martes, 22 de mayo de 2018

Los Monstruos De Las Murallas


En su reciente visita a México, el inefable Trump volvió a la carga con su obsesiva cuestión sobre el muro.




El tema del cerco fronterizo refleja una tendencia general en la nueva oleada de políticos iluminados que persisten en las ideas y soluciones simplistas a la hora de confrontar problemas complejos. La política del amurallamiento es una de esas escenificaciones simbólicas de poder y control pretendidamente soberano desplegado tanto al interior como al exterior de los Estados. La solución política ante determinados retos del mundo globalizado pasa hoy por ese levantamiento de fronteras internas y externas.

El muro de Trump es un ejemplo de “frontera externa”. Ya no se trata de afirmar esa lucha de índole moral que enfrentaba “el mal contra el bien” exportando la democracia al mundo, como hizo Bush con su “globalismo democrático”. 

Ahora se impone el aislacionismo: la ideología del miedo al otro. Los estudios sobre migraciones lo confirman: estos muros fronterizos tienen una capacidad muy limitada para cumplir con el fin al que supuestamente responden, disuadir a los flujos migratorios. Más bien agravan el problema porque potencian la violencia que pretenden repeler al pie de esas fronteras. En realidad, son muros políticos que organizan el miedo y que tratan de generar identidades culturales recurriendo a ese imaginario espacial.

La prohibición del burkini en Francia es un ejemplo de “frontera interna”. El burkini es un muro político impuesto en el interior del Estado, que se justifica como medio para proteger a la ciudadanía. 

Lo que favorece, sin embargo, es la exaltación de un nacionalismo xenófobo desestabilizador del mismo orden público que pretende preservar. 

Prohibir el burkini es estigmatizar a quien lo lleva: construirlo como un otro dentro de la comunidad política impidiendo así que pueda acceder a ella. 

Prohibir el burkini es elevar una frontera interior que se apropia de las mujeres como portadoras de la identidad nacional y defensoras de su pureza.

Fronteras exteriores e interiores irradian el pánico ante una decadencia inevitable, el viejo sueño de la nación como comunidad identitaria homogénea.

Nacionalismo y xenofobia son los monstruos que acaba produciendo ese sueño.







Dignidad De La Persona


El término dignidad significa algo que es valioso, lo que es estimado o considerado por si mismo, y no en función de otra cosa. La dignidad humana radica en el valor interno e insustituible que le corresponde al hombre en razón de su ser, no por ciertos rendimientos que prestara ni por otros fines distintos de sí mismo.
El hombre vale por lo que el mismo es, por su ser. Ya hemos visto que lo que caracteriza al hombre es su ser persona. Persona de naturaleza racional y libre, por tanto con voluntad.
La dignidad de la persona  se funda en ella misma, en su ser persona. De aquí nacen todos los derechos humanos y la igualdad en cuanto ser de hombre y mujer.
No se trata de una igualdad biológica porque claramente varón y mujer son distintos, con rasgos fisiológicos y psíquicos distintos. Su igualdad se basa en que ambos son persona, esto es, tienen naturaleza racional que los diferencia del resto de seres.
El ser persona es lo común a ambos: el denominador común, y sus peculiares características que son el numerador variado y riquísimo que constituyen su diferencia y complementariedad.
Las diferencias físicas, raciales y culturales no pueden ser motivo para excluir a nadie ni tener un trato diferente, ya que a  pesar de esas diferencias, que en realidad son enriquecedoras, somos iguales en dignidad.
La dignidad de la persona es la razón por la que no podemos tratar a las personas de cualquier manera como cosas o animales.
Sin embargo hay determinadas períodos de la vida en la que la defensa de la propia dignidad resulta más difícil, es el caso de los no nacidos, los recién nacidos,  personas con discapacidad, demencia senil, etcétera, que son vulnerables al trato que reciben de los demás y de la sociedad.
Es igualmente persona un anciano que un niño, un enfermo que alguien sano, todos merecen ser tratados con respeto.
La persona es un ser relacional que siempre proviene de otros y está en camino hacia otros. En las relaciones interpersonales hay que tener en cuenta la dignidad de la otra persona. Por eso no es ninguna tontería la cortesía en el trato, la delicadeza, la amabilidad, el modo de vestir… todo esto estará acorde con la dignidad de la persona: de uno mismo y del otro; es consecuencia de la dignidad y a su vez manifestación de la misma.
Una educación bien orientada será aquella en la que se respete la dignidad de la persona y se enseñe a tomar conciencia dela misma. Lleva a tomarse en serio a sí mismo y a los demás. Una persona que no se respeta, es muy difícil que respete luego a los otros.
La dignidad de la persona es la base de cualquier sociedad, de cualquier tipo de relación. Si no se reconoce su valor íntimo, entonces se le acaba tratando como a una cosa.
El voluntariado es una acción que nace de la toma de conciencia de lo que es la persona, de su dignidad, de su valor. Toda persona está necesitada de asistencia básica, de cariño, de compañía, de alguien que les escuche, cuando descubrimos sectores o personas que carecen de todo esto, nos vemos movidos a dárselo. El voluntariado es expresión de humanidad, de que importan las personas por lo que son: ellas mismas.
 El propio conocimiento y la apertura natural a los demás nos permite reconocer en ellos y en nosotros el poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su inteligencia, el hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del que forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como objetos.
Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de felicidad que le llevan a volcarse – con mayor o menor acierto- en personas y empresas. Todo ello es algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le acompaña, aunque a veces se halle escondido por la enfermedad o la inconsciencia.
A la vez que forma parte del mundo, el hombre lo trasciende y muestra una singular capacidad – por su inteligencia y por su libertad – de dominarlo. Y se siente impulsado a la acción con esta finalidad. Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un orden superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo denominamos “dignidad humana”



