Decimos que el saber no ocupa lugar para dar a entender que
adquirir conocimientos es positivo, que aprender cosas nuevas y aumentar
nuestra cultura no sólo no nos molesta, sino que nos enriquece. Pero, ¿el
saber ocupa o no ocupa lugar?
Ciencia y medicina están de acuerdo: existe una pequeña
parcela de nuestro cerebro en la que es necesario que las neuronas se regeneren.
Simplificándolo mucho, podemos decir que, en ocasiones, necesitamos borrar
antiguos recuerdos para dejar espacio a los nuevos. Es decir, el saber sí
ocupa lugar.
En los procesos de aprendizaje y memoria es
fundamental lo que ocurre en el hipotálamo, una parcela cerebral situada
en el lóbulo temporal que se resetea cada cierto tiempo para dejar espacio
al nuevo conocimiento. ¿Cómo es posible esta limpieza? Según algunos estudios,
nuestro cerebro desplaza la memoria de unos compartimentos a otros,
almacenándola finalmente en estructuras superiores como el neocórtex.
Al parecer, la regeneración neuronal es continua
en el hipotálamo, una región especialmente sensible a enfermedades como el alzheimer y
cuyos daños pueden derivar en problemas añadidos como la amnesia.
Por último, una curiosidad: según investigadores de la
universidad japonesa de Toyama, hacer ejercicio físico favorece el ‘vaciado’
de recuerdos en el hipocampo.
“El saber no ocupa lugar…” ¿O sí?
Este refrán, adagio o proverbio, que tantas veces
hemos oído decir, se merece un análisis en profundidad.
Si dicho refrán lo entendemos como la referencia a un
pensamiento, o a la acumulación de conocimiento, resulta evidente que no ocupa
un lugar físico, como el que ocuparía un baúl o un armario, aunque sí ocuparía
una parte de la memoria.
También es cierto que, aun hoy día, a pesar de los avances
tecnológicos de la Ciencia, seguimos sin conocer hasta dónde es capaz de llegar
nuestro cerebro, nuestra capacidad de acumular información, conocimiento,
sabiduría
.
Y es que, del cerebro humano, a pesar de ser el órgano más
importante de nuestro cuerpo, apenas sabemos nada de él.
Pero de algo sí nos hemos dado cuenta con el transcurrir de
los miles o millones de años de evolución de los seres humanos y homínidos; y
es que, a mayor tamaño de cerebro en proporción al resto del cuerpo, existe una
mayor capacidad de razonamiento y acumulación de información o conocimiento. De
hecho, se podría resumir diciendo que: la capacidad de razonamiento del
cerebro, va determinada por una simple regla de tres directa. Y de igual manera,
esta misma regla de tres, se puede aplicar a los cerebros informáticos o
inteligencia artificial
.
También es cierto que, el continuo avance tecnológico, nos
permite cada vez obtener mayor capacidad de almacenamiento de memoria en un
espacio cada vez menor. La solución o respuesta a dicho paradigma, se encuentra
en los elementos utilizados para conseguir la mayor capacidad en un mínimo
espacio.
Y esta respuesta es la que nos puede servir a los seres
humanos para comprender los procesos, o plantearnos el por qué existe tanta
diferencia de criterio entre uno u otro individuo que poseen similar capacidad
de razonamiento.
Como ya hemos visto, en el caso de la memoria artificial, la
clave está en la calidad del material utilizado al efecto. Y dicho material, no
sólo está compuesto por elementos físicos, sino que también interviene en todo
el proceso una parte no física pero que sin embargo sí ocupa espacio: me
refiero al sistema operativo de la inteligencia artificial.
El sistema operativo es la clave de casi todo: contiene el
programa base por el cual la máquina trabajará, y hará posible o no, que el
mismo sistema operativo se auto alimente y perfeccione de forma automática, en
base a la información obtenida, ya sea externamente o de manera interna;
mediante la experiencia que dicho sistema haya podido adquirir durante su
funcionamiento. Lo cual nos lleva a una lógica conclusión: si no existe
experiencia, no hay posibilidad de evolución del sistema operativo
.
Y es en ese momento cuando, la inteligencia artificial, no
pasa de ser un mero ciclo o bucle repetitivo que no cesa de hacer siempre lo
mismo, sin posibilidad de evolucionar, de cambiar, o de mejorar el sistema. Ya
no es una inteligencia artificial, ahora es una simple máquina.
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