miércoles, 23 de mayo de 2018

La Era Digital


¿Vivimos a raíz de la implantación universal de Internet un proceso de decadencia cultural? En un sugerente y sintomático libro de conversaciones entre Peter Sloterdijk y Alain Finkielkraut (Los latidos del mundo, Amorrortu, 2003), ambos ilustran las monstruosas metamorfosis de nuestro tiempo recurriendo a las metáforas de “lo ligero” y “lo pesado”..

En el pasado, el llamado progresismo, caricaturizando y simplificando mucho el diagnóstico, representaba una tendencia orientada a aligerar la vida y la superación de las cargas indignas sobre el hombre, mientras que los conservadores buscaban reaccionar ante esta levitación general subrayando el peso trágico del mundo.

Hoy, en cambio, las tornas parecen haber cambiado. Tras las transformaciones del siglo XX, no sólo los conservadores defienden ya un concepto de realidad duro, correoso, quizá más sombrío y resistente a la voluntad prometeica. Por otro lado, como ponen de manifiesto los “neocons” norteamericanos, no sólo los progresistas esgrimen ya la bandera de la movilización técnica incesante, del aligeramiento propiciado por el progreso incesante y la levedad informativa.

No olvidemos tampoco cómo este ideal antigravitatorio descansaba también en la popularización y democratización de la información. Allí donde el viejo mundo se observaba a si mismo desde la verticalidad, el nuevo se siente comprometido fundamentalmente con la horizontalidad.

En relación con esta utopía de la levedad, podría afirmarse que la figura de Steve Jobs nos ha hecho reflexionar sobre cuánto se ha transformado, por ejemplo, la dinámica capitalista. Se nos cuenta que el co-fundador de Apple odiaba los botones hasta el extremo de suprimirlos de su propia indumentaria. El gran gurú de la digitalización, obsesionado por la sencillez, los consideraba simplemente un obstáculo innecesario en su vida cotidiana.

Todos sabemos también en qué medida esta ideología del acceso cómodo e inmediato a la información ha modificado de forma irreversible la tecnología de nuestros ordenadores y nuestra relación con ellos.

Volviendo a las utopías de la levedad, hay que recordar que la marca Apple no puede entenderse sin el modelo utópico contracultural de los sesenta. 

En su juventud Jobs se interesó por la filosofía y llegó a viajar a la India en busca de iluminación espiritual. A su vuelta, introduciendo el discurso new age en la tecnología, terminó eliminando las mediaciones, las etiquetas, las jerarquías y la retórica. 

Este “capitalismo sin fricciones”, antigravitatorio, extremadamente ligero y líquido, del que Jobs fue el gran abanderado, nada tiene que ver con la pesada maquinaria del antiguo capitalismo y sus viejos valores ascéticos y disciplinarios.

En realidad, nada más opuesto al elegante y aséptico minimalismo del mundo creado por él que los viejos paisajes industriales, el sudor, la disciplina y el esfuerzo. 
Un ejemplo elocuente del lema jobsiano del “Hazlo simple”: el ascensor de la Apple Store en Tokio carece de todo tipo de botones. No hay botón de llamada, ni botones para indicar la planta a la que deseas ir. Simplemente subes y bajas parando en cada una de las plantas de la tienda. 

Una hipótesis: si el capitalismo, digámoslo medio en broma, se ha ido convirtiendo cada vez menos en máquina y más en un espíritu líquido y profundamente inaprehensible, tal vez sea, entre otras razones, por los tecnófilos hippies que odiaban perder el tiempo desabrochando sus botones.

¿Pero somos realmente conscientes de lo que han cambiado nuestras vidas tras la aparición de Internet y las redes sociales? ¿Es legítimo hablar ya de una mutación antropológica, incluso del paso a un nuevo “hombre digital”, como nos recuerdan con un no disimulado optimismo los apóstoles de esta nueva fe? ¿Representa la buena nueva de “la red” la apoteosis de una cultura de la superficialidad radicalmente opuesta a toda jerarquía cultural?

