La gran mayoría de nosotros al leer biografías de personas
de éxito nos damos cuenta que muy a menudo aparecen las palabras
como: Perseverancia, Persistencia y Tenacidad. Es un hecho
que cuando se adoptan este tipo de rasgos y los incorporamos a nuestra vida
diaria, estamos mucho mejor preparados para afrontar los retos y para
superar cualquier adversidad, es lo que llamamos la Actitud del Éxito
.
Todos tenemos experiencias de cuando éramos niños respecto a
lo de perseverar en las cosas. La primera vez que montaste en bicicleta o los
primeros intentos de aprender a nadar, si pudiste vivir estas experiencias, son
ejemplos claros en los que todavía serías incapaz de hacer esas cosas si no
hubieras demostrado perseverancia. Al igual que existen estos ejemplos, verás
que hay muchos en tu propia vida.
Sin embargo, cuando crecemos y nos convertimos en adultos, a
menudo estamos involucrados en otro tipo de desafíos y, aunque muchos de
nosotros hemos mantenido la perseverancia de entonces, otros han tomado la
decisión de abandonar lo que se proponían a la primera señal de dificultad que
han encontrado en su camino.
Claros ejemplos de esto en tu vida podrían ser: un trabajo
que has dejado poco después de comenzar sin realmente darle una oportunidad a
este o el hecho de realizar un trabajo de bricolaje casero que parecía trivial
y que desististe, porque mostraba señales de ser demasiado difícil mientras lo
estabas realizando.
Por la razón que sea, a veces los adultos estamos tan
conscientes de la necesidad desesperada de no sentirse tropezar que abandonamos
a la primera señal de un obstáculo que se avecina con tal de no sentirnos mal.
Sin embargo, en última instancia, las personas que siguen probando cuando las
cosas no son favorables, al final son las que cosechan las mayores recompensas
y acaban consiguiendo lo que querían.
La gran mayoría de nosotros nos estancamos en un estado de
inercia continua, no progresamos, estamos siempre en el mismo lugar. Quizás sea
porque tenemos demasiado miedo de encaminarnos en algo nuevo ya que es muy
probable que nuestro entorno (amigos, familia, compañeros de trabajo…) puedan
llegar a burlarse de nuestras ideas o de nuestros planes cuando se los
comentamos.
Las personas que no creen en los planes de otras, piensan
que saben quiénes son y por su propia clasificación y, bajo sus propios paradigmas, creencias y
formas de ver la vida, realizan una evaluación o un juicio que, en general está
dirigido a ti, pero en realidad lo que están haciendo es describirse a ellos
mismos.
Por lo tanto, cuando decidas dar un paso hacia la
realización de un cambio radical, en tu vida personal o profesional, para
enfocarte en hacer algo completamente diferente, ten presente y se muy
consciente que vas a recibir críticas y juicios de otras personas respecto de
tus nuevos objetivos y aspiraciones, y que es algo completamente normal. Estas
personas tienen la sensación de que los vas a dejar atrás. Seguramente también
encontrarás a personas en tu entorno que se alegrarán genuinamente del paso que
vas a dar, precisamente esas personas ya han realizado cambios en su vida como
el que vas a emprender tú, y por eso empatizan contigo y te comprenden
perfectamente.
La forma de enfrentar esto es tener absolutamente claro que
nada te va a desviar de tu propósito de alcanzar nuevas metas. Acércate a las
personas que sí están aprobando tus deseos de alcanzar tus metas, se alegran y
te apoyan en ello. Aunque no es aconsejable dejar de lado a los viejos amigos
es bueno que seas consciente de que no te deben afectar los comentarios
negativos, procedente de ellos, que puedan obligarte a desviarte de tu camino.
O sea ¡se tenaz! (Tenacidad)
No te pongas excusas que te inmovilicen y te hagan
abandonar. Si tienes dificultades, párate en el camino, identifica los
obstáculos, analiza la situación y encuentra una solución para cada uno de
ellos, después continua hacia adelante. O sea ¡Persevera! (Perseverancia)
A pesar de errar, de fallar o de tener que cambiar de rumbo
por no ir en la dirección correcta, es importante que insistas en mantener tu
objetivo vivo dentro de ti. Cuando no estás avanzando, entonces, ¡prueba,
prueba, prueba… y prueba! Es necesario aprender de los errores para que te
puedas convertir en lo que quieres ser. Para ello, hay que vivir ciertas
experiencias que son lecciones y aprendizajes para que tu propio cambio se
lleve a cabo. Continua a pesar de los obstáculos. O sea ¡Persiste! (Persistencia)
Concéntrate en lo que puedes hacer frente a lo que no
puedes. Sigue adelante, pero recuerda que a veces no es un camino corto, así
que avanza a tu propio ritmo y sobretodo no te compares con otros. No sientas
ningún tipo de rencor o de resentimiento hacia aquellos que intentan poner en
cuestión tu capacidad para conseguir lo que te propones, simplemente perdónalos
y sigue adelante, ya que albergar un rencor solo te llenará de energía negativa
que no sirve a ningún propósito útil y además te dejará poca para poder moverte
hacia adelante.
Tanto la Perseverancia, como la Persistencia y la Tenacidad
son cualidades que comparten un rasgo común: todas enfocan la energía en tu objetivo y
aunque puedas ver obstáculos en el camino estos quedan desenfocados
para ti porque tu atención y por ende tu energía, está puesta en tu
meta.
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