Eso empieza en lo cotidiano:
¿Qué se come? En algunas culturas domina la comida vegetariana, en otras se
come tres veces al día algo caliente. La cultura también influye en la
comunicación; hasta el tono de voz tiene importancia.
Algunas culturas hablan
con voz fuerte, mientras que otras lo interpretan como gritos. La forma de
decir algo puede causar malentendidos. De ahí surgen otras preguntas: ¿Cuán
importante es la familia de origen para cada uno? ¿Qué papel tienen los amigos?
¿Cómo se reparten las tareas diarias?
Cada familia es como un
pequeño círculo cultural en el cual los hijos crecen según ciertas reglas.
Cuando dos personas se encuentran hay un choque de dos círculos culturales, no
importa si los dos crecieron en el mismo país o incluso en la misma ciudad. La
familia de origen marca los valores de cada uno, la forma de comunicarse y la
manera de pelear y discutir.
No se trata de evitar los
conflictos o adaptarse al otro. La cuestión es más bien cómo manejar un
conflicto. Por ejemplo, no es bueno arreglar un asunto con enojo. Hay que
esperar el momento adecuado para hablar sobre el tema con la cabeza fría. Solo
así se puede escuchar al otro e intentar ver su punto de vista.
También ayuda analizar sobre qué se discute a menudo. Muchas veces molestan las particularidades y costumbres de la pareja. ¿Vale la pena pelear sobre esto? Es aconsejable asimilar o ignorar algunas cosas cuando no son muy importantes.
Las diferencias pueden
complementar. La cultura alemana es un poco distante, una persona no se acerca
tan abiertamente a otra. Toma tiempo formar verdaderas amistades.
En otras culturas,
como por ejemplo la latinoamericana, las relaciones se forman fácilmente. La
gente es más abierta y más hospitalaria. También son más flexibles en muchas
maneras y toman las cosas con más calma. Entre las culturas hay varias
posibilidades para poder aprender los unos de los otros y cambiar para mejor.
Hay un gran potencial en un
matrimonio intercultural porque hay que manejar las situaciones de manera
flexible y decidir incluso sobre cosas cotidianas.
Al recoger los elementos
positivos de cada cultura se puede formar un nuevo círculo cultural. Esto
produce tolerancia y respeto, no solamente hacia la pareja, sino hacia su
cultura, otros países y personas. La apertura hacia lo desconocido posibilita
experiencias que uno ni se imaginaría.
Existen diferencias que nunca
se pueden resolver, simplemente porque los dos miembros de la pareja no son
iguales. Pero no hay que desesperarse. Primero, es importante aprender a
ponerse en los zapatos del otro. Aún si no tiene la misma opinión, se puede
intentar entenderle mejor y respetar su punto de vista.
Además, la vida no solo
consiste en diferencias. ¿En qué puntos están de acuerdo? ¿Cuáles son algunos
pasatiempos en común o proyectos que se pueden realizar con la pareja? Es
importante buscar las cosas en común y fomentarlas.
Así las diferencias
perderán importancia y se puede superar el matrimonio intercultural por medio
de una nueva identidad común.
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