miércoles, 15 de diciembre de 2010

Mañana...¿Cuando es mañana?


Mañana ¿Cuándo Es Mañana?

Estamos tan acostumbrados a que los días transcurran, uno tras otro, que nos parece que la vida no es otra cosa que una sucesión interminable de espacios de tiempo a los que llamamos minutos, horas, días, semanas, meses, años, etc.
Ahora, ¿existe el minuto siguiente? ¿La hora siguiente? ¿Los días, semanas, meses, años, etc.?
En realidad, lo que aún no ha sido creado, no existe, damos por descontado que tendremos el minuto siguiente, la hora, los días, y así sucesivamente, en una secuencia natural, de la cual nos hemos apoderado, tal como si fuésemos los creadores, amos y señores de todo lo porvenir.
Esa ilusión, de que el tiempo nos pertenece, es la que nos lleva a pensar que podemos hacer uso y abuso de todo lo que gira en su entorno, el ayer ya pasó, hoy, no sé si lo podré realizar, pero mañana… ha… mañana sí, sin duda, comenzaré a realizar lo que no pude o no quise hacer, ayer, antes de ayer, o quizás hoy mismo.
Nosotros transitamos por la vida y lo que la vida consume es tiempo, de no contar con este precioso elemento, tan esencial como el aire que oxigena nuestros pulmones, la existencia, tal como la percibimos, dejaría de ser, nos sentimos atrapados por el tiempo, de la misma forma que los objetos, sujetos como a una ley de gravedad que nos condena a no poder salir de la materialidad que nos rodea.
Pero: ¿será que sólo somos sujetos temporales? Descartes, nos señala un camino cuando expresa: "pienso, luego existo" la gran interrogante que siempre nos ha conmocionado es la de pretender saber, de dónde venimos, a qué hemos venido, y a dónde vamos, lo que no es otra cosa que percibir, en lo profundo de nuestro ser, que somos algo más que la materia que nos recubre, que esta etapa de nuestra existencia no es otra cosa que eso, una etapa, en el devenir de la inmortalidad de nuestro espíritu.
La conjunción del espíritu con nuestro cuerpo físico, constituyen el alma humana, cuerpo y espíritu se unen para transitar por esta vida terrena, el espíritu como conductor y el cuerpo físico como vehículo mediante el cual se realiza dicho tránsito.
Cuando decimos que nuestro cuerpo es el vehículo en el cual transitamos, lo que pretendemos señalar es cuán importante es el cuidado y atención que le brindemos.
El  poeta romano Decimus Iunius Iuvenalis, conocido como Juvenal, en uno de sus versos nos dice: "Mente Sana In Corpore Sano" como un ejemplo de complementación de estos dos componentes esenciales de la criatura humana.
De Juvenal, agregamos parte de sus versos, publicados en su décima sátira:
"Se debe orar a los dioses que nos concedan una mente sana en un cuerpo sano.
Pedir un alma fuerte que carezca de miedo a la muerte.
Que considere el espacio de vida restante entre los regalos de la naturaleza.
Que pueda soportar cualquier clase de esfuerzos.
Que no sepa de ira, y esté libre de deseos.
Y crea que las adversidades y los terribles trabajos de Hércules son mejores que las satisfacciones, la fastuosa cena y la placentera cama de plumas de Sardanápalo."
Comenzamos este artículo hablando del tiempo, de la vanidad de pensar que podemos disponer de sus secuencias futuras, del minuto siguiente, de las horas, días, etc. cuando en realidad, el vehículo que disponemos, nuestro cuerpo físico, carece de garantías en cuanto a su fecha de vencimiento.
Permítaseme realizar la siguiente comparación:
Imaginemos, que nos encontramos en un lugar, donde se nos dice, que estamos de paso, que disponemos de un cuerpo físico que puede ser perfecto en cuanto a sus funciones básicas, - recuérdese que las sagradas escrituras nos mencionan que hemos sido hechos a imagen y semejanza de los dioses – con la salvedad, que muchos de nuestros congéneres, nacen con discapacidades, ya sea por herencia genética, gestación no deseada, consecuencias ambientales, etc.
Cualesquiera que fuesen las razones, el cuerpo físico que tenemos es el único que tendremos en esta vida y del cual nos valeremos para realizar nuestras acciones diarias, nuestro "yo soy" será identificado por el Ser espiritual interior y su apariencia externa, el logro de un equilibrio armónico entre ser y apariencia, el alcanzar la íntima aceptación de lo que somos, tanto por dentro como por fuera, será un paso muy importante en la conformación de nuestra propia identidad.
Ahora bien, una vez constituidos en espíritus incorporados, es decir, lo inmortal de nuestro ser espiritual, con lo finito, de nuestro cuerpo físico, es como si estuviésemos literalmente conduciendo un vehículo, un vehículo cuyo panel de control nos emitirá determinadas señales, las cuales, si las atendemos en forma adecuada, nos permitirá lograr los mejores resultados posibles en cuanto a su capacidad y rendimiento.
Pero el tiempo que transcurre inexorablemente, desde que nuestro reloj biológico comienza a marcar el paso de las horas, no nos pertenece, es un regalo que se manifiesta minuto a minuto, como un maná proveniente de los cielos.
Así será mientras dure nuestra existencia, habrá muchas horas e incontables días, pero no se nos es permitido saber hasta cuando, de ahí la importancia de saber aprovechar al máximo el tiempo que se nos concede, hoy, estoy vivo, hoy puedo manifestarme, ¿ mañana? ¿habrá un mañana? Puede ser, Dios lo quiera.
Hugo W Arostegui





