viernes, 25 de noviembre de 2016

Las Conductas Extremas


Existen muchas personas que adoptan en sus decisiones posturas extremas, o dicho de otra manera, se refugian u ocultan sus temores en posiciones extremas buscando, quizás instintivamente, el amparo que puedan brindarles todos aquellos que motivados por las mismas inseguridades le ofrezcan la posibilidad de “engrosar un frente común” evitando de esta manera el tener que asumir en solitario los dictados que puedan “susurrarle” su propia conciencia.

En momentos en que estamos hablando de flexibilidad y tolerancia como conducta colectiva que nos permita una adecuada integración en la diversidad, de todos quienes formamos parte de una sociedad, que se manifiesta en la libre expresión de cada una de sus partes, consolidando el todo,  de “un entramado social” que asume su “identidad” como la manifestación “libre y espontánea” de cada una de sus partes” nos parece un “franco retroceso” que algunos de sus exponentes adopten conductas tan radicales que les lleve a no admitir dentro de su seno manifestaciones que parecieran que les contradice y ante las cuales no existe la voluntad, no solamente de dialogar sino , y esto es lo grave, que les induce a la adopción de actitudes francamente hostiles y violentas en contra de aquellos que no adhieran a su radical forma de manifiesta intolerancia.

“En la mayoría de los casos, el extremista, lleva sus ideologías a un extremo; sin embargo, los extremistas políticos toman acciones, convirtiéndose en una especie de activistas que buscan apoyar con todas sus fuerzas al movimiento político, además de que aplican sus puntos de vista de manera radical, y mantienen sus opiniones de igual manera, por lo que muchos asumen que sus acciones estarían marcadas por la violencia, pues es la manera en la que actúan, usualmente, los sujetos con sus opiniones al límite.”

En la religión, de alguna manera, es uno de los entornos en donde la mayoría de los extremistas, pues la utilización de una figura que representa un “gran poder que controla todo lo existente y por existir”, además de la creencia, sumamente arraigada en la cultura, de que se va “al cielo”, después de morir, lugar en que se puede encontrar la paz eterna, aunque se deben cumplir ciertos requerimientos para lograrlo, como lo es amar al ente todopoderoso y vivir una vida sencilla; algunas personas, con esperanza, cumplen estos requisitos con fervor, lo que puede generar una tendencia que sobrepasa los límites. Igualmente, se pueden excluir a los demás sujetos que no presentan las mismas conductas.”

Nos sentimos comprometidos con todas las manifestaciones que tiendan a una mayor integración y tiendan a “tender puentes” entre todos para poder cruzar y superar todos los límites que pudiesen conspirar en contra de tan nobles como vitales objetivos.

Hugo W Arostegui


jueves, 24 de noviembre de 2016

La Vida Que Nos Pertenece


Es muy bueno reflexionar sobre cuál sería una de las razones básicas, por no decir la razón prioritaria, por la cual nos manifestamos  y tomamos partido en todos los ámbitos que fueren necesarios en procura de definir ante quien corresponda de que estamos siendo contemporáneos con la vida que transcurre y nos transporta, la cual nos pertenece de pleno derecho y a la que no estamos dispuestos a dejarla pasar, por la sencilla razón de que estamos vivos, juntos, la vida y nosotros, compartimos el tiempo presente, redactamos y escribimos las páginas que dan cuenta de nuestro paso y existencia.

Esta, definitivamente, no es tarea para historiadores de un tiempo que ha pasado, ésta es nuestra propia historia, a nosotros corresponde narrarla, llenar con nuestro puño y letra los espacios que aún continúan en blanco en el trazado de nuestras propias vivencias.

Hubo un tiempo pasado que nunca ha sido nuestro y existe un tiempo presente que estamos configurando al cual le damos sentido, este es el ahora de nuestras vidas, todo cuanto sucede o pudiera llegar a suceder deberá contar con nuestra presencia en un aquí, ahora, y conmigo sin exclusiones ni excluidos en el quehacer constante que nos conducirá al futuro.


Hugo W Arostegui

No Te Detengas


No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas...

Poesía: No te detengas . (Walt Whitman)

Aportemos


Hoy en día son innumerables las oportunidades que nos surgen, diría a cada paso, en el intercambio de información que recibimos y transmitimos a través de los múltiples medios puestos a nuestro alcance mediante los cuales estamos en contacto.

Las redes sociales que hemos conformado se han convertido en un medio muy valioso de compartir inquietudes, como asimismo, una gran oportunidad para desarrollar nuestra solidaridad y fortalecer nuestro espíritu de colaboración con todos aquellos que de alguna manera necesiten de nuestro aporte solidario.

