Desafíos, retos…cada día nuestra vida se convierte en una
carrera de obstáculos. Y, a veces, podemos sentirnos cansados, decepcionados y
con pocas ganas de seguir. ¿Verdad? En el post de esta semana quiero hablarles
de lo importante que es tener retos que cumplir, metas a las que aspirar,
desafíos que intentar superar. Porque la vida es eso, un desafío constante y
sólo si nos atrevemos, si trabajamos por superarlos, si nos esforzamos, estamos
viviendo al 100% nuestra vida, sólo entonces podremos decir que exprimimos
nuestro cheque diario de 24 horas.
“Había una vez un hombre que andaba perdido por el desierto
y parecía destinado a morir de sed. Sin embargo y cuando ya todo parecía
perdido encontró una cabaña vieja, desmoronada, sin ventanas, con el techo
hundido…, el hombre se acercó y encontró una pequeña sombra dónde acomodarse,
para escapar del calor y del sol del desierto. Mirando a su alrededor, vio una
vieja bomba de agua, toda oxidada… Como pudo, se arrastró hacia allí, tomó la
manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero no sucedía
nada!
Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, notó que a su lado
había una botella vieja, la miró y la limpió de todo el polvo que la cubría.
Cuando estuvo limpia pudo leer un mensaje que decía: -‘Es necesario que primero
prepare la bomba derramando toda el agua que contiene esta botella, después,
por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar’.
El
hombre desenroscó la tapa de la botella, y ahí estaba el agua. ¡La botella
estaba llena! De repente, se encontró en un dilema. Si bebiese el agua, podría
sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría
agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que él
quisiese, o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la
botella sería desperdiciada… ¿Qué debería hacer? ¿Derramar el agua en la bomba
y esperar a que saliese agua fresca o beber el agua vieja de la botella e
ignorar el mensaje? ¿Debería perder el agua con la esperanza de aquellas
instrucciones poco confiables, escritas no sé cuánto tiempo atrás?
Con grandes
dudas, el hombre derramó toda el agua en la bomba, enseguida asió la manivela y
comenzó a bombear… La bomba empezó a rechinar sin parar, pero no pasaba nada.
La bomba continuaba con sus ruidos. Cuando casi estaba al borde de la
desesperación, surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y, finalmente,
el agua corrió con abundancia, agua fresca, cristalina. Él llenó la botella y
bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido
refrescante. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó
hasta la boca, tomó la pequeña nota y aumentó la frase: “Créame que funciona,
usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente”
Una decisión difícil. ¿No les parece? El hombre de esta historia
tuvo que hacer frente a sus miedos, esos que nos atenazan muchas veces y que
nos impiden seguir hacia adelante, esos temores cuando tenemos que iniciar un
nuevo proyecto. Miedo al tiempo que nos requerirá, a los recursos que
necesitaremos, a la preparación…¡y todo sin saber si finalmente dará sus
frutos…sin saber con seguridad si de la bomba saldrá agua pura y fresca…!
En este punto, me gustaría hacerles una pregunta: ¿Cuántas
oportunidades habrás dejado escapar por miedo al fracaso, o por no querer realizar
ese esfuerzo? ¿Se han dado cuenta de que en muchas ocasiones tenemos buenas
oportunidades pero las dudas y el miedo nos paralizan?
Les quiero invitar a
asumir riesgos, a aceptar desafíos…porque la vida es eso: un tren en marcha,
muchos trenes en marcha ante los que tenemos que decidir si subir o dejarlos
pasar… ¡Y no, no les voy a decir que las oportunidades sólo se dan una vez en
la vida! Pero ¿no sería fantástico aprovechar todas las que se nos presentan?
¡Sin miedo, aprendiendo de los errores, afrontando el desafío de vivir!
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