lunes, 24 de abril de 2017

Entendimiento


Facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad.
Capacidad de pensar y obrar con buen juicio, prudencia, reflexión, sensatez y responsabilidad

El entendimiento permite la comprensión de la realidad a partir de esta facultad mental. Desde el punto de vista filosófico, este concepto también recibe el nombre de intelección o aprehensión de la realidad a través de la que se accede a la esencia de las cosas.

El entendimiento muestra la capacidad de discernimiento racional que potencia la deliberación en la toma de decisiones. Esta capacidad de discernir muestra la posibilidad que tiene el ser humano de diferenciar aquello que es correcto de aquello que no lo es.

El entendimiento muestra el valor del buen juicio, es decir, de obrar a partir del sentido de la prudencia.
El entendimiento es uno de los aspectos esenciales en el proceso de conocimiento por parte del sujeto. Una facultad que muestra la relación entre la mente y el objeto a través del ejercicio de conocer.

El conocimiento que es la base del entendimiento es una acción inmanente cuyo origen y término se encuentra en el propio sujeto. El entendimiento implica poner atención en cada cosa para poder captar la raíz esencial.

Además del plano del conocimiento, la capacidad de entendimiento también tiene una gran influencia en el contexto de la comunicación interpersonal puesto que dos personas pueden llegar a un entendimiento mutuo a través del poder de la palabra, es decir, pueden comprenderse al escucharse. 

Desde el punto de vista de la comunicación, es positivo utilizar argumentos concretos que respalden el valor de un mensaje determinado a través de la organización adecuada de ideas principales e ideas secundarias. Se trata de aportar razones que tengan una validez sólida en la expresión de un mensaje determinado. Existe una actitud que dificulta la capacidad de entendimiento mutuo: querer llevar siempre la razón.

La reflexión sobre el propio entendimiento ha sido objeto de reflexión filosófica como muestra la epistemología que muestra la capacidad del filósofo de admirarse de esta facultad humana que aporta una gran libertad a la existencia. Y es que, el entendimiento permite poner conciencia a la existencia al tener la capacidad de reflexionar sobre los propios actos y sus consecuencias. Esta reflexión también es base en la ética.

Frases de Entendimiento:

No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela.                       
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.

Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender.
José Ortega y Gasset (1883-1955) Filósofo y ensayista español.

La llave que se usa constantemente reluce como plata: no usándola se llena de herrumbre. Lo mismo pasa con el entendimiento.
Benjamín Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense.

Hasta que el marido no entiende absolutamente todas las palabras que su mujer no ha dicho, no estará realmente casado.
Alfred Hitchcock (1899-1980) Director de cine británico.

El problema es que la información no es el entendimiento.
Nadine Gordimer (1923-2014) Escritora sudafricana.

El entendimiento es una tabla lisa en la cual nada hay escrito.
Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.

Cuando leemos demasiado deprisa o demasiado despacio, no entendemos nada.
Blaise Pascal (1623-1662) Científico, filósofo y escritor francés



domingo, 23 de abril de 2017

Solitarios Entre “Los Otros”


No nacemos hechos; vamos haciéndonos. Más preciso aún: los otros, que desde el comienzo vamos encontrando en el mundo, van haciéndonos. Nadie llega a la existencia diciendo "yo soy yo". Más bien se llegará a decir "yo" gracias a la intervención de los otros, que, con su presencia, su palabra, su deseo, sus leyes, sus hábitos, determinarán, en el proceso de una historia siempre personal, 
desplegada, claro está, en el contexto de una colectiva, la constitución de ese yo al que advenimos. 

Está de más decir que ese carácter desnaturalizado de lo humano hace girar el centro de gravedad de nuestro ser sobre el lenguaje, destinándonos, por tanto, a la incertidumbre de una historia que nada nos garantiza por principio y de la cual no podemos sustraer nuestra responsabilidad.

Es la mirada del otro lo que nos constituye, lo que nos provee la forma como nos reconocemos y lo que, antes que nada, nos certifica: ¡eres! Así, pues, esa forma que nos viene de la mirada del otro recorta la imagen en que nos reconocemos, la misma que, sin embargo, nunca es completa y estará siempre inacabada, no pudiendo, por consiguiente, colmar jamás la cabalidad de nuestro ser.

