miércoles, 26 de febrero de 2020

Sociedad Integrada


La integración tiene lugar como tema de debate, y  remite a una meta, un objetivo no cumplido,  pues si fuera un hecho no sería motivo de análisis. Proponemos reflexionar sobre interrogantes tales como “por qué integrar, para qué integrar, a quién integrar, a dónde integrar”.

La respuesta es: la persona con necesidades especiales o discapacitada. Entonces cabe una reflexión antropológica, una búsqueda de caracterización  del hombre que dé cuenta de toda la diversidad de posibilidades. Llegamos entonces de la pregunta fundante acerca de ¿quién se tiene que integrar a qué? ¿Qué o quién está des-integrado?

Esto nos pone del otro lado, o sea del de los no discapacitados, lo cual lleva a la cuestión de la exclusión, concepto cuestionable en tanto deriva de una postura egocéntrica. Martín Buber (1878-1965) brinda un fundamento de reciprocidad a las relaciones Yo-Tu, fundantes de la voluntad de integración.

Una de las formulaciones éticas kantianas es “no tomarse a sí mismo nunca como excepción”.
Terencio (185-159 ac) dice “hombre soy, nada humano me es ajeno”.

Apoyados en estas ideas, veremos a la integración social como una reivindicación legítima y necesaria,  y a la específicamente escolar como una tarea que seguramente beneficia al conjunto de los alumnos, pero que requiere garantías para  que sea lo más favorable  para el sujeto con discapacidad.

Reivindicamos la importancia de los recursos informáticos que hacen posible la comunicación en sentido amplio, y por consiguiente la integración escolar de algunos niños, garantizando el acceso a los contenidos curriculares con suficiente autonomía como para asegurar una inclusión en la escuela común.


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