jueves, 24 de agosto de 2017

Genialidades


Si apareciese en mi Vida el Genio de la lámpara dispuesto a concederme tres deseos, creo que tan solo le pediría uno: poder cambiar lo que me dé la gana. Teniendo ése todos los demás sobran. Todo sería más fácil. Dejaría de sufrir por situaciones que no puedo resolver y también por las que me hieren y desconozco cómo dejar a un lado, pasaría a soltar la frustración, la ira o el duelo; ya no tendría por qué sentirme confuso ante situaciones que experimento por primera vez y tampoco estaría harto de pasar por otras que me repatean. Se acabaría todo mi malestar, erradicaría de mi Vida y de la de los demás cualquier sufrimiento. Todos felices y contentos.

En cierto modo, me alegro de que el Genio exista solo en el cuento. Puede que la Vida perdiese gracia si me dejasen a mí pilotarla. Andá tú a saber qué tropelías me daría por hacer amparándome en que un Genio me dio el poder de cambiar lo que me de la gana.

Una de las cosas que me tocaría cambiar es esa tontería de que los demás piensen que lo suyo es más importante que lo mío. No me apetece discutir más, así que dejaría de tener que hacerlo para convencerlos de que no. Ya sé todo el rollo ese de que tenemos derecho a pensar distinto, que mis ideas son mías y las tuyas son las tuyas, que no hay por qué atacarlas, que hay que respetarlas y bla, bla, bla… pero hay que reconocer que mis ideas tienen más peso que las que otros puedan tener, son más lógicas y, por supuesto, están mejor razonadas. Puede que las suyas también lo estén, no voy a decirte que no, pero su razonamiento tiene un montón de peros que ellos no ven y que hacen que, para mí, lo de ellos valga menos.

Lo que acabas de leer es una situación mucho más habitual de lo que parece: dos personas tratando de convencer a quien tienen enfrente de que lo suyo es lo bueno, lo que vale. Lo del otro no. En este tipo de discusiones cualquier motivo se da por bueno…  el lugar al que ir en las próximas vacaciones, la política o el partido del martes. ¡Hagan juego, señores! Todo cabe, todo vale.

Cada uno defiende su opinión y llega a pelearla por algo tan inverosímil como que se cree que la suya es la buena, y no por nada en concreto, tan solo porque es la conclusión a la que llega después de pasar lo que esté ocurriendo por el tamiz de lo que piensa. Y aquí, la gran mayoría de las veces, también tamizamos por inercia, sin pararnos a ser conscientes de qué nos hace pensar y sentir como lo estamos haciendo.

Tratar de convencer al otro de que nuestra forma de pensar es la buena conlleva conflicto. Además, no solo “tratamos” de hacerlo, es que, en lo más profundo de nosotros, sentimos la necesidad de conseguirlo. Podemos cejar en nuestro empeño si la terquedad de nuestro “contrincante” es demasiado grande, pero no conseguir que el otro entienda por qué tiene que cambiar su forma de pensar y, por tanto, de actuar, nos hace sufrir al creer que las cosas no son como deberían estar siendo.

¿Y si lo que tenemos delante no es nadie a quien podamos convencer de nada?, ¿y si no existiese la posibilidad de explicar por qué deberían cambiar todas esas cosas que no nos gustan?, ¿qué pasaría entonces? La respuesta a estas preguntas la puedes encontrar experimentando cualquiera de tus días. 

Cualquiera de esos en los que te repatee lo que ves en las noticias, o las facturas que no llegas a pagar, o tu jefe explotador, o no tener jefe porque no tienes curro, o cualquier otra cosa que te duela y desees que cambie. En esos casos, lo que tienes delante no es una persona a la que que puedas convencer para que deje de hacer lo que hace, no. Eres tú frente a la Vida y de ti depende tu forma de relacionarte con lo que te pone delante. En momentos así, el conflicto pasa a denominarse batalla campal, y lo vemos mucho más grave porque dejamos de tener la sensación de que pueda ser otro el que cambie.

En momentos así es fácil sucumbir a los encantos de cualquier Aladín que llegue sonriente con su lámpara maravillosa  prometiendo que, si la frotas, aparecerá el Genio y hará que dejes de sentir el dolor que estás sintiendo.

Imaginemos la situación: Tú andas fastidiado, ya estás harto de que se repitan situaciones que te hacen estar triste o preocupado; tu atención se la llevan los problemas, lo que no funciona, lo que debería cambiar y no cambia… Y, de repente, aparece por arte de magia el Genio de la lámpara dispuesto a regalarte lo que tanto deseas… que todo cambie y dejar de sentir lo que sientes. Fuera problemas. Fuera preocupaciones.

