sábado, 1 de febrero de 2020

Imparciales


Originado etimológicamente en el vocablo latino “inpartialis” (“in” = negación; “partialis”= una p
orción o parte) imparcial es un adjetivo usado para designar a quien no se inclina hacia una u otra parte en caso de ideas o intereses contrapuestos o litigiosos.

Quien es imparcial en sus juicios, trata de hablar sobre fundamentos sólidos y contundentes sin dejarse llevar por sus intereses, sentimientos o emociones. Por ejemplo: “el profesor fue imparcial en los exámenes, los corrigió sin saber a quienes pertenecían pues el nombre del alumno estaba en sobre cerrado”, “traté de ser imparcial cuando mi hija me presentó a su novio, pero era evidente que era irrespetuoso”. La imparcialidad absoluta, como la objetividad absoluta es casi imposible de lograr, 
pues quien opina o juzga es una persona que no puede dejar completamente de lado su subjetividad.

La imparcialidad es una característica muy valorada y necesaria en los jueces, quienes no deben dejarse influir por sus propias emociones, ni por la repercusión pública o mediática de un caso, a la hora de dictar sentencia, y mucho menos, por los sentimientos hacia la víctima o el victimario, o tener en cuenta sus propios intereses, como aquellos que reciben favores para inclinarse hacia un lado u otro, lo que constituye delito.

La imparcialidad asegura en un juicio, la igualdad de las partes, y la realización del valor justicia. Esto también obliga que si una de las partes no cuenta con dinero para proveerse un abogado, el Estado debe asignárselo, para que no esté en peores condiciones que quien no tiene problemas económicos, pues en este caso aunque el juez pueda mostrarse objetivo (imparcial) solo escucharía una sola voz.

Consecuencias del principio fundamental de imparcialidad
El principio de imparcialidad tiene las siguientes consecuencias:
establece uno de sus valores clave: la no discriminación, que es uno de los elementos más importantes de todos los aspectos de la protección del ser humano: el derecho de los derechos humanos, el derecho humanitario, el derecho sobre los refugiados. 

Aunque la necesidad de "conservar la confianza de todos" se menciona en el principio de neutralidad, ese imperativo se aplica también al principio de imparcialidad. Sólo una acción imparcial puede proyectar la imagen de una organización en la que pueden confiar las personas que necesitan ayuda o protección. Por lo tanto, se deben establecer sistemas para velar por que los beneficiarios de la acción de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja sean las personas de máxima vulnerabilidad.


La imparcialidad en su más auténtica acepción impone que se prescinda de las distinciones subjetivas. Veamos un ejemplo de la diferencia entre ambos conceptos: una Sociedad Nacional que se niegue a prestar sus servicios a ciertos grupos de personas, debido al origen étnico de éstas, no observa la norma de no discriminación; por otra parte, el empleado de una Sociedad Nacional que, en el ejercicio de sus funciones, favorece a un amigo al que otorga un trato mejor que el que se brinda a terceros, contraviene el principio de imparcialidad. Por lo tanto, se debe formar al personal y a los voluntarios para que el comportamiento debido sea casi un reflejo.
Originado etimológicamente en el vocablo latino “inpartialis” (“in” = negación; “partialis”= una porción o parte) imparcial es un adjetivo usado para designar a quien no se inclina hacia una u otra parte en caso de ideas o intereses contrapuestos o litigiosos.

Quien es imparcial en sus juicios, trata de hablar sobre fundamentos sólidos y contundentes sin dejarse llevar por sus intereses, sentimientos o emociones. Por ejemplo: “el profesor fue imparcial en los exámenes, los corrigió sin saber a quienes pertenecían pues el nombre del alumno estaba en sobre cerrado”, “traté de ser imparcial cuando mi hija me presentó a su novio, pero era evidente que era irrespetuoso”. La imparcialidad absoluta, como la objetividad absoluta es casi imposible de lograr, 
pues quien opina o juzga es una persona que no puede dejar completamente de lado su subjetividad.

La imparcialidad es una característica muy valorada y necesaria en los jueces, quienes no deben dejarse influir por sus propias emociones, ni por la repercusión pública o mediática de un caso, a la hora de dictar sentencia, y mucho menos, por los sentimientos hacia la víctima o el victimario, o tener en cuenta sus propios intereses, como aquellos que reciben favores para inclinarse hacia un lado u otro, lo que constituye delito.

La imparcialidad en su más auténtica acepción impone que se prescinda de las distinciones subjetivas. Veamos un ejemplo de la diferencia entre ambos conceptos: una Sociedad Nacional que se niegue a prestar sus servicios a ciertos grupos de personas, debido al origen étnico de éstas, no observa la norma de no discriminación; por otra parte, el empleado de una Sociedad Nacional que, en el ejercicio de sus funciones, favorece a un amigo al que otorga un trato mejor que el que se brinda a terceros, contraviene el principio de imparcialidad. Por lo tanto, se debe formar al personal y a los voluntarios para que el comportamiento debido sea casi un reflejo.

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