Como venimos señalando, es esencial la protección y promoción de la
cultura y la defensa de la diversidad cultural para la Transición a la
Sostenibilidad. Una justificación de esta necesidad la ha ofrecido el escritor
franco libanés Amin Maalouf con estas acertadas reflexiones, recogidas en su
libro “El desajuste del mundo” (2009):
Cada vez somos más los que vivimos más años y en mejores condiciones; y
no pueden por menos de acecharnos el aburrimiento y el temor al vacío; y no
puede por menos de tentarnos huir de ellos mediante un frenesí consumista. Si
no queremos agotar enseguida los recursos del planeta, tendremos que dar tanta
preferencia como sea posible a otras formas de satisfacción, a otras fuentes de
goce,
sobre todo a saber más y a desarrollar una vida interior floreciente.
No se trata de imponerse privaciones ni practicar la ascesis. (…) Pero
si deseamos disfrutar durante mucho tiempo y con plenitud de cuanto nos brinda
la vida no nos queda más remedio que modificar nuestra forma de comportarnos.
No para mermar nuestra paleta de sensaciones, sino, antes bien, para ampliarla,
para enriquecerla, para buscar otras satisfacciones que podrían resultar
intensas.
¿No distinguimos, acaso, en lo referente a las fuentes de energía, entre
la energía fósil, que se agota y contamina, y las energías renovables, como las
olas, la energía eólica o la geotérmica, que no se agotan? Podrían hacerse
distinciones así al hablar de nuestro modo de vida. Podemos intentar satisfacer
las necesidades y gozar de los placeres de la existencia consumiendo más, lo
que supondrá una carga para los recursos del planeta y acarreará tensiones
destructivas. Pero también podríamos hacerlo de otra manera, haciendo
prevalecer el aprendizaje en todas las edades de la vida, animando a todos
nuestros contemporáneos a que estudien lenguas, a que se apasionen por las
disciplinas artísticas, a que se familiaricen con las diversas ciencias, para
que así sean capaces de valorar lo que significa un descubrimiento en biología
o en astrofísica. El saber es un universo inconmensurable; todos podríamos
pasarnos la vida tomando cosas de él sin tasa y no lo agotaríamos.
Y no se trata solo de proponer el consumo de conocimiento en vez del
consumo material: ampliar el conocimiento en cualquiera de sus formas, elaborar
productos culturales, contribuir a concebir y resolver problemas, junto a
otros, puede dar satisfacciones aún mayores que el simple consumo. La
producción cultural y el acceso a su disfrute pueden, pues, constituir un
eficaz instrumento para la transición a la Sostenibilidad. Así debe de
reconocerse en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con metas precisas de
promoción cultural, que constituyan, además, ocasión de creación de puestos de
trabajo en áreas creativas: medios de comunicación públicos y de calidad,
bibliotecas, videotecas, museos, salas de conciertos, teatros, cines, educación
artística y musical, etc., etc. Una Sostenibilidad satisfactoria para todas y
todos precisa de la Cultura, de la riqueza plural de las diversas manifestaciones
culturales que constituyen un Patrimonio de la humanidad que es preciso
proteger e impulsar.
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