Que estas herramientas han alterado nuestra existencia parece un hecho incontrovertible; que las nuevas tecnologías de la información supongan un paso adelante en la historia del progreso humano sin costes y peligros, es otro asunto bien distinto, como nos recuerda el ciberactivista y agitador cultural Jaron Lanier en su sugerente Contra el rebaño digital (Debate, 2011), una crónica imprescindible y bien ponderada para todo aquel que quiere sumergirse en el apasionante debate sobre las ventajas e inconvenientes de Internet y las redes sociales sobre nuestras vidas.

Si, como ya advirtiera McLuhan, los medios son capaces de transformar los contenidos y los mensajes, ¿qué tipo de transformaciones estaríamos sufriendo bajo la influencia de estos nuevos medios?

Cabría decir, sin ánimo de exageración, que si en el pasado buscábamos adaptar la respectiva innovación tecnológica a nuestra vida, hoy estaríamos en una situación algo diferente, como si nuestra preocupación pasara más bien por el hecho de que nuestra existencia se encuentre a la altura de nuestra herramienta. 

Es decir, ¿cómo hemos de comportarnos para estar a la altura de nuestro Facebook, nuestro blog o de nuestro Twitter? La ansiedad por filmar, grabar y colgar nuestros momentos de forma inmediata es elocuente a este respecto.


Hoy es como si la vida que no se twitteara ya no fuera vida real.

La Vida


Deberíamos entender, que estamos en una situación de vida, más que de muerte.
Y lo deberías comprender, para que de una vez,
se te borre esa mala sensación de presentir la muerte.

La vida transcurre y la muerte ocurre,
por eso es que deberíamos otorgarle más ventaja a lo que nuestra propuesta es: vivir.

Acabar por entender que si de alguna forma nos procuramos vivir dentro de esta existencia, hay que hacerlo, hay que saber hacerlo, hay que querer hacerlo, querer vivir.

Y que por supuesto eso conlleva, a su vez, una forma de muerte.

¿Pasarías entonces toda tu vida proyectándote el temor de lo que la muerte es?
¡Y hay quien lo hace!

Todo lo que planea, lo que hace, lo que piensa, lo que quiere, es porque sabe, mal-sabe, que algún día debe morir.

¿No sería más sencillo establecer una forma de vida menos penosa, más optimista, más consciente?

Y te hablo porque sé que por sobre todas las cosas, le temes a morir.

Y eso estaría bien si también le temes a tu forma de vivir.

Y si le temes a tu forma de vivir, es que te temes a ti. Temes.
Pregúntate ahora, donde estás, siendo quién eres,

si te sientes bien viviendo, o por el contrario, estás temiendo que puedas morir.
Y no es lo que prefieras, es lo que es.

Las preguntas que seguirían serían tan superficiales o tan profundas como te las plantees: ¿Cómo estoy viviendo? ¿Qué estoy haciendo mientras vivo?
¿Qué estoy entendiendo que la vida es? ¿Soy acaso la resultante de mis formas de vida? ¿Estaré viviendo? ¿Sé vivir?

Y hay quien cree que vivir es esta pretendida vitalidad, que te permite hacer cualquier cosa. El punto es, ¿qué son esas cosas?
Y podríamos agregarle: ¿Con quién estoy haciendo qué? ¿Quién está ahí, junto a mí, allí, allá?

A los que distingues, a los que crees conocer, a los que has integrado a tu forma de vida, a los que has dejado estar en tu vida, a los que les has pedido estar en sus vidas.
Y a lo mejor son muchos o pocos, pero son, están.
Y tal vez estarán incluso cuando ya no estés.

Tienes que considerar de forma definitiva, muy consciente, lo que te estás permitiendo hacer en esta vida, hasta que mueras,
hasta que sientas que mueres.

Y si algo sabes, sabrás que no,que todo sigue ahí,
quizá no tan igual.
¿Sabes por qué te cuento todo esto?

