Originado etimológicamente en el vocablo latino “inpartialis” (“in” =
negación; “partialis”= una p
orción o parte) imparcial es un adjetivo usado para designar a quien no
se inclina hacia una u otra parte en caso de ideas o intereses contrapuestos o
litigiosos.
Quien es imparcial en sus juicios, trata de hablar sobre fundamentos
sólidos y contundentes sin dejarse llevar por sus intereses, sentimientos o
emociones. Por ejemplo: “el profesor fue imparcial en los exámenes, los
corrigió sin saber a quienes pertenecían pues el nombre del alumno estaba en
sobre cerrado”, “traté de ser imparcial cuando mi hija me presentó a su novio,
pero era evidente que era irrespetuoso”. La imparcialidad absoluta, como la
objetividad absoluta es casi imposible de lograr,
pues quien opina o juzga es una persona que no puede dejar completamente
de lado su subjetividad.
La imparcialidad es una característica muy valorada y necesaria en los
jueces, quienes no deben dejarse influir por sus propias emociones, ni por la repercusión pública
o mediática de un caso, a la hora de dictar sentencia, y mucho menos, por
los sentimientos hacia la víctima o el victimario, o tener en cuenta sus
propios intereses, como aquellos que reciben favores para inclinarse hacia un
lado u otro, lo que constituye delito.
La imparcialidad asegura en un juicio, la igualdad de las
partes, y la realización del valor justicia. Esto también obliga que si una de
las partes no cuenta con dinero para proveerse un abogado, el Estado debe
asignárselo, para que no esté en peores condiciones que quien no
tiene problemas económicos, pues en este caso aunque el juez pueda mostrarse
objetivo (imparcial) solo escucharía una sola voz.
Consecuencias del principio fundamental de imparcialidad
El principio de imparcialidad tiene las siguientes consecuencias:
El principio de imparcialidad tiene las siguientes consecuencias:
establece uno de sus valores clave: la no discriminación, que es uno de
los elementos más importantes de todos los aspectos de la protección del ser
humano: el derecho de los derechos humanos, el derecho humanitario, el derecho
sobre los refugiados.
Aunque la necesidad de "conservar la confianza de todos" se
menciona en el principio de neutralidad, ese imperativo se aplica también al
principio de imparcialidad. Sólo una acción imparcial puede proyectar la imagen
de una organización en la que pueden confiar las personas que necesitan ayuda o
protección. Por lo tanto, se deben establecer sistemas para velar por que los
beneficiarios de la acción de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja sean las
personas de máxima vulnerabilidad.
La imparcialidad en su más auténtica acepción impone que se prescinda de
las distinciones subjetivas. Veamos un ejemplo de la diferencia entre ambos
conceptos: una Sociedad Nacional que se niegue a prestar sus servicios a
ciertos grupos de personas, debido al origen étnico de éstas, no observa la
norma de no discriminación; por otra parte, el empleado de una Sociedad
Nacional que, en el ejercicio de sus funciones, favorece a un amigo al que
otorga un trato mejor que el que se brinda a terceros, contraviene el principio
de imparcialidad. Por lo tanto, se debe formar al personal y a los voluntarios
para que el comportamiento debido sea casi un reflejo.
Originado etimológicamente en el vocablo latino “inpartialis” (“in” =
negación; “partialis”= una porción o parte) imparcial es un adjetivo usado para
designar a quien no se inclina hacia una u otra parte en caso de ideas o
intereses contrapuestos o litigiosos.
Quien es imparcial en sus juicios, trata de hablar sobre fundamentos
sólidos y contundentes sin dejarse llevar por sus intereses, sentimientos o
emociones. Por ejemplo: “el profesor fue imparcial en los exámenes, los
corrigió sin saber a quienes pertenecían pues el nombre del alumno estaba en
sobre cerrado”, “traté de ser imparcial cuando mi hija me presentó a su novio,
pero era evidente que era irrespetuoso”. La imparcialidad absoluta, como la
objetividad absoluta es casi imposible de lograr,
pues quien opina o juzga es una persona que no puede dejar completamente
de lado su subjetividad.
La imparcialidad es una característica muy valorada y necesaria en los
jueces, quienes no deben dejarse influir por sus propias emociones, ni por la repercusión pública
o mediática de un caso, a la hora de dictar sentencia, y mucho menos, por
los sentimientos hacia la víctima o el victimario, o tener en cuenta sus
propios intereses, como aquellos que reciben favores para inclinarse hacia un
lado u otro, lo que constituye delito.
La imparcialidad en su más auténtica acepción impone que se prescinda de
las distinciones subjetivas. Veamos un ejemplo de la diferencia entre ambos
conceptos: una Sociedad Nacional que se niegue a prestar sus servicios a
ciertos grupos de personas, debido al origen étnico de éstas, no observa la
norma de no discriminación; por otra parte, el empleado de una Sociedad
Nacional que, en el ejercicio de sus funciones, favorece a un amigo al que
otorga un trato mejor que el que se brinda a terceros, contraviene el principio
de imparcialidad. Por lo tanto, se debe formar al personal y a los voluntarios
para que el comportamiento debido sea casi un reflejo.
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