La búsqueda de información genética en los fósiles permite
conocer de primera mano sus filogenias y escudriñar en sus orígenes.
De
esta manera, se pueden contrastar datos de tipo paleontológico basado en el
análisis morfológico de los fósiles que representaban los fenotipos con las
estructuras de ADN genotípicas.
El origen de nuestra especie ha sido una incógnita hasta
hace bien poco. Se desconocía su antigüedad y como se había extendido por
todos los continentes.
Los trabajos de Alain Wilson y Rebecca Cann en 1987
abrieron las puertas a este conocimiento sobre nuestras raíces. Pudimos saber
que procedemos de África, donde emergimos hace más de 160.000 años, y a partir
de hace unos 100.000 nos extendimos fuera de nuestra cuna.
Nuevos datos sobre la antigüedad y el origen de nuestra
especie se han publicado no hace mucho en Science. La investigación
ha sido llevada a cabo por miembros de la Universidad de Pensilvania (EEUU), bajo la dirección de
la bióloga genetista Sarah Tishkoff. Se han comparado 1.327 marcadores de ADN
en unos 4.000 individuos de poblaciones africanas, afroamericanas y no
africanas.
Los resultados permiten plantear que nuestros orígenes específicos
están en Namibia (África del Sur) y se remontan a hace unos 200.000 años. Una información relevante del estudio es la existencia
hipotética de 14 grupos ancestrales a partir de los cuales han
evolucionado todas las etnias africanas. Estos datos genéticos han sido
contrastados en el ámbito lingüístico y cultural.
Ya conocemos que son las
poblaciones africanas las que presentan más diversidad genética de todas las
existentes. Sabemos, por lo tanto, que son las que llevan más tiempo
evolucionando y se encuentran más cerca del origen de la especie Homo sapiens.
Eudald Carbonell Roura es director del Instituto Catalán de
Paleoecología Humana y Evolución Social y codirector del Proyecto Atapuerca
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