sábado, 10 de febrero de 2018

Generosidad


Uno de los valores que debería fomentarse y practicarse a diario, desde los primeros años de vida,  es la generosidad  para conseguir un mundo mejor.
La bondad y la empatía deben practicarse diariamente.

Enseñarla a los niños es sencillo, basta el ejemplo genuino de los adultos cercanos a ellos para que esta virtud sea parte de sus vidas y así la practiquen a diario, comenta la orientadora familiar Ana Lucía Rosel.

Los niños desde pequeños deben  aprender que es mejor  ayudar al necesitado y cooperar, en lugar de agredir, arrebatar o maltratar.  “Pero ¡Ojo!, no solo basta con que ellos sepan lo que es la generosidad y en qué consisten los actos bondadosos, si no los practican. Aquí entra en juego la palabra “servicio” y lo que esta conlleva, añade Rosel y explica que la palabra bondad tiene muchos sinónimos, entre ellos, amor, servicio, caridad y solidaridad.

“Ser bondadoso requiere acción a través del servicio y hay muchas maneras de demostrarlo, de hecho, Jesús, es el claro ejemplo de generosidad, porque buscaba al fatigado, al enfermo, al pobre y al solitario para ser benévolo con ellos”,  dice el guía espiritual Roberto Mejía.

“Es igual que la fe; Santiago 2: 14-20: cita ‘¿De qué sirve si alguno dice que tiene fe y no hace obras?... Si un hermano o una hermana está desnudo  y alguno de vosotros le dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas  necesarias para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma’”, añade Mejía.

La formación moral de los alumnos empieza y sigue en casa. No debe pretenderse que en los centros educativos se enseñe esta.

“La única forma en que los niños pueden incorporar lo que implica tener un buen corazón es observando comportamientos que los modelen por parte de las personas que más aman, es decir, sus padres”, señala la educadora familiar y psicóloga Ángela Marulanda en su libro Creciendo con nuestros hijos.

Para enseñarle a los hijos a ser bondadosos primero hay que enseñarles a que sean agradecidos. Quienes tienen gratitud hacia sus familias, o por los juguetes que tienen,  por la casa, por la comida, por el colegio, por la ropa, etcétera, serán capaces de desarrollar una mejor empatía y compasión por los demás.

Hacer obras sociales  también es educar en bondad y además se fomenta la empatía. Una obra social puede ser recaudar dinero para una buena causa, ofrecer el tiempo para recoger elementos para los más necesitados, recaudar fondos para niños enfermos o encontrar hogares para perros y gatos abandonados.

“A raíz de las crisis de valores que atraviesa la sociedad actual, se ha llegado al extremo de considerar  que ser  bondadoso es casi una desventaja. Desde que el éxito, la felicidad y el progreso se entiendan en términos de acumular bienes, escalar posiciones y cosechar fama y poder, todo lo que no contribuya a tal fin es considera innecesario. Así, la competitividad, el protagonismo y la agresividad han desplazado a la sencillez, la compasión, la rectitud, la generosidad, la solidaridad y la bondad”, cita Marulanda.

En conclusión, para conseguir que los niños sepan qué es la bondad, el ejemplo es la mejor herramienta. El modelo que le ofrece el adulto le dirá mucho más que mil palabras y su efecto será  inmediato y profundo.


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