sábado, 1 de febrero de 2020

Expresión Del Ser


Construir la esencia de nuestra identidad resulta cada vez más complejo, al vivir en el mundo de la sobreinformación, donde los estímulos y mensajes contradictorios son constantes.

Para no sobrecargarnos de información disponemos del mecanismo de defensa de la introyección, que consiste en la incorporación automática de aquello que recibimos del entorno, sin que haya ningún tipo de criterio personal.

La introyección es algo que en mayor o menor grado todos estamos expuestos a experimentar, de hecho en cierta medida es necesario, como ahora veremos; el problema recae cuando este mecanismo se apodera de nosotros.

En nuestro día a día para integrarnos en sociedad estamos expuestos continuamente a acatar normas, leyes, comportamientos, ideas, creencias y patrones de conducta. Desde que somos niños nos han ido inundando con toda clase de estos elementos.

Ya en un entorno familiar hemos recibido mensajes de todo tipo, que a día de hoy, resuenan en nuestras cabezas y cuando no acatamos estos mensajes nos sentimos culpables.

Hemos integrado mensajes transformados en mandatos sin digerirlos, sin haberlos asimilado, ni haberlos pasado por nuestro propio criterio personal

Mensajes como: “Tienes que trabajar en algo importante para ser alguien en la vida”, “piensa mal y acertarás”, “los hombres no lloran”, etc.

Estos mandatos nos indican qué es lo que está bien y lo que está mal condicionando así nuestra conducta y configurando nuestra identidad.

La introyección, también es un medio para complacer a las personas que están en nuestro entorno, de forma que tiene, en principio, una función de adaptación para ser aceptados.

Cuando el mecanismo de introyección guía nuestras vidas, se vuelve peligroso para nuestra identidad. Comenzamos a perder nuestra esencia y nuestra forma propia y original de ser.

“Cuando nos perdemos en la complacencia, adoptando el papel de ser “buenos”, haciendo lo que los demás esperan de nosotros; perdemos así la capacidad de discernir entre nuestro propio mundo real (lo que queremos) y lo que ha sido impuesto por los demás”
Para no dejar que este mecanismo gobierne nuestras vidas, y acabe por construir nuestro destino en base a lo que piensan y quieren los demás, resulta imprescindible tomar conciencia.

Es un paso importante en nuestras vidas hacernos conscientes de en qué circunstancias, en qué momentos, y con qué tipo de personas tenemos la tendencia a actuar en un modo automático, sin el filtro que nos ayude a distinguir lo que forma parte de nuestros valores e identidad.

Dándonos cuenta de los mensajes que recibimos del medio sin cuestionar y sin analizar, estaremos más alerta para transformar estos mensajes en un recurso útil, pudiendo reflexionar acerca de ellos, y sacar el aprendizaje que más nos convenga.

Al cuestionar y analizar todo lo que nos viene de fuera, estamos dándonos la oportunidad de hacer elecciones más profundas y coherentes con nuestro modo de pensar, sentir y entender la vida.

Para ello resulta imprescindible asimilar y pasar por el filtro personal todo lo que aprendemos, facilitando el desarrollo y la expresión del propio ser.


Constantes


La constancia es la parte clave de cualquier logro que obtengamos en distintos momentos de nuestras vidas, y recordar continuamente que tenemos perseverar sin desmayar ni tomar pausa, lo que estos hermosos pensamientos sobre esfuerzo continuo inspiran sin duda alguna, y harán tan tu convicción que lograras todo lo que te propongas. 

La constancia es la parte clave de cualquier logro que obtengamos en distintos momentos de nuestras vidas, y recordar continuamente que tenemos perseverar sin desmayar ni tomar pausa, lo que estos hermosos pensamientos sobre esfuerzo continuo inspiran sin duda alguna, y harán tan tu convicción que lograras todo lo que te propongas.

Todo lo que emprendamos y conlleve esfuerzo, sin duda alguna vale la pena…

Y sabemos que vamos por el camino correcto…
Porque todo lo bueno trae consigo muchísimo trabajo…

Y no decaer al momento de debilidad y cansancio es la clave para recoger los frutos de tanto trabajo e insistencia.

Cuando somos un poco débiles con nuestras ideas y nuestra fe en lo que hacemos no es tan convincente, ni hacia nosotros mismo…

Es mejor buscar formas de subir nuestra autoestima y ayuda; para confiar en nuestras ideas de superación…

La perseverancia es el esfuerzo continuo necesario para conseguir todas aquellas metas y objetivos que nos propongamos y la habilidad para buscar soluciones y superar los obstáculos que nos encontremos por el camino. 


Siempre Puedes


Siempre Puedes Olvidar
Mercedes Sosa
Puedo deslizar en la oscuridad
Puedo hasta eclipsar las luces
Con sólo mirar
Dicen ya entender
Mienten
Porque en el fondo este misterio
Sólo sea esta estrella

Quizás mañana alguien
Viaje para otro país
Lo podremos despedir
Dame amor hasta mañana
Hasta que te quieras ir
Siempre puedes olvidar

Puedo aterrizar sin luces
Puedo aterrizar en la oscuridad
Puedo hasta abrazar las cruces
Es sólo amor


Comunicadores


El Social Media se ha convertido en una herramienta realmente indispensable para todas aquellas marcas que desean y necesitan desarrollar una presencia fuera del entorno offline, lo que hoy día se ha convertido en fundamental para todas las empresas, sean del tamaño que sean.