Porque si no guardas un principio de amor, nada de esto sirve.
Ningún acto, ninguna acción, ningún gesto.

Servirá para otras cosas, porque otras cosas también hay, muchas.

Y porque estás aquí, porque estás en mí, porque estamos trabajando,
porque queremos Ser, es mi deber.


Om Namaha Shivaya

Encontrando

Siempre vas rodando en la vida
y te ves tan decidida
a buscar la luz que hay en todo
a cambiar el mundo a tu modo

sé muy bien que eres valiente
y luchas por lo que sientes
una canción siempre va contigo
para abrir nuevos caminos

vas a crecer, vas a despertar
a descubrir para deslumbrar
en busca de tus sueños
tienes el valor y vas a volar

vas a sentir, vas a encontrar
vas a vivir para demostrar
que eres tan valiente
todo lo que quieras lo podrás alcanzar

Oh, oh, oh
Oh, oh, oh
Oh, oh, oh

todo lo que quieras lo podrás alcanzar

porque estas siempre en tu mundo
eres quien decide su rumbo
solo es ver las cosas más simples
para ti no hay nada imposible

se muy bien que es este el momento
ser feliz sin formas ni tiempos
lograras solo que intentes
porque en ti esta ser valiente

vas a crecer, vas a despertar
a descubrir para deslumbrar
en busca de tus sueños
tienes el valor y vas a volar


vas a sentir, vas a encontrar
vas a vivir para demostrar
que eres tan valiente
todo lo que quieras lo podrás alcanzar

Oh, oh, oh
Oh, oh, oh
Oh, oh, oh

conozco bien el valor que hay en ti
y lo que intentes podrás
lograrlo, siempre

Esta canción va siempre contigo
Va va va abriendo caminos
Este es el momento de ser lo que siente
De formas y tiempos porque eres valiente

conozco bien el valor que hay en ti
y lo que intentes podrás
lograrlo, siempre
vas a crecer, vas a despertar

A descubrir para deslumbrar
en busca de tus sueños
tienes el valor y vas a volar
vas a sentir, vas a encontrar
vas a vivir para demostrar
que eres tan valiente
todo lo que quieras lo podrás alcanzar

Letra enviada por Ana Luísa


La Vida Consciente


El desarrollo personal está de moda y la palabra conciencia es una de esas que se utilizan sin parar. Escuchamos cosas como: “Tienes que elevar tu conciencia“, “aprende a vivir más conscientemente“, “una conciencia clara es necesaria para avanzar en la vida“.

Estas frases quedan muy bonitas pero son poco precisas. ¿Qué significa, de forma práctica, elevar la conciencia o vivir más conscientemente? ¿Por qué es necesario? ¿Cuál es el camino para llegar a eso?

El primer autor a quien he leído expresar con palabras sencillas qué es esto de “vivir conscientemente” ha sido Nathaniel Branden en su libro “Cómo mejorar su autoestima”. En dicho libro, el Sr. Branden pone abundantes ejemplos de cómo la conciencia facilita o dificulta la vida de las personas, y por eso su idea resulta fácil de entender.

En este artículo he querido hacer lo mismo, por eso voy a tratar este tema fascinante de vivir con más conciencia a través de experiencias cotidianas en las que la mayoría nos podremos reconocer.

Mi intención final es que tomes conciencia (nunca mejor dicho) de que vivir con los ojos bien abiertos es la mejor opción posible.

¿Empezamos el recorrido?
 Una definición rápida de conciencia
Para mí, una persona vive de forma consciente cuando ve y se da perfecta cuenta de lo que ocurre en su vida. Es decir, no niega ni maquilla la realidad, ni tampoco se escapa de ella a través de los viajes o la literatura. Simplemente ve las cosas como son… con su lado bueno, su lado malo y su lado regular.

Vivir conscientemente es tomar nota tanto las oportunidades como las amenazas que nos rodean, de nuestros aciertos y nuestros errores.