Muerto el perro, se acabó la rabia. O eso quieres creer.

Podría parecer que rechazar semejante propuesta de un Genio arreglador de todo lo que nos hace sentir mal pueda resultar de género tonto o incluso que parezca que, al hacerlo, vayamos a Vivir abocados al sufrimiento de sentir lo que tengamos que sentir -aunque no nos guste- por y para siempre, pero hay algo que pasamos por alto y tiene vital importancia: el Aprendizaje que hay detrás de todo cuanto sentimos y las puertas que se abren para conocernos gracias a ello.

No es sencillo plantearse Aprender de algo que te está doliendo, te aseguro que lo sé. La forma natural de enfocarlo es buscar cómo cambiarlo, cómo dejar de sentir cualquier cosa que no queramos o que creamos no merecer. Buscamos que cambie lo de fuera porque nos parece imposible ser capaces de sentir felicidad estando las cosas como están. Sin embargo, nos creemos capaces de aplazar nuestra Vida: “Cuando las cosas cambien y sean como tienen que ser… Entonces yo ya seré…”

Y mientras tanto, dejamos de plantearnos algo tan sencillo como que el “entonces” que tanto buscamos lo llevemos encima y que los únicos Genios capaces de hacer realidad nuestros deseos llevan escrito un nombre… el nuestro.

Hugo W Arostegui


miércoles, 23 de agosto de 2017

Pensamientos


Ernest Hemingway: “ Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”.   
      
GASC: “Es tan difícil buscarse a uno mismo….y lo peor es encontrarse”.

Pablo Neruda: “Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas.”

Pascal: “Cuanto más largo es el camino del amor, más placer experimenta el espíritu delicado.”

Poujoulat:   “El amor es la llave de los pensamientos más nobles y de los sentimientos  más sublimes.”

Séneca:   “Lo que de raíz se aprende nunca del todo se olvida.”

Einstein:  “Los grandes espíritus siempre han tenido que luchar contra la oposición feroz de mentes mediocres.”

Li Tai-Po:   “El mundo está lleno de pequeñas alegrías: el arte consiste en saber distinguirlas.”

Rogelio Arango:  “El que habla se encarta.”

W. Goethe:  “Lo que habéis heredado de vuestros padres, volvedlo a ganar a pulso, o no será vuestro.”

Benjamín Franklin:  “La paz y a armonía constituyen la mayor riqueza de la familia.”

Gregorio Marañon:  “No sabrás todo lo que valgo hasta que no pueda ser junto a ti todo lo que soy.”

Ferdinand Galiani:  “Existe, en verdad, un magnetismo, o más bien una electricidad del amor, que se comunica por el solo contacto de las yemas de los dedos.”

Vincent Van Gogh:  “Se puede tener, en lo más profundo del alma, un corazón cálido, y sin embargo, puede ser que nadie acuda a él.”

Sófocles:  “El que es bueno en familia es también un buen ciudadano.”
Santa Teresa de Jesús:  ” Si no tenemos y procuramos paz en nuestra casa, no la hallaremos en la de los extraños.”

Mía (Gloria María) :  “Donde te quieren ve poco”.





Vitalidad Para Soñar Y Sentir


De regreso a la rutina, a las obligaciones. De regreso al “Encanto del día a
día “ponemos en orden el Hogar de nuestras emociones. Pensamos en nuestros
sueños, propósitos y metas. Invertimos energía y tiempo en nuestro bienestar.

Me encuentro con Doña Felicidad y Don Positivo, un desayuno especial y optimista
para comenzar la semana en armonía con vitalidad. Para comenzar un nuevo día
descubriendo día a día la felicidad cotidiana.

Hoy continúo desarrollando mi propósito: Felicidad. Deseo instalarlo, entrenarlo
y darle rienda suelta a la energía de la felicidad. Al bienestar que provoca en mis
emociones, en mi vida.

Entre aromas matutinos, cafés, tés al ritmo de lo cotidiano, al ritmo del día a día charlo
con Doña Felicidad y Don Positivo, les hago saber mi intención al regreso de estas
mini vacaciones. Continuar mimando y cultivando un proposito que traerá armonía,
bienestar y optimismo a mi vida
.
Muchas veces caigo en el error de girar sobre razones que me entristecen. O por
alguna curiosa razón, alimento motivos y razones que nos son tan positivas, que me
hacen sentir lo vulnerable y sensible que puedo ser. Razones que dejan que la tristeza,
la melancolía o el desengaño sean protagonistas absolutos eclipsando mí felicidad
interior, eclipsando mí encanto cotidiano.

