La ley de los cielos, determinaba, que
había llegado el momento de convocar a todas las inteligencias, que han
existido desde siempre.
Elohim, la inteligencia mayor, el creador
del universo, las había organizado y proporcionado cuerpos espirituales, a su
imagen y semejanza, es decir, a imagen y semejanza de los Dioses, de los cuales
eran su germen.
En un procedimiento, que debido al velo
de olvido que hoy padecemos, no podemos entender, el creador de todas las
cosas, las transformó en sus hijos e hijas, criaturas dotadas de una conciencia
de ser, que supieron, desde siempre, que tal como ellas eran ahora, su Padre
Celestial lo había sido, por lo que eran concientes, que cada uno de ellos,
tenía, en si mismo, el potencial de llegar a ser como su Padre es ahora.
Estos hijos de Dios, impusieron su
influencia, los unos sobre los otros en virtud del grado de inteligencia que
habían alcanzado, si dos estaban presentes, uno era mas inteligente que el
otro, y habría otro mas inteligente que ellos, así sucesivamente.
Esa era la gran diferencia y la razón de
los distintos niveles de jerarquía, que en la organización de los cielos
alcanzaron aquellos mejor dotados para imponer de hecho
su liderazgo sobre aquellos menos
calificados.
Los nombres que se distinguían por su
capacidad e influencia eran: Jehová, el unigénito, Lucifer, llamado el lucero
de la mañana, Miguel, Gabriel, Tubal, Caín,
- quién pactaría con Lucifer, apoderarse
de la primogenitura de Adán - , Daniel,
Shulem y otros.
Debemos también destacar a Sara, cuyo
significado es princesa, y fue llamada Eva, madre de todos los mortales,
Elizabeth, María, Magdalena, Esther, Egiptus – esposa de Cam y madre de Faraón
- , Rut y otras.
Los hijos espirituales se fueron
ubicando, según su esfera de influencia, en una relación de cercanía al trono
de Dios, similar a las ondas concéntricas que ocurren en un estanque de agua
cuando se deja caer una piedra, el efecto es el de una generación de círculos,
que van adquiriendo una mayor dimensión, a medida en que se alejan de su
centro.
Aquellos que estaban situados cercanos al Trono de Dios participaron
activamente en la elaboración de los detalles, la información y consulta se
propagaba mediante la emisión de ondas informativas que cubrían todas las
constelaciones creadas por las distintas comunidades en que se agrupaban los
hijos de Dios, en una relación de ida y vuelta, la emisión de información y
consulta, se complementaba, con la recepción de la correspondiente respuesta,
asegurando una correcta y fluida comunicación entre todos.
El Padre Celestial, había previsto un
medio, conocido como El Plan de Salvación,
mediante el cual, se preveían todos los
detalles relacionados, con el inminente envío, de todos los hijos espirituales,
a vivir la vital experiencia, del llamado :
Segundo Estado, de acuerdo a lo previsto en la Ley de Progreso Eterno
que rige la existencia de los Dioses.
En realidad, nunca hubo un plan
alternativo, lo que sí surgieron, fueron distintos enfoques, en puntos
extremadamente sensibles por su relevancia, que despertaron una cerrada
resistencia, de algunas de las inteligencias mas brillantes, las cuales no
estaban dispuestas a aceptarlos por considerarlos lesivos a sus intereses y
ambiciones personales .
Los puntos cuestionados hacen a la preservación
de valores esenciales, como lo son
sin duda, la defensa del libre albedrío,
la autodeterminación, la pre-ordenación, y la estricta observancia de una ley
de obediencia y sacrificio.
Los rebeldes, que resistían estos
aspectos del plan, sólo aceptaban la libertad entre iguales, lo que equivalía,
a que se determinara a priori, quienes serían los directores del proyecto, a
los cuales se le adjudicarían, la gloria y la honra de sus resultados.
En sus postulados, defendían la
predeterminación, en sustitución del libre albedrío, alegando, de que de esa
manera, se aseguraba la salvación de todos, recompensando su comportamiento,
destinándolos al usufructo de los grados de gloria menores - que ya estaban
previstos en el plan original - en condición de dependencia y vasallaje con
relación a aquellos predestinados a la gloria mayor.
Con esta postura pretendían bloquear la
postura del Unigénito, que en defensa de la Gloria del Padre, estaba dispuesto
a ofrendar su vida y exponerse al suplicio de la expiación a fin de satisfacer
las demandas de la justicia, y de esta manera, redimir a sus hermanos, quienes,
a través del arrepentimiento de sus pecados, el bautismo por inmersión, y la
mediación del Espíritu Santo, podrían lograr
su exaltación.
En cuánto al Espíritu Santo, de quién los
rebeldes no dudaban de su pureza y
poder,
pretendían que oficiase de mediador y
garante de los derechos de cada uno de
los hijos de Dios, sin alterar el orden impuesto por aquellos que
ejercieran el poder y la gloria.
A grandes rasgos, esta era la situación
imperante en el Reino de los Cielos, previo al Concilio y el motivo de que se
realizasen entre unos y otros innúmeros contactos con la finalidad de fijar
posiciones y lograr la adhesión a sus postulados.
Se tenía conocimiento de la existencia
de pactos y alianzas que evidenciaban la
creación de partidos que negociaban entre sí la estrategia adecuada ante la
inminencia de una inevitable confrontación que los involucrase a todos.
Los que integrábamos el comando de
campaña del Unigénito, estábamos en conocimiento de los sondeos de opinión que
nos llegaban a nuestra mesa de trabajo.
Éstos sondeos indicaban una reñida
disputa, si bien, las estimaciones indicaban una relación de 3 a 1 a favor de
los postulados del Plan de Salvación, se estimaba que esa diferencia, en el
caso de llegar a una confrontación, se reduciría sustancialmente, porque muchos
de los encuestados mostraban claros signos de abstención, en el caso de que
fueran convocados a defender por la vía de los hechos su postura .
De más está decir, que cada uno de
nosotros, estaba determinado a enfrentar a los rebeldes, teníamos muy claro que
el enfrentamiento traería consecuencias trágicas y dolorosas, en lo profundo de
nuestro ser, albergábamos la esperanza, de que nuestros amados hermanos,
depusieran su actitud, que su altivez y arrogancia no les llevase a la
desobediencia y al desacato al orden establecido en los cielos.
Nuestro Padre celestial, nos habló, y sus
palabras contenían toda la emoción que sólo un padre amoroso podría manifestar,
nos dijo, que los cielos llorarían ese día, que la expulsión de Lucifer y sus
seguidores, marcaría el comienzo de una prolongada batalla entre el bien y el
mal, que se extenderá a lo largo de los
siglos y que sus efectos mas dolorosos y terribles, se manifestarán en el
gobierno de las naciones de la tierra, las
que permanecerán bajo el dominio de Lucifer y aplicarán sus enseñanzas,
en lo político, en la distribución de la riqueza, en el comportamiento
social y especialmente, en la religión.
Estos son los elementos principales que
marcaron los instantes previos al Concilio, lo que allí ocurrió, es
parcialmente conocido por los hijos de los hombres, no obstante, si las
circunstancias lo permiten, ahondaremos en el comentario de estos hechos, eso
sí, lo haremos, tratando de evitar la
mención de circunstancias particulares, que por su proximidad , pudiesen herir,
innecesariamente, la susceptibilidad del lector.
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