Está claro que el Social Media les beneficia gracias, no sólo al alcance que pueden tener y los beneficios económicos que pueden conseguir, sino, para conseguir una gran imagen de marca, engagement y, lo que es más importante, la credibilidad y confianza de los usuarios en ella, que es, al fin y al cabo, a lo que debe aspirar toda marca.

Por lo general, si estamos desarrollando nuestra propia marca personal nuestros objetivos son los mismos que los de cualquier empresa: establecer nuestra presencia online, ser conocidos profesionalmente y percibidos de la manera que deseamos y crearnos una imagen de profesionales serios y con credibilidad.

Esto solamente se puede lograr de una manera, trabajando mucho, realizando una labor impecable, siendo muy sociales y teniendo una constancia fuera de serie.

Tradicionalmente, la forma de alcanzar al cliente ha sido ir a por él, sin sutilezas, definiendo nuestro target y yendo directamente a por él antes de que la competencia lo robara, realizando campañas de publicidad agresivas, a veces, sin una gran segmentación, a gran escala, pero, hoy en día la cosa ha cambiado muchísimo y la táctica es la inversa, dejar que sean los clientes los que nos alcancen, quien dice clientes dice usuarios que conforman nuestra comunidad.

Es mejor dejarse ver que tomar posesión de una comunidad plantando la bandera a lo Armstrong cuando llegó a la Luna.

Siempre es mejor insinuar que mostrar. Siempre es mejor dar una muestra de lo que ofrecemos (para lo que las redes sociales son perfectas) que directamente, ofrecerle a alguien nuestro producto.

Por ese motivo debemos intentar por todos los medios que sea la comunidad la que nos busque, pero no para que nuestra presencia se note por todos los medios, puesto que eso es, entre otras cosas, lo que hacen los spammers, pretendiendo que su producto o servicio sea conocido por activa y por pasiva, y ya sabemos lo que ocurre con los usuarios que sólo hablan de sí mismos, ¿verdad?. 
Al final no les escucha nadie.

En las redes sociales la táctica es otra. Es trabajar mucho dando diariamente lo mejor de nosotros, siendo siempre uno más pero, a la vez, haciendo que nuestra ausencia sea la que se note, por ejemplo, por los contenidos de calidad y las conversaciones generadas por nosotros con la comunidad, tanto propia como de otros
.
Es cuestión de ser y no de estar.

Los usuarios saben bien quién aporta calidad y quién no, son perfectamente conscientes de quién está en Social Media y quién es Social Media, por lo que son ellos mismos los que demandan que se satisfagan unas necesidades que nosotros, siendo listos, debemos ser capaces de satisfacer, pero no tomando un altavoz y gritando a través de él para que nuestra voz sea la única que se oiga, pero sí la que se eche de menos cuando no esté presente.

Nuestra mejor arma es la conversación como Community Managers, el conocer a nuestra comunidad y saber darle lo que quiere, ser capaz de compartir contenido interesante, crear una presencia online imprescindible para los demás, y ser lo suficientemente hábiles como para hacer que, si dejamos de tuitear un sólo día, nuestra comunidad nos pregunte: “¿dónde te metiste ayer?”, que ellos sean los que nos busquen y se interesen por nosotros.


¿Cómo lo harías tú?

La Vida En Cada Instante

Querer un mejor empleo, un mejor auto o una mejor casa en un mejor vecindario son algunos de los deseos que más anhelamos muchas veces y luchamos a diario por ellos, nos esforzamos con todo nuestro empeño para lograrlo, durante horas y horas, durante días y noches enteras inclusive, porque con ellos vendrá una mejor vida, porque cuando los tengamos vamos a poder disfrutar la vida.

Pero debemos tener mucho cuidado con la idea que tenemos sobre lo que realmente es disfrutar la vida, cuáles son los momentos de la vida que realmente vale la pena vivir y cuánto valen, se han preguntado si las cosas más hermosas y maravillosas de la vida realmente cuestan dinero, o si dependen del auto o la casa en la que podamos estar viviendo o de las vacaciones perfectas en un crucero alrededor del Caribe
.
“La vida es eso que nos pasa a cada instante”

Es maravilloso tener deseos de superación, querer siempre algo más, luchar por eso y tener la certeza de que podemos lograrlo, sin embargo la felicidad no se basa sólo en metas obtenidas, mucho menos si estas metas son económicas y definitivamente no es una carrera contra algo o alguien; porque hay momentos maravillosos que pasan a cada instante a tu alrededor, son únicos e irrepetibles y muchas veces los pasamos de largo, porque estamos muy ocupadas pensando que con más dinero o mejor cargo, etc… lograremos al fin ser felices.

“Vivir es la única manera de ser feliz”

La vida es hoy, nos pasa todos los días y está a nuestro alrededor, en la sonrisa de nuestros hijo al jugar con él, en el brillo de los ojos de nuestra pareja cada vez que con el corazón le dices cuanto le amas, en el rostro arrugado de tu madre, en un partido de fútbol que disfrutas con tu padre, en la cerveza que te tomas con tu mejor amigo, en la tarde de secretos que vives con tu amiga de la infancia, en ese postre que sólo tu abuela sabe preparar, esas madrugadas de conversaciones con tu hermano y en mil detalles… detalles que no cuestan nada, detalles que no nos piden nada sino estar ahí y vivirlos.

