanzar el objetivo de tener una buena calidad de vida.

Un empleo digno, en el cual se respete la percepción de un salario acorde al trabajo, capacitación y esfuerzo que se desempeña, más el merecido lapso de descanso que le corresponda a cada cual por ley y por la tarea que realiza, recursos económicos para poder satisfacer las necesidades básicas como ser de educación, vivienda, salud, tiempo de ocio y entretenimiento, son las principales cuestiones que nos hablarán del bienestar o no en el cual vive una persona, una sociedad.

Existen diversas maneras para medir el bienestar, desde un punto de vista estrictamente económico, porque sin dudas más allá de cualquier tipo de consideración, a favor o en contra, es lo que nos permitirá acercarnos al logro de una situación de bienestar global en la que se incluyan todos los otros aspectos, el social, el cultural, entre otros, el Producto Interior Bruto (PIB) de una Nación será el que asociado con el nivel de distribución de la riqueza al cual haya llegado dicha sociedad, nos dirá si hay o no bienestar, porque un alto PIB con una real distribución en materia de riqueza, provocará que el bienestar este extendido en la sociedad, pero si por el contrario, el PIB no es significativo y la concentración de la riqueza en unos pocos es lo que manda, entonces, no podremos hablar de bienestar en la sociedad en cuestión.

Asimismo, los índices de precios, las canastas básicas, bien medidos, claro está, no los dibujos que muchos gobiernos hacen para favorecer sus gestiones y el índice de desempleo de una Nación, nos permiten saber del bienestar o no que existe en una sociedad. Porque por ejemplo, si en un determinado país, las estadísticas oficiales, nos dicen que una familia tipo (matrimonio y dos hijos) puede vivir con $ 2.000 mensuales, nos permitirá saber cuántas familias disponen de bienestar y cuántas no, porque fácilmente quienes no dispongan de ese valor en su bolsillo cada mes no dispondrán del mencionado bienestar, tocando la carencia.

Pero también y ya saliéndonos de lo estrictamente económico, hay otras formas para determinar el bienestar de una comunidad: la esperanza de vida al nacer, la tasa de alfabetización, la cantidad de libros que se publican al año, el número de personas que pueden acceder a la Universidad, la disponibilidad que existen de algunos bienes de consumo considerados no dentro de las necesidades básicas, como ser una computadora, un teléfono celular, entre otros.

En tanto, el responsable máximo que tendrá en sus manos que una sociedad logre el tan ansiado bienestar es el estado, quien, mediante diversas políticas y medidas tendientes a corregir los vicios y las inequidades que se suscitan, promueva el bienestar para cada uno de los habitantes de la nación y por eso, además, tendrá la exigencia de él mismo poder generar y multiplicar riquezas.

Distribuir eficientemente la renta y promover el desarrollo de servicios públicos que les garanticen a las personas la resolución de temas básicos como ser la salud y de manera gratuita, por supuesto que contribuirán ampliamente a implantar un contexto de bienestar social.

jueves, 19 de diciembre de 2019

La Cultura Que Compartimos

Tenemos que hacerles ver lo que supone emigrar, e inmigrar. Ante el “discurso social” que suele posicionarse en las “facilidades” que tienen los inmigrantes para vivir, recibir ayudas, o que nos quitan trabajo etc. (de nuevo conceptos adultos), sin entrar en la certeza o no de esas afirmaciones (que no viene al caso en lo educativo), hagámosles ver las dificultades, obstáculos y barreras que sufren al venir a nuestro país, y lo doloroso que tiene que ser dejar su país, sus costumbres, su familia, amigos…


Que vean cómo a veces se juegan la vida para venir a nuestro país y conseguir algo de comida, dinero… en una situación desesperada.

Intentemos que se pongan en su lugar, que entiendan lo difícil que lo deben de tener, para así poder comprenderles mejor, ayudarles y apoyarles, lo cual derivará en una interculturalidad y una interacción mucho más positiva y menos conflictiva que al posicionarles como “enemigos”, “ladrones”, “vividores”, etc.

Potenciar su “mente abierta”
Las muestras de racismo y temor u odio hacia lo diferente suelen ser propias de gente o sociedades cerradas, sin “abrirse” al exterior, creyendo firmemente que no necesitan hacerlo.

Mantener al niño/a en una “burbuja” social, cerrada al exterior, en la que todas las personas con las que interactúe sean muy similares, estará empobreciendo su vida, su cultura, su aprendizaje… y le estará inadaptando para una sociedad en la que habrá mucha diversidad.

Cuánto más formas diferentes de vida conozcan los niños/as, cuántas más costumbres diversas, formas de vivir, de hacer las cosas, de pensar… cuánto más avanzados estén en este sentido mejor se adaptarán a la sociedad del futuro, al mundo adulto.

