Construyendo Ciudadanía:… ¿Construyendo?
En estos días pasados, en la Plaza Internacional, que une a las ciudades de Santana Do Livramento, Brasil y Rivera, Uruguay, más conocida como “La Frontera de la Paz”, se ha puesto en práctica un programa que tiene como muy loable objetivo, la búsqueda de una mayor conciencia de lo que significa el “ser ciudadano” una forma de mostrar lo que es posible realizar cuando la sociedad en su conjunto, vuelca su potencial en la acción solidaria hacia los sectores menos favorecidos.
En el transcurso de estas jornadas, los ciudadanos pueden, entre otras tantas actividades, regularizar su documentación, hacer chequeos de su salud, como: presión arterial, diabetes, clínica odontológica, vacunación, etc. como también realizar diferentes actividades, todas ellas relacionadas con su bienestar y recreación.
Es posible observar intentos de educación ciudadana a través de actividades dirigidas a los niños pequeños: como ser, respeto a las señales de tránsito, allí los niños disponen de vehículos acordes a su edad, donde se desplazan en circuitos donde pueden poner a prueba los conocimientos teóricos recibidos.
Como es comprensible, en estos días de intensa actividad, reina un clima festivo, de jolgorio colectivo, con mucha música y diversión al alcance de todos, con puestos de comida abarrotados, mucha cerveza para los jóvenes y adultos, refrescos y golosinas para los más pequeños, en una palabra, la plaza se llena de gente dispuesta a disfrutar al máximo de este encuentro al cual las autoridades han denominado con el sugestivo nombre de “Construyendo ciudadanía”.
En esos días la plaza luce sus mejores galas, iluminación a pleno, vigilancia policial, inspectores de tránsito, servicios de limpieza, gabinetes higiénicos, en fin, toda una infraestructura que permita una atención adecuada a un público que acude en familia y permanece largas horas durante prácticamente todo el día.
Durante el transcurso de esta actividad, los ciudadanos que han venido con la consigna de “construir soberanía” se comportan de un modo muy particular, en una demostración flagrante de que para ellos el concepto de ciudadanía no es otra cosa que una referencia abstracta, algo que se menciona en los discursos, algo que no les incumbe, y sobre todo, que en nada les obliga con el entorno, a lo sumo les interesa su propio clan, el pasarla bien junto a los suyos, el aprovechar al máximo lo que se les ofrece sin pensar en absoluto en los demás.
Lo que observamos, conspira contra todo lo que entendemos como cultura cívica, lo que allí ocurre es una postal que ilustra el grado que hemos alcanzado de conducta antisocial, conducta que es aplicada por todos, por los adultos, que son los paradigmas de todo lo que no debe hacerse, como los más jóvenes y niños, que crecen adoptando estas actitudes con total naturalidad.
Entiendo que esta forma de exponer lo que observamos, puede causar en los lectores, la sensación de que nos anima una intención de realizar una crítica destructiva, de menoscabar todo el esfuerzo que se realiza con la sana intención de crear conciencia de pertenencia a un entramado social, al cual denominamos, ciudadanía.
Aceptamos este riesgo, lo que mencionamos puede molestar e incluso irritar a más de uno, pero, aunque pueda dar el efecto de un supositorio de pimienta, creo que bien vale la pena explicar, los acontecimientos que han motivado nuestra exposición.
Acontecimientos tales como: Si estamos comiendo, dejamos caer los restos en el mismo lugar donde los consumimos, a lo sumo los corremos con la punta del pie para que no moleste, a nosotros, claro está, lo mismo ocurre con la bebida, dejamos caer el vaso, una vez vacío, de nuestra mano y a otra cosa, y conste que esto se realiza tanto en la calle o en el medio de una sala de baile, ni hablar de los gabinetes higiénicos, ni menos de caballeros o de damas, estas denominaciones sólo se utilizan en el juego de ajedrez.
No resulta un comportamiento propio de alguien que tenga un grado mínimo de conciencia social, los actos realizados en plena plaza pública, por aquellos que han sido convocados para nada menos que “construir ciudadanía” actos que no se limitan a un evento en particular, como el que mencionamos ahora, sino que son repetitivos en todo lugar público, a cada día y a toda hora, dando una clara demostración del grado de depredación que el mal llamado ciudadano, hace de los espacios que debería preservar, por ser un bien común que nos pertenece a todos, y por lo tanto, ser una responsabilidad indelegable de cada uno.
Nos referimos a actitudes comunes, que por lo tanto nadie reprime, acciones que molestan a muchos, pero que nadie denuncia ni reclama, simplemente dejamos “que la vida nos lleve”, como se expresa en una canción muy popular, aunque, en el fuero íntimo, todos seamos conscientes del grado de deterioro que, como sociedad, nos va deslizando, para algunos inadvertidamente, a otras épocas, las de barbarie, que lamentablemente no hemos podido superar.
Hugo W, Arostegui
No hay comentarios:
Publicar un comentario