“Cabe destacarse que cuando es necesario conseguir algún fin que de manera individual sería realmente complejo de lograr, o directamente imposible, es que se llama, se invita a la gente que pueda hacerlo a colaborar con su participación, su esfuerzo, para poder alcanzar la propuesta que se persigue.

Asimismo, cuando observamos que alguien, un amigo, un compañero, un afecto cercano, necesita de nuestra ayuda, cooperación, auxilio, en la realización de alguna tarea o actividad y lo asistimos, estaremos colaborando con él.

Entonces, la de colaborar es una acción sumamente común y corriente a instancias de las relaciones interpersonales y en diversos ámbitos.

Y también el término de colaborar se usa para indicar la relación laboral que mantiene un individuo con una empresa determinada y que principalmente se destaca por no implicar la típica vinculación de dependencia laboral, ya que quien colabora, generalmente, lo hace de una manera un poco más libre en lo que respecta a la asistencia física al lugar de trabajo y el cumplimiento de horarios.”
... via Definicion ABC http://www.definicionabc.com/social/colaborar.php

Como decimos, hemos construido entre todos un medio sumamente eficaz por el cual contrastar nuestra tan peculiar indiferencia y demostrar por la vía de los hechos de cuánto somos capaces de aportar en ese encuentro en el que todos y cada uno podemos transformar los desafíos individuales en una realización colectiva que haga posible que las cosas sucedan.

Hugo W Arostegui


miércoles, 23 de noviembre de 2016

Amplitud de Miras


“Dar verdadero sentido a nuestra vida se va convirtiendo en realidad a lo largo de nuestra existencia, en la medida en que llevamos a la práctica el propio proyecto personal de crecer y perfeccionarnos desde dentro, encontrando satisfacción en la labor que realizamos, teniéndonos en gran estima y convirtiéndonos en nuestro mejor amigo.

Sólo cuando hemos logrado vivir en paz y armonía interior con nosotros mismos, estamos en disposición de derramarnos sobre los demás, de salir de nuestro caparazón mezquino y miope y elevar nuestra mirada por las altas y lejanas cumbres de la generosidad y del bien común, como actitud, como programa de nuestra vida cotidiana.

¿De qué manera? Haciendo realidad los siguientes principios:
a) Como dice Buscaglia, hay que sentir la propia identidad sabiendo que no es perfecta, pero que está en proceso de creación y de crecimiento. «Siempre pasan meses entre la siembra y la siega».
b) Gozar de la vida en sus múltiples facetas y comprender que la dicha, la felicidad, es una cuestión de interpretación personal, digo más, de elección. Cada pensamiento, cada acción es sobre todo un acto de elección, de interpretación de la realidad presente, sea cual fuere, de forma positiva o negativa. Seamos positivos, sembrando comprensión y esperanza.
c) Lo verdaderamente importante no es el propio interés, sino la cooperación desinteresada y el interés mutuo. «Al perder el interés apasionado por nuestros semejantes, hemos perdido la capacidad de ser felices», subraya A. Montagú.
d) Las acciones de interés social que redundan en provecho de pueblos y comunidades enteras y son de carácter universal producen una felicidad de mayor calidad y la correspondiente valoración positiva de sí mismo.
e) Hemos de convertir nuestra vida en un largo sendero sembrado de amor: a un lado, la aceptación y el amor a nosotros mismos; al otro lado, el amor y la aceptación de los demás.
f) Atinadamente afirma Amando de Miguel que “el truco para alcanzar la felicidad está en fijarse aspiraciones modestas”, refiriéndose a las cosas pequeñas, de cada día, aquellas que para la mayoría de los mortales carecen de importancia. Pero son precisamente estas “aspiraciones modestas”, sentidas y vividas en paz y armonía con nosotros mismos y con nuestros semejantes, las que forman el entramado de base de todo espíritu noble y generoso… ¡con amplitud de miras!
Dice Phil Bosmans en su Canto a las cosas sencillas de cada día.
“Redescubre las cosas normales,
el encanto sencillo de la amistad,
las flores para un enfermo,
una puerta abierta,
una mesa acogedora,
un apretón de manos,
una sonrisa,
el silencio de una iglesia,
el dibujo de un niño,
una flor que se abre,
un pájaro que canta,
una hilera de álamos,
un riachuelo, una montaña…
La vida se vuelve una fiesta
cuando sabes disfrutar
de las cosas normales de cada día”.

