jueves, 10 de mayo de 2018

La Libertad Social

Todos los que trabajan en equipo en alguna cosa deben ser miembros libres y, por lo tanto, están en el equipo porque de verdad quieren. 

Segundo, forman equipo por una misma vocación, y lealmente juegan con el vivo deseo de alcanzar todos juntos, y gracias a todos, la finalidad que se proponen. 

Si alguno o algunos estuvieran forzados, o pretendieran otros fines, el equipo no podría funcionar bien y, fácilmente, incluso los propios jugadores meterían goles en su misma portería, en vez de hacerlo en la del equipo de enfrente.

O sea, que lo que verdaderamente es humano y razonable, es la libertad colectiva y comunitaria. Una libertad individualizada es tan monstruosa y estéril como un individuo en medio de la selva, absolutamente solo. Unas libertades esclavizadas por un dictador es algo tan monstruoso y estéril como lo anterior, pues tampoco hace «sociedad» que es, justo, lo esencial del hombre.

Lógico es que el niño, al aflorar su autoconciencia, subraye un tiempo su individualidad y su libertad individual. Pero si se queda en ese estadio, será siempre un inmaduro. Lo propio de la madurez es llegar a poder participar en equipos, contribuyendo con su libertad a esa libertad propia de los seres humanos sociales, de libertad social. 

Si este hombre inmaduro, detenido en una fase de su niñez que, aunque normal en ella, es para sobrepasarla; si ese hombre, digo, es inteligente pero neurotizado, se hará dictador de los que sean menos inteligentes que él. Pero, en ninguno de los dos casos, el individualista o el dictador, harán equipo, harán de verdad, sociedad.

En el mundo en general, todas las estructuras y grupos se debaten agónicamente entre aquellos extremos y, para defenderse de uno, caen en el otro. Y es que la gente no ha descubierto lo bastante, este nuevo concepto de libertad social que, sin esclavizar a nadie, ni quitar a nadie su libertad personal, permite aunar voluntades en aras de una gozosa colaboración fecunda, eficaz y plenamente incluso de la propia libertad personal. 

O sea, que la libertad social (por ser parte de la propia persona que es social) es lo único que justamente permite que yo llegue a ser libre de verdad, al no estar esclavizada mi libertad por su peor enemigo: uno mismo.



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