Y sobre todo: vivir con conciencia es escapar de la tiranía de las acciones y los pensamientos automáticos, esos que “nos salen sin querer y sin que podamos evitarlo”.


Desde Lo Profundo


Toda la vida humana es posible entenderla como un camino de búsqueda. Una búsqueda de la que con frecuencia no somos conscientes.

Una inquietud nos asalta que nos enfrenta a las venturas y desventuras del amor, a las incertidumbres del viaje por tierras y mares lejanos, al entusiasmo por el conocimiento formal, por la literatura y por el arte. A la naturaleza, que nos sorprende con una belleza y un orden que parecen querer revelarnos un secreto.

Inmersos inclusos en nuestros deseos más primitivos y groseros, intuimos de pronto que lo que en verdad buscamos está más allá.

Tarde solemos apercibirnos de la insuficiencia de nuestros recorridos por el mundo exterior; de que el éxito, a lo menos relativo, en nuestra búsqueda incierta, no podrá tener lugar mientras no nos decidamos a incursionar en nuestro paisaje interior para recorrer pausadamente nuestras propias e insondables profundidades. Profundidades que son también alturas. 

Esa vía es la única capaz de dar sentido a nuestra búsqueda, de decirnos qué es lo buscamos, en el fondo, más allá de todo lo aparente. De mostrarnos, de alguna manera, aquello que nos hace falta, más que ninguna otra cosa.

Es muy posible que nos extraviemos si sólo recorremos las vías que están fuera de nosotros, por mucho que sea el interés con que observemos e investiguemos sus alrededores. Es posible que ni siquiera lleguemos a saber qué es lo que de verdad perseguimos. Es posible que nos perdamos en los accidentes, en los acontecimientos, en las cosas y en los sentimientos, sin obtener jamás satisfacción, parcial a lo menos, a nuestra más importante inquietud.
.
Allí, en la morada del Espíritu, que hace que se activen otros sentidos, los ojos y los oídos del alma, es posible percibir aromas y gustos y contactos más sutiles y también más verdaderos.

Allí es donde se encuentra el hombre con lo Absoluto, la Suprema Causa, el Espíritu Inefable, el No-ser divino.

En forma semejante, puede entender el hombre la travesía de la vida, siguiendo el camino que se inicia en la indiferenciación, en lo que es el niño antes de convertirse en persona, que sigue en la difícil lucha por la madurez, por la individuación, y luego en la superación de las tendencias  egocéntricas y egolátricas, de todos los apegos y temores, que le permite incursionar en lo transpersonal que lo vuelve a su origen y le indica lo que es en su esencia, en sí mismo. 

En su divinidad.



Enseñar A Pensar


Entrevista de Magisterio a Robert Swartz, ponente en plenaria del Icot 2015.