El otro, al reconocernos, nos depara cuatro confirmaciones: como existente, como ser, como singularidad y como valor. De aquí que permanentemente requiramos que este reconocimiento nos sea ratificado, lo que delata, por un lado, que estamos poseídos por una sed insaciable de ser reconocidos y, por otro, el lugar imprescindible que el otro tiene en nuestra vida, lugar que lo hace necesario siempre y algunas veces deseable. Pero no cualquiera nos gratifica en esa necesidad esencial y, por tanto, no todo desconocimiento nos aniquila. 

En consecuencia, necesitamos o deseamos el reconocimiento de alguien que es reconocido por nosotros como un ser significativo y valioso, con lo cual es claro que no podemos ser sin el otro.
Soledades diversas

Si el reconocimiento por parte del otro es un imperativo de la estructura misma de nuestro ser, otro hecho de crucial importancia, pero esta vez de carácter histórico, signa a la sociedad occidental y nos trae al presente que vivimos: el proceso de individuación que ha seguido la modernidad, época histórica que recibe la impronta del capitalismo y, con ésta, la marca de tal proceso pero vía el individualismo. 

El logro cultural que representa la individuación de la vida no tiene que seguir la senda del individualismo, es decir, no tiene que derivar, como así lo impone la sociedad del capital, a un individuo individualista, pues también pudiera darse la posibilidad de un individuo en comunidad, esto es, un individuo que, sin abdicar de su singularidad, sabe reconocerse en una colectividad y trabajar por lo común que lo vincula a los otros. Pero la marca del individuo que prevalece en nuestra época y en el modelo de sociedad que tenemos es aquella que nos desvincula del otro, a quien le asigna la condición de rival o de indiferente.

El individualismo que prima hoy toma al otro como amenaza y hace de la desconfianza para con él la razón por la cual se le mantiene a distancia y se le recela con un peligro potencial que se cierne sobre uno. Esto, a la vez, desata dos consecuencias: una, ese ideal propio de la modernidad capitalista de llegar a ser autosuficiente e invulnerable; la segunda, que con el otro no queremos comprometernos decididamente y no queremos dejar traslucir que lo necesitamos, optando mejor por relaciones ligeras y prescindibles, por reducir los vínculos a encuentros sin incidencia decisiva y significativa. Así, los solitarios de hoy, que deambulamos entre la muchedumbre, somos barcos que hacen sonar sus sirenas en la niebla para evitar cualquier roce con los demás.

Ahora, quien está solo siempre lo está respecto de los demás, en tanto que se ha separado de éstos. De aquí que una definición elemental de la soledad comprende dos aspectos: la separación respecto a los demás y la suspensión de la comunicación con ellos.

No obstante, es menester precisar dos determinaciones de la soledad y dos modalidades de ella. En lo relativo a lo primero; podemos hablar de una soledad estructural del ser humano, de una soledad esencial, producto del proceso de subjetivación y singularización de cada uno; y de una soledad histórica y circunstancial que es el resultado de los procesos de atomización individualista por los que se precipita una sociedad como la nuestra.


Hugo W Arostegui

Filosofando


La filosofía muestra la importancia de la reflexión que es un medio para alcanzar la sabiduría con el objetivo de alcanzar la verdad sobre un tema concreto. 

Pese a que la filosofía está escrita por nombres ilustres que son filósofos en mayúsculas: Sócrates, Platón, Kant, Hegel o Tomás de Aquino, todo ser humano tiene una capacidad racional, es decir, a diferencia de los animales y de las plantas, vive de una forma consciente, se hace preguntas y reflexiona sobre su propia vida.

Esta capacidad de reflexión sobre los asuntos de la vida muestra la capacidad de filosofar que habita en el alma de cualquier persona y remite a esa inquietud a través de la que el sujeto desea profundizar en un tema que le interesa.

La capacidad de asombro muestra el origen del filosofar, es decir, esa mirada de sorpresa propia de quien no observa la realidad desde el punto de vista de la rutina sino haciéndose preguntas, intentando reflexionar sobre la causa de todo lo que existe, el porqué de las cosas, el sentido de la vida, el valor del amor y la amistad, la búsqueda de la felicidad, el miedo a la muerte, la posibilidad de la existencia de Dios...

