Como seres emocionales, no podemos
negar que los sentimientos determinan nuestra conducta, de la memoria a la toma
de decisiones, y como animales sociales necesitamos de nuestra capacidad de
empatía para vivir en comunidad.
Esta base de conocimiento sobre uno
mismo, sobre el cerebro, permite al ser humano saber que su manera de pensar
está condicionada por su manera de sentir, lo que le posibilita para actuar
sobre las ideas tóxicas, y con ello, vivir mejor.
El bienestar es un objetivo que
depende de comprender que el cerebro ha desarrollado, a lo largo de miles de
años, un sistema de toma de decisiones que en ocasiones es racional, pero que
la mayoría de las veces es automática. Si no fuera por ese modo automático no
podríamos sobrevivir, porque tomamos decisiones a diario, y no podemos sopesar
pros y contras de todas ellas.
Previamente a la conceptualización y diferenciación entre
estas entidades, será bueno aclarar que la sensación, la emoción y el
sentimiento son términos que pueden ser fácilmente confundidos debido a que,
coloquialmente se suelen emplear indistintamente, sobre todo los vocablos
emoción y sentimiento.
El pensamiento (o cognición) es un fenómeno psicológico racional
y complejo que expresa la capacidad mental que todos los seres humanos tenemos
para ordenar, dar sentido e interpretar la información disponible en nuestra
mente de la realidad percibida, y a partir de ello crear nuestros
conceptos. Dependiendo de la interpretación o del sentido otorgado a los
pensamientos, éstos podrán conceptualizar nuestra experiencia o realidad de un
modo o de otro, e incluso activar determinados sentimientos.
El arte de vivir lleva al ser humano a relacionarse con sus
pensamientos y sentimientos en forma activa y deliberada. No está a merced
de pensamientos y sentimientos que lo dominan sino que, por el contrario, se
dedica metódicamente a conocer y armonizar su modo de pensar y de sentir.
Si bien la manera de pensar y de sentir está determinada en gran parte por la herencia y el medio, dentro de cualquier corriente de ideas y en cualquier medio la calidad de los pensamientos y sentimientos de un individuo depende de su grado de conciencia.
Cuanto menor es el grado de conciencia, más se identifica uno con las corrientes mentales de su medio y más subordinada está su mente a sus impulsos, pasiones y deseos. En esta situación la propia vida se determina por pensamientos y sentimientos que no se eligieron ni se pueden controlar. Uno los defiende tenazmente, sin siquiera considerar si reflejan lo que en verdad cree y anhela.
Sentir y pensar de acuerdo con los condicionamientos sociales y los instintivos determina una larga etapa del desenvolvimiento humano y produce ignorancia, luchas, encono y dolor.
Si bien la manera de pensar y de sentir está determinada en gran parte por la herencia y el medio, dentro de cualquier corriente de ideas y en cualquier medio la calidad de los pensamientos y sentimientos de un individuo depende de su grado de conciencia.
Cuanto menor es el grado de conciencia, más se identifica uno con las corrientes mentales de su medio y más subordinada está su mente a sus impulsos, pasiones y deseos. En esta situación la propia vida se determina por pensamientos y sentimientos que no se eligieron ni se pueden controlar. Uno los defiende tenazmente, sin siquiera considerar si reflejan lo que en verdad cree y anhela.
Sentir y pensar de acuerdo con los condicionamientos sociales y los instintivos determina una larga etapa del desenvolvimiento humano y produce ignorancia, luchas, encono y dolor.
A pesar de que los pensamientos y los sentimientos están íntimamente ligados, su relación no siempre es armónica, sobre todo cuando los impulsos instintivos y los pensamientos egoístas mueven al ser humano en sentido opuesto al ideal que vislumbra en sus momentos de mayor comprensión.
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