Hay que enseñar a pensar para transcender la estrechez mental que predomina hoy en día
Filósofo de formación, Robert Swartz opina que la enseñanza de esta asignatura debería obviar interminables debates metafísicos en favor de una discusión abierta sobre los grandes dilemas morales. El estadounidense lleva más de tres décadas abogando por la formación cognitiva en el aula mediante su propuesta Aprendizaje Basado en el Pensamiento (TBL en sus siglas en inglés). Algunos hitos en la expansión global de una actitud favorable hacia la enseñanza explícita de habilidades mentales, remarca, han coincidido con la celebración bienal de la International Conference on Thinking (ICOT), cuya próxima edición tendrá lugar el próximo verano en Bilbao.
Pregunta. Usted fue uno de los pioneros, a finales de los 70, en la promoción de la enseñanza de habilidades de pensamiento en el aula. ¿Ha cambiado mucho la situación desde entonces?
Respuesta. A principios de los 80, varios estados de EEUU empezaron a mostrar un interés creciente por enseñar a pensar utilizando diferentes enfoques más o menos sistemáticos. Mi propuesta es una de muchas. En algunos casos, por ejemplo Carolina del Sur, ese interés se tradujo en leyes que obligan a enseñar pensamiento crítico y creativo en todos los centros. La expansión global surge a finales de los 90, apoyada en buena medida en el éxito del ICOT que tuvo lugar en Singapur en el 97. Desde entonces, muchos países asiáticos han diseñado estrategias nacionales que buscan enseñar a pensar en el aula. La gran decepción, desde mi punto de vista, es la Unión Europea, donde las habilidades de pensamiento siguen al margen entre sus prioridades.
P. Sin embargo, el TBL ha recibido la atención de muchos centros en nuestro país, hasta el punto de convertir su oficina española en la primera fuera de EEUU.
R. En España está emergiendo un movimiento de base protagonizado por los propios colegios y, en concreto, por algunos profesores muy comprometidos con la renovación pedagógica. Por desgracia, estas iniciativas particulares no se corresponden con la actitud de las administraciones, que no reconocen la necesidad de ayudar a los alumnos a convertirse en mejores pensadores.
 P. ¿No ha observado movimientos similares en otros países europeos?
R. No con el alcance de lo que está ocurriendo aquí, al menos en nuestra experiencia. Por el contrario, Irlanda del Norte es un buen ejemplo a la hora de promover el aprendizaje del pensamiento desde arriba, desde el nivel institucional hacia las escuelas. Allí han conseguido articular un plan con el fin de convertir en realidad el que el alumno sea capaz de guiar su propio pensamiento. Sí quiero, por otra parte, dejar claro que el 95% de los profesores con los que hablo, en Nueva Zelanda o en Israel, en Chile o en Arabia Saudí, tiene claro que el viejo sistema de enseñar centrado en la memoria no funciona, a menos que queramos que la escuela persiga que el alumno apruebe el examen y olvide lo aprendido a los pocos días.
P. ¿Hay lugar para la memoria en la enseñanza del siglo XXI?
R. ¡Claro! El debate no es memoria sí o memoria no: por supuesto que hay que recordar cosas. La cuestión que yo y otros muchos planteamos es hasta qué punto tiene sentido que la enseñanza en el siglo XXI continúe siendo esencialmente memorística. Hay que recordar los grandes acontecimientos de la historia, sus grandes nombres, pero sobre todo hay que comprender su importancia en el devenir de los acontecimientos, su significación. El alumno ha de ser capaz de extraer conclusiones, y esto solo se consigue mediante formas de pensamiento más elevadas. 
P. Imaginemos un escenario en el que el aprendizaje de las habilidades de pensamiento se ha convertido en la norma. ¿Cuáles serían los principales beneficios desde una óptica amplia, como sociedad?
R. Hemos observado que los alumnos que aprenden de manera explícita a pensar en la escuela suelen reflexionar antes de actuar: se paran antes de pasar a la acción y tienen en cuenta diferentes opciones. Cuando estos chavales se hagan mayores y hayan interiorizado esta manera de funcionar, contribuirán a un mundo mejor gracias a que estarán en condiciones, en el caso de que lleguen a posiciones de responsabilidad, de trascender la estrechez mental que predomina entre los líderes actuales. Hablo, claro está, de una esperanza sin base empírica.
P. ¿Hay gente que no ve con buenos ojos que los alumnos ejerciten demasiado el pensamiento crítico y reflexivo? ¿Se ha topado con mucha resistencia?
R. Recuerdo que en los años 80 una organización religiosa muy conservadora de EEUU, la Convención Baptista Sureña, se opuso a mi enfoque porque temía que los jóvenes empezaran a desafiar la autoridad de sus líderes. También he encontrado a muchos padres que me han preguntado si no se corre el riesgo de convertir a sus hijos en disidentes crónicos. Normalmente, estos temores se disipan cuando se entiende que mi enfoque y otros similares no pretenden que el individuo critique todo por sistema, sino que básicamente aprenda a tomar mejores decisiones.
P. ¿Piensa que nuestra sociedad anima a pensar rápido en aras de una supuesta eficiencia, y que esto entorpece nuestra capacidad para el pensamiento reflexivo?
R. Sí, se nos empuja a tomar decisiones lo más rápido posible, lo que dificulta que nos paremos y le demos a una vuelta a la situación antes de actuar. Se trata de una tensión, de una lucha de valores que se hace más patente desde que parte de la sociedad reclama la necesidad de un pensamiento más cuidadoso. Pienso que, si conseguimos que las nuevas generaciones ejerciten en la escuela su capacidad de pensar con profundidad, serán ellas mismas las que hagan frente a esa presión para acelerar su mente que encontrarán en la vida adulta. Luego están, por supuesto, las nuevas tecnologías, que en teoría aumentan la velocidad en todos los ámbitos. Y es cierto que ahorran tiempo, como también lo es que ayudan a tomar decisiones más pausadas mediante a un acceso a información ilimitado. Como en tantos otros dilemas que plantean las TIC, todo depende del uso que les demos y de lo que fomentemos en la escuela.
P. Usted propone que enseñemos a pensar desde las edades más tempranas. ¿Es posible el pensamiento crítico sin una cierta base de conocimiento?
R. Antes pensaba que no, que un niño de Infantil puede hacer muñecos de plastilina y poco más. Con el tiempo, y tras ver algunas experiencias con niños de dos o tres años, tengo la certeza de que también ellos pueden ser críticos y analíticos, aunque en un nivel de sofisticación mucho menor. Cuanto antes enseñemos a pensar, mejor. Una vez que el alumno ha asimilado e interiorizado determinados procesos mentales, estos surgen de forma natural durante el aprendizaje. Es como sumar y restar: no hay que aprender de nuevo.