Esa amplitud buscamos y es a esa amplitud que aspiramos

Hugo W Arostegui

Obsecuencia


“Es así que los despreciables obsecuentes se desviven en brindar celeridad ante el menor requerimiento sugerido, o festejan cualquier nimia ocurrencia de aquel individuo a quien desean servir. A veces, sobreactúan de un modo patético.
En algunos casos, quizás este accionar tenga su origen en un sentimiento íntimo de inferioridad, o asuman esa conducta con la malsana y perezosa intención de aventajar a otros semejantes —por lo general más capaces y laboriosos que ellos— para obtener un mejor reconocimiento en el grupo de pertenencia. Cuanto menos informal sea la organización donde se hallen, mayor será el daño ocasionado por estos individuos.
Este panorama se torna deleznable cuando tanto el subordinado como el supuesto líder son obsecuentes ambos. En estos casos, el resultado será fatalmente malo para cualquier grupo humano que los cobije. El jefe obsecuente no podrá entender la conducta de ninguno que no aplique la obsecuencia ciega hacia su persona. Automáticamente verá en él una amenaza a su liderazgo: nada peor para un vicioso que la virtud en un subalterno.
Hay veces en que el obsecuente cree que brinda sus favores a alguien menos capacitado que él, con lo cual siente un íntimo regocijo al pensar que, mediante sus artilugios de manifiesta obediencia y recepción de favores, maneja desde las sombras la situación. En verdad, los hechos se suceden por mera casualidad.
He visto como algunos pobres diablos tratan de hacer méritos mediante obsequios desmesurados a sus líderes; cuando en realidad debiera ser al revés, pues quien obtiene un mayor beneficio de un buen resultado es quien está a cargo y —por tal razón— debiera estar agradecido a todos aquellos que lo hicieron posible.
Existe desde aquel pequeño alumno mediocre, que entrega un regalo exagerado a la maestra, en busca de buenas calificaciones, hasta el empleado que se tira de cabeza a un pozo lleno de barro, para socorrer a su jefe, que ha tropezado dentro del mismo, en un afán desmedido por lograr un evasivo aumento de sueldo o un inmerecido ascenso.
La Argentina —como todos sabemos— es un país extraño. En él la norma es la anomia, razón por la cual, las artes de la obsecuencia son favorecidas.
En algunos raros casos, donde no se practica este fenómeno, tal situación se debe a que el subalterno es un familiar cercano de alguien con mucho poder. En estos casos resulta gracioso ver al jefe prodigando favores al subalterno.
Por estas razones, me resulta verdaderamente cómico escuchar esos argumentos sobre el reconocimiento recibido por este Fulano, o aquel Mengano, en función a su gran capacidad y logros obtenidos, cuando en realidad me consta que los personajes premiados sólo son mediocres… y obsecuentes.
El accionar de los obsecuentes torna muy difícil para el virtuoso encarar actividad alguna con un nivel de éxito significativo. Alcanzar un resultado, que luego pudiese depararle algún tipo de reconocimiento, le resulta una empresa casi imposible: no está preparado para resistir las argucias y zancadillas que le propinará el otro. Una situación que pudiera resultarle favorable y ser visible a los ojos de todos, no pasará desapercibida para quien pueda sentirse amenazado en su impericia o falta de capacidad.
En su argumentación para desmerecer al laborioso nunca faltarán argumentos: demasiado celo por su profesión que le impide ver la realidad con mayor claridad, tener un mal carácter, ser egoísta, ser petiso, ser gangoso, o ser negro.
Por eso, algunos pobres a los que en el reparto de dones les fue mal, sabedores de sus límites, finalmente no les quedará más remedio para progresar que hacer méritos y congraciarse con sus jefes. Y como saben de antemano que no tienen la capacidad intelectual para merecer ascensos, el único camino que se les ocurre es el de la obsecuencia.
Pero —como decía mi abuela—, “más vale caer en gracia, que ser gracioso”; por lo que a veces más que lograr sus fines, estos desdichados ponen aún más en evidencia sus limitaciones y terminan haciendo el papel de bufones.
Entre los de su especie, su arsenal está pletórico de las artes de la calumnia y el chisme; armas que utilizan con predilección sobre aquellos otros a los que su pobre razonamiento hace ver como rivales que deben vencer.
En este juego maléfico rápidamente recibe buenas dosis de su propia medicina, aplicada por parte de otros obsecuentes como él: estas dosis suelen ser fatales sobre él. Por el contrario, para quienes no necesitan mentir sus capacidades —pues son evidentes— esos ataques sólo les causan un daño momentáneo; aunque tal benignidad es cierta solamente si tuvieren otra oportunidad para mostrar su valía, entonces demostrarán tal equívoco y —en este caso— será el obsecuente quien terminará cuestionado.
Pude observar que generalmente se forma una pareja inseparable: el obsecuente y su jefe mediocre. En este nefasto dúo, uno de ellos se encarga de obtener todo tipo de información que desmerezca a sus compañeros, es el alcahuete, lo que es utilizado luego por el otro para cortar cualquier posibilidad de reconocimiento hacia alguno de sus dirigidos, en especial aquel que pudiera eventualmente convertirse en reemplazante suyo, o —lo que es peor— pudiera poner de relieve su poca capacidad para ocupar esa posición de privilegio. A cambio, prodiga escasos beneficios al obsecuente que le hace tal favor.
Si un obsecuente progresa, junto con él progresará su metodología de trabajo. Malos días le esperan a esa organización. Y aunque —por incompetente—  finalmente el obsecuente termine relevado, habrá ocasionado ya un grave daño a todos.
También me consta que, en otros casos, la obsecuencia es una burda actuación a tiempo completo, pero dirigida hacia un fin determinado: la obtención de un favor.
Esto es muy común en la política, donde la gente se arrima a los políticos con el solo fin de obtener un beneficio dado, que bien puede variar desde una pensión o subsidio, hasta una beca de estudio para un hijo o la asignación de una vivienda en un plan del gobierno, o aún un puesto de trabajo —aunque más no fuera temporario— para alguno de la familia.
En esas personas su lealtad hacia los postulados y objetivos que defiende ese político durará lo mismo que la paciencia que tengan para esperar por aquel beneficio. Llegado a ese punto, para el logro de su meta, el obsecuente se venderá al mejor postor.”