Trascender


Máster Universitario en Filosofía: Condición Humana y Trascendencia propone pensar lo humano de un modo radical, con sus luces y sus sombras, tratando de analizar críticamente qué respuestas se pueden dar ante las diversas crisis de sentido de las que somos contemporáneos. Con este objetivo, explora las grandes aportaciones de la antropología filosófica, la ética, la estética, la fenomenología de la religión, la filosofía de la ciencia y el lenguaje y la metafísica, para favorecer el desarrollo de una comprensión renovada y honda de la condición humana y las posibilidades de su apertura a la trascendencia.

El Máster en Filosofía se dirige a quienes estén interesados en la búsqueda de una Filosofía Primera que esté a la altura de nuestro tiempo. En él se considera central la atención a la dimensión práctica de la reflexión filosófica. Se pretende capacitar a los alumnos para elaborar una investigación original y comprometida con la realidad, con enfoques nuevos e interdisciplinares, atenta al contexto social y susceptible de ser desarrollada y aplicada en situaciones que planteen problemas nuevos.

En el complejo mundo en que vivimos, cada vez surgen respuestas más diversas, y en ocasiones opuestas, a la pregunta por el sentido. Hay quienes sostienen la ausencia de sentido, frente a quienes imponen una única forma de comprenderlo y de abordar la condición humana. Sin caer en el relativismo, desde la Filosofía tenemos la tarea de abrir caminos para el diálogo y la reflexión crítica sobre la multiplicidad de perspectivas existentes. Consideramos que, para ello, es urgente analizar la verdad de aquello en lo que se cree e indagar en cuál es el fundamento de la dignidad humana.
El Máster Universitario en Filosofía: Condición Humana y Trascendencia propone pensar lo humano de un modo radical, con sus luces y sus sombras, tratando de analizar críticamente qué respuestas se pueden dar ante las diversas crisis de sentido de las que somos contemporáneos. Con este objetivo, explora las grandes aportaciones de la antropología filosófica, la ética, la estética, la fenomenología de la religión, la filosofía de la ciencia y el lenguaje y la metafísica, para favorecer el desarrollo de una comprensión renovada y honda de la condición humana y las posibilidades de su apertura a la trascendencia.

El Máster en Filosofía se dirige a quienes estén interesados en la búsqueda de una Filosofía Primera que esté a la altura de nuestro tiempo. En él se considera central la atención a la dimensión práctica de la reflexión filosófica. Se pretende capacitar a los alumnos para elaborar una investigación original y comprometida con la realidad, con enfoques nuevos e interdisciplinares, atenta al contexto social y susceptible de ser desarrollada y aplicada en situaciones que planteen problemas nuevos.

En el complejo mundo en que vivimos, cada vez surgen respuestas más diversas, y en ocasiones opuestas, a la pregunta por el sentido. Hay quienes sostienen la ausencia de sentido, frente a quienes imponen una única forma de comprenderlo y de abordar la condición humana. Sin caer en el relativismo, desde la Filosofía tenemos la tarea de abrir caminos para el diálogo y la reflexión crítica sobre la multiplicidad de perspectivas existentes. Consideramos que, para ello, es urgente analizar la verdad de aquello en lo que se cree e indagar en cuál es el fundamento de la dignidad humana.
El Máster Universitario en Filosofía: Condición Humana y Trascendencia propone pensar lo humano de un modo radical, con sus luces y sus sombras, tratando de analizar críticamente qué respuestas se pueden dar ante las diversas crisis de sentido de las que somos contemporáneos. Con este objetivo, explora las grandes aportaciones de la antropología filosófica, la ética, la estética, la fenomenología de la religión, la filosofía de la ciencia y el lenguaje y la metafísica, para favorecer el desarrollo de una comprensión renovada y honda de la condición humana y las posibilidades de su apertura a la trascendencia.

El Máster en Filosofía se dirige a quienes estén interesados en la búsqueda de una Filosofía Primera que esté a la altura de nuestro tiempo. En él se considera central la atención a la dimensión práctica de la reflexión filosófica. Se pretende capacitar a los alumnos para elaborar una investigación original y comprometida con la realidad, con enfoques nuevos e interdisciplinares, atenta al contexto social y susceptible de ser desarrollada y aplicada en situaciones que planteen problemas nuevos.

En el complejo mundo en que vivimos, cada vez surgen respuestas más diversas, y en ocasiones opuestas, a la pregunta por el sentido. Hay quienes sostienen la ausencia de sentido, frente a quienes imponen una única forma de comprenderlo y de abordar la condición humana. Sin caer en el relativismo, desde la Filosofía tenemos la tarea de abrir caminos para el diálogo y la reflexión crítica sobre la multiplicidad de perspectivas existentes. Consideramos que, para ello, es urgente analizar la verdad de aquello en lo que se cree e indagar en cuál es el fundamento de la dignidad humana.


