“Hay consecuencias en nosotros mismos respecto a las
emociones que tenemos cuando generamos pensamientos negativos hacia alguien o
cuando tratamos de evitarlo; el entrenamiento nos ayuda a dejarlo ir”, afirma
Hooria Jazaieri, investigadora en el Greater Good Science Center en la
Universidad de California en Berkeley, quien enseña el entrenamiento en
compasión en Stanford y es la autora principal del estudio.
Aquí hay algunas sugerencias para utilizar algunas de las
enseñanzas del programa CCT en casa:
No suprimas tus pensamientos.
La investigación muestra que la supresión de pensamientos activa la amígdala
cerebral, donde yace la respuesta de lucha o huida del cuerpo. La supresión de
pensamientos te vuelve más ansioso a largo plazo y tiene efectos dañinos en tu
salud física. Además, te hará pensar más en aquella persona sobre la cual estás
tratando de dejar de pensar. En un estudio clásico en el cual se solicitó a los
participantes no pensar sobre un oso blanco, el oso se tomó sus pensamientos.
Si en tus pensamientos emerge un recuerdo o el nombre de la persona difícil,
intenta prestar atención brevemente y luego deja que tus pensamientos se muevan
hacia otra cosa.
Reconoce que tu también
puedes ser difícil. La
doctora Jazaieri llama a esto la regla del “tal como yo”: recuerda que tal como
esta persona es difícil para ti, tu puedes ser la persona difícil para alguien
más. “Quizá no he hecho tantas cosas malas, pero he dicho cosas que no son
ciertas o he herido a otras personas y recordar esto puede ayudarnos a mantener
la humildad”.
Sé curioso. Por
un momento, imagina cómo es la vida de esa persona. Recuerda que él o ella
también tienen sueños y esperanzas, él también es un padre o un hijo, una madre
o una hija de alguien. Al imaginar sus dificultades, serás capaz de soltar
parte de tu ansiedad o tu ira, lo cual tendrá un efecto mental y físico
positivo en ti. Nuevamente, Jazaieri afirma que no necesitas perdonar a la
persona. El objetivo es disminuir la reactividad emocional que te hace daño.
Sintonízate con tu cuerpo. Nota
cualquier cambio fisiológico que observes cuando piensas o hablas sobre aquella
persona difícil —respiración corta, hombros tensos, palmas sudorosas—y ve si puedes hacer algunos ajustes. Toma una respiración profunda y relaja
los músculos. Esto cambiará la forma en que reaccionas.
Practica, practica, practica. Es
fácil tener buenos pensamientos hacia algún conocido o alguien a quien no
conozcas mucho. Pero ¿puedes generarlos hacia personas que te irritan? si
puedes, has alcanzado un nivel más alto de resiliencia emocional. Y recuerda
que es natural que todo esto sea difícil. “Piensa en ti mismo como un atleta”,
dice la Dra. Jazaieri. Debes practicar cuando no es el tiempo de jugar el
partido.
Así, cuando sea la hora del partido y te encuentres con esa persona,
puedes utilizar estas habilidades”.
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