pensamientosyopinionesdearturo.blogspot.com/2012

martes, 22 de noviembre de 2016

No Tirar La Toalla


Utilizamos este término de no tirar la toalla recurriendo a una expresión típicamente latina, para referirnos a un comentario que por notoria actualidad se refiere a las muy probables dificultades que se agregarían a las muchas ya padecidas  por todos aquellos que han debido tomar la penosa decisión de buscar nuevos horizontes fuera de sus países de origen.

Los  cambios sustanciales anunciados en las últimas elecciones realizadas en nuestro todopoderoso vecino del norte del Río Grande, donde no han faltado el uso de los más duros epítetos para todas aquellas personas que producen la mayor riqueza jamás vista en tiempos de crisis( no obstante ser groseramente discriminados por realizar sus tareas carentes de documentación y garantías ciudadanas situación que es extensiva a los miembros de sus propias familias), hacen que cunda el pánico entre ellos como asimismo una muy genuina preocupación sobre sus posibilidades de sobrevivencia en el futuro.

“Tirar la toalla” es una expresión que usualmente se aplica a una situación en la que nos rendimos y dejamos de intentar conseguir aquello por lo que estamos luchando ya que no salimos airosos, abandonamos, nos damos por vencidos.
Tiene su origen en el mundo pugilístico. Cuando el entrenador o preparador de un boxeador ve que éste está al límite de su resistencia y no se encuentra en condiciones físicas de continuar tiene la opción de arrojar una toalla al aire (que debe caer dentro del cuadrilátero) como símbolo de rendición y finalización del combate para evitar daños mayores o irreparables.

Algunas fuentes señalan que en un principio se arrojaba la esponja con la que se refrescaba al boxeador, pero más tarde se optó por la toalla al ser ésta más fácilmente visible.”

Es ahora más que nunca donde debe aflorar la voluntad combativa del emigrante, con la fuerza y dignidad de su trabajo calificado, donde no se vislumbran, ni en el corto ni mucho menos en el largo plazo, etnias blancas ni de ningún otro color capaces de satisfacer la demanda agregada que pudiesen brindarles el confort y bienestar que tanto anhelan y necesitan.

Los tiempos han cambiado y ya no queda espacio, y si lo hubiera, sin lugar a dudas no hay cabida, civilizadamente hablando, para que turbas xenófobas, culturalmente anquilosadas, pretendan, con su nacionalismo exacerbado,  someter a sus semejantes a un trato discriminatorio o despectivo, entiendo que será  nuestra propia evolución quien se encargará a su debido tiempo de poner las cosas en su lugar.

La altivez, el discurso agresivo y retumbante tendrán que cederle el paso a una realidad circundante que nos envuelve y globaliza, somos ciudadanos de un mundo que se manifiesta e impone sus condiciones y en donde las posturas fósiles y arcaicas solo se podrán exhibir en los museos ni siquiera tendrán lugar en cárceles u hospicios.

Hugo W Arostegui