Tradición latente, ilusión renovada
Más de un centenar de personas concurrió ayer hasta la vera
del río Limay para celebrar el Wiñoy Xipantu, o la "Vuelta del Sol",
donde la naturaleza cierra su ciclo para dar inicio a uno nuevo.
“Es que acá se
festeja el año nuevo cuando cambia el tiempo en el hemisferio norte, al revés
de lo que dicta la naturaleza a nuestro alrededor”, comentó Pety Pichiñam, la
Kimeltucefe o educadora mapuche.
Más de un centenar de personas, en su mayoría jóvenes,
concurrieron a la ceremonia ataviadas con las prendas típicas del pueblo
originario para proseguir con el legado de sus mayores.
Ponchos, binchas, atuendos coloridos y joyas de plata dan
significado a la comunicación de los hombres con las fuerzas de la naturaleza.
Desde temprano, empezaron con la celebración conjunta con el
Katan Kawin que es la fiesta de la perforación de las orejas de las niñas de
más de 12 años. “Es el pasaje de niña a mujer. Aquí la madre la viste por
última vez y adquiere un significado que representa la fertilidad, la
posibilidad de ser madre”, explicó Pichiman.
Por su parte, los niños de la misma edad reciben el
Lakutuwvn que es la transmisión del conocimiento del abuelo a un nieto a través
del nombre originario mapuche encomiándole la responsabilidad de proyectarlo a
las nuevas generaciones.
De esta manera se cierra el círculo de la educación de los
integrantes de los descendientes del pueblo originario. “Este es un ámbito de
formación autónoma del pueblo mapuche.
Fortalecemos aquí nuestro conocimiento de la relación que
tenemos con la naturaleza, del conocimiento de nuestra historia, de nuestros
antepasados, de sus vivencias en tiempos de libertad como así también en los de
angustia y opresión”, agregó.
Los protagonistas
Los jóvenes, con sus ponchos oscuros y sus guardas multicolores fueron los protagonistas excluyentes de la ceremonia. La emoción en sus rostros aparecía cada vez que sus mayores le susurraban voces de otros tiempos a sus oídos. Es el peso del legado de una generación que reivindica, reconoce o recupera su identidad al formar parte del pueblo mapuche.
Los jóvenes, con sus ponchos oscuros y sus guardas multicolores fueron los protagonistas excluyentes de la ceremonia. La emoción en sus rostros aparecía cada vez que sus mayores le susurraban voces de otros tiempos a sus oídos. Es el peso del legado de una generación que reivindica, reconoce o recupera su identidad al formar parte del pueblo mapuche.
Como parte del cierre de los festejos los más pequeños
danzaron el Choyke Purun que imita la danza del choique representando la vida
en comunidad donde el padre y la madre conjuntamente educan a sus hijos.
Integración y reclamos
La ceremonia contó con gente del “pueblo no mapuche” que se
acercó para ser partícipe de este acontecimiento que se viene llevando a cabo
desde hace mucho tiempo.
“Para nosotros son
bienvenidos aquellos que quieran compartir este momento con nosotros y de
ningún modo son “huincas”, como sí lo es el Estado cuando no reconoce nuestros
derechos”, señaló la educadora Pety Pichiñam.
El clima de celebración dio lugar también a la realización
de algunos reclamos como la falta de un censo territorial indígena que a su vez
sea generador de políticas que ayuden a recuperar las condiciones económicas
para mejorar la existencia del pueblo mapuche. “Nos han llevado a ser un pueblo
empobrecido”, añadió Pichiñam.
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