domingo, 18 de febrero de 2018

Vivir Con Sentido



El sentido de vida podría decirse es la estrella que nos guía en el camino de la vida. Esa que nos permite darle una dirección para orientar nuestra acción en el mundo aun cuando los accidentes y los acontecimientos nos desvíen, permitiéndonos sostener o reencauzar nuestra coherencia interna y, por ende, nuestro bienestar físico, mental, emocional y social.

¿QUÉ RELACIÓN TIENE LA COHERENCIA CON EL SENTIDO DE VIDA?
La coherencia tiene relación con alinear internamente en una misma dirección lo que pensamos, lo que sentimos y lo que finalmente hacemos en el mundo, tanto para nosotros mismos como para los demás. Si esa acción en el mundo es coherente y conectada con un sentido de vida positivo y más elevado, creará como resultado un progresivo y sostenido estado interno de orden y de bien-estar que reforzará nuestro propósito como personas. Ese bienestar, aún cuando pueda verse comprometido por diversas circunstancias, será una construcción, una base interna y externa (familia, pareja, amigos, compañeros) cada vez más sólida que nos sostendrá en los malos momentos e impulsará en los buenos.

¿QUÉ TIENE QUE VER EL SENTIDO DE VIDA CON LA FELICIDAD?
Como resultado de tener un sentido de vida, una coherencia interna lo más alineada posible entre el pensar, el sentir y el actuar, así como un sistema de relaciones interpersonales en crecimiento (pareja, amigos, compañeros, hijos, familia), vivenciaremos un progresivo y sostenido estado de felicidad. Una felicidad que no es estática sino que se construye, refuerza y retroalimenta, en un trabajo continuo. Por esto es importante meditar regularmente sobre el avance de la felicidad o el sufrimiento en uno y nuestros afectos más cercanos como una forma de medir nuestra alineación o desvío del sentido de nuestra vida.

 ¿QUÉ PASA SI NO CREO EN LA EXISTENCIA O NECESIDAD DE UN SENTIDO DE VIDA?
Creer o no creer en la existencia de un sentido o un propósito es una decisión exclusivamente personal, y más allá de dejar esto en el simplismo de creer o no creer, lo recomendable es animarse a probar cómo es vivir con un sentido o sin ninguno en particular. No todo está dicho, ni esto aquí escrito es algún tipo de dogma. 

Muy por el contrario hay quienes encuentran en un momento de su vida la felicidad en la ausencia total de un sentido, y en un devenir en función de lo que el mundo les propone. Aun así, es importante no cerrarse a una u otra opción, sino estar siempre atentos a meditar si a medida que pasa el tiempo crece en nosotros y nuestros seres queridos la felicidad o el sufrimiento. 

Así entonces, puede ser que para un momento de nuestra vida el sin sentido nos provea un tipo de felicidad, pero en otro, nos enfrente a la necesidad encontrar un sentido que nos brinde orientación y dirección una vez agotada esa etapa vital del sin sentido. Entender que se puede sin problemas pasar de uno a otro y que la vida requiere múltiples estrategias a medida que crecemos y evolucionamos, incluso cambiar de sentido, o tener más de uno, es entender que somos seres complejos y que merecemos cuidarnos y auto-observarnos constantemente.

 ¿POR QUÉ A VECES UN SENTIDO DE VIDA PRODUCE SUFRIMIENTO?
 A medida que avanzamos en la búsqueda de ese sentido de vida que nos llene internamente, puede suceder que tomemos un objetivo y lo elevemos al nivel de sentido de vida. Ejemplo de esto es un viaje, comprar una casa, casarnos o tener hijos. Sentidos que no son menos importantes pero que están expuestos a dos situaciones potencialmente sufrientes. La primera, a que un accidente (en sentido amplio) nos lo aleje o arrebate. La segunda, a que una vez conseguido se presente nuevamente el vacío existencial. 

De ahí que un sentido de vida que no sea suficientemente elevado se podría vivir como un sentido provisional. O sea, un propósito temporal o provisorio, que luego pierde sustento una vez conseguido. Por esto es que un sentido de vida no provisional es uno que podríamos describirlo como elevado, como una síntesis de una idea que ha sido purificada y llevada a su mínima expresión. Un ejemplo como el de “superar el dolor y el sufrimiento” o “aportar lo mejor de mí al mundo para humanizarlo”.

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