Aprender A Sentir


Vivimos en una sociedad donde todo lo racionalizamos. Pensamos, pensamos, pensamos y por último pensamos… Pero ¿estamos acaso seguros que cuanto más racionalicemos una decisión vamos a acertar mejor?

Un amigo me dice en muchas ocasiones: Cuidado, tu coco es tu enemigo. 

Y tiene toda la razón. Tenemos que aprender a domesticar los pensamientos que tenemos. Sobre todo ese tipo de pensamientos en que rumiamos la misma idea una y otra vez. Como un disco rayado. ¿En serio crees que pensando de manera obsesiva sobre un mismo tema puedes mejorar la situación o decidir mejor?

Si te pregunto qué piensas, seguramente me puedas describir con claridad en qué estás pensando. Sin embargo si te pregunto acerca de lo que sientes, es mucho más difícil que me puedas describir tus sentimientos. La culpa es de la poca importancia que se ha prestado hasta ahora al aprendizaje emocional.

Aprendemos a estructurar pensamientos a través de la palabra, pero no nos enseñan a mirar, analizar y entender nuestras emociones.

Personalmente me llama mucho la atención la diferencia entre ver un programa de televisión estadounidense o alemán, y uno español. Me he dado cuenta que la claridad a la hora de expresar una emoción es mucho mayor en los programas de esos países.

A menudo, cuando te preguntan qué tal te encuentras, contestas algo así como bien, mal o regular. En mi entorno al menos no suelo escuchar “hoy me siento frustrado” o “me siento especialmente feliz”, “siento ira”, “siento rabia”, “me siento…” ¿Qué sentimos?

Quizás necesitemos para empezar reforzar nuestro lenguaje emocional. Con las palabras adecuadas podemos atender mejor las emociones.

Según el psicólogo José María García García, las emociones negativas si te concentras en ellas, acaban por disiparse. Sin embargo las emociones positivas, si nos concentramos en ellas, tienden a aumentarse. Concentrarse en una emoción no significa racionalizar esa emoción. Más bien todo lo contrario. Sentir la emoción. No pensarla ni racionalizarla, ahí es mejor.

Otra de las cosas que también aprendí de José María es a averiguar en qué parte de mi cuerpo sentía esa emoción. Las emociones tienen reflejo en nuestro cuerpo. Yo sentía la rabia en el estómago, el amor en la frente y la tristeza en el corazón. Las emociones se van reflejando en nuestro cuerpo. Es más fácil sentirlas no solo de manera mental sino en esa zona que es reflejo físico de la misma.


Leyendo sobre el tema encontré un proyecto muy bonito, llamado “emocionario“. Profundizando sobre él me topé con una frase maravillosa. Es una frase que recomiendan decir a los niños cuando están enfadados o cuando algo les ha dolido, en lugar de preguntar cómo se sienten u obligarlos a disculparse con otros niños, dando por hecho que no son capaces de entender el concepto. Por tanto optó por decir: “¿Puedo hacer algo para que te encuentres mejor?” 