Como bien me dice Don Positivo, muchos a lo largo de nuestras experiencias vitales,
de nuestro día a día nos hemos dejado llevar por emociones como la tristeza, sin
permitirnos el mayor de los lujos que podemos permitirnos, darnos razones, darnos
motivos día a día para ser felices. Para relativizar los momentos de tristeza, decepción,
enfado etc. 

Serán inevitables, también ellos enriquecen nuestro aprendizaje potencian
nuestros motivos, aunque a veces no lo creamos nos acercan más a nuestro propósito:
Ser felices.

Sorbo a sorbo de de café, los escucho atentamente sintiendo la magia del momento,
la magia del instante conectando con mis emociones en positivo, conectando con mi
felicidad interior.

Aquí ya tengo la primera de las razones o motivos para ser feliz.

Haré mi Diario de Optimismo, añadiré momentos, razones, emociones en positivo.
Serán la energía día a día de mi propósito: FELICIDAD.

“Decide ahora mismo ser feliz porque la felicidad es una adquisición”.



















El Esfuerzo


El principio y el final de cada acontecimiento tienen lugar en el mismo instante.
Cada detalle del árbol maduro existe dentro de su semilla.

Sin embargo, para nosotros el resultado final de una acción es misterioso en el momento en que la emprendemos, y la forma en que comienzan las cosas puede ser muy distinta de cómo terminan.
Algunas veces esto acaba teniendo un buen resultado, pero a menudo incluso un inicio muy positivo puede llevar a una conclusión negativa. 

Otras veces, empezamos con un objetivo concreto y el camino hacia éste nos lleva a un resultado distinto.

Así que no es suficiente que el inicio de un proyecto sea bueno.

Aun con el mejor inicio no hay certeza de cuál será el resultado, pues la distancia entre el inicio y el final puede ser mucho mayor de lo que imaginamos.

Nuestro trabajo consiste en mantener nuestra fuerza hasta el final de todos nuestros proyectos.
Esto no es de ninguna forma fácil porque nosotros con frecuencia avanzamos en el camino que hemos escogido sin una visión clara de adónde nos llevará, pero no por ello nos debemos de quedar estáticos.

Frases Sobre Esfuerzo:
“Un poco más de persistencia, un poco más de esfuerzo, y lo que parecía irremediablemente un fracaso puede convertirse en un éxito glorioso” -Elbert Hubbard.
“El esfuerzo es solo esfuerzo cuando comienza a doler”  -José Ortega y Gassett.
“El éxito depende del esfuerzo” -Sófocles.
“Si tienes una actitud positiva y te esfuerzas constantemente para dar tu mejor esfuerzo, con     el tiempo vas a superar tus problemas inmediatos y encontrará que estás listo para retos mayores”          -Pat Riley.
“La fuerza y el crecimiento vienen sólo a través del esfuerzo y la lucha continua”-Napoleón Hill.

