El filósofo argentino T. Abraham, refiriéndose a relaciones
interpersonales, expresa, que existen aquellas que potencian nuestras energías
y nos producen alegría. También pululan relaciones que disminuyen y producen
tristeza, estas últimas se pueden calificar de tóxicas, en el tanto, son una
especie de veneno para el alma y por ende de la vida de las personas.
Las personas portadoras de personalidad tóxica representan un obstáculo
que impide alcanzar los principales propósitos que todos(as) consciente o
inconscientemente pretendemos: Seguridad y Felicidad.
La lista de actitudes y conductas de estas personas es interminable,
entre otras: siempre hablan de cosas negativas; asumen que solo ellos(as)
tienen la razón; son incapaces de reconocer cualidades y logros de los
demás; son hirientes, reaccionan con agresividad; no tienen ningún reparo en
avasallar al prójimo; son expertos en la manipulación y manejo de medias
verdades, del bulling social, etc...
¡OJO!, la biblia en Mateo 7:5, dice que limpiemos primero la viga en
nuestro ojo para después limpiar la paja del ojo ajeno. Ello significa, que no
debemos empeñarnos en ver los defectos del prójimo, menos cometer el error de
juzgarle, lo que procede en primer lugar, es examinarnos para evitar caer
nosotros en actitudes y conductas tóxicas, o si ya hemos caído, abordarlas con
la ayuda apropiada y superarlas.
Si Ud., se percata que está atrapado(a) en una personalidad tóxica, es
determinante disponerse a aceptar con serenidad esta situación, a llenarse de
valor para declarar, cambio y fuera, a dicha personalidad, para que su vida y
la de las personas con quienes se relaciona mejore.
Amiga, amigo, los seres humanos hemos sido creados para relacionarnos
con Dios y con nuestros semejantes. Estas relaciones deben tener como objetivo,
potenciar nuestras capacidades para enfrentar todo tipo de circunstancias,
abordar y resolver problemas, avanzar hacia el logro de metas y sueños,
especialmente de la felicidad y la seguridad tan anheladas por todos.
Por lo tanto, la felicidad, la seguridad, y la
calidad de vida a la que debemos aspirar, pasa por establecer relaciones
caracterizadas por actitudes y conductas que se constituyan en factores de
protección para nuestro entorno y para nosotros mismos.
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