Me pareció una frase brillante. Desde que la conocí la aplico todo lo que puedo.

El Temperamento

Uno de los grandes ámbitos de la psicología es el estudio de la personalidad.

Sin embargo, a la hora de buscar maneras de clasificar y describir el estilo de comportamiento y pensamiento de los seres humanos, no solo se ha hablado sobre la personalidad, sino que hay otro concepto que a lo largo de la historia, también se ha utilizado para intentar captar las particularidades de cada persona. Este concepto se llama temperamento, e intenta dar cuenta de esas inclinaciones y tendencias de cada uno que son más fijas, invariables y difíciles de cambiar.

El tipo de temperamento de cada persona acostumbra a ser entendida como la estructura básica encima de la cual se construye la personalidad de cada uno, con todos sus detalles y particularidades.

En las últimas décadas esto significa que el término temperamento se ha usado para hacer referencia a la genética de cada uno, la parte heredable de la personalidad, lo cual significa que el temperamento de cada cual permanecería más o menos inalterado independientemente de las cosas que nos sucedan, el modo en el que aprendamos a gestionar nuestras emociones, etc.

Pero... ¿cómo nace la idea de que los seres humanos disponemos de diferentes tipos de temperamentos que nos diferencian los unos de los otros? La respuesta está en la teoría de los 4 temperamentos básicos, que parte de la idea de que nuestra manera de ser depende de varios tipos de sustancias, o "humores", que circulan por nuestro cuerpo.

Una de las primeras personalidades históricas en desarrollar la teoría de los 4 humores que más tarde daría paso a la de los temperamentos fue el médico griego Hipócrates. 

Alrededor de los siglos V y IV a. C., en la antigua Grecia que habitó Hipócrates, tenía mucha importancia la creencia de que todo lo que existe en el mundo estaba compuesto por unos pocos elementos combinados entre sí. 

Hipócrates adoptó este punto de vista al defender la idea de que el cuerpo humano está formado por 4 sustancias básicas, también llamadas humores.
Para Hipócrates, estos humores son los siguientes:
Sangre, cuyo elemento asociado es el aire.
Flema, el elemento del cual es el agua.
Bilis amarilla, que corresponde al elemento fuego.
Bilis negra, asociada a la tierra.

Pero Hipócrates no dejaba de ser un médico, y por eso hizo que esta teoría humoral entrase más en el campo de la medicina que en el de la psicología y la personalidad. Según él, el hecho de que en nuestro cuerpo se encuentren todas estas sustancias en equilibrio hace que estemos sanos, mientras que una descompensación en los niveles de los humores produciría enfermedades.

Fue Galeno de Pérgamo quien, en el siglo II a. C. realizó mayores esfuerzos para transformar la teoría de los humores en una teoría de los temperamentos básicos.

La teoría de los temperamentos básicos
Galeno partió de la idea de que todo está constituido por la mezcla de 4 elementos y que cada uno de ellos corresponde a uno de los humores del cuerpo humano para terminar aplicando esta visión a la primitiva psicología de aquella época.


Para este médico griego, los niveles en los que están presentes cada uno de los humores en un cuerpo humano explican los estilos de personalidad y temperamento de este, lo cual significa que observando las cantidades de estas sustancias se podría saber el estilo de comportamiento de una persona, cómo expresa sus emociones, etc.

lunes, 21 de mayo de 2018

Energía Interior


La energía interior es uno de los grandes misterios de la vida, al igual que lo es la conciencia. En el mundo occidental se le presta muy poca atención a esta energía. Estudiamos la energía fuera de nosotros y valoramos las fuentes de energía. Sin embargo, vamos por la vida pensando, sintiendo y actuando sin saber cuál es la fuerza que impulsa cada una de estas acciones.
Lo cierto es que crear un pensamiento, controlar una emoción y disciplinar nuestros impulsos más fuertes, requiere de un tremendo gasto energético.
Te has preguntado alguna vez: ¿De dónde proviene esa energía? ¿Por qué algunas veces tenemos mucha energía y otras veces nos sentimos agotados?
¿Te has dado cuenta de que cuando estás agotado, mental y emocionalmente, comer no ayuda a incrementar tus niveles de energía?
Te invito a recordar momentos en los que has estado enamorado, emocionado o inspirado por algo o por alguien… permítete sentir la energía que has tenido en esos momentos …estoy seguro que ha sido tanta que hasta el hambre habrás perdido…Esa es la energía que proviene del interior