Imparciales


Originado etimológicamente en el vocablo latino “inpartialis” (“in” = negación; “partialis”= una p
orción o parte) imparcial es un adjetivo usado para designar a quien no se inclina hacia una u otra parte en caso de ideas o intereses contrapuestos o litigiosos.

Quien es imparcial en sus juicios, trata de hablar sobre fundamentos sólidos y contundentes sin dejarse llevar por sus intereses, sentimientos o emociones. Por ejemplo: “el profesor fue imparcial en los exámenes, los corrigió sin saber a quienes pertenecían pues el nombre del alumno estaba en sobre cerrado”, “traté de ser imparcial cuando mi hija me presentó a su novio, pero era evidente que era irrespetuoso”. La imparcialidad absoluta, como la objetividad absoluta es casi imposible de lograr, 
pues quien opina o juzga es una persona que no puede dejar completamente de lado su subjetividad.

La imparcialidad es una característica muy valorada y necesaria en los jueces, quienes no deben dejarse influir por sus propias emociones, ni por la repercusión pública o mediática de un caso, a la hora de dictar sentencia, y mucho menos, por los sentimientos hacia la víctima o el victimario, o tener en cuenta sus propios intereses, como aquellos que reciben favores para inclinarse hacia un lado u otro, lo que constituye delito.

La imparcialidad asegura en un juicio, la igualdad de las partes, y la realización del valor justicia. Esto también obliga que si una de las partes no cuenta con dinero para proveerse un abogado, el Estado debe asignárselo, para que no esté en peores condiciones que quien no tiene problemas económicos, pues en este caso aunque el juez pueda mostrarse objetivo (imparcial) solo escucharía una sola voz.

Consecuencias del principio fundamental de imparcialidad
El principio de imparcialidad tiene las siguientes consecuencias:
establece uno de sus valores clave: la no discriminación, que es uno de los elementos más importantes de todos los aspectos de la protección del ser humano: el derecho de los derechos humanos, el derecho humanitario, el derecho sobre los refugiados. 

Aunque la necesidad de "conservar la confianza de todos" se menciona en el principio de neutralidad, ese imperativo se aplica también al principio de imparcialidad. Sólo una acción imparcial puede proyectar la imagen de una organización en la que pueden confiar las personas que necesitan ayuda o protección. Por lo tanto, se deben establecer sistemas para velar por que los beneficiarios de la acción de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja sean las personas de máxima vulnerabilidad.


La imparcialidad en su más auténtica acepción impone que se prescinda de las distinciones subjetivas. Veamos un ejemplo de la diferencia entre ambos conceptos: una Sociedad Nacional que se niegue a prestar sus servicios a ciertos grupos de personas, debido al origen étnico de éstas, no observa la norma de no discriminación; por otra parte, el empleado de una Sociedad Nacional que, en el ejercicio de sus funciones, favorece a un amigo al que otorga un trato mejor que el que se brinda a terceros, contraviene el principio de imparcialidad. Por lo tanto, se debe formar al personal y a los voluntarios para que el comportamiento debido sea casi un reflejo.
Originado etimológicamente en el vocablo latino “inpartialis” (“in” = negación; “partialis”= una porción o parte) imparcial es un adjetivo usado para designar a quien no se inclina hacia una u otra parte en caso de ideas o intereses contrapuestos o litigiosos.

Quien es imparcial en sus juicios, trata de hablar sobre fundamentos sólidos y contundentes sin dejarse llevar por sus intereses, sentimientos o emociones. Por ejemplo: “el profesor fue imparcial en los exámenes, los corrigió sin saber a quienes pertenecían pues el nombre del alumno estaba en sobre cerrado”, “traté de ser imparcial cuando mi hija me presentó a su novio, pero era evidente que era irrespetuoso”. La imparcialidad absoluta, como la objetividad absoluta es casi imposible de lograr, 
pues quien opina o juzga es una persona que no puede dejar completamente de lado su subjetividad.

La imparcialidad es una característica muy valorada y necesaria en los jueces, quienes no deben dejarse influir por sus propias emociones, ni por la repercusión pública o mediática de un caso, a la hora de dictar sentencia, y mucho menos, por los sentimientos hacia la víctima o el victimario, o tener en cuenta sus propios intereses, como aquellos que reciben favores para inclinarse hacia un lado u otro, lo que constituye delito.

La imparcialidad en su más auténtica acepción impone que se prescinda de las distinciones subjetivas. Veamos un ejemplo de la diferencia entre ambos conceptos: una Sociedad Nacional que se niegue a prestar sus servicios a ciertos grupos de personas, debido al origen étnico de éstas, no observa la norma de no discriminación; por otra parte, el empleado de una Sociedad Nacional que, en el ejercicio de sus funciones, favorece a un amigo al que otorga un trato mejor que el que se brinda a terceros, contraviene el principio de imparcialidad. Por lo tanto, se debe formar al personal y a los voluntarios para que el comportamiento debido sea casi un reflejo.

sobredosis

En efecto, hoy día la actividad es frenética: "Se calcula que entre el nacimiento de la escritura y el año 2003 se crearon cinco exaby­tes (billones de megabytes de información). Pues bien, esa cantidad de información se crea ahora cada dos días", informa el especialista en redes David de Ugarte. "La posibilidad de emitir información codificada se ha ido democratizando: primero como escritura, luego como imagen, etcétera. Piensa cuánta gente podía escribir un texto a principios del siglo XIX, o cuanta hacer una foto a principios del XX... Y compáralo con hoy".

