viernes, 9 de febrero de 2018

Dialoga Contigo Mismo




Decía Alejandro Magno que “Conocerse a uno mismo es la tarea más difícil porque pone en juego directamente nuestra racionalidad, pero también nuestros miedos y pasiones. Si uno consigue conocerse a fondo a sí mismo, sabrá comprender a los demás y la realidad que lo rodea”.

No le faltaba razón a este rey macedonio porque a través del autoconocimiento aprendemos a desenvolvernos con eficacia en la vida y a afrontar nuestro día a día de manera óptima. Saber realmente cómo somos, qué sentimos o qué metas queremos alcanzar son capacidades que se asocian a la inteligencia interpersonal.

Tener inteligencia interpersonal significa entender quiénes somos, saber identificar nuestras emociones y actuar en consecuencia. 

Habilidades que nos permiten regular nuestro comportamiento, resolver problemas de modo eficaz y tomar decisiones .Con el autoconocimiento aprendemos a identificar nuestras capacidades, pero también nuestras limitaciones. Esto nos ayuda a planificar metas de manera realista para evitar frustraciones futuras. Las personas dotadas de inteligencia interpersonal saben dominar sus emociones y adecuarlas a las circunstancias.

¿Se puede trabajar la inteligencia interpersonal? Si estás interesado en crecer interiormente y aprender más sobre ti mismo, puedes realizar una serie de ejercicios ayudarán a potenciar esta inteligencia.

Controla tus emociones: una habilidad que tienes que aprender a desarrollar. Controlar no significa no sentir, sino saber cómo actuar ante esa emoción o sentimiento. 

Aprende a identificar las emociones negativas para transformarlas en positivas. 

Un ejemplo: te sientes airado. Analiza el motivo que te hace estar así e intenta reconducirlo. Un truco muy eficaz, ríete de alguna nimiedad, este recurso te ayudará a transformar las emociones negativas en positivas.

Viaja a tu interior. Decía Erich Fromm que “el autoconocimiento comienza por la auto aceptación. Acéptate y te conocerás mejor”. Haz una lista de tus virtudes y otra de tus defectos. Pídele a alguien cercano que haga lo mismo para conocer qué imagen tiene de ti. Compara ambas listas e intenta mejorar aquello que no te guste.

Actúa. Observa cómo influyen tus emociones en tus estados de ánimo y busca la manera de modificar los negativos en positivos. Anota en un papel los comportamientos que te hicieron sentir mal y piensa cómo podrías solucionarlo. Por ejemplo: cuando te sientes triste ¿qué puedes hacer para cambiar esa emoción? Hablar con un amigo. Ponlo en práctica.


Acéptate cómo eres: decía Jean-Jacques Rousseau que “nadie puede ser feliz si no se aprecia a sí mismo”. Analiza cuáles son tus capacidades y tus limitaciones. Fíjate metas a corto y medio plazo en función de las mismas. 

Esto reforzará tu autoestima y te enseñará a aceptarte tal y como eres.

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