La verdadera energía interior no es la que se libera con las calorías de las comidas; no es esa que proviene de una fuente externa; viene de adentro y está disponible para todos en cualquier lugar, y en cualquier momento.
Esta energía de la que hablo tampoco envejece, no se cansa y no necesita alimentos; solo requiere de una mente abierta y receptiva.
La única razón por la que, en momentos, dejamos de sentir el flujo de esta energía interna es porque nosotros mismos la bloqueamos, cerrando nuestra mente y nuestro corazón para aislarnos dentro de nosotros mismos.
Te doy un ejemplo de algo que hacemos comúnmente: Digamos que amas a alguien y cuando estás en presencia de esa persona te sientes abiertamente cómodo, confías en él o en ella, tu corazón está abierto y sientes mucha energía estando a su lado. En un momento “x” esa persona dice o hace algo que no te gusta, e inmediatamente tu corazón comienza a cerrarse. Así, la próxima vez que te encuentras con ella,  ya no sientes tanto amor, ni tanta energía.
Más adelante, te das cuenta que en realidad esa persona no ha hecho  o dicho nada malo, o tal vez, se ha disculpado contigo de una forma que te ha dejado satisfecho. Es entonces, cuando tu corazón empieza a abrirse nuevamente…llenándote de energía, permitiendo que el amor vuelva a fluir. Todos sabemos intuitivamente que el corazón es un centro de energía, por lo tanto, un corazón cerrado impedirá el flujo armonioso de nuestra energía interior.
Esto es lo que normalmente hace la mayoría de las personas fluctúan entre estos dos estados… corazón abierto/corazón cerrado…con flujo de energía o con la energía estancada.
Es en esta idea donde quiero detenerme y proponerte que si amas la vida: no dejes que nada de lo que te suceda sea lo suficientemente importante como para que estés dispuesto a cerrar tu corazón.
Cuando sientas que tu corazón comienza a cerrarse… ¡Solo di NO!… No voy a permitir que se cierre, me voy a relajar, voy a observar lo que sucede y me voy a mantener atento, honorando y respetando la situación. Siempre ten en mente que vas a manejarla lo mejor posible, mantén la intención de que harás lo mejor que puedas con buen ánimo y entusiasmo.
Mantener el corazón abierto requiere entrenamiento, pero por experiencia sé que se puede lograr. Aprendí que cerrar el corazón es solo un hábito y como todos los hábitos se puede romper.
Te puedo recomendar que, apenas notes que tu corazón se está cerrando, hagas algo que te guste verdaderamente: escucha música, sal a caminar, medita, haz una oración, escribe, dibuja, cocina… Haz cualquier cosa que te haga olvidar el momento o la situación desagradable. Si, por ejemplo, has tenido un inconveniente con alguien intenta aclararlo, perdona y olvida… aun cuando pensemos que no hemos sido la razón del problema, perdonar siempre alcanza a todas las partes involucradas en el conflicto.
Hay una cita del Dalai Lama que dice que si no perdonamos por amor, perdonemos al menos por egoísmo, por nuestro propio bienestar. En este caso, perdonamos para mantener nuestro corazón siempre abierto y para que nuestra energía fluya… sinónimo de que todo en nuestra vida fluirá también.


Convicciones


Básicamente, creer significa “dar por cierto algo, sin poseer evidencia de ello” 

¿Es una creencia una verdad? Claramente no. Entonces, ¿por qué tantas personas se sienten amenazadas y reaccionan violentamente cuando se cuestiona lo que creen? ¿Por qué pasamos tanto tiempo tratando de demostrar que la ideología del otro está mal, si no es más que una opinión arraigada en ESA persona? 

En vez de cuestionar nuestras propias nociones sobre cómo “son las cosas”, desperdiciamos nuestra energía poniendo a pelear lo que YO pienso con lo que piensa el OTRO, como si se tratase de una competencia en la que, obviamente, nunca nadie gana.

