¿Nos hemos
preguntado qué les falta a las personas que se sienten infelices o agotadas, a
las que nos dicen “¡ya no puedo más”!, a los amigos que vemos apáticos y
decaídos, a muchos niños “de hoy” que parecen estar “aburridos”, a tanta gente
“mayor” con los ojos sin brillo?... ¿Qué nos falta cuando nos sentimos
impotentes y sin esperanzas?
Nos faltan
ilusiones.
Es difícil vivir
sin dinero y más aún sin salud, pero es imposible vivir sin ilusiones.
El ser humano no puede vivir sin ilusiones porque entonces nuestra existencia sólo es un cúmulo de obligaciones sin sentido, de esfuerzos malgastados, de falsas responsabilidades, de insatisfacciones permanentes de trampas constantes… que terminan por agotarnos.
El ser humano no puede vivir sin ilusiones porque entonces nuestra existencia sólo es un cúmulo de obligaciones sin sentido, de esfuerzos malgastados, de falsas responsabilidades, de insatisfacciones permanentes de trampas constantes… que terminan por agotarnos.
Perder las
ilusiones es como perder la brújula, la fuerza que nos mueve.
Las ilusiones en todos los momentos de nuestras vidas, deben constituir el eje que dé sentido a nuestros movimientos.
Uno de los primeros aspectos que conviene trabajar cuando se ha perdido la ilusión, es volver a encontrar nuestra misión, esa meta que justifica nuestros esfuerzos y la utilidad a nuestro trabajo o sacrificio.
Todos tenemos una misión y el día que la persona no lo sienta así, será el principio de su desaliento y solo le quedará la desesperanza.
¿Para qué vivimos?
Quizás nadie como el doctor Viktor Frankl (1905- 1997) en su libro “El hombre en busca de sentido” ha dado respuestas tan lúcidas a esta pregunta. Esta obra marcó un antes y un después en el análisis existencial del ser humano y desarrolló una aproximación revolucionaria a la psicoterapia, conocida como “logoterapia” o terapia basada en el sentido.
Una de sus mayores aportaciones nace del siguiente enunciado, tan simple como esencial:
“La última de las libertades humanas, la libertad esencial, aquella que nadie nos puede arrebatar, es la de elegir nuestra actitud sean cuales sean las circunstancias que nos rodean, por difíciles, dolorosas o complejas que sean tales circunstancias. Y es precisamente esta libertad que no nos puede ser arrebatada, la que hace que la vida tenga sentido y propósito.
Si existe tal libertad, incluso ante el dolor y la muerte, el ser humano no está totalmente condicionado y determinado, sino que es él quien determina si ha de entregarse a las situaciones o hacer frente a ellas. En otras palabras, el ser humano, en última instancia, se determina a sí mismo; no se limita a existir, sino que siempre decide cuál será su existencia.”
Su mensaje es extraordinariamente positivo sobre nuestra capacidad de superar adversidades y construir una vida con sentido no solo para nosotros mismos, sino para los demás.
El amor a alguien o a una tarea que realizar -amor y creatividad- son los pilares sobre los que se construye la esperanza y el sentido de la vida. Hay que ser capaz de trascender los estrechos límites de la existencia centrada en uno mismo y creer que uno puede hacer una contribución a la vida de los demás. Solo así podemos hablar de sentido, de cumplimiento y de realización.
A veces, simplemente tendremos que “mirar” con esos “ojos de ver”. En otras ocasiones, será bueno que encontremos ilusiones nuevas que nos motiven y nos ayuden a salir de un estado lamentable. Para conseguir recuperar esas ilusiones tendremos que llevar a cabo cambios importantes en nuestra vida y tendremos que conseguir desarrollar e implantar nuevos hábitos.
Las ilusiones en todos los momentos de nuestras vidas, deben constituir el eje que dé sentido a nuestros movimientos.
Uno de los primeros aspectos que conviene trabajar cuando se ha perdido la ilusión, es volver a encontrar nuestra misión, esa meta que justifica nuestros esfuerzos y la utilidad a nuestro trabajo o sacrificio.
Todos tenemos una misión y el día que la persona no lo sienta así, será el principio de su desaliento y solo le quedará la desesperanza.
¿Para qué vivimos?
Quizás nadie como el doctor Viktor Frankl (1905- 1997) en su libro “El hombre en busca de sentido” ha dado respuestas tan lúcidas a esta pregunta. Esta obra marcó un antes y un después en el análisis existencial del ser humano y desarrolló una aproximación revolucionaria a la psicoterapia, conocida como “logoterapia” o terapia basada en el sentido.
Una de sus mayores aportaciones nace del siguiente enunciado, tan simple como esencial:
“La última de las libertades humanas, la libertad esencial, aquella que nadie nos puede arrebatar, es la de elegir nuestra actitud sean cuales sean las circunstancias que nos rodean, por difíciles, dolorosas o complejas que sean tales circunstancias. Y es precisamente esta libertad que no nos puede ser arrebatada, la que hace que la vida tenga sentido y propósito.
Si existe tal libertad, incluso ante el dolor y la muerte, el ser humano no está totalmente condicionado y determinado, sino que es él quien determina si ha de entregarse a las situaciones o hacer frente a ellas. En otras palabras, el ser humano, en última instancia, se determina a sí mismo; no se limita a existir, sino que siempre decide cuál será su existencia.”
Su mensaje es extraordinariamente positivo sobre nuestra capacidad de superar adversidades y construir una vida con sentido no solo para nosotros mismos, sino para los demás.
El amor a alguien o a una tarea que realizar -amor y creatividad- son los pilares sobre los que se construye la esperanza y el sentido de la vida. Hay que ser capaz de trascender los estrechos límites de la existencia centrada en uno mismo y creer que uno puede hacer una contribución a la vida de los demás. Solo así podemos hablar de sentido, de cumplimiento y de realización.
A veces, simplemente tendremos que “mirar” con esos “ojos de ver”. En otras ocasiones, será bueno que encontremos ilusiones nuevas que nos motiven y nos ayuden a salir de un estado lamentable. Para conseguir recuperar esas ilusiones tendremos que llevar a cabo cambios importantes en nuestra vida y tendremos que conseguir desarrollar e implantar nuevos hábitos.
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