Este afecto tiene dos acepciones muy distintas:
• Sentimiento de alegría y satisfacción que produce la realización o la
esperanza de conseguir algo que se desea intensamente.
• Esperanza, con o sin fundamento real, de lograr o de que suceda algo
que se anhela o se persigue y cuya consecución parece especialmente atractiva
En el primer caso se trata de un Afecto-Energía que nos lleva a la
Automotivación. La ilusión como fuente de energía emocional renovable,
sostenible y ecológica. Hablamos de la ilusión que nos ilumina, que nos conecta
con la esperanza, que nos mueve a la acción creadora. La ilusión de que algo
puede llegar a ser nos mueve a hacer planes para lograr nuestros objetivos. Nos
abre a lo que nos rodea y pone a nuestros sentidos atentos y en alerta para
detectar todo aquello que puede transportarnos a lo que deseamos, esperamos,
queremos. Cuando nos ilusionamos nos salen chispitas de los ojos y nuestro
cuerpo no puede estarse quieto. Nuestros maestros en la ilusión son nuestros
niños. Ellos mantienen su llama y son capaces de contagiarnos una ilusión
cargada de alegría.
En el segundo caso – sobre todo si no se basa en un fundamento real —
nos encontraríamos con una ilusión como engaño de la mente, que supone esperar
algo sin hacer nada para ocurra. Autoengaño.
Consensuar el significado sobre de qué hablamos cuando decimos “ilusión”
es clave.
Y cómo soportaría yo ser un hombre si el hombre no fuese también poeta y
adivinador de enigmas y redentor del azar? – planteaba Nietzsche.
Lo que nos asombra nos llena de ilusión.
Es importante cuidar nuestras ilusiones porque si desaparecen, aunque
sigamos existiendo, habremos dejado de vivir.
Mercè Conangla y Jaume Soler
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