martes, 6 de febrero de 2018

Deambulando A Tientas


Ni los siglos ni las luchas sordas y ciegas consiguen enderezar la condición humana y convertirla en goce. Y no me refiero a la dicha liviana de la abundancia ni al orgullo de la fama. Sólo aludo a la esencia competitiva que palpita en cada persona y fatalmente se expande en los demás hasta formar multitudes, pueblos, naciones enfrentadas en el crimen de la guerra.

El gran saqueo
Como si el único destino del Hombre estuviera sellado sobre el fatalismo, es absurdo imaginar la paz. Toda negociación es un retrato anticipado del fracaso.

Ahí tenemos la muerte programando su nueva victoria en tierras de Oriente, al ritmo de las armas que fabrica, incansable, el Occidente "pacifista”. Otra comedia brutal está abriendo su telón. Mientras tanto, la estrategia de los rivales de hoy, es que en ambos sectores preparan la reconstrucción de los daños (segunda etapa de endeudamiento). El negocio es completo para los patrones del mundo. Ellos encienden las ciegas y sordas luchas entre pueblos inocentes. Levanta estatuas a los asesinos meritorios.

Hombre desteñido
Pero el ser humano, saqueado en su individualidad, se destiñe y va resignando su condición más orgullosa y entrañable. Tanto fuego de artificio va disolviendo la inteligencia de todos, sustituyéndola por una tormenta de estafas que embriagan las sensaciones primarias y montan el esqueleto del progreso. 

Toda esta arquitectura del ilusionismo, sin embargo, se derrumba cuando alguien (desde su estatura social, sea cual fuera) descubre su soledad y a partir de ella reconoce el desvalor de su existencia y se desbarranca hacia el peor de los abismos.

Los anónimos
Allí, apenas podrá cruzarse con un ejército de seres anónimos, renovando su muerte y su olvido. Y mientras el Hombre no busque la redención del amor más humilde, la única señal del más allá, seguirá deambulando a tientas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario