Conocer como reaccionamos
ante los estímulos que nos rodean y saber calibrar la cantidad de respuesta
emocional que nos interesa dar, nos ayudará a no gastar nuestras fuerzas y
energías de forma inadecuada. Por ejemplo, si me enfado con gran intensidad con
un desconocido al que muy probablemente no volveré a ver en la vida, estoy
gastando una energía valiosa de forma improductiva y, para colmo, esta
sensación de disgusto se prolongará en el tiempo mucho más de lo que sería
razonable.
Temo que un buen número de personas piense que las emociones
no son controlables ni gestionables, que es algo que surge y nos inunda.
Sentimos miedo o amor y no sabemos cómo, por qué y, lo que aun es peor, no nos
planteamos la posibilidad de comprender y gestionar esos sentimientos.
Cuando no profundizamos en este tema, no nos tomamos el
tiempo suficiente para conocer y comprender las distintas emociones y cómo nos
afectan.
Por este motivo, en ocasiones, confundimos los sentimientos;
podríamos pensar que alguien está enfado, cuando realmente está preocupado y esta confusión puede
producir graves consecuencias en nuestras relaciones interpersonales.
Para poder distinguir los sentimientos necesitamos primero conocerlos e
identificarlos en
nosotros mismos, para después ser capaces de hacer lo mismo en los otros.
Es necesario ponerles nombres y pararnos a averiguar, en el
momento, qué es lo que sentimos, respondiendo a la pregunta ¿Qué siento
exactamente? ¿Ira,
enfado, disgusto…?
Porque la primera fase para poder gestionar la emoción sería
identificarla. Es
fácil reconocer emociones, las vemos en los demás. Lo que las hace complejas es
el hecho de que suelen producirse varias a la vez.
Podríamos decir: “me siento infeliz”, pero ¿Qué quieres
decir realmente? ¿Estás: triste, enfadado, avergonzado, celoso, te sientes
culpable…? ¿Cuál responde a tu sentimiento?
Cuando lo identifiques podrás profundizar, analizar y tomar
decisiones al respecto.
Separar e identificar las emociones me permite saber lo que
siento, aprender a conocerme mejor y, partiendo de esta base, afrontar de una
forma más eficaz mis retos.
Si nos enseñaran desde la infancia a identificar y gestionar
nuestras emociones, la vida sería más fácil. Si no tuvimos la suerte de que nos
lo enseñaran siendo niños, ahora es el momento
de empezar.
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