Las expectativas versus La realidad: la eterna batalla.
No hay ninguna conspiración contra ti, nadie te quiere hacer
daño y nadie te ofende. Créeme. Lo que de verdad te ofenden son tus expectativas.
Y es que no hay nada más devastador que esperar algo y que
la realidad no cuadre con lo que teníamos pensado. ¿O acaso es al contrario?
¿Acaso no son nuestras expectativas la verdadera causa de
nuestro malestar y dolor?
Hoy quiero hablarte de esta disonancia que vivimos
continuamente y te quiero regalar mi técnica take-away para vivir en la realidad y vencer esas expectativas
que te restan felicidad.
Quiero que realices conmigo un ejercicio de introspección y
busques esas situaciones donde tus expectativas no se han ajustado con la realidad.
Quizá esperabas un regalo en tu cumpleaños que no recibiste.
Quizá un día que estabas especialmente mal esperabas afecto
de tus amigos más cercanos y no te lo dieron.
Quizá esperabas ciertas notas en un examen y el resultado no
fue el esperado.
Quizá esperabas que tu pareja te llevara a un lujoso
restaurante y te agasajara a cumplidos y halagos… y al final todo lo que
pensaste no podía estar más lejos de la realidad.
Y claro, después de estas situaciones te
enfadabas. Te entraba la típica rabieta de cuando un niño quiere un helado
y no se lo compran.
Ahora, date cuenta de dónde está el problema.
¿Son los demás los que te ofenden o eres tú quien exige
demasiado a la realidad?
Puedes pensar lo que quieras, pero creo que es más
sano deshacerse de esas expectativas que te están amargando y
estropeando los momentos felices.
Ni tu familia (padres, madres, hermanos), ni tus amigos, ni
tu pareja te pertenecen. Son personas distintas con motivaciones distintas y
vidas distintas.
No puedes pretender que estén ahí para ti cumpliendo todas tus
expectativas. No los puedes comprar, no los puedes acaparar, no los puedes atar… Son
libres, igual que un pájaro o el agua corriente de un río
.
Y es bello que sea así, porque así es la vida. Un ir y venir
de personas que te tocan, comparten contigo su tiempo y se van.
No te ofenden los demás, son tus pensamientos acerca de
cómo tienen que actuar las personas, cómo tienen que actuar tus padres, tus
amigos o tu pareja. Deja que cada uno actúe como es, como seres libres y
conscientes de otra realidad (la que perciben ellos) y que es totalmente
distinta a la tuya.
Nuestra mente quiere ayudarnos a ver la realidad y que nos
esforcemos lo mínimo posible, por lo que hace que nos guiemos diariamente por
pensamientos y creencias. Esto no es ni bueno ni malo, simplemente estos
patrones sirven para que nuestro comportamiento esté más orientado y haya menos
incertidumbre en nuestra vida. Aunque muchas veces estos pensamientos
automáticos nos
jueguen malas pasadas. Nuestra mente quiere ayudarnos a ver la realidad y que nos
esforcemos lo mínimo posible, por lo que hace que nos guiemos diariamente por
pensamientos y creencias.
Esto no es ni bueno ni malo, simplemente estos
patrones sirven para que nuestro comportamiento esté más orientado y haya menos
incertidumbre en nuestra vida. Aunque muchas veces estos pensamientos
automáticos nos
jueguen malas pasadas.
Ni tú deberías nada, ni los demás deberían nada. La palabra
“debería” quítala de tu diccionario mental, elimínala para siempre. No es más
que un peso de obligación sobre nosotros, sobre nuestra propia capacidad y
sobre lo que esperas de los demás.
Créeme, ni tú debes hacer nada por nadie ni
los demás deberían hacer nada por ti. Hazlo si quieres hacerlo, y los demás lo harán por ti
si les sale desde el corazón.
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