El Derecho A La Intimidad


El desarrollo tecnológico y el avance de las telecomunicaciones han obligado a los Estados a desarrollar una legislación con el fin de proteger, garantizar y respetar la intimidad de los seres humanos. Benjamín Constant afirmaba que: "...hay una parte de la existencia humana que, necesariamente, tiene que mantenerse individual e independiente y que queda, por derecho, fuera de toda competencia social".

El derecho a la intimidad consiste en una especie de barrera o cerca que defiende la autonomía del individuo humano frente a los demás y, sobre todo, frente a las posibles injerencias indebidas de los poderes públicos, sus órganos y sus agentes.

DEFINICIÓN DE INTIMIDAD
La intimidad es una necesidad humana y un derecho natural del hombre por lo que es independiente y anterior a su regulación positiva.

El término intimo viene de intimus, superlativo latino que significa "lo más interior". La intimidad corresponde al ámbito psicológico e inconmensurable del individuo, comprende su personalidad, sus valores morales y religiosos, sus tendencias sexuales y amorosas, sus orientaciones ideológicas. Lo íntimo está más fuera del alcance del interés público que lo privado.

Existen algunas definiciones de intimidad. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es la "zona espiritual y reservada de una persona o un grupo, especialmente una familia".

Miguel A. Ekmekdjian, lo definió como: "la facultad que tiene cada persona de disponer de una esfera, ámbito: privativo o reducto infranqueable de libertad individual, el cual no puede ser invadido por terceros, ya sean particulares o el propio Estado, mediante cualquier tipo de intromisiones, las cuales pueden asumir diversos signos"

Con otros fundamentos, Humberto Quiroga Lavié reflexiona que en el concepto de intimidad y lo define como: "el respeto a la personalidad humana, del aislamiento del hombre, de lo íntimo de cada uno, de la vida privada, de la persona física, innata, inherente y necesaria para desarrollar su vida sin entorpecimientos, perturbaciones y publicidades indeseadas". 

Y continúa: "Es un derecho personalísimo que permite sustraer a las personas de la publicidad o de otras turbaciones a su vida privada, el cual está limitado por las necesidades sociales y los intereses públicos"