Uno de los grandes
ámbitos de la psicología es el estudio de la personalidad.
Sin embargo, a la
hora de buscar maneras de clasificar y describir el estilo de comportamiento y
pensamiento de los seres humanos, no solo se ha hablado sobre la personalidad,
sino que hay otro concepto que a lo largo de la historia, también se ha
utilizado para intentar captar las particularidades de cada persona. Este
concepto se llama temperamento,
e intenta dar cuenta de esas inclinaciones y tendencias de cada uno que son más
fijas, invariables y difíciles de cambiar.
El tipo de temperamento de cada persona acostumbra a ser entendida como
la estructura básica encima de la cual se construye la personalidad de cada uno, con todos sus detalles y
particularidades.
En las últimas
décadas esto significa que el término temperamento se ha usado para hacer
referencia a la genética de cada uno, la parte heredable de la personalidad, lo
cual significa que el temperamento de cada cual permanecería más o menos
inalterado independientemente de las cosas que nos sucedan, el modo en el que
aprendamos a gestionar nuestras emociones, etc.
Pero... ¿cómo nace
la idea de que los seres humanos disponemos de diferentes tipos de
temperamentos que nos diferencian los unos de los otros? La respuesta está en
la teoría de los 4 temperamentos
básicos, que parte de la idea de que nuestra manera de ser depende de
varios tipos de sustancias, o "humores", que circulan por nuestro
cuerpo.
Una de las primeras
personalidades históricas en desarrollar la teoría de los 4 humores que más
tarde daría paso a la de los temperamentos fue el médico griego Hipócrates.
Alrededor de los
siglos V y IV a. C., en la antigua Grecia que habitó Hipócrates, tenía mucha
importancia la creencia de que todo lo que existe en el mundo estaba compuesto
por unos pocos elementos combinados entre sí.
Hipócrates adoptó este punto de
vista al defender la idea de que el cuerpo humano está formado por 4 sustancias
básicas, también llamadas humores.
Para Hipócrates, estos humores son los siguientes:
Sangre, cuyo elemento
asociado es el aire.
Flema, el elemento del
cual es el agua.
Bilis amarilla, que
corresponde al elemento fuego.
Bilis negra, asociada a
la tierra.
Pero Hipócrates no
dejaba de ser un médico, y por eso
hizo que esta teoría humoral entrase más en el campo de la medicina que en el
de la psicología y la personalidad. Según él, el hecho de que en nuestro
cuerpo se encuentren todas estas sustancias en equilibrio hace que estemos
sanos, mientras que una descompensación en los niveles de los humores
produciría enfermedades.
Fue Galeno de Pérgamo quien, en el
siglo II a. C. realizó mayores esfuerzos para transformar la teoría de los humores
en una teoría de los temperamentos básicos.
La teoría de los temperamentos básicos
Galeno partió de la
idea de que todo está constituido por la mezcla de 4 elementos y que cada uno
de ellos corresponde a uno de los humores del cuerpo humano para terminar
aplicando esta visión a la primitiva psicología de aquella época.
Para este médico
griego, los niveles en los que
están presentes cada uno de los humores en un cuerpo humano explican los
estilos de personalidad y temperamento de este, lo cual significa
que observando las cantidades de estas sustancias se podría saber el estilo de
comportamiento de una persona, cómo expresa sus emociones, etc.
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