Decir que el manejo de la imagen pública para una
organización o persona es importante no resulta nada novedoso. Sin embargo, son
muchos los que aún no valoran el poder comunicativo que ésta tiene al momento
de generar nuevos negocios, manejar una crisis o atraer inversionistas y por
supuesto ganar o mantener clientes.
Como imagen pública entendemos la percepción que se tiene de
una persona o institución por parte de sus públicos de interés, basada en
estímulos visuales e información pública que recibe.
Para un empresario, director general o CEO de una
organización, tener una imagen pública es inevitable, exista planeación o no,
sea intencionada o no; sus públicos objetivo tienen una clara percepción sobre
dicha persona. El simple hecho de existir, ubica a una persona en un plano de
significación humana.
Sin embargo, para proyectar una imagen pública adecuada y
exitosa se requiere tomar la decisión consciente de crearla, estimularla y
manejar las percepciones que otros tienen sobre su persona.
La construcción y el manejo de la imagen pública abarca
cinco factores importantes de proyección: la identidad, la actitud, el comportamiento,
el discurso y finalmente la vestimenta.
Los anteriores 5 factores deben alinearse a una estrategia
de imagen, para lograr proyectar de manera congruente la imagen del personaje
en cuestión.
En lo que corresponde a la identidad, esta constituye la
esencia del personaje público y el pilar para la construcción de la imagen. La
identidad, entre otros factores, está constituida por su propia genética y hace
que una persona sea irrepetible, además de las características psicológicas,
sociales, económicas, educativas, culturales y espirituales que lo definen.
Al momento de construir la imagen pública, si ésta no
respeta la identidad del personaje, la imagen obtenida resulta poco creíble y
engañosa.
Puede ser importante, para el puesto en el que se encuentra,
que un director tenga que proyectar una imagen de poder, de una persona fría,
calculadora y autoritaria; pero sí en esencia se trata de una persona más
amable, cercana y afable con las personas, habrá que encontrar el balance que
permita respetar su identidad cálida pero generando una imagen de respeto ante
los que lo rodean.
Para encontrar ese balance, la semiótica aquí nos permite
construir el puente entre significados que dan balance y credibilidad a la
imagen pública de un personaje, como en el ejemplo anterior, que por sus
características resulte amable y cálido, pero sin perder la fuerza y el respeto
que la imagen a proyectar tenga que imponer.
La definición de la imagen pública no resulta ser un proceso
sencillo ni mucho menos simple, dependerá de factores tanto ambientales como
personales y será posible establecerla analizando tanto la necesidad del personaje
como las necesidades de su público de interés.
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