Todos los que trabajan en equipo en alguna cosa deben ser
miembros libres y, por lo tanto, están en el equipo porque de verdad
quieren.
Segundo, forman equipo por una misma vocación, y lealmente juegan
con el vivo deseo de alcanzar todos juntos, y gracias a todos, la finalidad que
se proponen.
Si alguno o algunos estuvieran forzados, o pretendieran otros
fines, el equipo no podría funcionar bien y, fácilmente, incluso los
propios jugadores meterían goles en su misma portería, en vez de hacerlo
en la del equipo de enfrente.
O sea,
que lo que verdaderamente es humano y razonable, es la libertad colectiva y
comunitaria. Una libertad individualizada es tan monstruosa y estéril como
un individuo en medio de la selva, absolutamente solo. Unas
libertades esclavizadas por un dictador es algo tan monstruoso y estéril
como lo anterior, pues tampoco hace «sociedad» que es, justo, lo esencial
del hombre.
Lógico es
que el niño, al aflorar su autoconciencia, subraye un tiempo su individualidad
y su libertad individual. Pero si se queda en ese estadio, será siempre un
inmaduro. Lo propio de la madurez es llegar a poder participar en equipos,
contribuyendo con su libertad a esa libertad propia de los seres
humanos sociales, de libertad social.
Si este hombre inmaduro, detenido en
una fase de su niñez que, aunque normal en ella, es para sobrepasarla; si
ese hombre, digo, es inteligente pero neurotizado, se hará dictador de los que
sean menos inteligentes que él. Pero, en ninguno de los dos casos, el individualista o el
dictador, harán equipo, harán de verdad, sociedad.
En el
mundo en general, todas las estructuras y grupos se debaten agónicamente entre
aquellos extremos y, para defenderse de uno, caen en el otro. Y es que la
gente no ha descubierto lo bastante, este nuevo concepto de
libertad social que, sin esclavizar a nadie, ni quitar a nadie su libertad
personal, permite aunar voluntades en aras de una gozosa colaboración fecunda,
eficaz y plenamente incluso de la propia libertad personal.
O sea, que la
libertad social (por ser parte de la propia persona que es social) es lo
único que justamente permite que yo llegue a ser libre de verdad, al no
estar esclavizada mi libertad por su peor enemigo: uno mismo.
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