Una persona culta siempre busca expandir su mente, tener un mejor
enfoque, aprender a mirar más allá de los que otros miran. Asimismo se esfuerza
por ser mejor persona en todos los sentidos. No es tarea fácil, pero incluso
las mentes más brillantes comenzaron desde cero.
Estas son algunas claves para cultivar tu intelecto.
En primer lugar debes reconocer algo muy importante: nunca
podrás aprenderlo todo. El ser humano de hoy tiene la misma capacidad de
procesamiento de información de la que tenían los antiguos griegos. Por ende,
nunca podrás asimilar todo el conocimiento disponible. Pero para compensar esto
puedes tomar una de dos opciones: puedes decidir aprender mucho sobre unas
pocas cosas, o aprender un poco acerca de muchas cosas que te interesen.
Cultivar tu intelecto también es ventajoso de varias maneras. Por
ejemplo, si aprendes un idioma nuevo o varios, no solo
podrás viajar a estos países con mayor facilidad, sino que también podrán
aumentar tus oportunidades a nivel profesional. Lo mismo aplica si aprender a
manejar algún software especializado o dominas algún tema en el que no todos se
especialicen. Este tipo de conocimiento específico no solo aumenta tu
conocimiento general sino que también te ayuda a ser más competitivo en el
mercado laboral.
No queremos decirte que las hagas todas a la vez, pero si comienzas
dedicando algo de tiempo a algunas o a todas, verás cómo gradualmente pero
efectivamente, comenzarás a ver el mundo de otra manera, y comprenderás la
verdadera magnitud del conocimiento que posees.
Los problemas humanos no son simples; son muy complejos. El entenderlos
exige paciencia y penetración, y es de la mayor importancia que nosotros, como
individuos, los entendamos y los resolvamos por nosotros mismos.
No han de entenderse por medio de fórmulas o lemas; ni pueden resolverse
en su propio nivel por especialistas que trabajan en un campo determinado, lo
que sólo conduce a más confusión y miseria. Nuestros muchos problemas podrán
entenderse y resolverse sólo cuando nos comprendamos como un proceso total; es
decir, cuando entendamos nuestra constitución psicológica, y ningún líder
político o religioso puede darnos la clave de esa comprensión.
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