Evo: Dicese de aquello que es sin principio ni fin
Hubo una vez, en que las inteligencias, carentes aún de organización, pugnaban unas contra otras.
En medio de la disputa, algunas de ellas, comenzaron a emitir ondas sonoras de intensa vibración, con la finalidad de imponer su criterio sobre las otras, lo que fue respondido con una reacción similar por parte de las demás.
A medida en que aumentaba el descomunal ruido, se dice que las menos desarrolladas aunaron esfuerzos en virtud de sus posibilidades acústicas generando tal estrépito que nadie podía siquiera lograr la mínima concentración.
Tal estridencia generó el caos entre ellas, y de este caos surgió el desorden jamás conocido anteriormente.
En medio de tal desorden no pudo establecerse el control y su ausencia dio lugar a que se instalase entre ellas la no conocida hasta entonces imprudencia.
La imprudencia trajo consigo la ausencia de límites.
Fue entonces que: El caos, el desorden, la ausencia de control, la imprudencia y la absoluta carencia de límites, colapsaron de tal forma que ya nada podía impedir que se produjese, lo que los científicos modernos han denominado, La gran explosión, que como todos sabemos, se piensa, que haya sido la causa originaria del universo
Es en esas circunstancias que Elohim, el elegido de los Dioses, es
asignado para bajar en medio de todas ellas y una vez que lograra imponer su
atención mediante el poder de su Hijo Unigénito, las organizase de acuerdo a la esencia de cada una.
La majestuosidad de los dones del
Espíritu Santo , ha sido el complemento, la ayuda idónea, para organizar con
Elohim los cuerpos espirituales de aquellas inteligencias, que constituían el
germen de la estirpe de los Dioses.
Las inteligencias organizadas fueron
constituyendo el orden y la evolución, de lo que hoy conocemos como los reinos:
mineral, vegetal y animal, con el compromiso de que cada una de ellas según su
especie, cumpliría fielmente con la medida de su creación,
compromiso que han cumplido hasta el
presente y que es avalado por un sentimiento ancestral de los hijos de los
hombres, que les impulsa a denominar a este conjunto de inteligencias,
interrelacionadas entre sí, con el sagrado nombre de Madre Naturaleza.
Las inteligencias son el elemento
esencial de la vida, sin ellas nada puede existir, cada partícula del universo
por ínfima que pueda ser, posee en su esencia cierto grado de inteligencia,
nada podría existir y evolucionar, ni los Dioses, ni su entorno, ni hábitat
alguno para la convivencia de las distintas especies, si no hubiese en su
constitución algún grado de inteligencia organizada.
Es a través de este procedimiento que
comienza la organización de los cielos, todas
y cada una de las inteligencias, tendrían su espacio, su tiempo, los
sonidos ahora respetarían los necesarios silencios, la obra maestra de la
creación garantizaba su desarrollo armónico, la mano de Dios marcaba el compás
de su partitura, y esa partitura es la ley de los cielos, la verdad infinita.
Este es un camino, el del abordaje de
este tema, cuyo transito carece de guías o señales de orientación, muy pocos se
han atrevido a recorrerlo, cuando se ingresa al portal de lo que es por el
simple hecho de ser, la razón y el intelecto no encuentran el lenguaje adecuado
para recrear la experiencia vivida de un modo que pueda ser comprendida por
quienes se animen a incursionar por la lectura.
Cuando intento describir lo que mi mente
ve, y empiezo a buscar las palabras en mi precario lenguaje, me siento, como
enfrentado a un telar, en el cual me propongo crear una hermosa tela cuyo
diagrama desconozco, a medida en que avanzo en la trama y me detengo para
admirarla, encuentro con que debo desandar lo andado y volver a empezar, esto
es, una y otra vez, hasta que logro algo que por lo menos se aproxime a lo que
deseo comunicar.
Existen momentos en que uno recibe
impresiones que son muy difíciles de transmitir a otras personas, porque el
primer gran impacto lo recibe uno mismo, créanme que cuesta muchísimo tener que
admitir ideas y conceptos que son como aguijones que traspasan el intelecto y
nos dejan en soledad en medio de lo
desconocido.
Los escritos sagrados nos hablan de una
trinidad de dioses, las distintas religiones tienen matices diferentes al
referirse a Dios el padre, a su hijo Jesucristo y al Espíritu Santo.
Algunas dicen que las tres constituyen un
solo Dios, que se expresa en el Hijo de Dios en la carne, otras le reconocen una identidad individual a
cada una de ellas.
Los profetas modernos nos identifican a
un Dios de cuerpo tangible e independiente, a su hijo unigénito, nuestro Señor
Jesucristo, y al Espíritu Santo como un personaje de cuerpo espiritual cuya
misión entre los hijos de los hombres tiene cometidos excepcionales en todo lo
referente al conocimiento y aceptación del Reino de Dios.
Hay una relativa coincidencia en aceptar,
que todos los pecados que el género humano pueda cometer en la carne , le serán
perdonados por la expiación de Jesucristo, pero ninguna admite que puedan ser
perdonados aquellos pecados que constituyan una blasfemia contra el Espíritu
Santo.
Nos hemos preguntado alguna vez, ¿ por
qué será ? que se le recubre con un manto de tanta devoción y respeto.
Nada se menciona en las escrituras en
cuánto a que género pertenece, El Espíritu Santo, se hace expresa mención de
Dios el Padre y de su hijo Jesucristo como pertenecientes al sexo masculino,
nadie pone en duda algo tan obvio.
Se nos ha enseñado que somos hijos de
Dios y hermanos de Jesucristo, pero nada se nos dice, de algo que nadie
menciona, pero todos sentimos, como que falta definir con precisión, ¿ quién ha
colaborado en nuestra constitución como hijos de Dios con cuerpos espirituales
? ¿ hay una Madre en los Cielos ?
Y si la respuesta es afirmativa ¿ cual es
su aporte de madre entre todos nosotros, sus hijos?
¿ No es acaso, tarea propia de una madre
amorosa, el hacer arder el pecho de sus hijos con su influencia ?
¿ De donde provienen los dones
espirituales, la luz del conocimiento y la orientación divina ? ¿ quién nos
confirma en el corazón la veracidad de todas las cosas ?
He reflexionado mucho sobre este tema y me pregunto: La tarea asignada en los
cielos al integrante de la Santísima Trinidad, conocido por todos por el
Espíritu Santo, ¿ no podría ser desempeñada por una Madre Celestial, podría
existir un ser mejor calificado que aquel que ha engendrado a todos los hijos
de Dios.?
¿ No podría este Espíritu Santo ocupar un
cuerpo físico femenino ?
¿ Alguien podría pensar que esto
significaría algún menoscabo, falta de respeto o blasfemia a su dignidad ?
Si lo que pensamos, no fuese una idea
descabellada, si existiera la remota posibilidad de veracidad, ¿ no nos estaría
poniendo las cosas en su debido lugar ?
¿ No estaríamos ubicando al ser mujer, al
sexo femenino, en el sitial que la tradición excesivamente machista siempre le
ha negado?
Cuando llego a este punto, me vienen a la
mente, las palabras de Nod, antes de abrirme el portal.
“ Si quieres participar, eres
bienvenido, pero recuerda las condiciones que las letras te pondrán, observa y
escucha , no uses, ni tus oídos, ni tus ojos, usa la mente y el corazón.”
“Las letras entonces dijeron: No te
rijas por el tiempo, no te limites por el espacio ni por la distancia, no
permitas que intervenga la razón convencional, no dejes ingresar al
preconcepto. ”
Hugo W. Arostegui
Hugo W. Arostegui
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