Cuando una persona filosofa se hace preguntas y desea encontrar certezas. Cuestiones que ayudan a la persona a autorrealizarse ya que la excelencia del conocimiento aporta perfección. Sin embargo, la duda también está en el origen de la filosofía. El deseo de filosofar muestra el propósito de ir más allá de lo aparente evitando quedar en la superficialidad de las cosas para alcanzar lo profundo, aquello que es invisible a los ojos.

La actitud de filosofar surge como una apelación que el sujeto experimenta en su interior en forma de interrogante a la que quiere dar respuesta. Los razonamientos y la observación son actitudes de cualquier filósofo cotidiano. Además, las personas también pueden poner en común sus reflexiones sobre temas de la vida a través de la amistad o mediante grupos de filosofía.

En la actualidad, destaca la figura del asesor filosófico que orienta a los clientes en la búsqueda de la felicidad utilizando la filosofía desde un punto de vista práctico para ayudar a las personas a conocerse mejor a sí mismas.

... via Definicion ABC http://www.definicionabc.com/comunicacion/filosofar.php





Sobre Límites Intelectuales


"No hay límites fijos, los imponen también las circunstancias, lo que va sucediendo".

"Hoy los mensajes son tan dispares, tan confusos, que es necesario invertir mucho tiempo en el análisis de esos datos que uno recibe, del bombardeo constante, para discernir un átomo de verdad ¿Cuál es para Ud. el modelo de intelectual? ¿Por dónde pasa el compromiso?

El compromiso es con la propia escritura. Si uno no está comprometido con lo que hace, en el sentido de responder a la voz propia, a la voz interna que determina el camino de cada uno, difícilmente pueda comprometerse con la autenticidad." 

"Al mismo tiempo que de cierta manera no se tocan –la literatura “profunda” no toca el mercado– hay una relación porque dependemos del mercado para que nuestra obra se conozca.

La literatura tampoco debería rozar la política, en el sentido literal: se la puede usar como material literario, pero no como una voz interna para escribir: eso ha conducido, en general, a malas obras o al fracaso. Porque en ese caso no se reconoce la necesidad del texto sino la de adaptarse o la de manifestar determinado discurso."

"Cada uno tendrá sus razones: yo escribo porque el mundo está para ser escrito."

"Después podemos agregar matices. ¿Por qué escribimos ese mundo? Por un deseo de equilibrio, para negar la muerte, para afirmarla.

Para dar lo mismo que me dieron a mí, la posibilidad de vivir otras vidas, de adentrarme en otros sentimientos.

Salir de uno mismo, de una finitud inapelable, y arriesgarse a la selva, al río, a la naturaleza salvaje.

No sé si la vida valdría tanto la pena si uno no pudiera leer. Por eso digo que el mundo está para ser escrito."

Nos sentimos profundamente identificados con lo expuesto en este artículo, de la misma manera en que expresamos nuestra admiración, por aquellos valiosos intelectuales que nos transmiten con su impronta una muy lúcida visión de lo que siempre deberá primar, como una necesidad básica e inexcluyente de nuestra esencialidad humana.


Hugo W Arostegui

sábado, 22 de abril de 2017

Nuestras Dimensiones


Recordemos que las dimensiones humanas son todas aquellas características, propiedades y facultades que nos constituyen como personas y que se manifiestan de una manera particular en nuestra especie; como una pluralidad en la unidad, es decir, que el ser humano posee una variedad de perspectivas en las cuales se desenvuelve y realiza, sin dejar de ser percibido como unidad individual, única e irrepetible.

Dimensión Biológica: • Es la dimensión que tiene como función el reconocimiento y valoración de nuestro cuerpo, sentidos, salud mental y corporal, enfermedades y traumas físicos. Cuidar el cuerpo a través de una adecuada alimentación, ejercicio físico, conocer cómo funcionamiento sus órganos conduciría al ser humano a ser más cuidadoso y se ahorraría dolor y sufrimiento que es lo que trae las enfermedades físicas y mentales.

Dimensión Afectiva: • “Dar y recibir afecto de manera abierta y franca no solo mantiene el corazón joven, sino que proporciona el placer de la compañía de los demás”. Esta dimensión bien fortalecida le da al ser humano muchas satisfacciones y motivaciones, ya que encontrara un porque y para que vivir; sin embargo hay personas que son “agujeros negros” en el sentido que solo acostumbran a recibir afecto y cariño, sin ser recíprocos con los sentimientos.

