Hay dos posiciones extremas acerca de la
“realidad”: es todo lo que hay o no existe en absoluto. Los primeros (la
mayoría) discuten acerca de los hechos, están prisioneros de la polaridad,
creen o no creen, siguen los lineamientos de la mayoría, entran en teorías
conspirativas, piensan que lo que dicen los medios es real (o no); en
definitiva, actúan como si todo lo que se presenta tiene entidad verdadera.
Para los segundos, todo es una ilusión (una maya) que le da a cada uno lo
que piensa, ya sea porque tienen concepciones espirituales o porque no creen en
nada. Hay algunos que están entre medio, fluctuando entre las dos de acuerdo a
su nivel de consciencia y de circunstancias del momento o tratando de integrar
los dos conceptos.
¿Qué otra cosa hacer? Sin importar la verdad de
cada una, ante cada situación o persona podríamos investigar su significado, su
preponderancia, su sentido en el conjunto; preguntarnos qué relevancia tiene
para nosotros, cómo lo asimilamos, qué nos mueve, qué simboliza/personifica en
nuestro diseño.
Así, el mundo se transforma en una exploración
continua en lugar de una negación o una lucha.
Un día es una nueva oportunidad de vida. Un día es una nueva
oportunidad para levantarte y ser feliz, aunque sea un ensayo y no
se transforme jamás en una obra completa. Un día puede resumir en sus largas o
fugaces horas la esencia de ti mismo y tu sueño hecho realidad.
Un día nuevo es otra oportunidad para hacer todo
aquello que lamentarías no haber hecho. Todas esas cosas que en el presente
parecen imposibles y que vistas con el tiempo solo se responden con un “Qué
tonto fui…” o con un “En qué estaba pensando“.
No hay comentarios:
Publicar un comentario