Hugo W Arostegui

El Principito



Sinopsis: El valor de la amistad, el heroísmo como meta y la responsabilidad como motor de la conducta moral encuentran su plasmación definitiva en el mundo que descubre El principito , añorado planeta del que todos los hombres han sido exiliados y al que sólo mediante la fabulación cabe regresar.
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande. Tengo una seria excusa: esta persona grande es el mejor amigo que tengo en el mundo.
Todas las personas grandes han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan.)
CUANDO yo tenía seis años vi una vez una lámina magnífica en un libro sobre el Bosque Virgen que se llamaba «Historias Vividas».
Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas, y es agotador para los niños tener que darles siempre y siempre explicaciones.
Estaba más aislado que un náufrago sobre una balsa en medio del océano.
Cuando el misterio es demasiado impresionante no es posible desobedecer.
—Pero ¿adónde quieres que vaya?
—A cualquier parte. Derecho, siempre adelante...
Las personas grandes aman las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre lo esencial. Jamás os dicen: «¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere? ¿Colecciona mariposas?».
«La prueba de que el principito existió es que era encantador, que reía, y que quería un cordero. Querer un cordero es prueba de que se existe»
Hubiera deseado comenzar esta historia a la manera de los cuentos de hadas. Hubiera deseado decir: «Había una vez un principito que habitaba un planeta apenas más grande que él y que tenía necesidad de un amigo...»
Pero las semillas son invisibles. Duermen en el secreto de la tierra hasta que a una de ellas se le ocurre despertarse.
La lección que doy es digna de tenerse en cuenta.
Cuando uno está verdaderamente triste son agradables las puestas de sol...
—Un día, vi ponerse el sol cuarenta y tres veces.
—Las espinas no sirven para nada. Son pura maldad de las flores.
Se infla de orgullo. Pero no es un hombre; ¡es un hongo!
—Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas. Se dice: «Mi flor está allí, en alguna parte...». Y si el cordero come la flor, para él es como si, bruscamente, todas las estrellas se apagaran.
Lo tomé en mis brazos. Lo acuné. Le dije: «La flor que amas no corre peligro... Dibujaré un bozal para tu cordero. Dibujaré una armadura para tu flor... Di...». No sabía bien qué decir. Me sentía muy torpe. No sabía cómo llegar a él, dónde encontrarlo... ¡Es tan misterioso el país de las lágrimas!
—¡Ah!, acabo de despertarme... Perdóname... Todavía estoy toda despeinada...
El principito, entonces, no pudo contener su admiración:
—¡Qué hermosa eres!
—¿Verdad? —respondió suavemente la flor—. Y he nacido al mismo tiempo que el sol...
—No debí haberla escuchado —me confió un día—; nunca hay que escuchar a las flores. Hay que mirarlas y aspirar su aroma.
Debí haberla juzgado por sus actos y no por sus palabras. Me perfumaba y me iluminaba. ¡No debí haber huido jamás! Debí haber adivinado su ternura, detrás de sus pobres astucias. ¡Las flores son tan contradictorias! Pero yo era demasiado joven para saber amarla.
Evidentemente, en nuestra tierra, somos demasiado pequeños para deshollinar nuestros volcanes. Por eso nos causan tantos disgustos.
Procura ser feliz.
El aire fresco de la noche me hará bien. Soy una flor.
—Pero los animales...
—Es preciso que soporte dos o tres orugas si quiero conocer a las mariposas.
No sabía que para los reyes el mundo está muy simplificado. Todos los hombres son súbditos.
«Si ordeno —decía habitualmente—, si ordeno a un general que se transforme en ave marina y si el general no obedece, no será culpa del general. Será culpa mía.»
Hay que exigir a cada uno lo que cada uno puede hacer —replicó el rey—. La autoridad reposa, en primer término, sobre la razón.
—Te juzgarás a ti mismo —le respondió el rey—. Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio.
—Admirar significa reconocer que soy el hombre más hermoso, mejor vestido, más rico y más inteligente del planeta.
—¡Pero si eres la única persona en el planeta!
—¿Por qué bebes? —preguntole el principito.
—Para olvidar —respondió el bebedor.
—¿Para olvidar qué? —inquirió el principito, que ya le compadecía.
—Para olvidar que tengo vergüenza —confesó el bebedor bajando la cabeza.
—¿Vergüenza de qué? —indagó el principito, que deseaba socorrerle.
—¡Vergüenza de beber! —terminó el bebedor, que se encerró definitivamente en el silencio.
—Millones de esas cositas que se ven a veces en el cielo.
—¿Moscas?
—No, cositas que brillan.
—¿Abejas?
—¡No, no! Cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Pero yo soy serio! No tengo tiempo para desvariar.
—¡Ah! ¡Estrellas!
Cuando encuentras un diamante que no es de nadie, es tuyo. Cuando encuentras una isla que no es de nadie, es tuya. Cuando eres el primero en tener una idea, la haces patentar: es tuya. Yo poseo las estrellas porque jamás nadie antes que yo soñó con poseerlas.
Cuando enciende el farol es como si hiciera nacer una estrella más, o una flor. Cuando apaga el farol, hace dormir a la flor o a la estrella. Es una ocupación muy hermosa. Es verdaderamente útil porque es hermosa.
Los relatos de los exploradores se anotan con lápiz al principio.
—Los libros de geografía —dijo el geógrafo— son los más valiosos de todos los libros. Nunca pasan de moda. Es muy raro que una montaña cambie de lugar. Es muy raro que un océano pierda su agua. Escribimos cosas eternas.
Podría amontonarse a la humanidad sobre la más mínima islita del Pacífico.
Las personas grandes, sin duda, no os creerán. Se imaginan que ocupan mucho lugar. Se sienten importantes, como los baobabs.
El principito se sentó sobre una piedra y levantó los ojos hacia el cielo:
—Me pregunto —dijo— si las estrellas están encendidas a fin de que cada uno pueda encontrar la suya algún día.
—Buenos días —dijo al azar.
—Buenos días... Buenos días... Buenos días... —respondió el eco.
—¿Quién eres? —dijo el principito.
—Quién eres..., quién eres... —respondió el eco.
—Sed amigos míos, estoy solo —dijo el principito.
—Estoy solo..., estoy solo..., estoy solo —respondió el eco.
Es su único interés. ¿Buscas gallinas?
—No —dijo el principito—. Busco amigos. ¿Qué significa «domesticar»?
—Es una cosa demasiado olvidada —dijo el zorro—. Significa «crear lazos».
Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
si me domesticas, mi vida se llenará de sol.
Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...
Si quieres un amigo, ¡domestícame!
—¿Qué hay que hacer? —dijo el principito.
—Hay que ser paciente —respondió el zorro—.
Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad!
—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
Sólo los niños aplastan sus narices contra los vidrios.
—Sólo los niños saben lo que buscan —dijo el principito—.
—El agua puede también ser buena para el corazón...
—Las estrellas son bellas, por una flor que no se ve...
Siempre he amado el desierto. Puede uno sentarse sobre un médano de arena. No se ve nada. No se oye nada. Y sin embargo, algo resplandece en el silencio...
—Lo que embellece al desierto —dijo el principito— es que esconde un pozo en cualquier parte...
«Lo que veo aquí es sólo una corteza. Lo más importante es invisible...».
«Lo que me emociona tanto en este principito dormido es su fidelidad por una flor, es la imagen de una rosa que resplandece en él como la llama de una lámpara, aun cuando duerme...». Y lo sentí más frágil todavía. Es necesario proteger a las lámparas; un golpe de viento puede apagarlas...
—En tu tierra —dijo el principito— los hombres cultivan cinco mil rosas en un mismo jardín... Y no encuentran lo que buscan...
—No lo encuentran... —respondí.
—Y, sin embargo, lo que buscan podría encontrarse en una sola rosa o en un poco de agua...
—Seguramente —respondí.
Y el principito agregó:
—Pero los ojos están ciegos. Es necesario buscar con el corazón.
Si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco...
—Lo que es importante, eso no se ve.