Dimensión Espiritual-Religiosa: • la espiritualidad nos ayuda a encontrarle sentido a la vida, es un camino para vivenciar la paz interior que nos permite estar bien con nosotros mismos, con Dios y los demás. En algunos hogares esta dimensión se cultiva muy poco, a pesar de que es de gran importancia, ya que ella es la que le permite al hombre alcanzar la trascendencia de su alma y actuar por convicción.

La ética son principios y valores que guían la vida del ser humano, como producto de una construcción reflexiva y personal en el vivir cotidiano; entre tanto que la moral son costumbres adquiridas desde la familia y suelen respetarse, ya que son normas socialmente impuestas, que predeterminan “lo bueno y lo malo” de los comportamientos individuales

Dimensión Cognitiva: • “El cultivo de lo intelectual nos acerca más al conocimiento y comprensión de la realidad del mundo pasado, presente y su proyección al futuro. Lo cual nos vuelve críticos permanentes de la realidad”. Esta dimensión nos permite desarrollar habilidades que harán de usted un ser competente al saber ser (relacionarse) y hacer para el mundo laboral.

Dimensión Socioeconómica: • la economía es la base sobre la cual se desarrolla toda sociedad, incluyendo la misma familia que requiere de recursos monetarios para la manutención y satisfacción de las necesidades básicas. Por ello, en un hogar tanto padres como hij@s son socios y todos deben aportar; quienes trabajan lo harán con recursos monetarios y quienes no lo hacen también tienen la responsabilidad de aportar, aunque su aporte no sea en dinero, sino en quehaceres que puede realizar según la medida de sus capacidades físicas y cognitivas.

Dimensión Lúdica Y Recreativa: • Estas son indispensables para mantener vivo el espíritu y el cuerpo, necesarias para descansar sanamente aprovechando el tiempo libre en beneficio de su propio bienestar mental y físico. Lo ideal es que al ejercitar estas dimensiones lo hagamos en compañía de nuestros seres más queridos, pues son oportunidades para estrechar los lazos de afectividad con las personas más importantes de nuestra vida y a quienes le debemos la razón de nuestra existencia.

Dimensión Laboral: • Está definida por el conjunto de habilidades y conocimientos que posee una persona para ejercer determinadas funciones en el cargo que desempeñe y además su actitud positiva o negativa al enfrentar una nueva tarea. Por otro lado el temple que requiere un empleado para laborar cotidianamente de manera responsable
.
Debemos anhelar el cultivo constante de nuestras oportunidades de orbitar en el universo de nuestras tan particulares como únicas dimensiones.


Hugo W Arostegui

Realidad Humana


El sistema ya rueda solo, fundamentalmente porque ha logrado sembrar en las mentes de la inmensa mayoría ciertas ideas nefastas que operan desde dentro y ha generado la perversa “sensación” (irracional, pero efectiva) de que no se puede hacer nada por cambiar las cosas, que todo cambio será para peor, y digo sensación porque no es ni siquiera un argumento o razón comprensible ni justificable.

No tienen por qué ser excesivamente cultos ni intelectuales, pero si inteligentes y morales. Como no se trata de hacer un nuevo partido político con ellos (ya sabemos en que acaba todo eso) la acción sería dar ejemplo, hacer oír la propia voz, ayudar a que más y más se den cuenta de este panorama y emprendan ese camino de búsqueda y realización interior y exterior.

El camino que yo conozco para hacer todo esto se llama amor a la verdad o filosofía.

Desde hace unos siglos nos perdimos en la mente; una mente solitaria desgajada del ser real del hombre. Se llame ilustración o modernidad, lo que allí se gestó nos dio algunas buenas cosas, pero también nos desconectó de la Naturaleza y del Ser interior. ¿Y la Conciencia?

Desde allí mantenemos la creencia de que ser conscientes es pensar, cuando pensar es tan solo una herramienta de la conciencia: adoramos la herramienta, pero tarde o temprano nos cansamos de ella y buscamos otra cosa. Necesitamos escapar de una mente que no nos da respuestas a las inquietudes fundamentales, sino que, muy al contrario, nos limita y esclaviza.

Lo peor es que no solemos encontrar algo superior, sino más bajo: instintos y emociones. Hasta cierto punto esto es natural, es más fácil caer que elevarse.

