El intelecto es la capacidad que tiene el ser humano de
comprender, analizar y entender el mundo que le rodea. De algún modo se asimila
al concepto de razón, a la capacidad de discernir el orden oculto del universo
de modo tal que le permita mejorar sus condiciones de existencia. El intelecto
se va desarrollando con el paso el paso de los años, a medida que se crece y se
tienen experiencias. Está íntimamente relacionado con el sistema nerviosos
central y es por ello que es de enorme importancia su estimulación en los
niños, proveyéndoles además de requerimientos básicos en lo que refiere a
nutrición.
Es difícil comprender en que momento en la historia se
realizó el pasaje entre una bestia a un ser humano, pero lo cierto es que el
mismo está íntimamente relacionado con la aparición del intelecto. En este
sentido cabe señalarse que en los animales, y en particular en los homínidos
existe algún grado de capacidad cognitiva; no obstante, en el hombre este tipo
de condición excede largamente cualquier otra manifestación en la naturaleza y
es por ello que el fenómeno debe ser estudiado detenidamente a efectos de
obtener conclusiones relevantes.
Es importante entender en lo que respecta a este tema que el
intelecto debe manifestarse en experiencias culturales concretas. Los datos más
antiguos al respecto refieren a manifestaciones pictóricas y al uso de
utensilios destinados a la caza. Cuando el hombre hace su aparición sobre la
faz de la tierra, el intelecto se manifiesta en la modernización constante de
herramientas que le permiten un tipo de existencia más acogedora. Así, vemos
como prontamente va desarrollando nuevas técnicas que le garantizan la
supervivencia.
Desde el punto de vista ético, el intelecto es considerado como la fuente de la moral misma. En efecto, desde la tradición que se inicia en Aristóteles y que se extiende durante la Edad Media con Santo Tomás, el intelecto es aquella capacidad del hombre que le sirve de discernimiento entre lo que es bueno o malo. Esta capacidad puede fallar en muchas ocasiones, pero es la que funda la búsqueda del bien y el rechazo del mal. Existen diversas posturas jurídicas que se basan en este hecho.
Dada la importancia que se da a esta cualidad del hombre, no es de extrañar que se de tanta trascendencia en determinados países a una educación de primera calidad. En este sentido, es sabido que el desarrollo del intelecto en los recursos humanos de una nación es uno de los primeros focos de productividad
Desde el punto de vista ético, el intelecto es considerado como la fuente de la moral misma. En efecto, desde la tradición que se inicia en Aristóteles y que se extiende durante la Edad Media con Santo Tomás, el intelecto es aquella capacidad del hombre que le sirve de discernimiento entre lo que es bueno o malo. Esta capacidad puede fallar en muchas ocasiones, pero es la que funda la búsqueda del bien y el rechazo del mal. Existen diversas posturas jurídicas que se basan en este hecho.
Dada la importancia que se da a esta cualidad del hombre, no es de extrañar que se de tanta trascendencia en determinados países a una educación de primera calidad. En este sentido, es sabido que el desarrollo del intelecto en los recursos humanos de una nación es uno de los primeros focos de productividad
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