Atentos a todo... y a nada
'E-mails', redes sociales, el móvil... Recibimos una sobredosis de información que no es fácil procesar. La 'infoxicación' empeora la capacidad analítica, aumenta la ansiedad y conduce a decisiones erróneas

Recuerden cuando el mundo era (un poco) más tranquilo. Solo había un par de canales de televisión. Las cartas postales cuidadosamente manuscritas tardaban días o semanas en ir de una mano a otra. Los periódicos contaban lo que había pasado ayer. Y a los amigos los veíamos de tarde en tarde alrededor de la mesa de algún bar. Ahora, en cambio, vivimos en mitad de una avalancha. 

El estrés, la ansiedad informativa, la confusión, la superficialidad o la falta de atención son algunos de ellos. "Infoxicación" lo llama el físico Alfons Cornellá, fundador de la consultora sobre nuevas tendencias Infonomía, un neologismo que mezcla la información y la intoxicación. Se produce cuando la información recibida es mucho mayor que la que somos capaces de procesar, con consecuencias negativas.

"En el momento en que aun no has acabado de digerir algo, ya te está llegando otra cosa", dice Cornellá, "la entrada constante de información, en un mundo always on (siempre encendido), te lleva a no tratar ninguna información en profundidad. Cuando la información es demasiada todo es lectura interruptus. 

El fenómeno se desboca cuando todos pasamos a ser productores de información, y cuando los instrumentos para producirla son mejores que los instrumentos para organizarla y buscarla. Todos sabemos usar un procesador de texto, pero pocos saben buscar información de calidad con criterio". 

En efecto, hoy día la actividad es frenética: "Se calcula que entre el nacimiento de la escritura y el año 2003 se crearon cinco exaby­tes (billones de megabytes de información). Pues bien, esa cantidad de información se crea ahora cada dos días", informa el especialista en redes David de Ugarte. "La posibilidad de emitir información codificada se ha ido democratizando: primero como escritura, luego como imagen, etcétera. Piensa cuánta gente podía escribir un texto a principios del siglo XIX, o cuanta hacer una foto a principios del XX... Y compáralo con hoy".
Atentos a todo... y a nada
'E-mails', redes sociales, el móvil... Recibimos una sobredosis de información que no es fácil procesar. La 'infoxicación' empeora la capacidad analítica, aumenta la ansiedad y conduce a decisiones erróneas

Recuerden cuando el mundo era (un poco) más tranquilo. Solo había un par de canales de televisión. Las cartas postales cuidadosamente manuscritas tardaban días o semanas en ir de una mano a otra. Los periódicos contaban lo que había pasado ayer. Y a los amigos los veíamos de tarde en tarde alrededor de la mesa de algún bar. Ahora, en cambio, vivimos en mitad de una avalancha. 

El estrés, la ansiedad informativa, la confusión, la superficialidad o la falta de atención son algunos de ellos. "Infoxicación" lo llama el físico Alfons Cornellá, fundador de la consultora sobre nuevas tendencias Infonomía, un neologismo que mezcla la información y la intoxicación. Se produce cuando la información recibida es mucho mayor que la que somos capaces de procesar, con consecuencias negativas.

"En el momento en que aun no has acabado de digerir algo, ya te está llegando otra cosa", dice Cornellá, "la entrada constante de información, en un mundo always on (siempre encendido), te lleva a no tratar ninguna información en profundidad. Cuando la información es demasiada todo es lectura interruptus. 

El fenómeno se desboca cuando todos pasamos a ser productores de información, y cuando los instrumentos para producirla son mejores que los instrumentos para organizarla y buscarla. Todos sabemos usar un procesador de texto, pero pocos saben buscar información de calidad con criterio". 

En efecto, hoy día la actividad es frenética: "Se calcula que entre el nacimiento de la escritura y el año 2003 se crearon cinco exaby­tes (billones de megabytes de información). Pues bien, esa cantidad de información se crea ahora cada dos días", informa el especialista en redes David de Ugarte. "La posibilidad de emitir información codificada se ha ido democratizando: primero como escritura, luego como imagen, etcétera. Piensa cuánta gente podía escribir un texto a principios del siglo XIX, o cuanta hacer una foto a principios del XX... Y compáralo con hoy".

Saturación


Los medios de comunicación han ido cambiando, tal vez a un paso tan lento que esa transformación ha pasado inadvertida. Para quienes estén dispuestos a hacer el ejercicio de detenerse por un instante, abstrayéndose de la avalancha de imágenes que nos asaltan diariamente, para recordar la escena de 20 años atrás, será posible advertir que el estilo de la comunicación ha cambiado completamente. ¿Cuál es el aspecto visible de esta profunda mutación, que no por gradual ha dejado de ser tan radical como completa y total? La saturación de los sentidos.

La preocupación por lo comunicado ha dejado de tener el interés de aquellos tiempos, cuando la semiótica todavía creía en una funcionalidad de los mensajes y los medios. Desde los programas de entrevistas a las películas de cine; de los sitios de Internet a los diarios y revistas, la comunicación ha adoptado un estilo para el que el mensaje, el significado mismo, ha dado paso a la prioridad de su envase.