Tal vez aquí encontramos la razón de ese retorno primario a “lo natural” e instintivo; porque no es un regreso verdaderamente humano y necesitado de comprensión del misterio de la vida, sino que se parece más a un retornar animalesco.

También quizá ahí se encuentre la necesidad de “místicas facilonas”, consignas y técnicas que no suponen una verdadera elevación hacia la conciencia, sino una especie de huida psicológica que nos enajena de la realidad y que, en el fondo, nos encadena aún más a esa mente torturada.

La conciencia es indefinible, por la sencilla razón de que la mente es su producto y no la puede abarcar. Lo creado no puede comprender al creador. La conciencia es. La mente parece y quiere ser. Los poetas, los místicos, los artistas…, que lo son de verdad, perciben esto.

Hay una filosofía que nos conduce a la conciencia, y otra filosofía que nos lleva a la argucia mental; tendríamos que decir que solo la primera merece el nombre de Filosofía: Amor a la Verdad o Sabiduría. La otra, aún por bien intencionada que sea, tan solo hace más elevadas y complejas las paredes del laberinto.

¿Significa esto el desprecio de la mente? ¡En absoluto!, la mente es completamente necesaria, pero en su lugar natural de herramienta de acción, de obediente servidor de la Conciencia.

Dos papeles tiene la mente; uno, recoger las captaciones de la conciencia, organizarlas, justificarlas, asumirlas para la vida; otro: dirigir coherentemente la acción en base a esos dictados. Se podría decir que la mente es la táctica, la conciencia la estrategia.

La mente, abandonada a sí misma, tan solo puede caminar en círculos; argumentará y contra argumentará, pero jamás estará satisfecha y mucho menos encontrará una solución aceptable a los problemas vitales de todo ser humano. Necesita ser iluminada e inspirada por la Conciencia, y aún más, nutrida por ella, pues de no ser así se alimentará de elementos de los sentidos y las opiniones, lo cual no es augurio de verdadero conocimiento.

De aquí que se interprete tan mal el “sé tú mismo” o “carpe diem”. ¿Cómo ser yo mismo si no sé quién soy? ¿cómo vivir el presente si no me encuentro a mí mismo? Entonces se cae en aberraciones de todo tipo motivadas por impulsos y deseos que tienen más del animalito que nos habita (con todo mi respeto y cariño al reino animal) que del ser humano que somos.

No hay Conciencia; hay una mente deformada y abandonada a sí misma.

Conciencia es un “darse cuenta”, es atención amplia y total; es un ver más que pensar. Y algo que no podemos olvidar: es una ética profunda y atemporal que regula nuestra vida sin distorsionarnos ni hacer daño a nada ni a nadie.


Hugo W Arostegui

Libertad De Expresión


La Declaración Universal de los Derechos Humanos debe ser el marco ético de nuestras  expresiones.

El derecho a la información es una condición fundamental para el desarrollo pleno de la democracia, así como para que los ciudadanos puedan opinar y actuar libremente.

Los escritores y sus medios de difusión del pensamiento deben contribuir a que se respeten los derechos humanos, y su labor debe poner de manifiesto todas sus violaciones.

Las nuevas tecnologías amplían las posibilidades de acceso a nuevos medios de comunicación: democratizan el derecho a informar y a ser informado, y favorecen el desarrollo de nuestra sociedad desde el enfoque de los derechos humanos.

La independencia de los escritores es vital para la sociedad y la difusión de su pensamiento  es un servicio público a los ciudadanos que no puede estar sometido a intereses políticos o económicos particulares.

La defensa de los Derechos Humanos es una de las tareas primordiales de quien escribe y los que difunden su pensamiento no podrán ejercer su labor si sus propios derechos humanos son vulnerados.
En la actualidad, el flujo comunicacional se coloca como arteria principal de la trama social. 

El acceso a la información, la comprensión de esa información y el proceso de retroalimentación constante son ejes fundamentales de dos procesos claves en nuestra sociedad: la educación y la participación. 

Reconocemos nuestra alternatividad en la decisión de insertar nuestra producción intelectual al servicio de los proyectos históricos orientados a promover transformaciones sociales.

Así, pondremos particular acento en el desarrollo de los procesos sociales, económicos, políticos, y culturales que apunten a la lucha contra la desigualdad distributiva, el respeto a los derechos humanos, la construcción de una identidad latinoamericana, la independencia económica y la soberanía política.

Hugo W Arostegui