lunes, 7 de agosto de 2017

El cerebro Y Las Emociones


Como seres emocionales, no podemos negar que los sentimientos determinan nuestra conducta, de la memoria a la toma de decisiones, y como animales sociales necesitamos de nuestra capacidad de empatía para vivir en comunidad.

Esta base de conocimiento sobre uno mismo, sobre el cerebro, permite al ser humano saber que su manera de pensar está condicionada por su manera de sentir, lo que le posibilita para actuar sobre las ideas tóxicas, y con ello, vivir mejor.

El bienestar es un objetivo que depende de comprender que el cerebro ha desarrollado, a lo largo de miles de años, un sistema de toma de decisiones que en ocasiones es racional, pero que la mayoría de las veces es automática. Si no fuera por ese modo automático no podríamos sobrevivir, porque tomamos decisiones a diario, y no podemos sopesar pros y contras de todas ellas.

Previamente a la conceptualización y diferenciación entre estas entidades, será bueno aclarar que la sensación, la emoción y el sentimiento son términos que pueden ser fácilmente confundidos debido a que, coloquialmente se suelen emplear indistintamente, sobre todo los vocablos emoción y sentimiento.

El pensamiento (o cognición) es un fenómeno psicológico racional y complejo que expresa la capacidad mental que todos los seres humanos tenemos para ordenar, dar sentido e interpretar la información disponible en nuestra mente de la realidad percibida, y a partir de ello crear nuestros conceptos. Dependiendo de la interpretación o del sentido otorgado a los pensamientos, éstos podrán conceptualizar nuestra experiencia o realidad de un modo o de otro, e incluso activar determinados sentimientos.

El arte de vivir lleva al ser humano a relacionarse con sus pensamien­tos y sentimientos en forma activa y deli­bera­da. No está a merced de pensamientos y senti­mientos que lo dominan sino que, por el contrario, se dedica metódica­mente a conocer y armonizar su modo de pen­sar y de sentir.

Si bien la manera de pensar y de sentir está deter­minada en gran parte por la herencia y el medio, dentro de cualquier corriente de ideas y en cualquier medio la calidad de los pensa­mientos y sentimientos de un indivi­duo depende de su grado de concien­cia.

Cuanto menor es el grado de conciencia, más se identifi­ca uno con las corrientes mentales de su me­dio y más subordi­nada está su mente a sus impulsos, pasiones y deseos. En esta situación la propia vida se determina por pensamientos y sentimientos que no se eligieron ni se pueden controlar. Uno los defiende tenazmente, sin siquiera considerar si reflejan lo que en verdad cree y anhe­la.

Sentir y pensar de acuerdo con los condicionamien­tos sociales y los instintivos determina una larga etapa del desen­volvimiento humano y produce ignorancia, luchas, encono y dolor.

A pesar de que los pensamientos y los sentimientos están íntimamente ligados, su relación no siempre es armónica, sobre todo cuando los impulsos instintivos y los pensamientos egoístas mueven al ser humano en sentido opuesto al ideal que vislum­bra en sus mo­mentos de mayor comprensión.


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