sábado, 15 de febrero de 2020

Los Resultados


"Ir por lana y volver trasquilado" se aplica a aquellas situaciones de las que uno espera obtener un gran beneficio y sin embargo acaban con pérdidas, y en general a todas aquellas cosas que salen al revés de lo previsto, normalmente de forma inesperada y catastrófica.

Aunque hoy en día se siga utilizando habitualmente, es una expresión muy antigua, que ya aparece en el "Poema de Fernán González".

Su origen podría estar en el castigo medieval de trasquilar a cruces a los blasfemos y herejes, es decir, pelarles con grandes tijeretazos cruzados, tal como se hace con las ovejas.

Esta pena o humillación pública viene recogida en los textos jurídicos desde tiempos remotos; ya aparece en el IV Concilio de Toledo con el nombre de "turpiter decalvare" y el Fuero Juzgo la llama "esquilar laidamientre".

Sin embargo, existe otra explicación menos enrevesada para el origen de esta frase, también recogida por fuentes antiguas, y que aludiría simplemente al carnero que se mete en rebaño ajeno y vuelve al suyo trasquilado, o sea, sin ganancia alguna para su dueño que ha perdido así su lana…

…Saddam Husein era un dictador inaceptable, aunque muchos hacían negocios con él. Pero no es costumbre democrática que la primera potencia mundial y sus aliados invadan un país para derrocar a malos gobernantes. Incluso a gobernantes deleznables que torturan a su pueblo.

Esa no fue la razón de la invasión y la guerra. Ni tan siquiera la mentira en torno a las armas de destrucción masiva y los riesgos que ello entrañaba fueron razones, sino excusas para la guerra. 

Se invadió Irak para seguir luchando contra el terrorismo yihadista internacional que había cometido el 11-S en Nueva York, como luego cometería el 11-M en Madrid o los atentados de Londres.

La primera respuesta ante la indignación provocada por el atentado a las Torres Gemelas fue invadir Afganistán. Luego, ya sin el respaldo de Naciones Unidas, Irak. Mucha gente, ya entonces, dijo que combatir el terrorismo yihadista invadiendo países y declarando guerras, era, además de otra mentira y más allá de valoraciones éticas, un error estratégico que sólo encubría incapacidad para hacer otra cosa. Así ha sido.

Como arma de lucha contra el terrorismo yihadista, la guerra de Irak ha sido un error. No ha resultado eficaz. No ha logrado el objetivo declarado. No ha erradicado el terrorismo, ni ha reducido el temor a atentados en cualquier parte del mundo. Además, ha generado problemas adicionales de gran magnitud y sólo ha podido mantenerse en base a grandes operaciones de manipulación y mentiras como está quedando en evidencia recientemente en Estados Unidos.

¿No ocurrirá lo mismo con otros terrorismos que necesitan de políticas inteligentes y complejas para luchar contra ellos, y no sólo gritos y testosterona?


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