Cuestionar al otro, demostrar lo “equivocado” que está, no sirve si sólo intensifica nuestro sentido de “realidad” frente a situaciones que no son otra cosa que puntos de vista. En cambio, preguntarnos de dónde viene esa idea que defendemos con tanta pasión, sólo puede ayudarnos a evolucionar. Si tu creencia es lo suficientemente fuerte como para ser aceptada como verdad absoluta, cuestionarla no debiera significar una amenaza de ningún tipo, sino todo lo contrario. Como en la ciencia, una creencia no es más que una hipótesis, y es su cuestionamiento lo que puede convertirla en un dato comprobable.
Los adultos debiéramos obligarnos a poner en duda lo que creemos constantemente, y debiésemos considerar que así como en algún momento se trató de loco (o de hereje) a quien insinuó que nuestro sistema solar giraba alrededor del Sol y no de la Tierra, es probable que hoy aceptemos como ciertos, hechos que mañana se demostrará son erróneos. Por ejemplo, cuando yo estaba en el colegio, Plutón era un planeta, y hoy sabemos que no.
Lo que me parece más absurdo del esfuerzo que hacemos por perpetuar ciegamente una creencia, es que esa energía se desperdicia y nos convierte en seres capaces hasta de matar por defender una idea. Y esa ceguera beneficia solamente a los poderosos, a la vez que nos convierte en masa obediente y dócil, ¿qué conveniente no?
Si crees que la religión que profesas es la única verdad, y todas las otras millones de personas que creen otra cosa están mal, reflexiona sobre qué habría pasado si en vez de una reina católica hubiera sido un príncipe musulmán quien financió la expedición de Colón. O si defendiste que prohibir el condón y fomentar la abstinencia sexual era la mejor manera de prevenir el contagio de VIH, mira las cifras de nuestro país y, por favor, piensa de nuevo. Si asumías que las mujeres son el sexo débil, mira cómo están cambiando el mundo y demostrando que su vulnerabilidad no es fragilidad, sino consciencia y autoconocimiento. O si pensaste que el genocidio era una lección aprendida en la Segunda Guerra Mundial, observa por un segundo este mundo y date cuenta que esa “certeza” te mantiene dormido y alienado.
 Creo que lo más peligroso de las creencias es que, al mantenerse en el tiempo, logran transformar la realidad y se van arraigando en el inconsciente colectivo. Porque siempre es más fácil seguir pensando igual.
Intenta revelarle a un niño la verdad sobre Papá Noel sin causarle sufrimiento o desilusión…, es casi imposible. Mejor sigamos defendiendo nuestra idea y permanezcamos en la ignorancia feliz, porque dejar de creer duele, y el dolor es malo… ¿O no?
Es nuestra responsabilidad investigar antes de emitir un juicio, y no tiene nada de malo darnos cuenta que, tal vez, estuvimos equivocados; dudo que exista aprendizaje más liberador. Además vivimos en la era de la información, y ya ni siquiera es necesario salir de la casa para observar las infinitas realidades del mundo… Basta con tener ganas y dedicar tiempo a entender cómo funciona nuestra mente y aprender que casi siempre responde a una enseñanza, un recuerdo, una idea impuesta o incluso un trauma.

Llegó el momento de pensar por nosotros mismos; el estado de nuestro planeta y nuestra especie lo requiere de forma urgente. Somos creadores de nuestra realidad, y en la búsqueda de nuestra verdad no existen las preguntas tontas, sólo las respuestas ignorantes y las reacciones originadas en el miedo. Y hasta el miedo puede ser bueno cuando te impulsa a cambiar, aunque toda tu vida hayas creído lo contrario.

Encontrar Tu Identidad


Encontrarte con quien eres significa encontrarte con la verdad, encontrarte con el amor, significa encontrarte con un campo interno absolutamente invulnerable, no manipulable, no confundible, que no contiene creencias, contiene sabiduría, contiene verdades reconocidas y verificadas.

Tu verdadera identidad no es tu ego, que es con lo que estamos identificados, creemos que somos nuestro comportamiento, lo que nos gusta y disgusta, lo que buscamos creyendo que cuando lo alcancemos vamos a ser felices.

Encontrar esa verdadera identidad significa empezar a gobernar sobre ti mismo, a mandar sobre tu conducta y estados de ánimo y para eso tienes en tu vida una gran cantidad de situaciones confrontadoras y personas difíciles (o más bien que tu ego te hace ver como difíciles o confrontadoras), para que tu aprendas a controlar tu ego.

Para eso debes someterte constantemente a la más aguda auto observación, no puedes descuidarte ni un instante, sino que debes permanecer siempre consciente, siempre despierto analizando cada sentimiento, cada pensamiento, cada reacción de tu ego.


 Cuando aprendas a manejarlo y que seas tú y no tu ego el que gobierna en tu vida, te habrás encontrado con quien realmente eres.