El Cumpleaños de Emiliano
Esta mañana, sentado al frente de la pantalla de mi computador, y con una página en blanco de Word, que me invita a convocar a las palabras que anidan en mi mente, prontas para delinear, una tras otras, las frases que me ayudarán, a darle forma y sentido, a un conjunto de vivencias, que se agolpan en mi pensamiento, y a las cuales pretendo desglosar en el contenido de este artículo.
Ayer, último día de abril, no era un día más, en el calendario de unos jóvenes padres, desde hace un año, este último día de abril, les quedaría grabado para siempre a lo largo de toda su vida, ¿el motivo? La llegada del pequeño Emiliano, un niño, que al nacer, les extenderá el certificado que los acreditará formalmente como padres, sin él, sin el pequeño Emiliano, nada de esto ocurriría, son nuestros hijos, quienes nos convierten en padres, de ahí, la trascendencia e importancia de su presencia , primer aniversario, ¡felicitaciones!
Ahora, ya que estamos hablando de cumpleaños, me gustaría realizar algunas apreciaciones, sobre el verdadero significado de un cumpleaños.
Es interesante observar, que la mayoría de las personas, no tiene muy claro lo que verdaderamente ocurre cuando festejamos un cumpleaños, y digo festejamos, porque esto es lo que ha sucedido, hemos cumplido, coronado una etapa, hemos acabado un ciclo, y nos preparamos para comenzar otro, inmediatamente.
Cuando se conmemora un cumpleaños, generalmente, hacemos una fiesta, convocamos a familiares y amigos, y… por supuesto, preparamos una torta, de determinadas dimensiones, a la cual le colocamos tantas velitas, como años cumplidos tenga el aniversariante ¿no es así?
Me pregunto: ¿alguien se ha puesto a pensar en el significado de las velitas encima de la torta?
Lo que hacemos en un día de cumpleaños, lo heredamos de nuestros ancestros, existen ciertos formalismos sin los cuales, un cumpleaños no estaría completo, y dentro de esa formalidad, sería impensable un cumpleaños, sin torta, sin las velitas encendidas, y mucho menos, sin el aniversariante aspirando profundamente para de un soplido apagar las consabidas velitas, a veces, soplando y resoplando, si éstas, las velitas, son aquellas que se vuelven a encender varias veces.
He preguntado varias veces sobre si alguien sabe porqué apagamos las velitas, cantamos que lo cumplas feliz, y aplaudimos ruidosamente una vez apagadas las velitas, y al parecer nadie se ha puesto a pensar si existe algún significado a no ser el de hacerle pasar un momento de alegría y reconocimiento al homenajeado.
Me parece que existe cierta confusión sobre la forma de contabilizar los años que cumplimos, todos nos referimos a nuestra edad partiendo de nuestro último cumpleaños, es por eso que decimos tengo tantos años, cada vez que se nos pregunta nuestra edad, pero, ¿es esto una forma correcta de contabilizar nuestra edad? Si estuviésemos dando una lección de historia, nos referiríamos a nuestro siglo, como el siglo veintiuno de la era cristiana, y esto lo hacemos porque el siglo veinte se cumplió el día 31 de diciembre de 1999.
Siguiendo esta línea de razonamiento, nuestro año se cumplió, precisamente el día en que festejamos nuestro cumpleaños, al día siguiente, ya estamos viviendo a cuenta del año siguiente, de manera que , si por ejemplo, una persona cumple hoy veinte años, mañana estará viviendo el año veintiuno de su vida, ¿entienden?
Esto es lo que da sentido al apagado de las velitas en nuestra fiesta de cumpleaños, lo que ocurre, cuando soplamos las velitas, es decir que hemos culminado un año de vida, las velas encendidas representan el año que culmina y al apagarlas, bueno al apagarlas, nuestro año ha culminado, nuestro año ha sido cumplido, ya empezamos a vivir a cuenta del próximo.
La clave de todo esto es que tengamos conciencia del pasaje de los años y que cuando apaguemos las velitas, sintamos que hemos cumplido, que no solamente el tiempo cronológico ha pasado, sino que también hemos ganado un año más en nuestra realización individual, entonces sí, cuando soplemos las velitas, podremos decir, ¡feliz cumpleaños!
Hugo W. Arostegui
No hay comentarios:
Publicar un comentario