Como hemos hablado en otras oportunidades, las emociones son
reacciones que surgen ante eventos externos o internos. Pero esta emoción será
diferente de acuerdo al pensamiento que experimentamos frente el respectivo
evento. Si pienso que me quieren hacer daño, me asusto, me entristezco o me
enfado y mi comportamiento puede ir desde paralizarme, cargarme de
resentimientos o actuar agresivamente en nuestra defensa. Si con mi mejor
intención quiero ayudar a un familiar y éste, como suele suceder y desde mi juicio,
no reacciona como yo quisiera o no hace nada por si mismo, entonces siento
rabia o frustración.
Muy a menudo entramos en conflicto con otras personas tratando de defender nuestro "punto de vista” sin darnos cuenta que vivimos en un mundo de juicios, donde prevalece lo subjetivo y que cuando hablamos de algo bueno o malo; agradable o desagradable; si algo es mejor o peor, etc. estamos ante la opinión de alguien o de muchos, pero no por ello se puede afirmar que esa opinión sea una verdad irrebatible, ya que su mismo carácter deja claro que dista de ser una verdad absoluta.
Muchos de estos pensamientos o posiciones están basados precisamente en la manera como estructuramos nuestro modelo del mundo, en los “debería ser o hacer” o en los “no debería ser o hacer”, en lo que consideramos correcto o incorrecto, sin detenernos a pensar que tales mandatos responden a creencias y patrones aprendidos que, si bien en algunos casos son una guía muy positiva, muchas veces pueden constituirse en grandes barreras que van a afectar negativamente nuestras relaciones interpersonales y otras áreas de nuestra vida.
La Programación Neurolingüística
Desde que conocí los postulados de la Programación Neurolingüística PNL, quedé enganchado con dos de ellos, que desde mi juicio, su interpretación y aceptación pueden ser dos pilares fundamentales para un establecimiento más sano de toda relación interpersonal, bien sea de pareja, de amistad, familiar, laboral o simplemente de cualquier necesidad o roce social. Me refiero al supuesto que reza “el mapa no es el territorio” y al supuesto que hace referencia a que “todo comportamiento tiene una intención positiva”
Si hacemos una revisión de la cantidad de veces que discutimos, que nos llenamos de sentimientos que alteran negativamente nuestro estado emocional y que reaccionamos emocionalmente fuerte ante otras personas, podemos con toda seguridad darnos cuenta que entre las “razones” más comunes a estas reacciones está el hecho de no poder demostrar lo que de acuerdo a nuestro razonamiento es evidente, o al hecho de sentir que de una u otra manera nos quieren hacer daño.
Lo triste y paradójico de este sentir es que en la mayoría de los casos estas
reacciones son más comunes y frecuentes ante personas muy allegadas, como la
pareja, hijos, hermanos o padres, por quienes sentimos una mayor relación
afectiva y a quienes queremos cambiar para que vean, oigan, sientan y en
consecuencia se comporten como consideramos es la manera correcta.
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