sábado, 12 de mayo de 2018

Inquietudes Intelectuales


Lincoln Steffens, escritor y filósofo, solía decir a los jóvenes que nada en la vida se había  hecho como debiera ser, y que el mundo está lleno de infinidad de cosas que es necesario volver a hacer, y hacer bien.  Esta aseveración será más aplicable aun al mundo del mañana.

Más para que nuestros hijos lleguen a mayores alturas que las que nosotros hemos alcanzado, es preciso que partan de bases mejores que las nuestras y entren en el porvenir con menos temor, menos vacilación y menos desmayo.

La mente del niño es exploradora por naturaleza y los padres deben alentar esta tendencia a la investigación; cada incidente cotidiano debe convertirse en una expedición  a la región de lo desconocido.  

Debe fomentarse  en el niño el hábito de buscar la causa y el efecto de todo lo que sucede a su alrededor. 

A un patín se le desprende una rueda; el bizcocho deja de subir en el horno; una bicicleta se rompe. ¿Por qué sucedió esto? ¿Cómo puede evitarse que vuelva a suceder’  el niño que se acostumbra a hacer estas preguntas y a buscar por sí mismo las respuestas, adquiere un hábito más valioso que todos los patines y bicicletas del mundo.

De suma importancia es también dejar que los niños hagan las cosas a su modo, en vez de  obligarlos a hacerlas al nuestro.  

A medida que me hago más viejo, más me voy  convenciendo de que casi todo se puede hacer de otra manera, tan buena o mejor que la acostumbrada. El perro se rasca con sus patas traseras,  el puerco lo hace en cambio restregándose contra un poste; y ¿quién diría que el uno  no se sabe rascar tan bien como el otro?  Si un niño dice que las tortas de barro salen mejor con agua caliente que con agua fría, dejémosle, por amor de Dios, que pruebe a hacerlas con agua caliente para que se convenza de si tiene o no razón.

Y hay que dejarlo que se enfrente a las dificultades por sí mismo.  Muchos padres, que se elevaron  por su propio esfuerzo, suelen allanar demasiado el camino a sus hijos, privándolos  así de la disciplina que supone el esfuerzo  propio y el valerse por sí mismos, disciplina  que a ellos les fue  de tanto provecho.  

Esto me trae a la memoria el cuento del benévolo aficionado a la cría de las mariposas: movido a compasión al ver la gran dificultad y el forcejeo con que salían de la crisálida, rompió una de éstas con la uña a fin de que la mariposa pudiera salir sin esfuerzo.  Aquella mariposa jamás pudo volar.


Cada vez que un muchacho tropieza con una dificultad seria y la vence, le crecen y se le fortalecen las alas. Cada vez que escoge un camino y se lanza resuelto por él hacia una meta determinada, adquiere mayor confianza en sí mismo y más valor.

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