¿Quién eres tú realmente?
Una pregunta bastante profunda… y difícil de responder. Pero
no es difícil porque no se pueda llegar a descubrir quién eres tú realmente,
sino porque es difícil expresarlo con palabras.
Es relativamente fácil que cualquier persona conecte con su
identidad profunda y que la vea por sí misma. Al fin y al cabo, estamos hablando
de nosotros mismos. No tenemos que ir demasiado lejos para encontrarnos.
Lo que no es tan fácil es ponerle palabras. Lo que somos se
encuentra más allá de las palabras.
Por esta razón, normalmente no hablo mucho de este tema. Ya
sea aquí en el blog, o en charlas y cursos, me gusta mucho más hablar del
sentido de nuestra vida: el motivo por el cual estamos aquí. Este tema sí tiene
una respuesta clara y concreta, y se puede expresar con palabras.
La cuestión de quién somos realmente, en cambio, es mucho más
escurridiza.
Pero por muy escurridiza que sea, no deja de ser un tema
importante. Así que intentaré hablar un poco de él. Pero siempre teniendo en
cuenta que no hay ninguna palabra que pueda describir quién eres tú. Tú eres
mucho más grande que cualquier palabra.
Describir quién eres tú con palabras no es fácil. Pero hay
otra cuestión muy relacionada con ésta que sí se puede abordar más fácilmente:
quién NO eres tú. Así que podemos empezar por aquí.
Tú no eres cualquier cosa que tenga una etiqueta fija. Tú no
eres tu cuerpo, ni tu personalidad, ni tus sentimientos ni tu manera de pensar,
por ejemplo. Cualquier cosa que se pueda etiquetar fácilmente es algo que no
eres tú.
En el fondo, esto lo sabemos todos perfectamente, y se ve muy
claramente en nuestra manera de hablar. Fíjate que cuando hablas de tu cuerpo,
no utilizas la palabra “yo”, sino que usas la expresión “mi cuerpo”. Y lo mismo
sucede con “mis sentimientos”, “mis pensamientos” o “mi personalidad”.
Cuando usas estas expresiones, implícitamente estás diciendo
que por un lado estás tú, y por otro los pensamientos, los sentimientos y el
cuerpo. Si te fijas, son expresiones idénticas a otras como “mis zapatos”, “mi
coche” o “mi trabajo”. Son cosas que forman parte de tu vida, pero que no son
tú.
Si tú no eres tu cuerpo ni tu personalidad, entonces ¿quién
eres?
Pues la mejor manera que se me ocurre de describirlo es decir
que eres el creador de tu persona. Eres el creador de lo que aparentemente eres.
Eres el creador de
tus pensamientos, tus sentimientos y de la persona que ves cuando te miras al
espejo.
Piensa un momento en todo aquello con lo que normalmente te
sientes identificado: tu cuerpo, tus sentimientos, tus ideas… Pues esto es tú
obra, no tú. Tú eres el creador de esta obra.
Tu personalidad, tu cuerpo y tus experiencias son como una
obra de arte, y tú eres el artista que la ha creado.
Lo que pasa es que es una obra tan fascinante, que te ha
cautivado completamente. Tu atención está totalmente fija en tu creación, y no
ves lo que hay alrededor. No ves el pincel que la dibuja, ni la mano que
sostiene el pincel, ni la inteligencia que guía la mano.
Imagínate a un pintor que está tan metido en su obra que ya
no ve nada más. Se ha olvidado de sí mismo y sólo ve el cuadro.
Pues esto es lo que te ha pasado a ti. Y a mí también.
Pero tú eres el pintor, no el cuadro.
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