Estamos tan acostumbrados a que los días transcurran, uno tras otro, que nos parece que la vida no es otra cosa que una sucesión interminable de espacios de tiempo a los que llamamos minutos, horas, días, semanas, meses, años, etc.
Ahora, ¿existe el minuto siguiente? ¿La hora siguiente? ¿Los días, semanas, meses, años, etc.?
En realidad, lo que aún no ha sido creado, no existe, damos por descontado que tendremos el minuto siguiente, la hora, los días, y así sucesivamente, en una secuencia natural, de la cual nos hemos apoderado, tal como si fuésemos los creadores, amos y señores de todo lo porvenir.
Esa ilusión, de que el tiempo nos pertenece, es la que nos lleva a pensar que podemos hacer uso y abuso de todo lo que gira en su entorno, el ayer ya pasó, hoy, no sé si lo podré realizar, pero mañana… ha… mañana sí, sin duda, comenzaré a realizar lo que no pude o no quise hacer, ayer, antes de ayer, o quizás hoy mismo.
Nosotros transitamos por la vida y lo que la vida consume es tiempo, de no contar con este precioso elemento, tan esencial como el aire que oxigena nuestros pulmones, la existencia, tal como la percibimos, dejaría de ser, nos sentimos atrapados por el tiempo, de la misma forma que los objetos, sujetos como a una ley de gravedad que nos condena a no poder salir de la materialidad que nos rodea.
Pero: ¿será que sólo somos sujetos temporales? Descartes, nos señala un camino cuando expresa: "pienso, luego existo" la gran interrogante que siempre nos ha conmocionado es la de pretender saber, de dónde venimos, a qué hemos venido, y a dónde vamos, lo que no es otra cosa que percibir, en lo profundo de nuestro ser, que somos algo más que la materia que nos recubre, que esta etapa de nuestra existencia no es otra cosa que eso, una etapa, en el devenir de la inmortalidad de nuestro espíritu.
La conjunción del espíritu con nuestro cuerpo físico, constituyen el alma humana, cuerpo y espíritu se unen para transitar por esta vida terrena, el espíritu como conductor y el cuerpo físico como vehículo mediante el cual se realiza dicho tránsito.
Cuando decimos que nuestro cuerpo es el vehículo en el cual transitamos, lo que pretendemos señalar es cuán importante es el cuidado y atención que le brindemos.
El  poeta romano Decimus Iunius Iuvenalis, conocido como Juvenal, en uno de sus versos nos dice: "Mente Sana In Corpore Sano" como un ejemplo de complementación de estos dos componentes esenciales de la criatura humana.
De Juvenal, agregamos parte de sus versos, publicados en su décima sátira:
"Se debe orar a los dioses que nos concedan una mente sana en un cuerpo sano.
Pedir un alma fuerte que carezca de miedo a la muerte.
Que considere el espacio de vida restante entre los regalos de la naturaleza.
Que pueda soportar cualquier clase de esfuerzos.
Que no sepa de ira, y esté libre de deseos.
Y crea que las adversidades y los terribles trabajos de Hércules son mejores que las satisfacciones, la fastuosa cena y la placentera cama de plumas de Sardanápalo."
Comenzamos este artículo hablando del tiempo, de la vanidad de pensar que podemos disponer de sus secuencias futuras, del minuto siguiente, de las horas, días, etc. cuando en realidad, el vehículo que disponemos, nuestro cuerpo físico, carece de garantías en cuanto a su fecha de vencimiento.
Permítaseme realizar la siguiente comparación:
Imaginemos, que nos encontramos en un lugar, donde se nos dice, que estamos de paso, que disponemos de un cuerpo físico que puede ser perfecto en cuanto a sus funciones básicas, - recuérdese que las sagradas escrituras nos mencionan que hemos sido hechos a imagen y semejanza de los dioses – con la salvedad, que muchos de nuestros congéneres, nacen con discapacidades, ya sea por herencia genética, gestación no deseada, consecuencias ambientales, etc.
Cualesquiera que fuesen las razones, el cuerpo físico que tenemos es el único que tendremos en esta vida y del cual nos valeremos para realizar nuestras acciones diarias, nuestro "yo soy" será identificado por el Ser espiritual interior y su apariencia externa, el logro de un equilibrio armónico entre ser y apariencia, el alcanzar la íntima aceptación de lo que somos, tanto por dentro como por fuera, será un paso muy importante en la conformación de nuestra propia identidad.
Ahora bien, una vez constituidos en espíritus incorporados, es decir, lo inmortal de nuestro ser espiritual, con lo finito, de nuestro cuerpo físico, es como si estuviésemos literalmente conduciendo un vehículo, un vehículo cuyo panel de control nos emitirá determinadas señales, las cuales, si las atendemos en forma adecuada, nos permitirá lograr los mejores resultados posibles en cuanto a su capacidad y rendimiento.
Pero el tiempo que transcurre inexorablemente, desde que nuestro reloj biológico comienza a marcar el paso de las horas, no nos pertenece, es un regalo que se manifiesta minuto a minuto, como un maná proveniente de los cielos.
Así será mientras dure nuestra existencia, habrá muchas horas e incontables días, pero no se nos es permitido saber hasta cuando, de ahí la importancia de saber aprovechar al máximo el tiempo que se nos concede, hoy, estoy vivo, hoy puedo manifestarme, ¿ mañana? ¿habrá un mañana? Puede ser, Dios lo quiera.
Hugo W Arostegui

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