Para ello resultará muy positivo contarles historias de otras sociedades, cuentos, leyendas, mitos, relatos históricos, anécdotas… que conozcan otras culturas, visitando museos, probando alimentación de otros países… y por supuesto viajando si es posible. Todo esto ayudará a que tengan la “mente más abierta” a ver qué otros tipos de vida son posibles, y que se puede convivir con ellos, y disfrutarlos.

Evitar generalizar y usar los tópicos
Es el gran rival a batir y el síntoma más claro del racismo: los tópicos y las generalizaciones.
Tener un conflicto con una persona de otro país no es ser racista, pero generalizar que todas las personas de ese país tienen los mismos rasgos negativos que la del conflicto sí lo es.

El “odio” o “menosprecio” a personas de otra raza o cultura lleva intrínseco, además del pensamiento obvio de que la otra cultura es negativa, que la nuestra “es mejor”, que “es superior”.
Intentemos que nuestro/as niños/as, sociedad del futuro, no caigan en el racismo de creerse “superiores” al resto de sociedad.
¿Cómo lo podemos hacer? Haciéndoles ver lo ilógico y lo injusto que es ser racista y/o nacionalista al extremo (es decir, sentirse “superior” a otra raza).

– Es ilógico.
Hay un discurso que los/as niños/as entienden muy bien. Este discurso consiste en hacerles ver cómo el racismo, o el nacionalismo, son ilógicos, absurdos, porque parten de que alguien se siente “mejor” que otros, por haber nacido en un sitio determinado y eso, el nacimiento, es un asunto de puro azar. 

Hagámosles ver que han nacido en España, pero perfectamente podrían haber nacido en cualquier otro país. Fue suerte que nacieran aquí, podrían haber nacido en cualquier otra parte. ¿Cómo sentirse orgulloso o mejor que otro por algo que es cuestión de suerte y que ellos/as no han tenido que hacer nada para conseguir? Sería como sentirse orgulloso o mejor que otro por ser moreno, o rubio… Absurdo. Uno puede sentirse orgulloso por ser buena persona, trabajador, generoso, cariñoso… ésas sí son buenas razones, pero ¿por ser moreno, español, alto…? Son cuestiones puras de azar.
Les sorprendería lo bien que comprenden estos razonamientos.

Y, a partir de aquí, podemos seguir debatiendo con ellos el por qué una persona que ha nacido aquí tiene más derecho a trabajar en un sitio que uno nacido en otro país… siguiendo el razonamiento anterior son ellos/as mismos/as los que se dan cuenta de que las razones por las que una persona es “buena” para un trabajo o lo que sea tendrán que ver con sus valores, capacidades… pero no con su “origen”, que es meramente cuestión de suerte.

Es un discurso que funciona y que ayuda a impedir los pensamientos racistas y de sentimiento de superioridad respecto a otras razas o culturas.
– Es injusto.
Además de incidir en lo ilógico que puede resultar el racismo y el sentirse mejor que otro solo por el lugar de nacimiento o el color de la piel, también es positivo hacerles ver la injusticia (obvia) que existe en esos pensamientos.

Hagámosles ver que dónde haya nacido una persona no tiene unas consecuencias claras en su comportamiento. Es decir, que no todo lo que haga una persona uruguaya está bien por el hecho de ser uruguaya, ni todo lo que haga un inmigrante es malo por ser inmigrante.

Ayudemos a que se den cuenta de que los valores están por encima de las personas, y de su origen.

Esto es dificilísimo, porque es la clave de la buena convivencia intercultural, pero al mismo tiempo resulta sencillo irlo trabajando desde el mundo infantil, donde las normas están muy marcadas y puede ser fácil que vean de forma negativa “romper una norma” o “hacer algo mal”, indistintamente de quién lo haga.

La clave es conseguir que vean que lo que está bien está bien, y lo que está mal está mal, sea quien sea quien lo diga o lo haga. Y esto, insisto, es algo que en el mundo adulto nos cuesta mucho conseguir (ante una idea, nos parece buena si la dice un/a amigo/a o mala si la dice alguien que nos cae mal, etc.), pero a los/as niños/as les podemos hacer ver que los valores, lo bueno, lo correcto, es igual para todos, y que lo negativo e incorrecto también. De esta forma condenarán o no estarán de acuerdo con las personas que hagan una mala acción, sean de dónde sean, y no con colectivos de personas por ser quiénes son, hagan lo que hagan.


La conclusión sería ésa: que condenen los malos actos, sea quien sea quién lo haga, y no a un grupo de personas, hagan lo que hagan.