La estética de la saturación consiste en una intensificación de los estímulos visuales y auditivos por la cual estos siempre rebasan en cantidad y velocidad a la capacidad de asimilación de nuestro sistema sensorial. Una situación en la cual los estímulos siempre rebasan la capacidad de percepción, de modo que el espectador debe contentarse con asimilar la parte que considere más relevante de la escena.

El continuo ejercicio de esta inconsciente selección lleva al acostumbramiento, y ya nadie se sorprende de que la cámara de televisión se encuentre en movimiento, girando, retrocediendo, o todo eso a la vez, ni de que cambie súbitamente de plano, distancia, ángulo, foco. Tampoco se sorprende de que la luz esté mutando en intensidad, color, inclinación.

Simétricamente, las conversaciones se superponen; ruidos artificiales subrayan o contradicen los dichos, mientras que súbitas músicas irrumpen, desaparecen o se mezclan en el audio. Hasta la ficción de la interferencia es un efecto lícito para llenar completamente la escena.

Pero ¿cuál es la causa eficiente de esta inflación de los estímulos, de esta incontinencia desbordada de recursos? El miedo al aburrimiento. Un pánico patológico al aburrimiento del público. Conjurar el fantasma que produciría la mayor de las catástrofes: la caída de la atención y de su paralela medición estadística que ha venido a conocerse con el cotidiano nombre de "rating".

Evidentemente, ya no se considera posible mantener la atención del público por la simple calidad de lo comunicado, de lo dicho, de lo mostrado. En lo que se confía es en la cantidad de los estímulos, en un bombardeo sensorial que exija una atención forzada.

Un horror al vacío se ha apoderado de ciertos medios crecientemente abocados a la simulación de un contenido, confiando en que la catarata de estímulos disimulen la flaqueza de los argumentos, la falta de intensidad dramática de los guiones o el poco interés de las noticias.

Como nos ha hecho saber Jean Baudrillard, la simulación de la realidad, en última instancia, responde a la necesidad de disimular que no hay nada. Del mismo modo, detrás de los efectos de cámara, luz y sonido sólo hay más efectos. Si los efectos se simulan a sí mismos, es para que los espectadores podamos disimular que nos estamos aburriendo.

Este no es un problema moral, de buenas o malas intenciones. Sería un error caer en tal voluntarismo, porque es, ante todo, un problema estructural. Una vez que la saturación se ha convertido en el estándar de la comunicación, y el éxito del rating en su medida legitimante, ya no se trata solamente de tener algo que comunicar, pues hemos aceptado voluntariamente nuestra esclavitud del éxito. 

Haberlo transformado en la vara de nuestras decisiones nos hace prisioneros de su medición y de la estadística, lo que achata el futuro, lo hace previsible y, precisamente, aburrido.

No es en absoluto sorprendente, entonces, que el interés por lo comunicado ha dejado de ser el centro de preocupación del mensaje, para ser ocupado por la atención que éste pueda conseguir.
Y aunque el sistema tiene excepciones, está claro que estas sólo tienen posibilidades en tanto se acepte que la prioridad del éxito pase a segundo lugar.

Si la atención se convierte definitivamente en una función de los estímulos, entonces estaríamos ante la voluntaria destrucción de la curiosidad, del interés por lo nuevo, de la mirada interesada que logra interpretar creativamente la realidad.

No sabemos si la actual evolución de los medios de comunicación está produciendo este adormecimiento y sumiendo nuestro aparato sensorial en una pasividad receptiva, siempre saturada por la aparente riqueza y cantidad de los estímulos que se nos ofrecen. 

Pero, en todo caso, no parece probable que sirva para estimular en las nuevas generaciones esa mirada curiosa y creativa que da origen a nuevos enfoques y pensamientos, que quiebra la rutina de lo aprendido para producir la renovación de las ideas y -¿por qué no?- también de las formas.


La Convivencia

Hoy en día, los buenos modales parecen una rareza, para pesar de muchos y de quienes han visto cómo su retirada ha venido acompañada de costumbres indeseables.


Los buenos modales, esas añoradas expresiones de buen comportamiento que muestran preocupación y respeto por los demás, hoy parecen ser una costumbre añeja, que por más que nos resistamos a creerlo, bien podrían estar enfrentando el potencial riesgo de la extinción.

No es exagerado. Es una realidad que se constata día a día en las calles, los colegios, las universidades, los lugares de trabajo y los distintos escenarios donde las personas interactúan con sus pares.

Hoy en día, los buenos modales parecen casi una rareza, para pesar de muchos y de las sociedades que han visto cómo su retirada ha venido acompañada de costumbres indeseables que implican exactamente todo lo contrario.