Si amas a una flor que se encuentra en una estrella, es agradable mirar el cielo por la noche. Todas las estrellas están florecidas.

Diversidad Social


La diversidad social es la expresión primaria de la diversidad cultural, pero también atañe a ella la expresión de las fallas en la distribución de la riqueza y de las oportunidades.

La sociedad es el núcleo de protección y realización de lo humano es un fenómeno que permite superar las deficiencias individuales mediante la cooperación y el aporte de cada uno de sus miembros, la acción externa de otros grupos sociales puede ser la ayuda o la condena. Ninguna sociedad está exenta de ambas, pero cuando la intolerancia predomina, la injusticia y la postergación muestran la peor de la facetas de la Humanidad.

La estratificación social es la conformación en grupos verticales diferenciados de acuerdo a criterios establecidos y reconocidos. La estratificación social da cuenta o es un medio para representar de la desigualdad social de una sociedad en la distribución de los bienes y atributos socialmente valorados. El concepto de estratificación social implica que existe una jerarquía social así como una desigualdad social estructurada. Dicha desigualdad esta institucionalizada, y tiene una consistencia y coherencia a través del tiempo. Formas de estratificación social, generalmente citadas, son las castas, estamentos y clases sociales.

Un estrato social está constituido por un conjunto de personas, agregados sociales, que comparten un sitio o lugar similar dentro de la jerarquización o escala social, donde comparten similares creencias, valores, actitudes, estilos y actos de vida. Se caracterizan por su relativa cantidad de poder, prestigio o privilegios que poseen. Si bien el punto central de la estratificación se refiere a la distribución de bienes y atributos la estratificación social, aunque también se puede considerar sobre la base de la etnicidad, género y edad.

El término estratificación social es usado a veces como sinónimo de clase social por algunos economistas, sociólogos y cientistas políticos debido a que no posee la connotación marxista que sí tiene el término clase social.
Cultura y biología están inevitablemente unidas en los seres humanos. 
Por una parte, la arquitectura neuronal y las capacidades cognitivas que permiten los procesos culturales son producto de la evolución
Por otra, la cultura modifica el ambiente en que nos desenvolvemos los seres humanos y, por ello, determina en cierta medida la acción futura de la selección natural. 
Transmisión cultura acumulativa.
Quizá la característica más notable del comportamiento humano.
Esta variación ha sido documentada sea la enorme variabilidad conductual  
Aprendizaje individual y aprendizaje social.

