El trastorno de la personalidad evitadora es relativamente usual, aunque no frecuentemente diagnosticado. Se caracteriza por un gran retraimiento, que inhibe a la persona socialmente a un grado extremo. La personalidad evitadora elude la actividad social y se muestra altamente sensible a cualquier crítica o evaluación negativa que se haga de él.
Quien tiene una personalidad evitadora se siente inadecuado. Piensa que es inferior a los demás y que fácilmente resultará rechazado, humillado o ridiculizado por otros. Tiene además la percepción de que siempre está siendo observado y criticado, por lo cual permanece sumergido en muchos sentimientos de temor.
Los rasgos más frecuentes en una personalidad evitadora son muy específicos. Por eso, vamos a ver a continuación cuáles son para así poder identificarlos a partir de ahora.
· Suele mostrarse desconfiados, pero esta desconfianza se debe más al miedo a encontrarse en un compromiso o a ser considerado inferior a los demás, que al miedo a que las demás personas les hagan daño.
· Sufre inquietud o angustia cuando está solo, porque piensa que será incapaz de cuidarse a sí mismo o de protegerse de eventuales amenazas.
· Le cuesta tomar decisiones si no cuenta con una buena dosis de consejos de otros, o señales de aprobación y estímulo suficientes.
· Tiene grandes dificultades para expresar sus desacuerdos, pues teme ser rechazado o desaprobado por ello.
· Su deseo de aceptación es tan alto, que muchas veces se ofrece voluntariamente para hacer tareas desagradables o sacrificios notables por los demás.
· Procura delegar en otros la responsabilidad sobre las áreas más importantes de su vida.
· Le cuesta mucho trabajo tomar iniciativas o emprender proyectos. No confía en sus propios razonamientos y presume que será incapaz de realizaciones, aunque tenga el interés o la motivación para actuar.
· Establece pocas relaciones y estas le generan fuertes vínculos de dependencia. Si una de estos lazos se rompe, buscará afanosamente sustituirlo por otro. No tolera la soledad, pese a que la busca.
· Su miedo al abandono rebasa las fronteras de lo razonable.
La personalidad evitativa suele haber vivido una infancia en la que sus necesidades no se han visto cubiertas por parte de sus cuidadores. Debido a esto, se desarrolló la evitación como manera de supervivencia.
Se considera que los rasgos mencionados solamente configuran un trastorno como tal si son excesivamente marcados y conducen a un estilo de vida en el que predomina la desadaptación.
Si el temor a ser evaluado negativamente se convierte en imposibilidad para estudiar, trabajar o salir de casa, hablamos de un trastorno. Si, en cambio, estos rasgos no llegan a impedir un funcionamiento relativamente normal, hablamos de una tendencia a la evitación.
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