Por lo mismo, rescatamos en este artículo 10 modales que parecen estar en extinción, que esperamos puedan volver a ocupar el espacio que les corresponde porque, hoy día, son más necesarios que nunca:

1.- Saludar al entrar a un lugar y al abandonar un recinto: “Buenos días”, “Buenas tardes”, “Hasta luego”, “Buenas noches”. Un simple saludo o despedida pueden hacer la diferencia. Indican respeto por el resto de la personas, buenas costumbres; en definitiva, buenos modales.
2.- Dar las gracias: Puede parecer de Perogrullo decirlo, pero cada vez menos personas están dispuestas a realizar el sencillo gesto de agradecer. Aunque la persona que nos haga un servicio esté cumpliendo con su trabajo, aunque sea lo esperable que realice determinada acción, dar las gracias permite cerrar un ciclo, y cada vez que lo hacemos, dejamos detrás  la imagen de que se valora lo que la contraparte hizo. No es difícil, y aporta mucho.
3.- Pedir por favor: En lugar de dar una orden, o de exigir un servicio porque se está pagando, el pedir por favor necesariamente implica que la contraparte adoptará una actitud positiva. No se trata de rogar, no se pierde el orgullo, no es ser menos valientes. Es una cortesía, una frase breve que puede hacer una gran diferencia.
4.- Ceder el asiento a quienes lo necesiten: Antaño una costumbre casi instantánea, hoy se bate en una triste retirada. No sólo en el tren subterráneo o los buses urbanos -donde para hacerlo más grave aún existen asientos marcados que son ocupados por quienes no les corresponde-, sino en todos aquellos espacios en que el sentido común nos indica que alguna persona necesita el asiento más que nosotros. Denota buena educación, modales, respeto y empatía.
5.- Sentarse correctamente y no recostarse como, literalmente, ocurre hoy: ¿Cuántas veces hemos visto a personas literalmente “desparramadas” en sus asientos? Es verdad que existe libertad, nadie cuestionaría eso, pero también es cierto que en espacios públicos, una señal de respeto y preocupación por los demás y uno mismo es sentarse correctamente. En la casa, en la privacidad del hogar, ya habrá espacio y tiempo para sentarse como a cada uno le parezca.
6.- Sacarse el gorro,  sombrero o lo que sea que tengamos en la cabeza cuando estemos en una situación más formal: Cada vez más, es posible ver que los gorros parecen pegados a las cabezas, ya que da lo mismo la situación, nadie parece dispuesto a sacárselos aunque la ocasión así lo amerite, aunque sea un espacio cerrado, aunque la persona que tenemos en frente merezca nuestro respeto. Esto puede cambiar muy fácilmente.
7.- Mirar a la cara a quien te está hablando y no al teléfono móvil: No eludir las miradas, no ver hacia otro lado en señal de aburrimiento, no concentrarse en el celular que nos controla y nos hace faltarle el respeto al que tenemos en frente. Mirar a la cara, prestar atención, mostrar interés. No desafectarse del otro, de lo que dice y de lo que nos quiere comunicar.
8.- Dejar pasar primero a las mujeres: Esto parece sacado de un libro de la antigüedad. ¿Quién es el caballero que lo hace actualmente? ¿Quién tiene la costumbre de dejar que ellas pasen primero? ¿Cuándo se perdió este gesto de buena educación? Por más que estemos en tiempo de igualdad de género, la caballerosidad sigue siendo un bien necesario.
9.- Expresarse correctamente, sin garabatos o groserías de por medio, para que te entienda tu interlocutor: Cada vez las expresiones groseras o de garabatos se meten con más fuerza dentro de todas las conversaciones. No se trata de no decirlos, que cada cual verá en su espacio privado cómo lo hace, pero hay momentos en los que conviene darse cuenta de lo que uno está diciendo, con quién está hablando, y cómo relacionarse de una manera que muestre educación y buenos modales.
10.- Escuchar sin interrumpir, en vez de hablar todos a la vez: Sana costumbre, buenos modales. El que habla más fuerte no es el que tiene algo más importante que decir. Y escuchar al otro permitirá tener un diálogo. Si todos hablamos a la vez, al final costará más entenderse. 

Algo tan simple y lógico, hoy parece estar rumbo a la extinción.


Construye Tus Momentos


La vida no es, no nacemos con ella escrita, la vida se construye cada día, paso a paso.  Caminamos por ella, paramos, unas veces avanzamos y otras retrocedemos, pero siempre estamos dentro, construyéndola.

 Nuestra vida se hace con cada paso. Podríamos asemejar nuestra vida a una escalera de caracol. Cuando miramos atrás, vemos todos aquellos peldaños sobre los que un día depositamos nuestros pies, esos peldaños que quedaron en nuestro pasado. Unos firmes y otros inseguros, unos querríamos volver a pisarlos y otros intentaríamos no volver a pisarlos nunca. Por mucho que tratemos de retroceder a nuestro pasado, nunca llegaremos al punto inicial, no podemos volver sobre nuestros pasos, ni a lo bueno, ni a lo malo.  Pero sí podemos permanecer anclados a él, unas veces como una frenética huida de un presente insatisfactorio, buscando atrás tiempos mejores y, otras tratando de buscar "los qué" a las situaciones negativas que han acontecido en nuestra vida, lo que terminará, con una gran probabilidad, generándonos tristeza, culpabilidad, rencor...

Cuando miramos ahora detenidamente nuestros pies, sólo podemos ver ese peldaño pequeño que queda bajo ellos, ese que acabamos de alcanzar y ese mismo que quedará atrás en un breve espacio de tiempo, ese peldaño que abraza nuestro presente.  Pues bien, ese pequeño y breve peldaño es lo único que tenemos. Sólo en nuestro presente podemos sentir, amar, sonreír, enojarnos, llorar, sufrir, cantar, bailar... sólo vivimos en presente.