A lo largo de la historia han sido incontables las influencias mutuas de la cultura occidental con el resto de culturas. Esta influencia intercultural no ha cesado con el transcurrir de los siglos, sino que incluso se ha incrementado. Hoy en día es posible que diferentes grupos de investigadores, estudiantes o profesionales compartan y construyan conocimiento conjuntamente gracias al surgimiento y desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación.


Cuando se concibe la diversidad social y cultural como una fuente de riqueza que puede incrementar los conocimientos que el ser humano acumula a lo largo de su historia, se está en mejor disposición para intercambiar información y admitir las críticas de los demás. Esto posibilita que todas las personas que estén dispuestas al diálogo con otras sociedades y culturas posean una mente más abierta, mayores habilidades sociales y más recursos e ideas con las que enfrentarse a los problemas cotidianos


La Vida Sin Ilusiones


¿Nos hemos preguntado qué les falta a las personas que se sienten infelices o agotadas, a las que nos dicen “¡ya no puedo más”!, a los amigos que vemos apáticos y decaídos, a muchos niños “de hoy” que parecen estar “aburridos”, a tanta gente “mayor” con los ojos sin brillo?... ¿Qué nos falta cuando nos sentimos impotentes y sin esperanzas? 

Nos faltan ilusiones.
Es difícil vivir sin dinero y más aún sin salud, pero es imposible vivir sin ilusiones.

El ser humano no puede vivir sin ilusiones porque entonces nuestra existencia sólo es un cúmulo de obligaciones sin sentido, de esfuerzos malgastados, de falsas responsabilidades, de insatisfacciones permanentes de trampas constantes… que terminan por agotarnos.
Perder las ilusiones es como perder la brújula, la fuerza que nos mueve.
Las ilusiones en todos los momentos de nuestras vidas, deben constituir el eje que dé sentido a nuestros movimientos.

Uno de los primeros aspectos que conviene trabajar cuando se ha perdido la ilusión, es volver a encontrar nuestra misión, esa meta que justifica nuestros esfuerzos y la utilidad a nuestro trabajo o sacrificio.

Todos tenemos una misión y el día que la persona no lo sienta así, será el principio de su desaliento y solo le quedará la desesperanza.

¿Para qué vivimos?

Quizás nadie como el doctor Viktor Frankl (1905- 1997) en su libro “El hombre en busca de sentido” ha dado respuestas tan lúcidas a esta pregunta. Esta obra marcó un antes y un después en el análisis existencial del ser humano y desarrolló una aproximación revolucionaria a la psicoterapia, conocida como “logoterapia” o terapia basada en el sentido.

Una de sus mayores aportaciones nace del siguiente enunciado, tan simple como esencial:

“La última de las libertades humanas, la libertad esencial, aquella que nadie nos puede arrebatar, es la de elegir nuestra actitud sean cuales sean las circunstancias que nos rodean, por difíciles, dolorosas o complejas que sean tales circunstancias. Y es precisamente esta libertad que no nos puede ser arrebatada, la que hace que la vida tenga sentido y propósito.
Si existe tal libertad, incluso ante el dolor y la muerte, el ser humano no está totalmente condicionado y determinado, sino que es él quien determina si ha de entregarse a las situaciones o hacer frente a ellas. En otras palabras, el ser humano, en última instancia, se determina a sí mismo; no se limita a existir, sino que siempre decide cuál será su existencia.”

Su mensaje es extraordinariamente positivo sobre nuestra capacidad de superar adversidades y construir una vida con sentido no solo para nosotros mismos, sino para los demás.

El amor a alguien o a una tarea que realizar -amor y creatividad- son los pilares sobre los que se construye la esperanza y el sentido de la vida. Hay que ser capaz de trascender los estrechos límites de la existencia centrada en uno mismo y creer que uno puede hacer una contribución a la vida de los demás. Solo así podemos hablar de sentido, de cumplimiento y de realización.

A veces, simplemente tendremos que “mirar” con esos “ojos de ver”. En otras ocasiones, será bueno que encontremos ilusiones nuevas que nos motiven y nos ayuden a salir de un estado lamentable. Para conseguir recuperar esas ilusiones tendremos que llevar a cabo cambios importantes en nuestra vida y tendremos que conseguir desarrollar e implantar nuevos hábitos.