viernes, 9 de abril de 2010

La Creatividad Humana

La Creatividad Humana:
En nuestras vidas ocurren situaciones de muy variado tenor, el simple hecho de estar vivos, nos lleva a ocupar espacios, a impregnar el territorio en el cual nos movemos de cierta aureola, algo que es nuestro en el sentido de identidad, que nos diferencia de los otros, y esa diferencia, ese ser singular, emite su propia impronta, su “ yo soy” y su accionar en el contexto de la convivencia, no siempre es percibido por los demás de la misma manera.
En las acciones inherentes al simple hecho de vivir, aunque dediquemos lo más preciado de nuestro esfuerzo al logro de objetivos que redunden en beneficio de todos los que conforman nuestro entorno íntimo, lo que hagamos, pasará, inexorablemente, por “la vara de medir” de cada uno de sus integrantes.
Los receptores del resultado de nuestras acciones, evaluarán y emitirán su juicio, de acuerdo a sus propias escalas de valores, sopesarán el costo-beneficio que supuestamente pudiesen haber recibido y el grado de compromiso o reciprocidad que las referidas acciones conlleven.
Podemos creer que nuestro comportamiento hacia los demás ha sido el mejor que se podría esperar, y que somos merecedores al reconocimiento, de todos aquellos, que, suponemos, han sido beneficiados por nuestra conducta, pensamos que los hechos positivos que hemos realizado, oficiarán de créditos a nuestro favor, una suerte de inversión a futuro la cual redundará en una abultada suma de gratitud acumulada a través del tiempo.
La cual, con el paso del tiempo, nos será reconocido y llegado el caso, recompensado por la reciprocidad.
Este sentimiento, que ha crecido abonado por la esperanza propia del sembrador que deposita la semilla en la tierra, confiado en su fertilidad y en un clima propicio que haga posible la germinación y crecimiento de lo que seguramente será, en su debido tiempo, una abundante cosecha.
Ahora bien, comencemos a deshilvanar, paso a paso, el entretejido de la trama con la que hemos confeccionado el manto con el cual hemos cubierto nuestras acciones a lo largo del trayecto que hayamos recorrido en esta vida, trayecto que puede haber sido lineal, vale decir, una sola vida, un nacimiento, una niñez, una juventud, estudio, trabajo, familia, etc.
O puede haber sido una sucesión de distintas formas de vivir, la niñez hasta… y después de… la escuela tal, o las escuelas tales, mi madre, mi madrastra, mi esposa, mi o mis ex esposas, los hijos míos, los hijos de, y así sucesivamente.
Si bien cada uno de nosotros es un universo en sí mismo, lo cierto es que nos interrelacionamos unos con otros, que nuestra condición humana es esencialmente un fenómeno social, los seres humanos estamos ligados a la convivencia, a un punto tal, que es inimaginable la supervivencia de la especie sin relacionarlo con la interrelación de todos y cada uno.
Y todos y cada uno de nosotros, conformamos e integramos, una variada gama de constelaciones, ya sean éstas, familiares, profesionales, gremiales, políticas, deportivas, etc.
El término globalización, si bien se emplea para referirnos al grado de desarrollo de la tecnología, las comunicaciones, el mercado internacional, etc. situación que genera grados tales de interdependencia que nos hace sentir como propios a acontecimientos que ocurren en el otro extremo del planeta, también es aplicable al fenómeno de las interrelaciones de la sociedad humana en su conjunto.
Nuestras acciones surcan el espacio sideral donde se desarrolla la vida humana, cual meteoros que se desplazan a gran velocidad, colisionando y fusionándose unos a otros, son la energía vital que desarrolla el intelecto y nos proyecta hacia el futuro, la evolución de nuestra especie, el genio que investiga y descubre, el artista que encuentra nuevas fuentes de inspiración a su imaginación creativa, el poeta, el escritor, los lectores, los televidentes, los llamados internautas, todos y cada uno, se expresan en reacción a las señales que perciben en ese vertiginoso desplazamiento de acciones humanas al cual llamamos vida.
Hugo W. Arostegui

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