Todas las personas alrededor del mundo tenemos una
determinada cosmovisión basada en nuestra cultura y la forma en que vemos al
mundo y sus costumbres así como acciones o pensamientos; un ciudadano del mundo
es aquel que acepta que como seres humanos tenemos diferencias mínimas pero que
a su vez grandes similitudes.
El ciudadano del mundo no se cierra a una idea patriótica de
su propio país sino que considera al mundo como un lugar para vacacionar,
estudiar, desarrollarse, conocer, vivir y generar acciones conjuntas que
beneficien a todos por igual ya que al final somos parte de la sociedad mundial
y los sucesos que pasen en un lugar pueden ayudar o perjudicar al mundo por
completo.
Gracias a esta visión se han podido llevar a cabo
importantes estudios en el mundo de la ciencia; astronautas de Estados Unidos
conviven con astronautas rusos en la estación espacial, el colisionado Suizo
cuenta con científicos de una gran cantidad de países que contribuyen a una
investigación importante sin importar la nacionalidad.
Quizás el ejemplo más obvio de que somos ciudadanos del
mundo y no solo de un determinado país son los organismos internacionales que
se han estado creando a lo largo de la historia para tomar decisiones conjuntas
por personas de todo el mundo como: La ONU, la UNICEF, el FMI, el BID, el BM y
muchos otros que coadyuvan entre sí para una vida de calidad.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos creada a
partir de esta visión de ciudadanos globales define muchos de los derechos que
como ciudadanos del mundo tenemos; en su artículo 7; estipula que todos somos
iguales ante la ley, en el artículo 18 que todas las personas tienen el derecho
de libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Algunos de sus
derechos esenciales nos dicen que tenemos derecho de:
Libertad de movimiento para emigrar/inmigrar.
Derecho a contraer matrimonio y fundar una familia.
Derecho a un nivel de vida adecuado para la salud y el
bienestar.
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