Cuando miramos hacia delante no vemos nada, todo está por hacer. Eso nos hace sentir desconcertados, inseguros, temerosos...

Suele decirse que el pasado pasó y no volverá, que el futuro está por hacer  y no podemos saber cómo será y que el presente, es el único momento de que disponemos en nuestra vida, el único momento para vivir. Por tanto, anclarnos a nuestro pasado  nos deprime y mirar constantemente nuestro futuro nos genera ansiedad. Sólo en nuestro presente podemos disfrutar y mejorar nuestra vida, sólo en nuestro presente podemos construir buenos momentos. El mejor momento es ahora.

No podemos construir buenos momentos desde lo negativo. Si estamos más empeñados en ver aquello que nos falta y no aquello que sí tenemos, nos sentiremos insatisfechos, frustrados...  Lo que tenemos vale, por el único hecho de que es lo que tenemos, es el fruto de nuestro esfuerzo, de nuestra vida, aquello que nos dieron o regalaron... y eso vale, sí, vale porque es lo que tengo. 

Un niño creció en una casa pobre, húmeda, sin casi espacio, sin ventilación... cuando creció se prometió a sí mismo que lo primero que tendría en su vida sería una buena casa. Tiempo después, siendo ya adulto, nos invitó a ver su casa. Había tardado varios años en poder comprarla, había trabajado duro para cumplir su sueño. Era una casa pequeña pero cómoda, acogedora y bonita. Ante nuestros halagos su respuesta fue la siguiente "Es muy pequeña, oscura y húmeda, no me gusta nada, ya estoy mirando otro lugar mejor para irme de aquí, esta casa no me vale".

Aquello que tenemos raras veces es perfecto, raras veces es exactamente como yo quiero que sea, pero no vale menos por ello. Si lo miro bien, seguro que tiene aspectos positivos, bonitos o prácticos para mí, seguro que el tenerlo me da ventajas frente a no tenerlo. En nuestra vida podemos escoger ver el vaso medio lleno o medio vacío. Ver y valorar cuanto de positivo hay en nuestra vida, por pequeño que sea, nos da más oportunidades de disfrutar y de ser felices.

 ¿Y qué hacemos con aquello que no nos gusta, aquello que desearíamos que fuese diferente en nuestra vida?. Podemos tratar de mejorarlo, al menos en todo lo que dependa de uno mismo. Si creo que puedo, podré, si quiero, podré,  y si lo intento, podré. Quizás no hoy ni mañana, quizás no a la primera ni a la segunda, seguro me equivocaré en más de una ocasión, a veces incluso tendré que cambiar mis metas o de camino, quizás incluso necesite que me ayuden para conseguirlo... y, aún a pesar de y con todo eso, podré conseguirlo. Para ello, tendré que darme el tiempo necesario y tendré que invertir un esfuerzo considerable, tendré que permitirme equivocar  y, sobre todo, tendré que abandonar el sillón de la pereza y del autoflagelo.

Y como dice Jorge Bucay, "recuerda que los malos momentos vienen por sí solos, pero es voluntaria la construcción de buenos".


Ahora es un buen momento para comenzar.


Crear Tu Camino


No tienes que encontrar tu camino, simplemente tienes que crearlo.

Con mucha frecuencia escucho a personas decir lo siguiente: “Tengo que conseguir encontrar mi camino”… Tal vez tú mismo hayas formulado o pensado en este mismo comentario. Y da la sensación de que se trata de un enfoque en el que tenemos que salir a buscar algo que está perdido con el fin de encontrarlo.

El problema que tiene este planteamiento es precisamente ese: presupone que algo está perdido, y cuando algo se pierde, siempre existen posibilidades de no volver a encontrarlo nunca.
La solución a este dilema es bien sencilla. Un enfoque mucho más efectivo es pensar que nuestro camino no tenemos que encontrarlo, sino simplemente ir creándolo día a día. Desde este planteamiento se abren ante nosotros infinitas posibilidades ya que cada instante de nuestra vida es una nueva oportunidad de comenzar a crear la vida de nuestros sueños. Sin importar todo lo que haya sucedido en tu pasado, si sigues respirando, tienes la oportunidad de un nuevo comienzo.

Por descontado, ninguno de nosotros podemos volver hacia atrás y crear un nuevo comienzo, pero lo que desde luego si podemos hacer es empezar a construir a partir de hoy una nueva vida, para terminar creando un nuevo final.

El futuro no es un lugar al que nos dirigimos, es un lugar que estamos construyendo constantemente.

Entusiásmate ante esa maravillosa posibilidad de CREAR tu propio camino a partir de este instante. Un camino que puedes ir construyendo como tú decidas que sea. Día a día. Sumando pequeños esfuerzos y dirigiendo tu enfoque en la dirección que hayas determinado… Y entonces te darás cuenta de que no necesitas “encontrar tu camino”. Es mucho mejor CREARLO en sintonía con tus verdaderas aspiraciones y anhelos.

Te garantizo que este simple cambio de enfoque supondrá un punto de inflexión tremendamente positivo en tu vida.


Comienza ahora mismo a crear un camino extraordinario.